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¿Contagiados el 8-M? Con lo que sabemos hoy del virus, las posibilidades se reducen
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CONVOCAR NO FUE LÓGICO, PERO ¿FUE UN CRIMEN?

¿Contagiados el 8-M? Con lo que sabemos hoy del virus, las posibilidades se reducen

Si el SARS-CoV-2 se transmite poco al aire libre, si el transporte público no es tan relevante... a lo mejor la manifestación feminista no tuvo tanta relevancia en el súbito aumento de casos de marzo

Foto: Participantes en la manifestación del 8-M de Madrid, a su paso por la Gran Vía. (EFE)
Participantes en la manifestación del 8-M de Madrid, a su paso por la Gran Vía. (EFE)

El 8-M es la gran imagen del fracaso español en la gestión de la pandemia. La fotografía de las ministras del PSOE y Unidas Podemos ataviadas con guantes morados y rodeadas de miles de mujeres por las calles de Madrid aparece en nuestras retinas cada pocos días. En las redes sociales o la televisión, ha devenido el símbolo que representa todo lo que se hizo mal: falta de previsión, arrogancia y priorización de los gestos simbólicos por delante del sentido común.

El crédito político por encima de las vidas. No por casualidad, la primera de las querellas contra el Gobierno que la Fiscalía tuvo que esquivar —luego vendrían muchas más— tuvo que ver precisamente con la marcha de aquel domingo por el Día Internacional de la Mujer.

Foto: Imagen de la reunión de la Comisión de Salud Pública celebrada el 30 de enero. (EFE)

Desde entonces es inevitable sentir incomodidad al ver una congregación de personas en la calle, ya sean protestas contra el Gobierno socialista en Núñez de Balboa o contra la derecha madrileña en Puente de Vallecas. De alguna forma nuestra cabeza asocia inevitablemente las aglomeraciones con aquellas imágenes de la Gran Vía llena de pancartas y personas gritando. Sin embargo, pese a que nos obstinamos en ver aquel evento como el pistoletazo de la pandemia en nuestro país, las evidencias científicas que han surgido en los últimos meses sobre el contagio del covid-19 apuntan en otra dirección. En marzo, culpar del aumento de casos a un gran evento como aquel parecía lo más evidente, pero hoy no parece lo más probable.

El 8-M es la gran imagen del fracaso español en la gestión de la pandemia, pero quizá deberíamos empezar a buscar otros culpables para explicar lo que nos pasó.

Razones para exculpar al 8-M

Antes de que me prendan fuego: esto solamente es una autopsia, no una defensa de lo que sucedió entonces ni tampoco de quienes tomaron —o no tomaron— las decisiones.

Que a día de hoy la manifestación feminista que se celebró en Madrid y muchas otras ciudades no parezca haber contribuido tan decisivamente a los contagios como se creía no quita que, en aquel momento, se debió haber procedido con muchísima más cautela y anteponer la salud pública a este tipo de celebraciones.

Punto número uno. Hoy parece bastante seguro afirmar que la transmisión del virus es mucho más ineficiente al aire libre, por tanto los contagios son más infrecuentes. Hay varios trabajos publicados al respecto, no todos tienen el mismo peso aunque sí apuntan en la misma dirección.

placeholder Gente manifestándose en Vallecas. Intranquiliza, pero... ¿genera contagios? (Reuters)
Gente manifestándose en Vallecas. Intranquiliza, pero... ¿genera contagios? (Reuters)

El más difundido es el de Hua Qian y sus compañeros en la Southeast University china, que desde abril han publicado varios trabajos sobre el papel de los aerosoles, es decir, del aire exhalado, en la transmisión del virus. Hoy es casi una obviedad, pero hace cinco meses aún había muchas dudas sobre esto. Estos investigadores analizaron 7.324 casos en China procedentes de 318 brotes epidémicos de los que solamente uno se produjo en exteriores. Se debió al parecer a una conversación con un infectado de la que surgieron dos casos de covid-19.

El trabajo de Nishiura en la Universidad de Hokkaido (Japón) resultó en un estudio pequeño y breve, solo analiza 110 casos de los que 10 sucedieron en exteriores y el resto en interiores, pero es interesante porque, al igual que Qian, lo realizaron antes de cualquier confinamiento, es decir, en unas condiciones de vida más o menos normales. Uno de sus grandes hallazgos es que los brotes que se produjeron al aire libre también redundaban en un menor número de casos secundarios, habitualmente menos de tres. "La probabilidad de que un caso primario transmitiera el covid-19 en un espacio cerrado era 18,7 veces mayor en comparación con un ambiente al aire libre", concluían.

