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Yolanda Díaz cierra un acuerdo agónico con Podemos que no garantiza la unidad de la izquierda
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Pacto 'in extremis' sobre Sumar

Yolanda Díaz cierra un acuerdo agónico con Podemos que no garantiza la unidad de la izquierda

La quincena de partidos que vertebrarán Sumar se lamen las heridas tras una negociación con golpes y barro. Podemos, con ocho puestos de salida, aún puede salirse de la confluencia, y eleva a la categoría de "mártir" a Montero para rascar más poder

Foto: Yolanda Díaz. (EFE/Juanjo Martín)
Yolanda Díaz. (EFE/Juanjo Martín)
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Hay fumata blanca en la izquierda, pero no ambiente de celebración. Yolanda Díaz firmó este viernes un acuerdo agónico con Podemos y casi una quincena de partidos, que encararon dos semanas de negociaciones permanentes con la voluntad de crear ilusión desde el minuto uno. La sensación es que se han dejado demasiados pelos en la gatera. Que los morados exigieran una suerte de prórroga para negociar a escasas horas de que cerraran el plazo para registrar la coalición disparó la tensión entre partidos, que querían evitar el fantasma de la fatídica negociación en las pasadas elecciones andaluzas. No lo lograron.

Podemos accedió a sacrificar a su principal activo político, Irene Montero, pero lo hizo advirtiendo de que seguirá dando la batalla en los próximos días. Cuenta con una carta para seguir presionando: la opción de retirarse de la confluencia, toda vez que aún no se han registrado las listas. La Junta Electoral Central lo ha permitido en ocasiones anteriores, y los morados señalan ya el botón nuclear, aunque nadie crea que tienen voluntad real de apretarlo. El mero hecho de que exista ya permite tensionar el ambiente.

Foto: Ione Belarra junto a Yolanda Díaz en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Alvarado)

Podemos contará con ocho puestos de salida —los que se considera que garantizan el escaño—, 15 entre los 35 primeros, con primeros puestos en Navarra, Murcia o Guipúzcoa, y el quinto en el Congreso —por detrás de Íñigo Errejón, un escaño de Más Madrid, un independiente y la propia Díaz—. Habían exigido 18. Distintas fuentes presentes en las negociaciones aseguran que aceptaron esta oferta el jueves, y el viernes sorprendieron afirmando que su representación institucional no estaba garantizada. "Es un nivel de sinvergonzonería increíble", afirman desde una de las fuerzas aliadas de Sumar.

Montero se ha visto convertido en una "mártir", lamentan, y Podemos seguirá ensalzándola, presentando su exclusión, impuesta por Sumar, como un "error político" y una reacción ante los "avances feministas" que le atribuyen. Montero no entrará en listas, tampoco Pablo Echenique según distintas fuentes, pero la ministra de Igualdad será una de las bazas que usen los morados para reclamar más puestos y recursos, algo casi imposible de lograr, una vez que los acuerdos con todas las partes ya están cerrados. Los territorios morados se llevaban las manos a la cabeza al escuchar la comparecencia de Ione Belarra, que de nuevo evitaba responder preguntas.

Foto: Ione Belarra. (Europa Press/Alberto Ortega)

Los mismos dirigentes que han exigido insistentemente a la secretaria general que pacte con Sumar mostraban su desazón, pero pedían prudencia, convencidos de que, amagos aparte, la cúpula "ha entendido" que ir en solitario equivaldría a inmolarse. Antes del suicidio, existía la opción de rebelarse contra el partido y aceptar puestos en listas desde los respectivos territorios, un escenario que habría hecho saltar por los aires al partido. La consulta a la militancia ha dado carta blanca a Belarra, y hoy asumen que la unidad está encarrilada, pataletas de la dirección aparte.

"La cuestión es", afirma un dirigente territorial, "cuánto se quema y cuánta sal se pone para que no crezca nada en tiempo". De forma intermitente, la cúpula morada y su ex secretario general, Pablo Iglesias, se han servido de sus resortes para presionar, también para denunciar el veto a Montero, que rechazaban todas las formaciones políticas, y que hoy se ha visto materializado.

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero. (EFE/Kiko Huesca)

Podemos, con sus amagos de romper en Cataluña y Comunidad Valenciana, ha tenido un destacadísimo papel, pero otras formaciones también han librado batallas internas de las que acaban trascendiendo. Los comunes han tenido que asumir a Lilith Verstrynge, número tres de Podemos, en el cuarto puerto de la lista por Barcelona; IU y el líder del PCE, Enrique Santiago, han batallado por hacerse por el escaño en Madrid, al que la portavoz de la confluencia en Bruselas, Sira Rego, ha tenido que renunciar.

Y, si la reedición de un Gobierno de coalición pinta difícil, el escenario de derrota que anticipan todas las encuestas es aún más difícil. Como grupo parlamentario, Unidas Podemos fue difícil de gestionar desde la marcha de Iglesias. Lo fue especialmente en los últimos meses, pero el número de sensibilidades integradas en el nuevo espacio, con sus filias, fobias y líneas rojas, se avecina aún más complicado de gestionar.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE/Cati Cladera) Opinión

El pacto debía haberse registrado a primera hora de la tarde, pero se hizo oficial apenas a tres horas de distancia con el precipicio. Díaz, que ha apostado por un liderazgo fuerte, y por imprimir su rostro en todas las papeletas de Sumar, estaba desaparecida de la esfera pública. Tiene previsto hacer una declaración pública en la mañana del sábado. En redes sociales, a última hora del viernes, presumía por escrito de que su formación ha logrado "el mayor acuerdo político progresista para concurrir a las elecciones". Un veterano dirigente progresista lo reconocía: ahora toca pelear por "ilusionar". Tienen menos de mes y medio para lograrlo.

La izquierda había logrado una victoria tras una dura contienda, pero el ánimo se acercaba más al propio de una derrota. Han sido casi dos semanas hablando de sillones, recursos, poder. No de programa. Entremedias, un partido fantasma registrado por un dirigente de Podemos "por error"que sigue existiendo—, reproches y salidas de tono. Barro, imposible de disimular. Alberto Garzón, líder de IU, era uno de los pocos dirigentes que se atrevían a mentar al elefante en la habitación. "Quiero pedir perdón a la ciudadanía por el ruido causado en este proceso. Nadie se merece esto".

Hay fumata blanca en la izquierda, pero no ambiente de celebración. Yolanda Díaz firmó este viernes un acuerdo agónico con Podemos y casi una quincena de partidos, que encararon dos semanas de negociaciones permanentes con la voluntad de crear ilusión desde el minuto uno. La sensación es que se han dejado demasiados pelos en la gatera. Que los morados exigieran una suerte de prórroga para negociar a escasas horas de que cerraran el plazo para registrar la coalición disparó la tensión entre partidos, que querían evitar el fantasma de la fatídica negociación en las pasadas elecciones andaluzas. No lo lograron.

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