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El 'maestro' de Marlaska y de Robles se va a jubilar y seguirá sin escribir su biografía
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JUAN ALBERTO BELLOCH

El 'maestro' de Marlaska y de Robles se va a jubilar y seguirá sin escribir su biografía

Fue el preparador de Fernando Grande-Marlaska para aprobar las oposiciones a juez y dio a Margarita Robles su primer gran puesto de responsabilidad. El aún juez en la Audiencia de Zaragoza dejará la plaza en febrero de 2022

Foto: Imagen: Laura Martín.
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El llamado "superministro" de Felipe González está ahora en su casa de Valderrobles, Teruel, ajeno a casi todo. Allí descansa junto a su pareja, la periodista Mari Cruz Soriano, entre sesiones de lectura, charlas con familiares y amigos y ratos de hambre por culpa de una exigente dieta de adelgazamiento. Se avecina boda de un allegado y hay que entrar en el traje. Se le está acabando el verano a Juan Alberto Belloch (Mora de Rubielos, 1950), como a todos. Afrontará desde el 1 de septiembre su último otoño en la Audiencia Provincial de Zaragoza, en la sala de lo penal, pues el 3 de febrero de 2022 se jubilará. Ha decidido, afirma en conversación con El Confidencial, seguir trabajando y duda si escribirá. Le apetece. "Pero no serán unas memorias. La biografía es un género espantoso", apunta.

Está ajeno a casi todo porque es imposible que se despegue de la actualidad. Le gustaría decir muchas cosas, pero ha escogido el silencio por dos razones. "La primera es que soy de los que piensa que un exministro, y yo lo fui de Interior, que es el puesto más delicado del Gobierno, se tiene que ir con los secretos a la tumba. La segunda es que sigo ejerciendo como juez y eso obliga a ser discreto. Tengo una doble mordaza", explica. Casi mejor, reconoce. "No me gustaría nada ser político en este momento, nada de nada".

Pero por qué un perfil de Belloch

Seguramente se habrán preguntado ustedes a qué se debe ahora un retrato de alguien alejado de la vorágine pero tremendamente importante en su momento, como vocal del Consejo General del Poder Judicial, como ministro de Felipe González y como alcalde de Zaragoza. La razón, mencionada en el titular, tiene que ver con la presencia en esta trepidante actualidad veraniega de dos ministros, Fernando Grande-Marlaska y Margarita Robles. Uno por la polémica que han generado los retornos de menores marroquíes a su país, desde Ceuta. Otra por el papel del Ministerio de Defensa, el que dirige, en el operativo de repatriación, transporte y acogida de ciudadanos afganos, quienes huyen de su país aterrados por la vuelta de los talibanes.

Belloch fue el preparador de Marlaska para que accediera a una plaza de juez y el descubridor de Margarita Robles, a quien nombró secretaria de Estado de Seguridad en 1994. Los vínculos con ambos prefiere resolverlos con silencio, evasivas y emplazamientos a otros momentos. Quiere evitar que sus palabras caigan en una espiral de interpretaciones. Les tiene, además, un profundo respeto. Vendrán días para hablar de ambos largamente. "Son personas muy preparadas", se limita a decir.

Belloch fue el preparador de Marlaska para ser juez y el descubridor de Robles, a quien nombró secretaria de Estado de Seguridad en 1994

El vínculo con ambos demuestra la relevancia de un político cuya trayectoria, de luces y sombras (cosa obvia, cabe puntualizar), atraviesa la década de los 90 y se extiende hasta 2015, hasta que le sucede en la Alcaldía de Zaragoza Pedro Santisteve, de Podemos. Recuerda con orgullo que no ha habido precedentes de tanto tiempo en ese cargo. Doce años, tres mandatos, son los que este militante socialista (se dio de alta en 1996, tras salir del Gobierno) permaneció como primer edil. Le dio tiempo a muchas cosas, sobre todo a organizar la Exposición Universal de 2008 y a modernizar la ciudad. El Puente del Tercer Milenio es uno de sus iconos, también el tranvía. Le critican por haber dejado una deuda enorme, pero nadie en Zaragoza duda de que aquel año fue un punto de inflexión urbanístico, social y hasta emocional.

Llegó a la Alcaldía tras perder en el primer intento, los comicios municipales de 1999, y tras haber sido cabeza de la lista electoral para el Congreso por petición de González. Cuando el Gobierno socialista cayó en 1996, Belloch meditó apartarse, pero entre unos y otros, amigos de aquí y allá, le convencieron para bregar por un Ayuntamiento que se convirtió en prioridad para el PSOE.