La probabilidad de transmitir el covid-19 en un espacio cerrado era 18,7 veces mayor en comparación con el aire libre

Hay otros trabajos más sólidos, como los realizados en la London School of Hygiene and Tropical Medicine por, entre otros, Adam Kucharski, autor del estupendo libro 'Las reglas del contagio. Cómo surgen, se propagan y desaparecen las epidemias'. Allí han hecho varios estudios, compilando una extensa base de datos con 20.471 casos de los que solo 461 (el 2,2%) se asociaron con actividades al aire libre.

No todo es tan sencillo

Hay muchas otras atenuantes, por ejemplo está el hecho de que cuando uno va a una manifestación así suele rodearse principalmente de un grupo reducido de personas y permanece junto a ellas. También cuando una marcha es itinerante en lugar de una concentración estática. Hoy sabemos que la capacidad infectiva del SARS-CoV-2 funciona no solo por exposición sino por acumulación: es necesaria una concentración suficiente de virus para infectar a otra persona, por eso es casi imposible contraerlo si uno va caminando por la calle aunque le pase por al lado algún paseante o 'runner' infectado.

Ahora bien, que no celebren todavía los que estuvieron en aquella manifestación y buscaban un motivo para la expiación.

placeholder Vista aérea de la manifestación del 8-M de Madrid a su paso por la Cibeles. (EFE)
Vista aérea de la manifestación del 8-M de Madrid a su paso por la Cibeles. (EFE)

Dentro del bajo riesgo que hay al aire libre, el 8-M hubo dos factores que lo incrementaron notablemente: la densidad de personas y el hecho de que estuvieran gritando consignas o cantando. Según el trabajo de Lakha, Rudge y Holt, investigadores de la LSHTM, "pese al menor riesgo de transmisión en exteriores, aquellos entornos relacionados con la aglomeración de personas (mercados o manifestaciones) se relacionan con clústeres de casos relativamente grandes", que cifran entre 25 y 163. "Del mismo modo, numerosos conjuntos se asociaban con interacciones estrechas y conversaciones en voz alta, gritando o cantando". En fin, que todo eso se hizo mal pero afortunadamente sucedió en un entorno al aire libre.

Nada de esto se conocía entonces. De hecho, hemos pasado meses hablando del término 'supercontagiador' como si hubiera algunas personas especiales capaces de contagiar a muchísima gente. Hoy, en cambio, se habla más bien de 'eventos de supercontagio', lugares o momentos con unas características —espacios cerrados, duración prolongada, poca ventilación exterior— en los que cualquier persona con el virus puede acabar contagiando a un alto número de personas.

placeholder Aspecto que presentaba la playa de la Barceloneta a mediodía del 15 de agosto. (EFE)
Aspecto que presentaba la playa de la Barceloneta a mediodía del 15 de agosto. (EFE)

Lo más probable es que el 8-M produjera algunos contagios, pero no muchísimos. Otros eventos de masas se han estudiado en otros países y las evidencias de 'supercontagios' hasta el momento son escasas. Estos hallazgos no solo tienen que ver con la marcha feminista. En mayo nos llevábamos las manos a la cabeza por las fotos de bañistas 'aglomerados' en las playas de Barcelona. En agosto por un concierto al aire libre de la banda Taburete en el festival Starlite de Marbella. Aunque no se respetara la distancia de seguridad, como efectivamente sucedió, la probabilidad de un contagio masivo era bastante baja, mucho más con el público llevando mascarillas y pese a que el cantante de la banda animara a prescindir de ellas.

Uno de los eventos de masas que sonó mucho como posible foco de infección fue el partido de Champions League entre el Atalanta y el Valencia. Un grupo de investigadores italianos y británicos lo investigó y llegó a una conclusión sorprendente. La celebración del partido pudo haber contribuido a que en Bérgamo el exceso de mortalidad en marzo aumentara un 568% con respecto a años anteriores, pero era poco probable que esto se debiera a la asistencia al estadio en sí.

placeholder Partido entre Atalanta y Valencia celebrado el 19 de febrero. (Reuters)
Partido entre Atalanta y Valencia celebrado el 19 de febrero. (Reuters)

Al partido, celebrado en San Siro, acudieron más de 45.000 personas pero todas ocuparon asientos individuales. Tal y como están diseñados los estadios, el movimiento de los espectadores dentro del mismo es muy limitado, por lo que Michele Sassano y sus compañeros concluyeron en un estudio que "las reuniones, especialmente en transporte público, bares o discotecas, además de en casa, podrían haber tenido un rol importante en la difusión de la enfermedad a nivel local y regional, probablemente con un mayor impacto que la asistencia al partido en el estadio".

