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Estas teles fracasaron hace 5 años. Ahora he probado una 30 días y la quiero en mi casa
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OTRA RECOGIDA DE CABLE, ¿POR QUÉ?

Estas teles fracasaron hace 5 años. Ahora he probado una 30 días y la quiero en mi casa

A principios de la pasada década, los fabricantes intentaron vendernos las Smart TV curvas y fallaron estrepitosamente. Ahora alguien ha dado la vuelta de tuerca perfecta: las pantallas flexibles

Foto: Foto: EC.
Foto: EC.
Las claves
placeholder Cambié mi tele durante 15 días por esta OLED: es la mejor TV que ha pasado por casa

Las teles curvas que distintas marcas intentaron popularizar la pasada década no tardaron en estrellarse estrepitosamente. Fue una de esas ideas de la industria tecnológica que funcionan extraordinariamente bien sobre el papel, pero que a la hora de hacerse realidad chocaron contra un muro infranqueable. Llegaban con las ventajas de ofrecer un mayor campo de visión o una experiencia más inmersiva. También alardeaban de que su forma les permitía bloquear mejor los reflejos que se cuelan por la ventana. Pero también tenían sus peros, como que cada vez que a alguien le tocaba sentarse en un lateral e intentar ver algo, la experiencia era bastante deficiente.

La puntilla era su elevado precio, ya que fabricarlas no era ni sencillo ni barato. Así que, con el paso del tiempo, las Smart TV curvas acabaron siendo percibidas como carísimos huevos de Fabergé, impresionantes a la vista, pero que casi nadie terminaba de ver su utilidad. El formato encontró refugió en los monitores de ordenador, especialmente en los de gran pulgada.

placeholder La OLED LG Flex, curvada al 100%. (M. McLoughlin)
La OLED LG Flex, curvada al 100%. (M. McLoughlin)

Tiene lógica, teniendo en cuenta que, principalmente, es un dispositivo de uso individual. Tiene bastante sentido también si uno se fija en la distancia que hay entre el usuario y la pantalla. Las curvas ayudan a abarcar más espacio de un solo vistazo. Una situación equivalente podría ser la de que nos tocase sentarnos en las primeras filas del cine y tuviésemos la posibilidad de plegar ligeramente los laterales de la pantalla para abarcar toda la imagen con nuestros ojos sin tener que mover el cuello de un lado para otro. Pues bien, cuando ya se daba por descontado que estas teles estaban muertas comercialmente y bien enterradas, ha llegado LG y las ha resucitado. Pero lo ha hecho con un formato que, después de 30 días, me ha convencido bastante más que hace años.

De la TV curva a la TV flexible

Lo ha hecho con la LG OLED Flex. Un nombre que da muchísimas pistas sobre su naturaleza y la solución que proponen para que el que era un producto fallido tenga una segunda oportunidad. No se trata de una tele curva, se trata de una tele flexible. ¿Qué ganamos con eso? Tener en un mismo dispositivo las ventajas de una pantalla plana y una pantalla flexible, utilizando unas características dependiendo del uso que se vaya a hacer. Además el panel es un panel OLED, con todo lo que ello significa en términos de calidad de imagen gracias al contraste o esos negros puros que solo este material es capaz de lograr a día de hoy. El LG OLED Flex, por tanto, acaba con el gran inconveniente de las teles curvas, que es ser constantemente curvas. Puede ser que para jugar sea muy interesante este formato, pero cuando se trata de ver series o películas la historia cambia. Y ahí tocaba decidir si una u otra y las pantallas planas salieron ganando. Ahora eso se acaba.

Dicho esto, tras un mes de uso el LG OLED Flex me puede convencer personalmente pero de la misma forma tengo claro que no es una tele para todo el mundo. No lo es porque no todos van a aprovechar las ventajas de esa curva bajo demanda. Tampoco lo es porque no tiene un tamaño muy grande, ya que por ahora solo se comercializa en 42 pulgadas.

El diseño tiene sus particularidades. No por la pantalla en sí (aquí hay poco margen para reinventar la rueda), sino por la enorme peana que se coloca en la parte trasera, haciendo que el conjunto completo sea bastante profundo, con más de 93 centímetros de profundidad. No es una televisión para colgar de la pared. La peana es un complemento que tiene más funciones que simplemente sujetar el panel. La primera de todos, la de guardar el motor que nos permitirá ajustar los ángulos de la pantalla. La segunda es tener todas las conexiones y altavoces así como una serie de luces LED-RGB para dar ambiente. La tercera utilidad es la de poder fijar la altura de la pantalla o inclinarla verticalmente, algo que se hace manualmente. Porque aunque este LG OLED Flex sea un televisor inteligente tiene alma de monitor de ordenador, que estos mecanismos son más propios de esos aparatos que de Smart TV.

placeholder La peculiar peana de la LG OLED Flex, vista desde arriba. (M. McLoughlin)
La peculiar peana de la LG OLED Flex, vista desde arriba. (M. McLoughlin)

Antes de entrar en el desempeño del panel en diferentes escenarios, vamos a detenernos en lo que hace diferente realmente a este televisor: su capacidad de encogerse y estirarse al gusto. Lo más cómodo es hacerlo desde el mando, aunque también se puede hacer en unos controles colocados en el propio dispositivo. Les voy a confesar una cosa. Cuando lo probé por primera vez me tiré un buen rato doblando y desdoblando sin más pretensión que observar la pantalla. Me recordaba esa escena de Los Simpson en la que Homer acaba en el hospital y se tira un buen rato apretando el control de la cama mientras repite "Cama arriba, cama abajo" constantemente.

Más allá de esta anécdota, cabe destacar que la pantalla permite fijar 20 posiciones distintas hasta alcanzar el 100%, que es una curvatura de 900R, avanzando de 5% en 5%. También permite fijar establecer unos perfiles favoritos para que no tengas que andar ajustando cada vez que quieres hacer algo. El proceso es muy fluido y tarda unos pocos segundos en llevarse a cabo. El motor emite un pequeño sonido y listo. Ningún misterio.

¿Para qué una pantalla curva?

Recupero en este punto eso de que el LG OLED Flex es un televisor pero también tiene alma de monitor. Lo lógico, y lo más habitual, es ver este dispositivo como una tele capaz de adaptarse a un escenario en lo que más nos interesa es aprovechar sus virtudes para jugar (pantalla curva) o un escenario en el que queramos consumir contenido como series o películas (plana) también es cierto que si tienes un despacho o un cuarto de juego puedes plantearte esta tele como equipo de trabajo.

De la misma manera que se puede conectar un portátil gaming, se puede conectar un ordenador para trabajar. Yo la tenía colocada en mi cuarto en un pequeño mueble que no es apto como puesto de teletrabajo, pero conecté mi portátil vía HDMI para navegar en algunas webs y ver el desempeño de algunos programas y es una gozada currar en un panel OLED de estas características (hay monitores profesionales que ya apuestan por esta tecnología y es algo completamente obvio). No ha sido mi uso principal, pero entiendo que entre los que se gasten el dinero que cuesta este aparato, algunos querrán exprimirlo al máximo.

Hecho este apunte, durante el mes que he estado probando y dando cuenta de esta Smart TV, yo lo he utilizado principalmente para dos fines: jugar en la Xbox Series X y la PlayStation 5 y ver contenido. En ambos escenarios el desempeño ha sido excepcional. Sobre la curvatura, obviamente, cuando he visto Netflix, Disney, Prime Video o la plataforma de turno he utilizado la pantalla completamente plana.

placeholder La LG OLED Flex, completamente plana. (M. McLoughlin)
La LG OLED Flex, completamente plana. (M. McLoughlin)

Con juegos ha sido diferente. La curvatura ha dependido del título al que estuviese metiendo mano. Por ejemplo, con el Hogwarts Legacy una curvatura del 50% ha sido más que suficiente, porque el título tiene mucho de exploración. Pero en otros en los que necesito más rapidez y tenerlo todo controlado, como un Tekken, un Forza Horizon o un Call of Duty, he agradecido muchísimo tenerlo al máximo. La distancia a la que he jugado ha sido algo así como metro y medio, y todo genial.

Imagen de primera

El tema de las curvas y la flexibilidad de esta LG es lo que se lleva, obviamente, toda la atención. Pero cabe decir que es un panel con una calidad mayúscula, a la altura del precio que se pide. Es más, me atrevería a decir que está prácticamente a la par que el LG C2 que pudimos probar en el pasado y que es el modelo más top del fabricante surcoreano. No vamos a profundizar demasiado pero ya se sabe de sobra las virtudes del OLED a la hora de reproducir negro u ofrecer un contraste increíble. Sus limitaciones son también bastante conocidas, especialmente la de tener que manejar un nivel de brillo menor que las LCD más avanzadas.

La resolución de este panel es 4K, un nivel que es más que suficiente. El 8K es difícil de justificar a día de hoy, más aún teniendo en cuenta que su tamaño es de 42 pulgadas. Todo se ve estupendamente a nivel de detalle y también de color. Me llamó poderosamente la atención que no tuve que hacer ningún tipo de ajuste a la configuración. Viene muy bien calibrada de fábrica. Los 900 nits de brillo que maneja por la parte más alta, le permiten ofrecer un buen rango dinámico tanto en películas como en videojuegos.

