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"La alcaldesa me la pone...": 'Intimidad', la serie sobre vídeos sexuales que se olvida de Hormigos
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"La alcaldesa me la pone...": 'Intimidad', la serie sobre vídeos sexuales que se olvida de Hormigos

La nueva serie de Netflix aborda el trauma que supone la difusión de imágenes privadas como ocurrió en el caso de la concejala del PSOE Olvido Hormigos

Foto: 'Intimidad'. (Netflix)
'Intimidad'. (Netflix)

Lo sorprendente de ‘Intimidad’ es que el único verdadero chantaje que se produce en la serie proviene de la propia víctima. Una curiosa forma de empoderamiento femenino que consiste en amenazar a los hombres de su partido con revelar que obtuvieron la vacuna del covid antes de tiempo si no la confirman como candidata a la alcaldía de Bilbao tras la difusión de un vídeo sexual suyo que, por su cargo, para ellos es motivo de abandono. Es por cierto de las pocas veces que van a ver a un fotógrafo de prensa en una actitud claramente agresiva. Concretamente contra una chica, menor y que lo está pasando mal precisamente por la difusión de las imágenes íntimas de su madre. Un capullo. Es lo que tiene la voracidad mediática, según la versión de los guionistas de nueva serie de Netflix. Viene a la cabeza el vídeo de la fotógrafa húngara pegando patadas a un inmigrante sirio en el verano de 2015. Era otro contexto.

'Intimidad' aborda el tema de la difusión de material privado, inspirándose tan lejanamente en el caso de la concejala del PSOE Olvido Hormigos que parece que no les encajara su historia por 'guarra' y por hacer 'sexting'. En este caso, la vida de una teniente de alcalde, candidata independiente en un partido de machirulos que recuerda al PNV y que va ganando en las encuestas, se pone patas arriba cuando se difunde sin ningún motivo un vídeo suyo practicando sexo en la playa. A diferencia del caso Hormigos son imágenes robadas, no es consciente de ser grabada y no lo envía ella misma por WhatsApp, como si así fuera víctima-víctima y no solo víctima a medias. Es una omisión rara.

Digo que se difunde sin motivo porque ni hay amenaza previa, ni parece quedar claro por qué quieren quitarla de en medio, ya que no se explica en ningún momento ni qué representa, ni cuáles son sus planes para la alcaldía, ni nada de nada. Es decir, todo lo contrario de lo que le ocurrió al exdirector de 'El Mundo' Pedro J. Ramírez cuando, antes de las redes sociales y WhatsApp, le chantajearon y extorsionaron con un infame vídeo sexual, también robado, aunque en este caso para que dejara de informar sobre los crímenes de Estado de los GAL. Un motivo como otro cualquiera. La línea argumental para perjudicar a Zubiri es que es mujer, no por sus ideas ni sus acciones.

El suicidio de Verónica

'Intimidad' entrelaza además la historia de la candidata Malen Zubiri con la de Ane, que se ajusta más a otro caso real, el de Verónica: una trabajadora de una fábrica de coches que se suicidó después de que todos sus compañeros de trabajo vieran y compartieran otro vídeo sexual privado. Habría ganado sólo con esa historia, que tiene la particularidad de que ocurrió realmente. Una canallada infame que destruye vidas y que es delito precisamente a raíz de la denuncia que interpuso Olvido Hormigos, que hacía 'sexting' con su amante, pero no porno para el resto. No queda sin embargo plenamente reflejado y habría sido interesante: sin robados, ni una relación abusiva -como ocurre en el caso de Ane-. Es decir, el delito de la difusión, el del porno vengativo, no el del chantaje o el abuso. Da igual que se grabaran con consentimiento. El sexting se toca muy de refilón.

Lo que le hicieron a Olvido Hormigos quedó entonces impune, pero cambió la ley, que es lo que da sentido a ‘Intimidad’ en su verdadero objetivo, que es concienciar sobre que hay que DE-NUN-CIAR esta intromisión asquerosa. Es la única razón, además, para que se comprenda a un personaje antipático como lo es su protagonista, que tiene un matrimonio de conveniencia en vez de separarse cuando ocurren los hechos -se salva la infidelidad- y que además no quiere denunciar para que no se trunque su carrera política. Sí, nada de la supuesta trama del partido tiene demasiado sentido a lo largo de los ocho capítulos. Luego está que prácticamente todos los hombres son mezquinos, malvados o, como dice el marido que se siente injustamente cornudo, “todos los hombres somos gilipollas”. Lo dice en serio.

