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¿Usted conoce realmente quién es Daniel Barenboim?
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¿Usted conoce realmente quién es Daniel Barenboim?

El pianista y director de orquesta publica en Acantilado el ensayo 'La música despierta al tiempo', unos meses después de anunciar su renuncia a la dirección de la Staatsoper de Berlín

Foto: El argentino-israelí Daniel Baremboim dirige a la Orquesta Filarmónica de Viena durante el tradicional concierto de Año Nuevo. (EFE//Herbert Neubauer)
El argentino-israelí Daniel Baremboim dirige a la Orquesta Filarmónica de Viena durante el tradicional concierto de Año Nuevo. (EFE//Herbert Neubauer)

Escribió Elias Canetti que no existe una expresión de poder más evidente que la de un director de orquesta. "Quien nada supiera acerca del poder, podría deducir todas sus propiedades, una tras otra, mirando con atención a un director de orquesta". Al maestro se le obedece por delante, cuando hace sonar y callar la música con un gesto. Y al maestro le obedece el público por detrás, cuando levanta la mano para hacer el silencio y la baja, al final del concierto, para consentir el aplauso.

En realidad, la figura del director de orquesta tal y como hoy la conocemos es un invento reciente. Una alegoría del poder con batuta que, en su rostro más célebre, sirve como reclamo comercial y embolsa cantidades de dinero que rara vez se hacen públicas —incluso cuando provienen de arcas públicas—. "La dirección orquestal como profesión a tiempo completo es una invención —sociológica, no artística— del siglo XX", dijo Daniel Barenboim, citado por Norman Lebrecht en su polémico El mito del maestro (Acento, 1997). Y si ha existido un maestro influyente y definitorio en la historia reciente, tanto musical como sociológicamente, ese es Daniel Barenboim.

La editorial Acantilado acaba de publicar la traducción de La música despierta el tiempo, un ensayo en el que el director argentino-israelí recoge sus reflexiones sobre el impacto de la música en la vida colectiva. Barenboim siempre ha clamado contra la hiperespecialización en su profesión, y ha predicado con el ejemplo: es pianista solista y de cámara, director de orquesta, pensador, gestor cultural y creador de uno de los proyectos político-culturales más aclamados de las últimas décadas: la orquesta West-Eastern Divan, fundada con músicos procedentes de Israel y de Palestina en las horas más crudas del conflicto. Su compromiso con la paz lo ha llevado varias veces a enfrentarse públicamente con el Gobierno israelí.

Su compromiso con la paz lo ha llevado varias veces a enfrentarse públicamente con el Gobierno israelí

El ensayo de Acantilado se publica en España cinco meses después de que Barenboim anunciara su renuncia al frente de la Staatsoper de Berlín (la Ópera Estatal), donde también ejerce como director titular vitalicio de la orquesta Staatskapelle. A menudo, es difícil desligar a los grandes directores de las instituciones que regentan. Y la de Berlín es la criatura más boyante en la carrera de Barenboim. A la hora de la renuncia, declaró padecer "una grave enfermedad neurológica" que no le permite continuar con el cargo, y se adentró a sus 80 años en un otoño sin sucesores claros, que marca el fin de una era para la industria de la música clásica reciente.

Daniel Barenboim es de aquí y de allá. Nacido en Argentina, pero nacionalizado español, israelí y palestino. Su acento al hablar inglés, español o alemán no es concluyente. Los Barenboim se trasladaron de Buenos Aires a Tel Aviv cuando él tenía 10 años. Poco después, debutó como solista en Viena, Roma, París, Londres y Nueva York. En 1952, sus padres lo enviaron a Salzburgo para dar clases de dirección orquestal con Igor Markevitch. Allí conoció a Wilhelm Furtwängler, que apadrinó su carrera y del que heredó esa preocupación humanista por la música.

Los Barenboim se trasladaron de Buenos Aires a Tel Aviv cuando él tenía 10 años. Poco después, debutó como solista en Viena, Roma, París, Londres y Nueva York

Tampoco son concluyentes sus lecturas de la integral de las sonatas para piano de Beethoven, que ha grabado cinco veces en 50 años. Quizá sea esa su gesta musical más reconocida, más allá de la ensayística y orquestal. La primera la grabó entre los 24 y los 27 años, con una magnitud y severidad que, imaginamos, nunca se correspondió con su edad biológica. “El cerebro no realiza concesiones al corazón”, escribe el crítico Fernando López Vargas-Manchuca sobre esta grabación. "Riguroso clasicismo: el de los mármoles del Partenón". Ese rigor clásico con el que el veinteañero prodigio interpretaba a Beethoven podría trasladarse a su imagen pública: la impresión de un hombre brillante y renacentista, distante y cerebral, y forjador de una de las mejores orquestas europeas actuales. Pero ¿quién conoce a Daniel Barenboim?

