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Montero y Díaz, dos mujeres sin piedad
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Montero y Díaz, dos mujeres sin piedad

El sangriento espectáculo de la liquidación de Irene Montero a manos de Yolanda Díaz responde a una purga entre estalinistas. La gallega ha sustituido los 'besiños' por la navaja cachicuerna. Íñigo Errejón es el ganador neto en este episodio gore

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero conversan bajo la mirada de Enrique Santiago. (EFE/Kiko Huesca)
Yolanda Díaz e Irene Montero conversan bajo la mirada de Enrique Santiago. (EFE/Kiko Huesca)
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La que a hierro mata a hierro muere. Es cuestión de tiempo y de que surja el verdugo. A Irene Montero le llegó la hora el pasado viernes. Su propio espacio político, bajo el permanente signo de Caín, la ha devorado utilizando en el festín caníbal todas las herramientas que la propia víctima propiciatoria les ha facilitado. La lideresa de Podemos ha gestionado su trayectoria pública como si fuera su peor enemiga; ha caído bajo las losas legislativas de su incompetencia técnica; ha perecido en la soledad de un entorno tóxico y sin cualificación; ha sido insoportable para buena parte de su partido; el feminismo tradicional y de izquierdas, abomina de ella; se ha comportado como un holograma de Pablo Iglesias.

Al final, ha perecido políticamente a manos de una de las políticas más fake de la vida pública española y a la que el máximo dirigente en la sombra de los morados le entregó la primogenitura: Yolanda Díaz se encajó el embozo patibulario y soltó el enganche de la guillotina. Podemos ha entregado la cabeza de Montero como la de Juan el Bautista para lograr una imposible unidad que lleva en el pacto la semilla de su implosión futura. Así termina la izquierda de abrazos y besos sobreactuados, actitudes tan glucosadas como impostoras.

La taimada vicepresidenta Díaz

La gallega esperó a descargar los machetazos sobre Montero (Belarra es una anécdota decorativa) a los resultados del 28-M, que suponía tan catastróficos para Podemos como resultaron ser, pero igualmente inquietantes para el sudoku que constituye Sumar. Y confiaba en la resolución del Supremo que libró con su interpretación de la Ley Orgánica de Garantía de Libertad Integral de Libertad Sexual un certificado de incompetencia al ministerio de Igualdad y a su titular. La vicepresidenta segunda, que se deshace de la madre de los hijos de Pablo Iglesias, al que debe lo que es, votó contra la reforma de la ley del solo sí es sí (Sánchez no asistió a esa sesión de la Cámara) y, en consecuencia, está tan desautorizada como su propia víctima. Díaz ha mostrado gran habilidad en la ejecución de una purga que no la hubiera mejorado un burócrata del Kremlin soviético. Y, como todo en el estalinismo, el espectáculo ha sido gore total. De los besiños a la navaja cachicuerna. "¡Joder, qué tropa!", como exclamaría el conde de Romanones.

placeholder Pablo Iglesias realiza un discurso observado por Irene Montero. (EFE/Mariscal)
Pablo Iglesias realiza un discurso observado por Irene Montero. (EFE/Mariscal)

El abandono de Pablo Iglesias

"A Irene Montero la han dejado sola. Pablo Iglesias el primero, cuando, convencido de que el cielo no se asaltaba desde la Moncloa, abandonó en marzo de 2021 la vicepresidencia del Gobierno y el acta en el Congreso, señaló a Yolanda Díaz como su sucesora en las listas electorales y depositó toda la responsabilidad sobre su pareja y Belarra", este es el análisis, más bien compasivo que crítico, de una excolaboradora de la ministra de Igualdad cuando la joven política de 35 años (Madrid, 13 de febrero de 1988), licenciada en Psicología (2011), cajera de Saturn (ahora Media Markt) mientras financiaba sus estudios, madre de tres hijos (nacidos entre 2018 y 2019), ha iniciado su definitivo ocaso político.

