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Terapia de grupo para poliamorosos: "Mi hijo no sabe que tenemos otras novias"
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los celos y la gestión del tiempo, los mayores retos

Terapia de grupo para poliamorosos: "Mi hijo no sabe que tenemos otras novias"

Las policañas, un encuentro donde se ponen en común los problemas y consejos de tener varias relaciones sentimentales a la vez, atraen cada vez a más gente

Foto: Las policañas se celebran el segundo sábado de cada mes en La Ingobernable (M.Z.)
Las policañas se celebran el segundo sábado de cada mes en La Ingobernable (M.Z.)

Lola tiene un marido, con el que convive, y además un novio y una novia. Ana tiene una "trieja": una relación a tres, donde todos comparten tiempo, intereses y citas, aunque no viven juntos. José lleva años casado, pero hace tiempo que su mujer —con la que tiene un hijo de 15 años— y él decidieron abrirse a tener otras relaciones sentimentales juntos. Carlos ahora está solo con su novia de hace cuatro años, pero entre medias ha tenido, de manera paralela, varias parejas.

Aunque la historia de cada uno es diferente, todos tienen en común que han elegido el poliamor como forma de vida. No creen en la monogamia, ni en los cánones del amor romántico, sino que son capaces de establecer relaciones estables con varias personas de manera simultánea. Y son cada vez más.

Policañas: terapia de grupo

Sábado, ocho de la tarde. Un goteo de personas empieza a llenar una sala de La Ingobernable, un centro autogestionado de Madrid en la antigua sede de la UNED. Antes de entrar a lo que un día fue un aula y ocupar los viejos pupitres, se reparten pegatinas con un logo de un corazón con tres curvas. Cada uno tiene un color para dividirse en grupos, y un espacio para el nombre. Para muchos, esta es su primera vez en las policañas, un evento que se celebra una vez al mes para personas que practican o están interesadas en la filosofía de querer a varias parejas a la vez.

Aunque el evento es público, no se pueden tomar vídeos ni fotografías y hay reglas para disuadir a la gente “que solo viene a follar”

En esta ocasión son cerca de 60 personas, pero últimamente tienen que limitar el aforo cuando llegan a las 80. Hace un mes, la organización, formada por voluntarios, tuvo que abrir otra sala para dar cabida a las cerca de 120 personas que se presentaron. Desde hace cinco años, cuando empezaron a juntarse entre cervezas, han visto cómo se ha ido incrementando el número de curiosos. “Hay gente que viene y repite, y gente que no. La imagen que se tiene del poliamor está muy ligada al sexo, por eso está bien que vengan cada vez más y sepan que va más allá”, explica Leyre, miembro de la Asociación Poliamor Madrid, que busca dar visibilidad al colectivo con este tipo de eventos. A diferencia de una relación abierta o de los ‘swingers’, su filosofía va más allá de los encuentros sexuales —que pueden incluirse o no— y se centra en el plano sentimental.

placeholder Ángeles y Carlos practican el poliamor. (M.Z.)
Ángeles y Carlos practican el poliamor. (M.Z.)

Entre los asistentes predomina la franja de entre 20 y 40 años, pero hay de todas las edades, sexos y orientaciones sexuales. Algunos rozan los 60 y otros están empezando la universidad. Los grupos son heterogéneos: desde el curioso o curiosa que todavía no sabe si eso del poliamor le encaja, al que lleva años practicándolo, o al que se define como tal, pero nunca lo ha practicado.

Conforman una especie de terapia de grupo en la que se aborda un tema concreto y se debate y dan consejos sobre cómo solucionar los conflictos en un tipo de relaciones aún por construir y definir en muchos aspectos. La dinámica es asamblearia y en esta ocasión el tema a tratar es “salir del armario”, pero otras veces han abordado los celos o el apego. Aunque el evento es público, no se pueden tomar vídeos ni fotografías y hay reglas para disuadir a la gente “que solo viene a follar” —porque también la hay—, como vetarles la entrada o no permitir hablar por privados en los canales por los que se comunica el colectivo, como Telegram.