La serie de Netflix vive de la ley del caso de Olvido Hormigos, que hacía 'sexting' con su amante, pero no porno para el resto

Es uno de los lastres fundamentales de la serie en su trama principal en la que machaconamente se nos recuerda a cada instante que esto es una cosa de hombres la difusión—, por más que los escándalos sexuales y los vídeos comprometidos en las series de los noventa se dirigieran contra hombres a los que también destrozaban su carrera política y/o su vida. No es ficción, Pedro J. lo explicó con pelos y señales en su autobiografía ‘El desquite’.

Así, el mensaje didáctico sobre el sexismo se cuela tan hondo que ni siquiera hay un respiro narrativo para alguna reacción diferente, como cuando la protagonista le pide a su asistente que le lea los mensajes de Twitter para “reírse un rato” y cuando este le lee uno —“la alcaldesa me la pone tiesa”—, no solo no lo haga, sino que haya un momento dramático por el poder del tuitero... Es evidente que en estas acciones existe un componente vejatorio, de castigo contra la mujer, no digamos el 'porno de venganza' de la difusión, pero no acaba de encajar en cambio en el caso ficticio de Malen Zubiri. Es díficil imaginar que a alguien se le ocurriera hacer un montaje así en la realidad para apartar a una candidata a lo que fuera cuando hay doctorados y declaraciones de Hacienda a mano, cremas robadas y demás.

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'Intimidad' tiene además una curiosa fijación con los medios, que parecen ser el problema de la campaña. Además del fotógrafo agresor, resulta que la preocupación de la candidata es cómo la prensa puede arruinar una carrera política cuando en realidad ocurrió lo contrario en el caso del debate para la alcaldía de Madrid entre Miguel Sebastián y Alberto Ruiz-Gallardón. En aquella ocasión, el candidato socialista sacó una foto con la cara de la supuesta amante del entonces alcalde, hecho que toda la prensa y los medios reprobaron y que, como todo el mundo sabe, fue un factor importante para la aplastante mayoría absoluta que logró el popular en aquellos comicios. Galladón fue por cierto quién cambió el Código Penal ya como ministro de Justicia al precisar que sería delito la mera divulgación sin importar si las imágenes se habían obtenido con el consentimiento de la víctima.

En esencia, la historia abruma con la obsesión de denunciar el sexismo en cada escena y funciona mejor en la trama de la chica acosada por sus compañeros de trabajo que en la de la candidata Malen Zubiri. El misterio del quién es quién final por otra parte carece apenas de interés, porque no revela nada. Todo el afán es la defensa de la denuncia de estos casos, muy necesario, pero un tanto insuficiente para ocho capítulos en torno a ningún problema político, ni a ningún dilema moral entre los que compartieron el vídeo una vez que son conscientes de que han provocado una muerte. Es clave porque, para empezar, en el caso de Verónica esa posibilidad de encausar a los responsables de la difusión se extinguió con su muerte.

En 'Intimidad' lo explícito da poco margen a lo íntimo: el pudor, la vergüenza y los secretos asoman poco en sus personajes. Es más, solo Ane oculta realmente algo. Habría sido interesante penetrar en el espacio privado de quienes compartieron las imágenes, y de quién las distribuyó por primera vez, para sondear sus sentimientos más íntimos, la vergüenza y la repulsión que tendrán seguro de sí mismos, en caso de que no sean psicópatas, que probablemente son la mayoría. Sí, usted puede ser un asesino. Es lo más rescatable de la serie. Por mi parte, de cara a las amantes que tengan imágenes mías, prefiero también que no las difundan para dejarme como supermacho o lo que sea. Gracias.

Lo sorprendente de ‘Intimidad’ es que el único verdadero chantaje que se produce en la serie proviene de la propia víctima. Una curiosa forma de empoderamiento femenino que consiste en amenazar a los hombres de su partido con revelar que obtuvieron la vacuna del covid antes de tiempo si no la confirman como candidata a la alcaldía de Bilbao tras la difusión de un vídeo sexual suyo que, por su cargo, para ellos es motivo de abandono. Es por cierto de las pocas veces que van a ver a un fotógrafo de prensa en una actitud claramente agresiva. Concretamente contra una chica, menor y que lo está pasando mal precisamente por la difusión de las imágenes íntimas de su madre. Un capullo. Es lo que tiene la voracidad mediática, según la versión de los guionistas de nueva serie de Netflix. Viene a la cabeza el vídeo de la fotógrafa húngara pegando patadas a un inmigrante sirio en el verano de 2015. Era otro contexto.

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