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Jorge Javier Vázquez: "A Madrid la están convirtiendo en la nueva Venezuela"
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Jorge Javier Vázquez: "A Madrid la están convirtiendo en la nueva Venezuela"

Parece que todo se sabe de uno de los personajes más populares de España, pero él se empeña en decirnos en 'Antes del olvido', su último libro, que estamos equivocados

Foto: El presentador Jorge Javier Vázquez posa para El Confidencial. (S. B.)
El presentador Jorge Javier Vázquez posa para El Confidencial. (S. B.)
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Nada más entrar en el salón de su casa, Jorge Javier Vázquez baja las escaleras de la planta superior y grita festivo: "¡Angelines!". El anfitrión está nervioso, también de buen humor, y, antes de empezar a hablar, acaricia a varios de los perros con los que convive. Reconoce su predilección por una galga preciosa, de nombre Lima, de la que habla en su último libro, Antes del olvido (Planeta). "Cuando estuve en el hospital por el ictus, se subió a la habitación donde duermo en casa y no se movió de ahí". Al finalizar la conversación, cuando pose con otro en los brazos para las fotos, dirá que es "el perro más marica de todos". A lo lejos pasea feliz Fortunato, el burro que recibió como regalo hace unos días en Sálvame.

El día que se realiza la entrevista, el periodista Carlos Alsina aún no ha pronunciado el nombre del presentador como posible candidato a la alcaldía de Madrid por el PSOE, una broma que acabó convirtiéndose en noticia. “¿Te imaginas? Con los nervios que tengo por el libro, es lo que me faltaba”, responderá muerto de risa cuando se le llame para contrastar el asunto.

Parece que todo se sabe de uno de los personajes más populares de España, pero este libro se empeña en decirnos que estamos equivocados. Que el Jorge Javier que hemos visto desde hace años por la tele es otro ahora. Porque aunque la excusa para escribirlo es una carta de amor a su amiga Mila Ximénez, fallecida en junio de 2021, es una carta de presentación para que le queramos. Y para ello nos habla de sus vulnerabilidades, de su personalidad obsesiva, perfeccionista, de lo que ha dejado por el camino. "He vivido anestesiado durante años, que es la única forma de vivir en este negocio. Y ahora estoy empezando a sentir", explica. Ahora abraza y llora, dice, porque antes no sabía.

Pero ese "metro y medio con energía" tiene también ganas de divertirse. "Dile de mi parte que para una noche de guerra estoy dispuesto", ordena cuando sale mencionado el nombre de un periodista de la competencia.

placeholder Cuadro en el domicilio de Jorge Javier Vázquez. (S. B.)
Cuadro en el domicilio de Jorge Javier Vázquez. (S. B.)

PREGUNTA. Dice que ha querido hacer un libro de emociones, y me ha conmovido la parte en la que habla de las adicciones. Sobre todo porque uno tiende a vincular esta idea con las drogas, y no con el alcohol.

RESPUESTA. Esta era una parte delicada porque no es un libro de adicciones. No quería que al mencionarlas enseguida la gente pensara: “¿Y este cuánto se mete?”. Lo que he intentado es describir cómo la adicción afecta a tu cerebro, y cómo es una enfermedad terrible. Porque uno no es adicto a algo. Es un adicto y punto.

Fui a un centro de adicciones que curiosamente está en la misma calle donde murió Mila, qué cosas. Entré ahí por mi propio pie y fue una cosa que le sorprendió mucho a mi psicóloga, Silvia, porque, cuando llamé para pedir cita, se pensaron que era una broma. En esa época estaba teniendo una relación con el alcohol que ya no me convencía en absoluto. He bebido mucho toda mi vida, me lo he pasado muy bien con el alcohol y me he cogido borracheras muy divertidas, pero llegó un momento en el que vi que no me estaba haciendo bien.

P. ¿Eso cómo se ve?

R. Me provocaba unas lagunas mentales tremendas, y encima acrecentaba aspectos de mi personalidad que, cuando estaba sobrio, no los llevaba mal. Por ejemplo, la soledad. Cuando empezaba a beber me sentía profundamente desdichado.