Dadas ciertas indicaciones previas —utilizar lenguaje inclusivo y evitar dinámicas machistas y homófobas—, los grupos, sentados en círculo, empiezan a abordar una serie de cuestiones sobre el tema del día, dirigidos por un moderador. Lola, una de las más veteranas, comparte su experiencia cuando contó a su familia y a su entorno que además de la persona con la que lleva ocho años de relación, tenía dos parejas más. “Se tomaron mejor mi bisexualidad que el poliamor. Hubo muchos extremos, gente con la que he dejado de tener relación y otros, como mis padres, que lo han ido entendiendo con el tiempo. Estoy muy contenta, por ejemplo, de que hace poco haya podido ir con mis otras dos parejas a presentárselos y estuviéramos todos comiendo juntos”.

Muchas veces no te toman en serio, piensan que estarán contigo hasta que encuentren otra cosa, algo 'más serio', y ya

P., que modera ese día la mesa, reconoce los problemas de contárselo a amigos y a nuevas relaciones. “Al principio tanteas, ves las reacciones de la gente, y ya decides si se lo dices o no. No lo oculto, pero tampoco voy con luces de neón”. También debaten cómo y cuándo planteárselo a potenciales posibles parejas y las consecuencias de hacerlo. “Muchas veces no te toman en serio, piensan que estarán contigo hasta que encuentren otra cosa, algo 'más serio', y ya”, explica. "Tienen la idea de que si no es tu única pareja la quieres menos que alguien que es monógamo, y no es así".

Entre ellos, también intercambian consejos y experiencias: “Creo que es mejor ser algo egoísta y decirlo si a ti te va a hacer bien”, comenta una de las más veteranas a una adolescente del grupo. José y su mujer, por ejemplo, han decidido no contárselo todavía a su hijo: “Ha salido más tradicional y conservador que nosotros, pero algo sabe, porque cuando una pareja ha venido mucho a casa, hace preguntas. Se lo imagina, sí”.

“Lo tuyo es vicio”

Al poliamor, a esa “otra manera de amar”, llegaron o por casualidad —por amigos o parejas que lo practicaban— o por necesidad, cuando descubrieron que una sola pareja sentimental no les era suficiente pero no sabían poner nombre a lo que les pasaba. N., una chica joven, está en esa fase y plantea si es “normal” sentir que no quiere cerrarse a una sola relación. “No estás sola”, la anima entre risas otra de las presentes. “Yo sentí que tenía un problema durante mucho tiempo”, comenta R., que acabó contándoselo a su marido, quien aceptó la situación. Él, explica, se mantiene monógamo, pero acepta que su mujer tenga otra pareja. Es lo que en la jerga se conoce como 'relación mixta'.

Fue también el caso de Carlos, que cuenta su experiencia tras la reunión: “Mi relación con una pareja no me llenaba. La monogamia es un sistema impuesto y si podemos diversificar amistades, por qué no también relaciones sentimentales. Una sola persona no te puede llenar al 100%, y creo que por que entren personas nuevas no va a restar a esa otra relación, sino que va a sumar; ganas afectividad aunque pierdes tiempo”. La gestión del tiempo, coinciden varios, es el talón de Aquiles de este tipo de relaciones: otorgar a cada pareja el tiempo suficiente. “Últimamente les junto, por ejemplo, hace unos días cené con mi marido y con mi ‘compañera de vida’, y así economizo”, bromea Lola. “En otras cosas es más cómodo. Hace poco estaba mala y mi marido me dijo que se iba más tranquilo a trabajar porque sabía que iba a venir mi otra pareja. Fue muy bonito”.

placeholder Lola no quiere aparecer en fotos por miedo a represalias en el trabajo. (M. Z.)
Lola no quiere aparecer en fotos por miedo a represalias en el trabajo. (M. Z.)

