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La gran jugada de Microsoft vuelve a ponerles bajo la lupa: los 68.000M de la discordia
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LA VERDADERA BATALLA DEL CALL OF DUTY

La gran jugada de Microsoft vuelve a ponerles bajo la lupa: los 68.000M de la discordia

Game Pass, el Netflix de los videojuegos de Microsoft, ya es rentable y ha puesto muy nervioso a Sony. Pero su futuro no está claro: no saben cuánto durará el ritmo de crecimiento y la compra de Activision está siendo muy estudiada

Foto: Logo de Xbox. (EFE/Friedemann Vogel).
Logo de Xbox. (EFE/Friedemann Vogel).
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El Call of Duty se adentra en un terreno desconocido. En esta caso, la popular saga no trasladará al jugador ni a la II Guerra Mundial ni a la Guerra Fría. Tampoco se ambientará, como ya se ha visto en otras ocasiones, en un conflicto ficticio como la III Guerra Mundial o una contienda de corte futurista. El nuevo campo de batalla es para muchos bastante más temible: los despachos de los burócratas de medio mundo, que ahora deben decidir si dan su bendición a la oferta de 68.000 M que Microsoft hizo para fagocitar Activision-Blizzard, el gigante de los videojuegos propietario de esta franquicia y de otras tan conocidas y populares como World of Warcraft, Diablo, o Candy Crush, entre muchas otras.

Un movimiento, el más caro que ha hecho la multinacional de Redmond, que ha despertado las inquietudes de Sony, por motivos evidentes. En caso de aprobarse, podría tener unos efectos similares a los de la hormona del crecimiento en la Xbox, la eterna rival de la PlayStation. Si, por el contrario, los reguladores mandan a pique la oferta, Game Pass, la mejor jugada de los estadounidenses para conseguir que su consola deje de ser percibida como la gran segundona, podría sufrir un varapalo de importantes dimensiones.

Y mientras esto se aclara, los padres de Windows vuelven a estar en el radar de las autoridades anticompetencia, algo que a diferencia de Google, Amazon, Apple o Facebook había evitado en los últimos años, a pesar del mayor empuje de las autoridades que velan por la libre competencia. Realmente esto no ocurría desde hace más de un lustro, cuando adquirió LinkedIn.

La última en anunciar que investigará la operación, la mayor compra que ha hecho la multinacional en su historia con diferencia, ha sido Bruselas, que recibió la notificación en septiembre y que tiene hasta el tramo final de marzo para pronunciarse. Las inquietudes expresadas por la Comisión son variadas. La primera es que la fusión de estos dos gigantes limiten a los rivales de Microsoft el acceso al popular ajuar de Activision-Blizzard, que suma miles de millones de jugadores en todo el mundo en múltiples plataformas. Otra preocupación es la de que la multinacional instrumentalice Game Pass, ese Netflix de los videojuegos que ha creado, para priorizar sus propios equipos y ordenadores que funcionen con Windows en detrimento de los de la competencia.

La tercera inquietud es que los padres de la Xbox, que también compraron con fines similares estudios y grupos empresariales como Zenimax Media (Doom, Elder Scroll, Red Fall...) o Mojang (Minecraft), concentren tanto poder que limiten la diversidad y la competencia en el mercado de la distribución de videojuegos. En el informe preliminar, ya dibujaban un escenario en el que la compra podría mermar la competitividad y con ello derivar en un alza de precios, menos calidad y en menos innovación para el sector.

Los reguladores de UK no se fían de Microsoft se quede 'Call of Duty' en exclusiva

Las autoridades europeas no son ni mucho menos las primeras que meten mano a este asunto. En Reino Unido llevan ya varias semanas enfrascados en este asunto y, por el momento, Microsoft no ha conseguido diluir las muchas dudas que despierta su movimiento en los técnicos británicos, que han centrado, además, gran parte del debate en la franquicia Call of Duty. Y todo ello, a pesar de las insistentes promesas de Phill Spencer y otros mandamases de Xbox de que el juego seguirá accesible para los jugadores de PlayStation.

"La modelización financiera de la fusión sugiere que el incentivo de la entidad fusionada para excluir a Sony puede ser mayor de lo que sugieren las partes", se podía leer en el último informe de la CMA británica, que considera que el grupo japonés se viese privado de ese y otros títulos limitaría mucho su capacidad para competir. "No se ha identificado ninguna prueba persuasiva de que Microsoft se viera disuadida de emprender estrategias de exclusión total o parcial", se recoge en dicho texto. Un texto, por cierto, que saca a Nintendo de la ecuación. Reconoce su valor en el mercado, pero deja caer que no entra en esta pelea porque su propuesta es otra.

Un Call of Duty exclusivo... ¿mejor negocio?