Irene Montero asumió un papel "por encima de sus capacidades" desde el momento en que el líder de Podemos "abandonó el barco" y se fue "a lo que le gusta, los medios y la agitación", subraya uno de los ideólogos de la formación morada que, manteniendo la relación con él, no tiene pelos en la lengua. "El plan de Podemos en el Gobierno se basaba en el tándem que Iglesias destruyó y sustituyó por el de Montero-Belarra, que asumió su cartera de Derechos Sociales y Agenda 2030 en marzo de 2021". Montero no quiso ser la secretaria general de Podemos y cedió el rol a Belarra, que obtuvo en junio de 2021 el 88% de los votos emitidos por las bases moradas. Pero las dos "tuvieron que encajar el papel relevante de Yolanda Díaz que ni estaba afiliada a Podemos, ni a Izquierda Unida. Era carné del PCE. Así que el error está a la vista", insiste este interlocutor privilegiado en el conocimiento del funcionamiento interno de la organización. En este punto, es útil rescatar la entrevista a Juan Carlos Monedero en El Confidencial, publicada el pasado 26 de febrero.

La crisis de Galapagar

Antes de su etapa institucional, en 2018, Pablo Iglesias e Irene Montero tomaron una "mala decisión": adquirir un chalé en Galapagar (Madrid) con una hipoteca a 30 años por un importe de 540.000 euros, concedida por la cooperativa bancaria Caja de Ingenieros. La ministra, sin embargo, contestó airadamente a una ciudadana que le increpó por la adquisición el pasado mayo en Valencia y lo hizo con estas palabras: "Mi padre falleció de cáncer con 60 años y me dejó una herencia porque soy hija única. Por eso, y porque tengo una pareja con la que me puedo comprar con mi dinero la casa que me dé la gana".

Pero la realidad no fue tan sencilla. En mayo de 2018, ante las críticas por la adquisición de la propiedad —ante la que la pareja ha soportado escraches habitualmente ("los mismos que ellos dirigieron e impulsaron", se justifica entre los críticos desvinculados con Podemos)—, Iglesias y Montero decidieron someter sus cargos orgánicos —él, líder máximo; ella, portavoz y, de hecho, la segunda de la organización— a una consulta a las bases. Participaron 190.000 inscritos, el 68,47% de ellos respaldó a sus líderes, que esperaban un porcentaje mayor (31% no les revalidaron la confianza).

Ese episodio erosionó la credibilidad de los dos y debilitó su coherencia personal, acrecentada después por una forma de manejar los fondos públicos por parte de los equipos de Belarra y de la propia Montero escasamente austera: número excesivo de asesores (que, a la postre, de poco les han servido), campañas promocionales fallidas y, entre otros dispendios, viajes internacionales con motivaciones irrelevantes y mínima transparencia.

placeholder Yolanda Díaz, Pablo Iglesias e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Mariscal)
Yolanda Díaz, Pablo Iglesias e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Mariscal)

Dos mujeres sin piedad

La ministra de Igualdad ha tenido "tan poca piedad con sus enemigos como sus enemigos la han tenido con ella", sentencia, en alusión a Díaz, una asesora de Montero que vio venir el fracaso y se marchó. "Su forma de hablar, a gritos, agresiva, gesticulante, excesiva, demuestra que es una mujer insegura y rebasada. Abarca mucho y aprieta poco, está en un entorno hostil de forma permanente. El Consejo de Ministros también lo ha sido; no se le ha dado cancha en las ruedas de prensa de la Moncloa; no ha tenido la colaboración de las demás ministras, desde Carmen Calvo en su momento a Díaz ahora". El presidente, además, "la ignora", y su "peor adversaria" es la gallega, como ha quedado demostrado en estos últimos trepidantes y ansiosos días. "Sánchez ha contemplado impávidamente cómo su vicepresidenta le hacía el trabajo sucio con Irene; luego ya encontrará quien se lo haga con Yolanda", musita la perpleja exasesora de la morada.

En los momentos de la derrota, parece que Montero llama más a la conmiseración que a la crítica. Pero lo cierto es que no supo, no pudo o no quiso administrar con la más mínima ecuanimidad y solvencia el poder ministerial en Igualdad que se concretó en el Real Decreto 455/2020 de 20 de marzo, firmado por Sánchez, sobre su estructura orgánica y según el cual "corresponde al Ministerio de Igualdad la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia de igualdad y de las políticas dirigidas a hacer real y efectiva la igualdad entre mujeres y hombres, la prevención y erradicación de las distintas formas de violencia contra la mujer y la eliminación de toda forma de discriminación por razón de sexo, origen racial o étnico, religión o ideología, orientación sexual, identidad de género, edad, discapacidad o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Le corresponde, en particular, la elaboración y desarrollo de las normas, actuaciones y medidas dirigidas a asegurar la igualdad de trato y de oportunidades, especialmente entre mujeres y hombres, el fomento de la participación social y política de las mujeres, y la prevención y erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer".

Los dos puntales de Montero en el Ministerio de Igualdad han sido su secretaria de Estado, la excéntrica Ángela Rodríguez Pam, y la magistrada en servicios especiales, Victoria Rosell, delegada del Gobierno para la Violencia de Género. Su número dos, sobreactuando de forma constante, ha desviado muchos de los ataques a la ministra, y Rosell ha sido la defensora técnica de decisiones tan injustificables como la Ley Orgánica de Garantía Integral de Libertad Sexual y la llamada ley trans. Pablo Echenique, desde el Congreso, le ha dado una pobre pero constante cobertura dialéctica. Díaz los ha fulminado.

placeholder Belarra y Montero tras la reforma del sí es sí. (EFE/Zipi Aragón)
Belarra y Montero tras la reforma del sí es sí. (EFE/Zipi Aragón)

Dos leyes para el fracaso

Ambas leyes marcan las dos peores decisiones de la ministra y del propio Gobierno. La primera —la ley de solo sí es sí— ha trascendido al propio ámbito de Podemos y de la izquierda propiciando la peor crisis de la coalición. Aprobada entusiásticamente la norma orgánica en septiembre del pasado año, su deficiencia técnica —por nadie remediada— deparó consecuencias catastróficas para Unidas Podemos y para el PSOE: a su amparo se han revisado a la baja más de 1.127 condenas a agresores sexuales y hasta 115 de ellos han sido anticipadamente excarcelados.

El pasado miércoles, el pleno de la Sala Segunda del Supremo resolvió una veintena de recursos unificando doctrina contra el criterio de la Fiscalía y, obviamente, del Ministerio de Igualdad, Podemos, ERC, Bildu y de la propia Yolanda Díaz, que votó en contra de la reforma de esta desdichada ley. El alto tribunal establece que se aplica plenamente la ley más favorable al reo y convalida así el criterio de las audiencias provinciales. Irene Montero fue concisa: "Mala noticia" (pero no la última: el viernes, de nuevo el Supremo, mantuvo la condena a la ministra por intromisión ilegítima en el honor de un ciudadano al que deberá indemnizar con 18.000 euros por calificarle de maltratador).

El argumentario exculpatorio de Montero, Rosell y Pam, descargando la responsabilidad de los defectos técnicos de la ley sobre un supuesto machismo de los jueces y magistrados, disparó una pelea con efectos destructivos entre Sánchez y los ministros socialistas y Unidas Podemos, ERC y Bildu. En abril de este año, y gracias a la ayuda parlamentaria imprescindible del grupo parlamentario del PP, la ley se modificó marcando el fin material de la coalición. "Este Gobierno, con esa ley y con la supresión de la sedición y el desdoblamiento de la malversación, ha demostrado que sus asesores carecen de capacidad técnica. Han reformado mal el delicadísimo Código Penal", constata un abogado del Estado que presta servicios en la sección penal de la Abogacía del Estado en el Ministerio de Justicia.

La ruptura del feminismo

Aunque no se han terminado los estudios que discriminan el voto femenino en las pasadas elecciones del 28-M, desastrosas para Podemos y decepcionantes para el PSOE, la ley 4/2023 de 28 de febrero "para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI" ha propiciado el encrespamiento del movimiento feminista contra la ministra y contra el socialismo gobernante.

Ángeles Álvarez, histórica referente del feminismo socialista, diputada en la X y XI legislatura e impulsora del Pacto de Estado contra la Violencia de Género aprobado por unanimidad en el Congreso el 28 de septiembre de 2017, enjuicia la gestión de Irene Montero de forma severa y sin tapujos. Para esta militante del PSOE, la ley trans "convierte en norma universal la excepcional ficción jurídica que el legislador permitió en 2007 para la modificación del sexo registral y que exigía la certificación de disforia de género. Esta ley establece la 'libre determinación del sexo registral' permitiendo cambiar el sexo legal, sin justificación alguna (…). Esto implica exponer a muchos menores a transiciones médicas y quirúrgicas irreversibles rompiendo el principio primum non nocere (lo primero es no hacer daño) que debería regir toda intervención médica y exponiendo a duras sanciones a los profesionales que intenten aplicar ese principio".

Montero no, pero Sánchez tampoco

No obvia Ángeles Álvarez, además del reproche técnico, el político: "El Gobierno ha despreciado todas las alertas de los informes preceptivos y los de las organizaciones civiles y colegios profesionales que por canales formales o informales se han dirigido a él y ha hecho un uso abusivo de las disposiciones finales para incorporar modificaciones de conceptos sustantivos en el Registro Civil como progenitor gestante, cónyuge supérstite gestante". Y añade que "el actual Gobierno ha sido parte activa e instigadora de la ruptura en el movimiento feminista. El Gobierno ha incorporado la diversidad sexual a las estructuras institucionales de igualdad entre mujeres y hombres construidas durante décadas desde el feminismo institucional. Desde esas mismas estructuras, está absolviendo y priorizando la agenda queer en detrimento de la agenda feminista de la igualdad".

La enmienda de amplios sectores socialistas consiste en haber dejado el Ministerio de Igualdad a Podemos: "Sánchez entregó el Ministerio de Igualdad, siendo consciente de que ello suponía un conflicto político, ya que el feminismo socialista estaba totalmente enfrentado a la agenda de Irene Montero. Las feministas socialistas se resistieron a la entrega del Ministerio de Igualdad a Podemos porque conocen bien su agenda y la de una Montero que aspiraba a derrotar al feminismo ilustrado y arrancar al PSOE una bandera que agitó con éxito en las últimas décadas".

placeholder Irene Montero, junto a la cúpula de Igualdad en el último 8-M. (EFE/Kiko Huesca)
Irene Montero, junto a la cúpula de Igualdad en el último 8-M. (EFE/Kiko Huesca)

Y añade: "Las feministas están aguantando bien los embates de un partido que ansiaba dar su batalla cultural contando con el afecto, empuje y soporte del movimiento de mujeres. Sin embargo, Montero no solo no lo ha conseguido, sino que es el feminismo el que con mas fiereza le está plantando cara. Ella intenta en todas sus intervenciones declarar como feministas sus políticas estrafalarias, y eso genera un gran rechazo de las organizaciones que lo perciben como una instrumentalización del movimiento que no se reconoce ni se siente representado por sus propuestas hasta el punto de que no celebra los pocos aciertos que pueda tener".