Después de las preguntas y de la puesta en común de problemas y consejos, los grupos realizan ‘roleplays’: simulan situaciones teatralizadas en las que deben salir del armario con su familia o amigos. “Lo tuyo es vicio”, “tienes falta de compromiso”, “es una fase, ya se te pasará” son algunas de las expresiones que se encuentran más a menudo y peor les sientan. Porque en esto del poliamor hay, reconocen, mucho desconocimiento, incluso entre ellos. “¿Cómo presentas a una de tus parejas a la gente?”, plantea una. “Por su nombre”, le contesta otra. “Nos faltan muchas etiquetas, maneras de llamar a las cosas, como el término de ‘pareja’, que no comparto, pero tampoco sé cómo nombrarlo de otra manera. 'Vínculo' quizá sea lo más acertado”, reflexiona Ángeles, que más que poliamorosa se considera ágama (de agamia), es decir, no cree en el concepto de pareja como estructura social y rechaza el amor por considerarlo una manera de generar esclavitud psíquica y social. Este concepto se repite a lo largo de la tarde, junto al de anarquía relacional, que rechaza cualquier tipo de etiqueta en las relaciones sociales.

Pero haber elegido una forma de vida que rompe radicalmente con todos los cánones establecidos no les libra de los vicios de las parejas tradicionales. Los celos son otro tema recurrente en estas charlas y se orientan entre ellos para “deconstruirlos”. Por ejemplo, al inicio de una pareja poliamorosa, juegan un papel muy importante los acuerdos dentro de cada relación. “En las relaciones monógamas hay un 'pack' de normas que todo el mundo conoce, pero en el poliamor cada pareja es diferente y tiene sus propios contratos”, asegura otro de los participantes. Vivir juntos o no. Informar cuándo se tienen relaciones con otros o no. Utilizar la cama conjunta con otras personas o no. Las posibilidades son tan amplias como los tipos de 'pareja'. “En mi caso, ya tengo solo dos reglas: tener relaciones sin protección únicamente con mi red más cercana, y avisar a mi marido si no voy a dormir en casa”, explica Lola.

No hay problema en que un tío diga que está con varias chicas, pero de una mujer enseguida se dice que es una guarra

Al final de las policañas, cada grupo pone en común con el resto las conclusiones a las que llegan. Muchas se repiten, como el hecho de que los prejuicios al salir del armario afectan más a ellas que a ellos. “No hay problema en que un tío diga que está con varias chicas, pero de una mujer enseguida se dice que es una guarra”, comparten.

Para muchos presentes, las policañas son el único espacio seguro en el que se muestran tal y como piensan, aunque también hay algo de "postureo", como explican desde la organización. “Está como de moda. Yo creo que todo lo que sea replantear las estructuras sociales está bien, pero también hay gente a quien no le gusta que se esté volviendo tan 'mainstream”, explica Leyre. A nivel social, sin embargo, hay cada vez más concienciación: “Hay mucha diferencia a cuando lo conocí hace 10 años. Ahora, cuando dices que eres poliamorosa, mucha gente ya lo sabe lo que es, o le suena, aunque sigue habiendo prejuicios”. Su situación social actual, dicen algunos, es comparable ahora mismo con la del colectivo gay hace algunas décadas, como plantea R.: “Ahora ya es normal preguntar si tienes ‘novio o novia’, quizás en un tiempo se pregunte si tienes ‘novios o novias”.

*Debido al anonimato del encuentro, solo se plasman los nombres completos de las personas que tras las policañas dieron su consentimiento.

Lola tiene un marido, con el que convive, y además un novio y una novia. Ana tiene una "trieja": una relación a tres, donde todos comparten tiempo, intereses y citas, aunque no viven juntos. José lleva años casado, pero hace tiempo que su mujer —con la que tiene un hijo de 15 años— y él decidieron abrirse a tener otras relaciones sentimentales juntos. Carlos ahora está solo con su novia de hace cuatro años, pero entre medias ha tenido, de manera paralela, varias parejas.

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