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Un mes con la 'super TV' curva de 2.500 € de Samsung: esta LCD por fin da la talla
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QLED Q8C curva

Un mes con la 'super TV' curva de 2.500 € de Samsung: esta LCD por fin da la talla

Los coreanos demuestran con esta pantalla con un diseño para enmarcar estar en condiciones de competir con las OLED. Eso sí, estas curvas no son para mí

Foto: No, Samsung. Estas curvas no son para mí. (M.MC)
No, Samsung. Estas curvas no son para mí. (M.MC)

Nuestros encuentros han sido a la vista de todos. Con luz y taquígrafos. Congresos, ferias y presentaciones. Me solía quedar mirándola un buen rato, como intentando refutar su aparente perfección o confirmarla. Imposible en esos lugares. Tenía ganas de verme a solas con una de esas enormes televisiones de pantallas monstruosas y una calidad estratosférica sobre el papel que hemos visto este año. Pero quería hacerlo lejos de sus responsables, con otras imágenes que no fuesen esas medidas y ajustadas al milímetro. En casa, desde mi sofá. Que ella pudiese ser cómo realmente es. Y ya lo he hecho. He convivido durante varias semanas con una de las 'smart TV' QLED de la serie Q8C de Samsung, cambiando mi antigua televisión, una normal y corriente a la que enchufé un Chromecast en su día para darle algo de chicha.

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¿Tienen las LCD la posibilidad de competir en igual de condiciones a las OLED? ¿Siguen teniendo sentido (si alguna vez lo tuvieron) las pantallas curvas? Mi salón es pequeño, ¿cuál es el tamaño máximo al que debo aspirar? Todas estas preguntas han tenido ido teniendo respuesta, en mayor o menor, medida durante el tiempo que este pantallón de 55 pulgadas (cedido temporalmente para la prueba) ha estado siendo el rey de mi casa.

Una joya del diseño

placeholder El acabado de la parte trasera de esta QLED de Samsung es impecable. (M. MC)
El acabado de la parte trasera de esta QLED de Samsung es impecable. (M. MC)

Mi salón, precisamente, no es el de una casa señorial. Es acogedor. O sea, más bien pequeño. