Los 'señores' de la coca y la ruta del hachís de Huelva, bajo la lupa de la DEA americana

A Pablo V.B., detenido en la frontera entre Polonia y Ucrania cuando supuestamente se dirigía a adquirir un velero para el tráfico de drogas y al que las fuerzas policiales vinculan con el narcotraficante gallego Carlos Silla, lo delató un descuido. Su conexión con la mayor incautación de cocaína aprehendida en Huelva, un alijo de 1.625 kilos —con una pureza de un 73,52%— intervenido un año y medio antes de su detención, dejó testigos: una huella que la Policía Nacional localizó en el garaje que sirvió de almacén provisional tras la descarga de la droga, ubicado en una conocida calle del barrio de Isla Chica de la ciudad.

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Desde entonces (enero de 2021), pesaba sobre él una requisitoria de las autoridades españolas para su ingreso en prisión por su relación con el transporte de la cocaína que se iba a distribuir desde Huelva. Bajo la coordinación de Europol, el presunto narcopatrón cayó cuando iba a cruzar a Ucrania el pasado verano, en una operación en la que intervinieron agentes de cuatro países: la Policía Nacional española, la Policía de Suecia, la de Holanda y la Ofast francesa.

“Parece que las organizaciones criminales están utilizando las estructuras del tráfico de hachís para la introducción de cocaína por los mismos itinerarios”, afirma la fiscal delegada Antidroga de Huelva, Ana Laso. Este cambio no ha pasado desapercibido para algunas agencias extranjeras, como la Administración para el Control de Drogas (DEA) americana, que tiene ya en su foco a estas redes que pasan por Marruecos, como centro de tránsito, para el tráfico de cocaína.

Las investigaciones se producen después de detectarse que algunos estos grupos criminales estarían haciendo uso de rutas del hachís ya consolidadas, como es el caso de Huelva, para realizar trasportes de coca desde países “calientes”, como Perú, Venezuela, Guatemala o México.

La amplia costa de Huelva se ha cimentado como una de las principales puertas de entrada de la droga procedente de Marruecos para su distribución posterior en España y Europa. Comenzó a tomar peso tras la instalación en Cádiz del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) hace casi dos décadas y en los últimos años, la presión policial en el Estrecho y en el Campo de Gibraltar, la ha afianzado.

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A lo largo de 2021, último ejercicio cerrado, se aprehendieron en territorio onubense 169.716 kilos de hachís, con 439 detenciones, cifras que confirman que la ruta de Huelva sigue en aumento, al duplicarse los decomisos en solo dos años ( 85.004 kilos en 2019) y multiplicarse por seis respecto a 2018, cuando se incautaron 31.000 kilos. Son los datos oficiales de las intervenciones de efectivos de Vigilancia Aduanera (DAVA), de los grupos de la Guardia Civil OCON Sur y de Delincuencia Organizada y Antidrogas (EDOA), del Greco y las Unidades de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional.

De hecho, en el conjunto de la comunidad andaluza, donde se interviene el 74,8% del hachís que se coge en España —375.857 kilos, según la cifra hecha pública por la Fiscalía de Andalucía—, Huelva es la tercera provincia con más aprehensiones, superada solo por Cádiz y Almería.

Frente a este aumento, con macrocausas en los juzgados que llegan a tener decenas de imputados, las acusaciones siguen en las mismas manos, dos fiscales sin exclusividad en la materia que tienen que repartirse tiempo y espacio.

Entre los cambios de logística de las redes del narcotráfico, la Fiscalía Antidroga de Huelva confirma un aumento en la utilización de pesqueros o grandes remolcadores de altura, que pueden trasladar entre 15.000 y 20.000 kilos de hachís, y funcionan como embarcaciones nodrizas, “minimizando riesgos”. Desde estos buques, que suelen llevar tripulaciones de Europa del este, se traspasa la droga —a unas 15 o 20 millas náuticas de la costa onubense— a narcolanchas, pateras o embarcaciones de recreo (en aumento, más fáciles de camuflar y de llegar a un puerto) que se encargan de llevarla a tierra para su descarga.

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Con esta forma de funcionar, se han desenmascarado en Huelva dos buques en sendas investigaciones recientes. Uno de ellos, un remolcador que navegaba bajo bandera de la República de Vanuatu, y que había sido reformado para ampliar su bodega, en el que se aprehendieron 6.000 kilos de hachís, con tres detenidos de nacionalidad ucraniana.

El segundo, un pesquero de gran tamaño fabricado en unos astilleros de Alemania que años después fue reconvertido en un buque de rescate y salvamento por parte de una ONG que estuvo operando en el Mediterráneo y que finalmente fue adquirido por una organización, que lo trasladó a Portugal, le sometió a una operación de maquillaje y aumentó su autonomía y capacidad.

Este pesquero camuflado fue intervenido a 100 millas náuticas al sur de Huelva en el verano de 2021, en el marco de una investigación dirigida por la Audiencia Nacional con la participación de grupos policiales onubenses, en la que se decomisaron los 13.440 kilos de hachís que llevaba a bordo, que habían sido cargados en Marruecos.

La mayor presencia policial en el Golfo de Cádiz, incluida ya la costa onubense —aunque asociaciones policiales y de la Guardia Civil reclaman más medios—, está llevando a las organizaciones criminales a desviar su actividad y probar suerte por el litoral de Portugal, frontera natural con Huelva a través del Guadiana. El río está tomado protagonismo tanto para la introducción de alijos como de ruta de escape y ocultación para las narcolanchas (incluida la preparación) en la zona del Algarve.

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“En los últimos años hemos incrementado los canales de cooperación con los fiscales, autoridades y fuerzas policiales de Portugal”, señala Laso, ya que cualquier intervención ha de seguir los canales internacionales —mediante órdenes europeas de investigación o detención— que “dificultan” algunas operaciones.