"Es muy difícil que vaya a haber otro músico tan completo e importante como Barenboim. Es un sabio. De hecho, muchos músicos de primer nivel pasan por su casa para pedirle consejo", cuenta Alfonso Aijón a este periódico. Es el fundador y presidente de Ibermúsica, promotora que ha traído varias veces a Barenboim y a las mejores formaciones sinfónicas del mundo a España. "Tiene un cerebro fuera de lo común. Muchas veces, la especialización expresa una limitación que él no tiene. En política, en filosofía y en música, todo lo que se ha propuesto lo ha conseguido", apunta.

"Su capacidad de trabajo es excepcional. Para él, ensayar es algo primordial. En los 70, invité varias veces a la Staatskapelle de Berlín a tocar a España. En aquel momento, era una orquesta en horas bajas, que todavía pertenecía a la República Democrática Alemana. Desde que la tomó él en los 90, se ha convertido en una de las mejores del mundo. Creo que eso solo es posible gracias a su capacidad de trabajo. La seriedad del hecho musical lo es todo. Con la música, Barenboim no se anda con chiquitas", opina Aijón.

Una ópera al otro lado del Muro de Berlín

Berlín es la única ciudad europea con cuatro teatros de ópera con programación regular. Y, en parte, se debe a que los años de la Guerra Fría requirieron un teatro a cada lado del Muro. Barenboim llegó a la Staatsoper (la correspondiente al bloque soviético) en 1992, cuando las cicatrices del telón de acero eran evidentes en la ciudad. El argentino había sido despedido de la Ópera de París por desacuerdos sobre su remuneración con la gerencia, y en Berlín buscaban devolver al viejo teatro algo de su antiguo brillo con un director de talla mundial.

El contrato de 10 años de Barenboim supuso un esfuerzo para la ciudad, que tuvo que ofrecer una función por producción a precios muy reducidos, para que los habitantes del antiguo Berlín Oriental también pudieran asistir. Las autoridades locales no querían que el teatro y el nuevo director se percibieran como un gueto de la cultura occidental impuesto desde el otro lado.

Desde entonces, la Staatskapelle (orquesta titular de la ópera) vivió un ascenso hacia el olimpo mundial de las formaciones sinfónicas, con giras por todo el mundo. Y Berlín se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la música europea. “Berlín ahora es otra ciudad. La vida musical berlinesa no es nada sin Barenboim”, explica Alfonso Aijón. Y el valor que el director aportó a la orquesta en estos 30 años no es solo artístico: en 2007, el Gobierno alemán depositó en la Staatsoper la "inversión cultural" más grande de la historia de Alemania, según el entonces ministro de Cultura. Se refería a la renovación de la sede de la ópera, que tardó siete años en completarse y costó 400 millones de euros, de los que el Gobierno federal pagó la mitad.

De fondos públicos también provenían los 20 millones de euros necesarios para construir la Pierre Boulez Saal, una sala de conciertos en el centro de Berlín, diseñada por Frank Gehry y que sirve de sede para otro de los proyectos pedagógicos del director: la Barenboim-Said Akademie.

placeholder Portada de 'La música despierta el tiempo'.
Portada de 'La música despierta el tiempo'.

"Lleva cinco proyectos inmensos directamente: la Ópera Estatal, la Staatskapelle, la Pierre Boulez Saal, la West-Eastern Divan y la Akademie, donde niños de todo el mundo aprenden sobre arte, filosofía…", explica Aijón. "Claro que tiene habilidades diplomáticas. En su casa podía verse a Angela Merkel, al embajador ruso, al embajador de Israel… Es un hombre de una mano izquierda tremenda, que soluciona problemas. Yo puedo estar sin dormir una noche preocupado por algo, se lo comento al día siguiente y me da una solución. Casi sin pensar".

Desde el año 2000, Daniel Barenboim es director titular vitalicio de la Staatskapelle de Berlín, y su nombre es casi indivisible a la trayectoria de la orquesta. Como señala la revista VAN, la biografía de Barenboim ocupa cuatro páginas en los programas de mano de la ópera. La historia de la orquesta, en cambio, se resume en dos. Y, cuando el director parecía intocable, la última renovación de su contrato se vio empañada por varias acusaciones de acoso e intimidación contra los miembros de la orquesta.