Para conocer la postura de Microsoft, hay que moverse desde Reino Unido a Brasil y repasar la carta en la que defendían la operación y se filtró a los medios de comunicación. En dicho documento, lo que venía a decir a la compañía dirigida por Satya Nadella es que los jugadores que atraerían convirtiendo estos títulos en exclusivos de Xbox o de Game Pass para PC no compensaría económicamente porque perderían los miles de millones que generan las ventas en otras consolas como PlayStation o en otras tiendas paras ordenadores como Steam. Según los resultados financieros del grupo Activision Blizzard, el distribuidor que más ingresos le genera es Sony, con cerca del 17%. Microsoft, con un 11%, se sitúa por detrás de Apple y Google, con un 15 y un 14%. Unas cifras que sobre el papel reforzarían el argumento de Microsoft.

¿Qué negocio supone? El grupo generó en 2021 casi 9.000 millones de dólares de ingresos, de los que casi la tercera parte eran beneficios. Al frente de esta facturación, está Activision, que bajo su paraguas cuenta con el mencionado Call of Duty, Spyro o Crash Bandicoot; y que aporta cerca del 50%. El resto viene de Blizzard (Diablo, WoW) y de King (popular por sus juegos para móviles), ambas con un peso similar.

placeholder Dos juegos de 'Call of Duty'. (Reuters)
Dos juegos de 'Call of Duty'. (Reuters)

Además, en su defensa ante el regulador boricua, Microsoft no dudó en tildar de "hipócrita" la actitud de Sony. La razón para utilizar este lenguaje grueso es que los creadores de la PlayStation han hecho de las exclusividades la viga maestra de su éxito. Algunos casos concretos son los acuerdos de juegos como el remake de Final Fantasy VII, Ghostwire Tokio o Deathloop para que estas creaciones no llegasen a otras consolas.

Los rectores de Xbox lo tienen claro. Creen que los japoneses tienen miedo al cambio de modelo que han propuesto con Game Pass, que precisamente se aleja del modelo en el que se han sentido cómodos sus rivales, basado en la venta del hardware, pero también de los juegos, bien físicos o bien mediante descarga digital. Conocido como el Netflix de los videojuegos, ofrece una selección de 100 juegos (se van renovando periódicamente) para PC o para Xbox por 9,99 euros. Si alguien decide pagar 12,99 euros, también podrá disfrutar de parte del catálogo de EA.

Momento dulce para Game Pass

Cuando Microsoft fue dibujando las líneas maestras de esta tarifa plana, muchos pensaron que la compañía tendría que esperar muchos años para recoger los frutos. Sin embargo, como el propio Phil Spencer declaró, el servicio ya estaría dando "rentabilidad" a Microsoft. "Game Pass como parte de nuestros ingresos por contenido y servicios alcance probablemente el 15%", dijo en una conferencia organizada por el WSJ. Echando un ojo a sus cuentas recientes, los ingresos de esta suscripción podrían rondar unos 1.900 millones de euros cada año.

Pero por muy bien que soplen los vientos, el propio Spencer dibujó algunos retos para el futuro inmediato del modelo y la compra de Activision no parecía el principal de todos ellos. Reconoció, por ejemplo, que el margen de crecimiento a día de hoy estaba en el PC y que en consolas se estaba ralentizando "porque en algún momento llegas al número máximo de personas que se quiere suscribir" en esas plataformas. Además, deslizó que en algún momento tocará aumentar el coste. “Hemos mantenido el precio de nuestra consola, hemos mantenido el precio de los juegos... y nuestra suscripción. No creo que podamos hacer eso para siempre”.

placeholder Phil Spencer en una presentación de Xbox. (Reuters)
Phil Spencer en una presentación de Xbox. (Reuters)

En aquel encuentro, el directivo también expuso argumentos para hacer entender que la compra de Activision-Blizzard no va de poner palos en las ruedas a Sony, quien tiene una parroquia el doble de grande que la de Xbox a día de hoy.

Spencer explicó su visión para desacoplar Game Pass y su división de juegos del mundo de las consolas al decir que "le encantaría tener una aplicación (de Game Pass) en cada dispositivo". "La oportunidad de Activision es una oportunidad móvil para nosotros", afirmó, poniendo en el acento de que los 'smartphones' constituyen la plataforma de juego más "grande del planeta". Una plataforma que está controlada por dos empresas como son Google y Apple y que ellos "no tienen ningún tipo de presencia". "Es obligatorio entrar ahí para nuestro negocio. No hay forma de que tengas éxito como empresa de juegos sin acceso a jugadores móviles". Todos estos motivos son los que el directivo sacó para justificar su visión sobre Activision-Blizzard, una "adquisición necesaria" para hacer más atractivo su tarifa plana y poder impulsarla a nuevas plataformas.

El Call of Duty se adentra en un terreno desconocido. En esta caso, la popular saga no trasladará al jugador ni a la II Guerra Mundial ni a la Guerra Fría. Tampoco se ambientará, como ya se ha visto en otras ocasiones, en un conflicto ficticio como la III Guerra Mundial o una contienda de corte futurista. El nuevo campo de batalla es para muchos bastante más temible: los despachos de los burócratas de medio mundo, que ahora deben decidir si dan su bendición a la oferta de 68.000 M que Microsoft hizo para fagocitar Activision-Blizzard, el gigante de los videojuegos propietario de esta franquicia y de otras tan conocidas y populares como World of Warcraft, Diablo, o Candy Crush, entre muchas otras.

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