Antes de Zaragoza, la furia y el dolor

Cuenta Belloch, hijo de juez y de funcionaria, que él no quería ser ministro, pero Felipe González se interpuso entre sus deseos y el destino y le hizo titular de Justicia en 1993. Había participado, como integrante de la Asociación de Jueces Progresistas, en unas jornadas llamadas "La Justicia tiene solución", así que al presidente se lo puso a huevo. La fusión con Interior vino después. El sobrenombre de "superministro", por tanto, vino después.

De algún modo estaba predestinado a ocupar los dos departamentos porque, reconoce, era de los pocos que estaba a favor de que así ocurriera. Otro era Rodolfo Martín Villa, como él mismo recuerda. Al irse Asunción, González se lo propone, aunque duda. Tuvo un encontronazo con Narcís Serra, vicepresidente entonces, porque le quisieron hacer el equipo en la grandísima infraestructura que estaba a punto de gestionar. Se negó de plano. Le dieron libertad para nombrar a quien considerase oportuno, y es entonces cuando entran en escena dos mujeres llamadas a otras gestas con el paso del tiempo: María Teresa Fernández de la Vega y Margarita Robles, nuevas secretarias de Estado de Justicia y de Seguridad, respectivamente.

Belloch recuerda con furia el asesinato de Tomás y Valiente, uno de sus "maestros", "el número uno del pensamiento humanista español"

Fue una época tremenda en la que aún vivían el horror de ETA y de los GRAPO, y ciertos escándalos (escuchas ilegales del aún CESID y la investigación del caso Roldán). Belloch recuerda con furia y dolor el asesinato de Francisco Tomás y Valiente, uno de sus "maestros", un "santo civil", "el número uno del pensamiento humanista español". Sucedió en 1996, en el despacho de la Universidad Autónoma que ocupaba. El "superministro" aún se revuelve cuando regresa a aquel día, y suelta tacos y lamentos como este: "Tomás y Valiente pudo haber sido ministro de Justicia en mi lugar. No aceptó por un ejercicio de ética impecable. Dijo que alguien que había sido presidente del Tribunal Constitucional no podía ser ministro de Justicia. Si hubiera aceptado, sin embargo, habría tenido un dispositivo de seguridad enorme, como el que teníamos entonces, y... ". Y se para y pide hablar de otra cosa. De la aprobación del nuevo Código Penal de 1995, una de sus obsesiones, por ejemplo.

Mirar atrás

Vive entre Zaragoza y la comarca del Matarraña, considerada "la toscana española". Es un lugar idílico ahora muy de moda. No hay plazas hoteleras para tanta gente que quiere ir. Pese a ello, a Belloch y a Soriano les rodea la tranquilidad. Es muy probable que cuando deje la plaza en la Audiencia de Zaragoza pase más tiempo en ese rincón entre Tarragona y Castellón, pura belleza natural.

No se piensa quedar quieto, leyendo y paseando solamente, reconoce. Se pondrá a trabajar. Dedicará más energía a una ONG para personas con discapacidad con la que ha empezado a colaborar. Y sí, escribirá, pero no una biografía ni unas memorias. "He tenido ofertas mareantes para escribirlas, pero de una cantidad de dinero que no te puedes ni imaginar, y me he negado. Ya te dije que un exministro debe irse con sus secretos a la tumba. Y no soporto las biografías". Mirar atrás también agota.

Antes de acabar la charla, un último intento:

—¿Qué recuerdas de la etapa como preparador de Marlaska?

—Es que fue hace mucho, unos 40 años. Fue un trabajo muy técnico.

—¿Y qué opinas de Margarita Robles?

—Una de mis virtudes ha sido rodearme de gente mucho más preparada que yo. María Teresa y Margarita son la prueba. Entonces ya se veía que eran personas muy capaces. El tiempo lo ha demostrado.

El llamado "superministro" de Felipe González está ahora en su casa de Valderrobles, Teruel, ajeno a casi todo. Allí descansa junto a su pareja, la periodista Mari Cruz Soriano, entre sesiones de lectura, charlas con familiares y amigos y ratos de hambre por culpa de una exigente dieta de adelgazamiento. Se avecina boda de un allegado y hay que entrar en el traje. Se le está acabando el verano a Juan Alberto Belloch (Mora de Rubielos, 1950), como a todos. Afrontará desde el 1 de septiembre su último otoño en la Audiencia Provincial de Zaragoza, en la sala de lo penal, pues el 3 de febrero de 2022 se jubilará. Ha decidido, afirma en conversación con El Confidencial, seguir trabajando y duda si escribirá. Le apetece. "Pero no serán unas memorias. La biografía es un género espantoso", apunta.

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