El discurso de Ángeles Álvarez, muy representativo incluso más allá del socialismo, insiste en la ministra: "Curiosamente, Montero, desde su llegada, también ha buscado articular una red de afines, mermar el apoyo a organizaciones históricas de gran solvencia y beneficiando a organizaciones que incorporan reivindicaciones enfrentadas al feminismo clásico (el apoyo a ONG que abogan por la legalización de la prostitución es paradigmático). El problema, no obstante, no es Podemos. El problema es si el PSOE tiene interés en recuperar la empatía con el feminismo. En este periodo, el partido ha hecho tragar a su militancia, por imposición y sin debate, las teorías posmodernas y ha participado por activa y por pasiva en la elaboración de leyes profundamente antifeministas y con contestación social. La dirección ha rechazado escuchar a sus propias militantes. Ha despreciado la sabiduría acumulada en el partido, ha dilapidado los liderazgos feministas y arrinconado la estrategia que más éxitos electorales venía aportándole. Los intentos de Podemos y del PSOE de suplantar al feminismo por el mujerismo están fracasando".

La interlocutora no elude ninguna de las cuestiones que se le plantean: "Mi opinión es que el PSOE actual ha perdido el afecto del feminismo y el feminismo real ha perdido el apoyo del PSOE. Esto es una tragedia porque los avances de la agenda feminista se ralentizan gravemente. Lo que las feministas esperan del PSOE es una rectificación del rumbo, un compromiso de revisión y derogación de las leyes perjudiciales a las mujeres, y un compromiso más allá de lo declarativo para retomar la agenda feminista".

placeholder Errejón observa a Irene Montero en una reunión del equipo negociador de Podemos con el PSOE en 2016. Al fondo, Yolanda Díaz. (EFE/Kiko Huesca)
Errejón observa a Irene Montero en una reunión del equipo negociador de Podemos con el PSOE en 2016. Al fondo, Yolanda Díaz. (EFE/Kiko Huesca)

El ganador es Íñigo Errejón

Todas contra todas y solo un ganador neto: Íñigo Errejón. Pero su venganza en frío sobre el tándem Iglesias-Montero merece una pieza exclusiva. Vayan leyendo —para abrir boca— su relato titulado Con todo. De los años veloces al futuro (editorial Planeta). Aquí se recensionó el texto (23 de septiembre de 2021) bajo el título Los dolores de tripa de Íñigo Errejón: "En el discurrir de su texto, Errejón se muestra a menudo como frágil, débil, ingenuo y hasta escapista, pero en realidad es tan duro, tan resistente y, a la postre, más diamantino que Iglesias. En definitiva, es un libro en el que Errejón viene a decir: eso me pasó, me dolió mucho la tripa y la garganta, pasé muchos agobios, pero estos son mis poderes".

Adelantemos, sin embargo, algunas líneas del obligado análisis del papel del personaje en este episodio: su escalada política se ha cimentado sobre tres nombres femeninos: Manuela Carmena le hacía las empanadillas con relleno ideológico, Mónica García le crujió a Iglesias en Madrid el 4 de mayo de 2021 siguiendo sus instrucciones y Yolanda Díaz, con su complicidad, ha decapitado a su segunda enemiga jurada, Irene Montero. Y a su lado, en el Congreso, Inés Sabanés. Errejón, tras la alianza con Manuela Carmena, ha suscrito otra con Yolanda Díaz para lograr la rendición sin armisticio de Podemos. Lo ha conseguido.

La que a hierro mata a hierro muere. Es cuestión de tiempo y de que surja el verdugo. A Irene Montero le llegó la hora el pasado viernes. Su propio espacio político, bajo el permanente signo de Caín, la ha devorado utilizando en el festín caníbal todas las herramientas que la propia víctima propiciatoria les ha facilitado. La lideresa de Podemos ha gestionado su trayectoria pública como si fuera su peor enemiga; ha caído bajo las losas legislativas de su incompetencia técnica; ha perecido en la soledad de un entorno tóxico y sin cualificación; ha sido insoportable para buena parte de su partido; el feminismo tradicional y de izquierdas, abomina de ella; se ha comportado como un holograma de Pablo Iglesias.

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