Mi psicóloga dice que enseguida detectó en mí comportamientos adictivos: obsesivo, impulsivo, perfeccionista… porque las adicciones no tienen que ser siempre a sustancias. He sido adicto al trabajo también. Siempre he pensado: "Este trabajo me va a matar". Tenía interiorizado que cada año que terminaba una temporada yo simplemente había sobrevivido. Estoy totalmente convencido de que me podría haber costado la vida.

Todas las adicciones son malas, aunque haya algunas que se ven con cierta gracia, como la adicción al sexo. Son enfermedades muy peligrosas que provocan mucho dolor en ti y en la gente que te rodea. Por eso tengo que decir que soy mucho más estable desde que barajo la posibilidad de que soy adicto. Sé que mi cerebro funciona de una manera que tengo que estar muy atento para no cargarme mi vida.

"Cuando empezaba a beber, me sentía profundamente desdichado"

P. ¿Cómo se siente ahora?

R. Desde que he dejado de beber por prescripción facultativa me están pasando muchas cosas. He vuelto a sentir y me he dado cuenta de que he vivido mucho tiempo anestesiado. Este verano, que no he tomado ni una gota de alcohol, ha sido el mejor de mi vida. ¡Pero si ni quisiera lloraba!

P. En el libro dice que no lloraba porque no sabía.

R. Es así. Y ahora que estoy en terapia de grupo, que es una cosa que me encanta porque te hace igualarte con el resto, muchos cuentan cosas parecidas a las tuyas. Me he llegado a sentir muy inhumano por culpa del trabajo. Porque el tipo de programas que hago implican ir a la guerra, y a mí me gusta la guerra, pero para ir a ella tienes que estar bien protegido para sufrir lo menos posible. Dejé de sentir, era un autómata.

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Foto: S. B.

P. Y, ahora que ha vuelto a hacerlo, ¿qué tal?

R. Ya sabes que este verano me pasó de todo, tuve mal de altura y me tuvieron que ingresar en un hospital de Perú, en África perdí mi maleta con los antidepresivos y las pastillas para dormir y las tuve que dejar de golpe… Con todo y con eso, en Botsuana era tan bello lo que me rodeaba que empecé a conectar conmigo mismo y con lo que me rodeaba. Recuerdo ver animales y ponerme a llorar de emoción. Te voy a decir una cosa que igual te parece muy naif, pero me recordó a lo del ciclo de la vida de Disney en persona.

P. Es que el arranque de El rey león es prodigioso…

R. Pues eso mismo lo viví en Botsuana. A mí me gusta mucho escuchar música con los cascos y el último día que estuve ahí me puse el Como yo te amo de la Jurado en versión góspel. (carcajada). Entre esa voz de Rocío y la posibilidad de ver elefantes y rinocerontes te juro que fue como despedirme de algo mío. Y lloré, claro. Y me pareció precioso.

"El tipo de programas que hago implican ir a la guerra, pero para ir a ella tienes que estar bien protegido para no sufrir"

P. Dice que este libro es una carta de amor a Mila Ximénez. Pero yo veo una carta en la que se expone para que le queramos.

R. Es que llegó un momento en el que me di cuenta de que la gente no me conoce a pesar de llevar 30 años trabajando en esto. Creo que se tiene una idea de mí que se ajusta poco a la realidad, aunque es algo que entiendo perfectamente. Pero en este momento de aceptación absoluta tenía ganas de mostrarme tal y como soy, sin miedos. Me siento totalmente libre.

P. Sin haberla conocido personalmente, vinculo a Mila Ximénez con algunos de los mejores recuerdos de mi vida. ¿En qué fase del duelo se encuentra?

R. No lo sé. Fíjate que hablo de ella y me cuesta no llorar, que es algo que no hice cuando murió. El programa que hicimos ese día lo llevé con mucha serenidad porque mi cerebro no quiso procesar que se había ido, porque, si lo hubiera hecho, habría cogido la maleta y me habría largado. Yo creo que ella no era consciente, y lo hablo mucho con su hija Alba, de que ha hecho historia en la televisión del entretenimiento. Con ella me doy cuenta de que la vida no solo no te da una segunda oportunidad, te da una tercera, una cuarta… Siempre te las da.