Al igual que otros televisores de la marca, aquí no tenemos HDR10+. Lo que si tenemos es compatibilidad con contenidos en HDR10, Dolby Vision y HLG. No es una sorpresa porque ya lo hemos visto en otros modelos de LG, pero sí que llama la atención a día de hoy esta decisión en productos tan premium. Ojo, que ocurre lo mismo con Samsung, que sigue renegando de incluir el estándar de Dolby en sus teles pata negra.

placeholder La LG Oled Flex, al máximo de curvatura. (M. McLoughlin)
La LG Oled Flex, al máximo de curvatura. (M. McLoughlin)

La frecuencia de actualización puede llegar hasta los 120Hz, lo que es perfecto si estás buscando una pareja de baile para la PS5, la Xbox Series X o un ordenador gaming pepino. Tenemos compatibilidad con Nvidia G-Sync y AMD FreeSync, así que no nos vamos a encontrar ningún parpadeo ni efecto raro durante nuestras partidas. Si tenemos en cuenta que el tiempo de respuesta es de un milisegundo y la latencia de la imagen oscila entre 10-12 milisegundos, me parece que estamos ante una de las mejores opciones que se puede tener para jugar a día de hoy.

En el apartado de los puertos, también tenemos una configuración a la altura. Lo mejor, los 4 HDMI 2.1, que nos permite tener ancho de banda completo. Le acompañan 3 USB 2.0, un conector de Ethernet, una salida digital óptica, una entrada RF así como un jack para auriculares. Para completar el apartado de conectividad, tenemos Wifi 6 y Bluetooth 5.0. Ni una sola pega en este sentido. Tampoco en el sonido, ya que con 40 vatios y compatibilidad con Dolby Atmos, cumple muy bien. Es cierto que no va a ser igual que una buena barra de sonido, pero da la talla dentro de sus límites. Obviamente, tiene sintonizador de televisión. El sistema operativo es webOS 22, desarrollado por la propia marca, que cuenta con la app oficial de las principales plataformas de streaming, que es lo que importa en estos casos.

placeholder La LG Oled Flex, al 50% de curvatura. (M. McLoughlin)
La LG Oled Flex, al 50% de curvatura. (M. McLoughlin)

El mando, como siempre con esta marca, me deja un sabor agridulce. Cuenta con múltiples accesos directos y facilita mucho escoger la curvatura. Sin embargo, siguen apostando por esa bola central a modo de puntero que no siempre es fácil de dominar y cogerle el truquillo. Particularmente soy bastante fan de mandos minimalistas como el One Controller de Samsung y creo que la competencia debería tomar nota de eso. Pero lo dicho, esto es algo anecdótico que no ensucia la propuesta general de LG.

Hasta aquí la prueba del LG OLED Flex, uno de los televisores que más llaman la atención a día de hoy. Como suele ocurrir con el mercado de la imagen, estas propuestas disruptivas y de calidad suelen ser sinónimo de precios altos. Esta Smart TV llegó al mercado español a un precio de 2.999 euros, aunque ya es posible encontrarla con importantes descuentos, de hasta casi 1.000 euros. A pesar de ello, la gente dispuesta a invertir 2.000 euros no es la misma que la gente dispuesta a comprarse una tele de 500 o 700 euros.

placeholder El mando de la LG Oled Flex. (M. McLoughlin)
El mando de la LG Oled Flex. (M. McLoughlin)

Es inevitable preguntarse quién necesita un televisor curvo que se pueda configurar en múltiples curvaturas. No es una funcionalidad para todo el mundo. Son fantásticas para jugar o incluso para trabajar, pero no hay que olvidar que la mayoría de personas quieren ver la tele en su sentido más tradicional. Por eso tener absolutamente todo tiene un precio.

Si te ha interesado la LG OLED Flex, el mejor precio que puedes encontrar es:

LG OLED Flex (2.053€)

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Las teles curvas que distintas marcas intentaron popularizar la pasada década no tardaron en estrellarse estrepitosamente. Fue una de esas ideas de la industria tecnológica que funcionan extraordinariamente bien sobre el papel, pero que a la hora de hacerse realidad chocaron contra un muro infranqueable. Llegaban con las ventajas de ofrecer un mayor campo de visión o una experiencia más inmersiva. También alardeaban de que su forma les permitía bloquear mejor los reflejos que se cuelan por la ventana. Pero también tenían sus peros, como que cada vez que a alguien le tocaba sentarse en un lateral e intentar ver algo, la experiencia era bastante deficiente.

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