Acusaciones de bullying

La revista independiente VAN arrojó la primera piedra de la polémica, a través de 12 testimonios anónimos de trabajadores de la Staatskapelle. Acusaban a Barenboim de despotismo, de maltratar verbalmente a los músicos y de "instaurar un clima de terror" durante los ensayos. La junta de la orquesta descartó las acusaciones y el director aseguró que formaban parte de una campaña para impedir su renovación. "Sé que en ciertos momentos tensos he usado un tono duro del que me arrepiento. (...) No soy un cordero, pero tampoco un matón", declaró a The Times en un e-mail.

La renovación se produjo finalmente, con una prórroga del contrato hasta 2027. "Él es muy exigente consigo mismo. Vive para su trabajo, sea la música o cualquier otro proyecto. Es posible que se frustre y enfade cuando se encuentra con alguien que no trabaja con la misma exigencia que se impone a sí mismo, pero manteniendo el respeto", opina Aijón. La polémica situaba a Barenboim en la órbita del antiguo maestro autoritario, voluble y arbitrario, forjado en el siglo XX al estilo de Arturo Toscanini (famoso por romper batutas o arrojar partituras) o de la caricatura interpretada por Cate Blanchett en Tár.

Antes de renunciar al podio de la Staatsoper por su enfermedad, Barenboim ha dirigido las principales orquestas de todo el mundo. Al frente de la Ópera de París entre 1975 y 1989, Barenboim renovó el teatro, la orquesta, multiplicó su audiencia y elevó al Palacio Garnier el repertorio de la vanguardia francesa, al abrigo del compositor Pierre Boulez.

Fue despedido del Teatro de la Bastilla de la Ópera de París porque la gerencia quiso renegociar a la baja sus tarifas

También impulsó junto a François Mitterrand la construcción del Teatro de la Bastilla de la Ópera de París, del que fue despedido antes de la inauguración porque la gerencia quiso renegociar a la baja sus tarifas. En aquella época, Barenboim pronunció estas declaraciones recogidas por Lebrecht en su El mito del maestro: "Afortunada o desafortunadamente vivimos en un mundo, en una profesión, donde existe cierto mercado y ciertas normas aceptadas, salarios conocidos. No creo que el mío fuera desproporcionado". El salario al que se refería era de 1,1 millones de dólares por ocupar la dirección musical del nuevo teatro.

Hoy, Daniel Barenboim es Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su labor de conciliación en el conflicto árabe-israelí. También Orden del Mérito de la República Federal de Alemania, caballero de la Orden del Imperio británico y embajador de la Paz de la ONU. Muchos años antes de todos aquellos reconocimientos, un joven Barenboim de pelo negro y rizado aparecía tocando el contrabajo y bromeando junto a Pinchas Zuckerman, Itzhak Perlman, Jacqueline Du Pré y Zubin Mehta, en una grabación ya legendaria del Quinteto La trucha de Schubert.

La opinión pública apodó a este grupo de jóvenes prodigios que despuntaba internacionalmente como la Kosher nostra. Hacía pocos años que Barenboim se había casado con Du Pré, y Zubin Mehta ofició como testigo del matrimonio. La chelista británica había impresionado a la crítica mundial con su grabación del Concierto de Elgar, y el matrimonio estaba en proceso de conquistar los escenarios de todo el mundo. Pero la esclerosis múltiple hizo que Du Pré empezara a perder sensibilidad en sus dedos e impidió que continuara tocando. Se retiró con 28 años y murió con 42, en París. Durante sus últimos años, Barenboim tuvo dos hijos con la pianista rusa Elena Bashkirova, a la que conoció en la capital francesa. Según contaba él mismo en un perfil de The Telegraph, los medios ingleses "fueron muy considerados" y mantuvieron el affair en secreto en vida de Du Pré.

En ese mismo perfil, Barenboim recordaba a la chelista enferma mirando las calles abarrotadas de Londres desde la ventana, diciendo: "Mira todas esas personas que caminan perfectamente sin nada que dar. Mientras que yo, que tengo tanto que dar, ¿por qué no puedo?". Barenboim asintió: "Esa es la gran tragedia, era una gran música que estaba abriéndose camino, y le quedó mucho por dar. Se lo quitaron, y nunca volvió a ser la misma". En los dos últimos días de la vida de Du Pré, Daniel Barenboim no se apartó de su lado.

Escribió Elias Canetti que no existe una expresión de poder más evidente que la de un director de orquesta. "Quien nada supiera acerca del poder, podría deducir todas sus propiedades, una tras otra, mirando con atención a un director de orquesta". Al maestro se le obedece por delante, cuando hace sonar y callar la música con un gesto. Y al maestro le obedece el público por detrás, cuando levanta la mano para hacer el silencio y la baja, al final del concierto, para consentir el aplauso.

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