P. A ella, como a Rocío Carrasco, se les colgó la etiqueta de mala madre… [Mila Ximénez le dio la custodia de su hija Alba a su exmarido, el tenista Manolo Santana].

R. Es que son dos casos muy parecidos, y con ambos me rebelo contra la parte de la sociedad que las considera así. Me parece una forma de pensar tan mediocre, tan ruin… Me retrotrae a esa España de la dictadura que juzgaba constantemente a la madre soltera, al niño maricón, a todo lo que se saliera la norma. Qué oscuridad…

Lo apasionante de Mila es que se fue totalmente reconciliada consigo misma y con su hija, porque la que yo conocí estaba muy resentida. Siempre me decía lo mismo: “Cuando yo tenga dinero y las espaldas cubiertas, te voy a dar una entrevista gratis y voy a contar todo de los que me han hecho sufrir”. (Se emociona).

Pero con los años todo eso desapareció. Se fue el resentimiento con el mundo. Echo de menos sus carcajadas y esos 10 primeros minutos con ella en los que siempre estaba enfadada. Menuda labor de coaching había que hacer ahí… Siempre decía que se iría a Tánger a escribir novelas porque cualquier día en el programa le iban a hacer una traqueotomía en directo. Pero, en cuanto pasaba ese cuarto de hora, ya nos empezábamos a reír de todo. Creo que no viviré nada parecido. En la vida, ella y yo nos encontramos y teníamos algo único. Se me fue mi pareja, ese es el dolor que tengo. Ella era el lazo del regalo que hacía mi vida más llevadera.

"[Los casos de Mila y de Rocío] me retrotraen a esa España de la dictadura que juzgaba a la madre soltera, al niño maricón"

P. En este libro no le importa abrirse las costuras. Dice de sí mismo que es "un metro y medio con mucha energía".

R. He necesitado el cinismo para aguantar en este medio. Ahora sí puedo mostrarme tal y como soy.

P. Un metro y medio que con su última función de teatro acabó con la "autoestima perdida a chorros y la dignidad evaporada".

R. Es que lo del teatro fue durísimo —sobre todo en Madrid— porque yo no podía entender cómo la persona más popular del país solo lograba vender 40 entradas en un día. Recuerdo que me lo advirtió un actor muy conocido. Vino a verme un día y me dijo que la época era mala, que él estaba haciendo una obra con dos actrices también conocidas y que a veces actuaban para 20 personas. Pero yo pensaba que eso a mí no me iba a pasar, porque, si soy la persona más conocida del país, ¡cómo no va a venir la gente a verme a un teatro del 400 personas! Y no solo no lo llenaba, sino que estaba muy vacío.

Salía de trabajar, volvía a casa y pensaba en el taxi: "Uff, mañana otra vez con esta sala con tan poca gente". Para mí la mitificación del teatro se rompió. He aceptado lo que es, una realidad durísima.

Y mira, esto diría Mila que es “pena de señorito”, pero yo sé que los teatros los llenan las señoras y los maricas, porque ningún grupo de hombres heterosexuales queda para ir al teatro. Y, ostras, es duro salir al escenario, ver a las señoras entregadas y con ganas de ver a Jorge Javier y al lado los maridos con cara de haber ido al cadalso. Eso desde el escenario lo ves.

"[En la obra de teatro que hice] yo no podía entender cómo la persona más popular del país solo lograba vender 40 entradas"

P. El otro día escuché, hablando de repoblación rural, que los pueblos se mueren cuando cierra la peluquería de señoras.

R. Es que yo soy muy feliz por haberme educado entre ellas, mi madre y mis dos hermanas. Cuando mi padre salía de casa era fiesta mayor. Él era muy duro e imponía cierto miedo entre nosotros. Ese mundo de mujeres me hizo emocionalmente más rico.

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Foto: S. B.

P. La fama y la popularidad tienen otros peajes. En Antes del olvido hablas de esa intimidad que parece que no te pertenece por el mero hecho de ser Jorge Javier Vázquez.

