Cándido Conde-Pumpido, el jurista de largo recorrido que acumula enemigos

Que la renovación del Tribunal Constitucional se convirtió en los últimos dos meses en un pulso contra Cándido Conde-Pumpido no es un secreto para nadie. El bloque conservador del TC y del CGPJ lo intentó todo para anular sus posibilidades a la presidencia. No lo logró. Con un estrecho margen de un voto, Pumpido volvió a demostrar este miércoles que es casi imposible hacerle caer. El magistrado que lo ha sido todo llega ahora a la cumbre del órgano de garantías y afronta una etapa complicada, que nace desde la división que provocó su candidatura y desde el trauma generado por la última crisis.

El gallego de 74 años ha ido cosechando en su largo camino profesional enemigos acérrimos, pero también lealtades inquebrantables. Nacido en A Coruña en 1949, en el seno de una familia de estirpe jurídica, Pumpido levanta temor y admiración a partes iguales. Ni siquiera los que más le critican olvidan alabar su inteligencia y nivel jurídico, aunque a reglón seguido añaden que emplea estas armas, en muchas ocasiones, con sentido marcadamente estratégico.

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Quienes daban por hecho que perdería en el pulso con la otra candidata al sillón de presidente, María Luisa Balaguer, olvidaban que el nuevo presidente es, sobre todo, un superviviente. Conoce el TC a la perfección, después de cinco años como magistrado y a esa experiencia suma la adquirida en sus anteriores responsabilidades. Desde las entrañas de la Fiscalía a las del Tribunal Supremo, recogidas a lo largo de una trayectoria que ahora culmina con la guinda del Constitucional.

Fue su etapa como fiscal general, puesto que ocupó durante siete años, la que más se recuerda a efectos públicos, y aquel nombramiento durante la etapa de Gobierno de Zapatero se asimila con una innegable cercanía al PSOE que le reprochan los del sector contrario. Tampoco es un secreto para nadie que el actual socialismo quería que se hiciera con el puesto y que contaba, por tanto, con el completo respaldo de la Moncloa.

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Sus amigos defienden que el nuevo presidente del TC tiene un profundo sentido de Estado del que hizo gala, por ejemplo, en una de las etapas más convulsas para el tribunal. Tras el procés, asumió la coordinación de las decenas de amparos que fueron presentándose y cosió una unanimidad en la que todos cerraron filas y que no se rompió hasta la última etapa. Le atribuyen también un marcado carácter institucional. Y un estilo de mando muy personal, un carácter fuerte, que se traducirá, sin duda, en un férreo control de las riendas de la institución. Sonado fue su enfrentamiento con el bloque más cercano a la derecha durante la sentencia sobre la inconstitucionalidad del estado de alarma.

Protagonista indiscutible en el tramo final de ETA, al que contribuyó apoyando la ilegalización de diversas marcas blancas políticas vinculadas con la banda, combatió el terrorismo desde las trincheras, como magistrado de la Audiencia Provincial de San Sebastián en sus primeros años. Cofundador de Jueces para la Democracia y el magistrado más joven en acceder al Supremo en el momento de su entrada, Pumpido se enfrentará ahora a una completa oposición de la minoría conservadora del Constitucional. Más enemigos para sumar a la lista.