¿Por qué no se permiten aún los partidos de fútbol con público, ni siquiera con medio aforo, si los estadios son al aire libre? Muy probablemente por los bares a su alrededor. Lo cual nos lleva al último punto sobre la supuesta culpabilidad del 8-M.

No el evento, ¿pero y lo que mueve?

Aunque los miles de personas que acudieron a la marcha feminista tuvieran un riesgo bajo al estar al aire libre, no puede decirse lo mismo de sus viajes en metro o autobús hasta el lugar de la concentración.

¿Es peligroso el transporte público o no? Sobre este asunto hay mucha literatura publicada, que va actualizándose rápidamente. Al principio se pensaba que sí, principalmente porque como vemos cada mañana en el andén del metro, se producen aglomeraciones. Sin embargo, dado que en el metro o en el autobús la gente suele estar callada y no pasan intervalos de tiempo demasiado extensos, se está empezando a ver el transporte público con otros ojos.

placeholder Han encontrado el talón de Aquiles del virus. (EFE)
Han encontrado el talón de Aquiles del virus. (EFE)

De los 616 eventos infectivos de todo el mundo estudiados por los investigadores citados anteriormente del centro londinense, solamente ocho tuvieron lugar en medios de transporte, cinco de ellos en autobuses. Además no resultaron en números muy altos de contagios secundarios, entre dos y 30 casos.

El investigador español de la Universidad de Colorado en Boulder, José Luis Jiménez, ha elaborado un modelo de transmisión de SARS-CoV-2 mediante aerosol en diferentes escenarios o situaciones. Por ejemplo el modelo calcula que un persona en un local interior pobremente ventilado y donde se esté hablando o cantando tiene un 90% de probabilidades de infectarse —o mejor dicho, de exponerse al virus de tal forma que la infección es probable— si permanece allí durante tres horas. Sin embargo, en un viaje en metro donde haya 35 personas en el vagón y uno pase ahí 20 minutos, la probabilidad de infectarse es del 0,3% y suele permanecer por debajo del 1% hasta que se hayan pasado 80 minutos en el vagón o 90 en el autobús.

En un viaje en metro donde haya 35 personas en el vagón y uno pase ahí 20 minutos, la probabilidad de infectarse es del 0,3%

El uso de mascarilla dificulta aún más todo esto, claro. El modelo de Jiménez apunta a que en una manifestación la probabilidad es aún más baja (0,1%) especialmente si se realiza a la luz del día, dado que el sol tiene un efecto 'detrimental' sobre el coronavirus. Aquel 8 de marzo fue un día poco nubado, con leves brisas y donde las temperaturas llegaron a los 18ºC.

No nos equivoquemos. Convocar o mantener las manifestaciones del 8-M provocaron seguramente muchos casos, directos o indirectos. Pero las evidencias científicas a día de hoy —quizás en un año tengamos que reescribir todo esto— apuntan a que aquella manifestación no fue la 'bomba vírica' que pensábamos, sino que la pandemia se cocinó en miles de oficinas y hogares durante días hasta que, al final, estalló en los hospitales.

Por supuesto, a principios de marzo no sabíamos nada de esto por lo que, en efecto, fue una imprudencia haber permitido esta y otras aglomeraciones. Pero todo parece indicar que el 8-M pudo haber provocado más editoriales, soflamas y querellas que contagios efectivos. Afortunadamente.

El 8-M es la gran imagen del fracaso español en la gestión de la pandemia. La fotografía de las ministras del PSOE y Unidas Podemos ataviadas con guantes morados y rodeadas de miles de mujeres por las calles de Madrid aparece en nuestras retinas cada pocos días. En las redes sociales o la televisión, ha devenido el símbolo que representa todo lo que se hizo mal: falta de previsión, arrogancia y priorización de los gestos simbólicos por delante del sentido común.

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