R. Ay, déjame que aproveche la ocasión para decir que en la foto [publicada en el año 2012 en Twitter] en la que parece que estoy meado yo estaba en un after. ¿Y qué pasa ahí? Pues que se te caen copas encima. Estaba borracho, sí, pero no meado. Necesito desmentir de una vez esa leyenda, chica. Además, es que, si vas a un after y no se te cae una copa, mejor quédate en tu casa.

"[En la foto que se hizo viral en Twitter en 2012] yo estaba borracho, sí, pero no meado. Necesito desmentir de una vez esa leyenda"

P. ¿Deducimos entonces que le da todo un poco igual?

R. Digamos que esa parte de la intimidad me importa más por mi familia.

P. ¿Se han leído el libro ya?

R. Mis dos hermanas sí. Mi madre no.

P. ¿Y qué le han dicho?

R. Me he dado cuenta de la gran familia que tengo. Mi hermana mediana me preguntó al leerse los primeros capítulos si había sido alguna vez feliz y me pareció muy duro. Cuando lo terminó, me dijo que era un canto a la vida y a la esperanza. Y mi hermana Ana me dijo: "Tienes un cerebro para el que todavía no ha existido la época que tiene que vivir". Es bonito, ¿verdad? Ella siempre me dice que tenía que haber vivido en la época de los genios, Dalí, Picasso, Lorca…, pero, mira, luego descubres que Dalí era un fascista acabado, Picasso imagínate… Solo se nos salva el pobre Lorca de aquella mitificación de la Residencia de Estudiantes. Creo que a mis hermanas ya no les preocupo tanto.

P. "Me destroza confirmar que mi madre no sabe qué hacer para ayudarme". Esa madre con la que te gusta ver First dates y que en vez de decir Capadocia dice "Pagadocia".

R. Ese viaje lo hice hace 25 años con ella y yo me descojonaba en la cama cuando la escuchaba.

P. Mi madre al dictador iraquí lo llamaba “Hassan Jesulín”.

R. (Carcajada) Qué maravilla, cómo son. La mía siempre me dice: "Jorge, por qué no me cuentas cosas, tienes que contármelo todo". Me acuerdo cuando leí el primer capítulo del libro en Sálvame en directo, que me emocioné mucho y me dijo: “Vale, pero ya está”. Yo ya no sé qué hacer con ella. Siempre me dice: "No bebas que te pones muy feo". Y cada vez que viene a verme [vive en Badalona] se presenta con dos botellas de Vega Sicilia. ¿Tú te crees que eso es normal?

"Mi hermana me dice que tenía que haber vivido en la época de los genios, Dalí, Picasso, Lorca…"

P. Las contradicciones profundas de las madres.

R. Imagina cuando le dije que teníamos que ir a terapia de grupo. Me dijo: "Sí, hombre, si yo voy a la psicóloga, la acabo enseñando yo". Mis hermanas sí estaban dispuestas a hacerlo, pero las madres siempre piensan ante estas cosas que se las va a juzgar. Y no es eso. Creen que es un examen.

P. Reconozco que he apuntado algunas frases del libro que pienso reproducir a partir de ahora. "Beber como si tuviéramos un hijo en la cárcel", "Cabrearse en árabe cuenta por tres", "Si me muero no me saquéis gordo" y ese momento de su ingreso por el ictus en el que van a visitarle varios compañeros de trabajo y detalla que "en el tema hospitales Paolo se maneja regular".

R. (Carcajada) Es que Vasile en esos contextos lo pasa fatal. Me acuerdo perfectamente de ese día, que vino a verme con la mochila a la espalda y yo pensaba: "Madre mía este hombre". Pero mira, estuvo ahí y fue de las personas que vino a abrazarme cuando me desperté en la UCI.

P. Hablemos de su relación con la política.

R. Me interesa y me preocupa porque creo que lo único que nos salva en esta vida es el compromiso con uno mismo y con la sociedad.

P. Hace un diagnóstico de Madrid muy duro.

R. Es que creo que la están convirtiendo en la nueva Venezuela. Ellos que la detestan tanto, y que la utilizan de manera bochornosa, es hacia donde la están llevando. Un lugar en el que la élite entre la que me encuentro vivimos muy bien, pero donde la desigualdad es cada vez más profunda. Es muy difícil vivir de manera agradable en Madrid si no tienes dinero.

"Creo que están convirtiendo Madrid en la nueva Venezuela. Ellos que la detestan tanto es hacia donde la están llevando"

P. No es ciudad para pobres.

R. Y tampoco para clase media. Es una ciudad que no se parece nada a lo que yo conocí. Vivir en el centro es como hacerlo en Manhattan, una isla de privilegiados en la que algunos se tienen que conformar con vivir en pocilgas.

Por ejemplo, yo tengo mi seguro privado porque no me puedo permitir estar en una lista de espera tres meses, tengo grabaciones, programas, funciones… Tengo ahora que resolver un problema de salud que no es grave y en la privada me dan tres meses para ver al especialista. ¡Tres meses! Imagina en la pública.

Ese mantra de año de rojos, año de piojos, o hablar del comunismo como el coco, como cuando éramos pequeños… Es todo tan antiguo y una falta de originalidad. Me molesta precisamente por eso, por ser poco original. Que haya gente que esté comprando este discurso… cuando empiezan a hablar del Gobierno socialcomunista bolivariano filoetarra… (imita ronquido).

P. También habla de sus problemas con Hacienda.

R. Me costó mucho aceptarlo, porque pensaba que pagaba demasiados impuestos. Pero, cuando han venido mal dadas y me he dado cuenta de que soy un privilegiado, lo he entendido. Cuando no hay crisis económicas tienes menos conciencia fiscal, pero, cuando vino la crisis del 2008, la de 2011, la pandemia… Es que yo he trabajado todos los días mientras la gente estaba encerrada en casa. Qué menos que ser consciente de eso. Cuando se demoniza lo de pagar impuestos me pregunto si saben lo que cuesta curar un cáncer o pagar a los profesores. Todo eso hay que pagarlo y con alegría, es un cambio que tenemos que hacer. Hay gente que no quiere pagar impuestos porque le viene bien que exista la desigualdad.

"Pensaba que pagaba demasiados impuestos. Pero cuando han venido mal dadas y me he dado cuenta de que soy un privilegiado, lo entendí"

P. ¿Le preocupa la desinformación?

R. Creo que tenemos la capacidad suficiente y debemos hacer un ejercicio de responsabilidad y de saber si queremos estar al tanto de lo que sucede o simplemente que reafirmen nuestras ideas. Existen los medios suficientes para estar bien informados, pero creo que hay personas que deciden envenenarse. Exige tiempo, dedicación y selección, pero se puede hacer.

¿Qué a lo mejor la sociedad quiere tirar hacia un lugar que no me gusta? Así es la democracia.

P. Tiene ya un premio Ondas. Va siendo hora de que le den el segundo…

R. Tengo los dos más importantes, ese y el del Festival de Vitoria, pero la verdad es que los premios ahora me importan bien poco, porque sé cómo funcionan. Te los dan si saben que vas a ir a recogerlo, no hay otra. Y no necesito ningún premio para saber que soy el mejor. ¿A que te gusta esto como titular?

Nada más entrar en el salón de su casa, Jorge Javier Vázquez baja las escaleras de la planta superior y grita festivo: "¡Angelines!". El anfitrión está nervioso, también de buen humor, y, antes de empezar a hablar, acaricia a varios de los perros con los que convive. Reconoce su predilección por una galga preciosa, de nombre Lima, de la que habla en su último libro, Antes del olvido (Planeta). "Cuando estuve en el hospital por el ictus, se subió a la habitación donde duermo en casa y no se movió de ahí". Al finalizar la conversación, cuando pose con otro en los brazos para las fotos, dirá que es "el perro más marica de todos". A lo lejos pasea feliz Fortunato, el burro que recibió como regalo hace unos días en Sálvame.

Jorge Javier Vázquez Mila Ximénez PSOE Amor
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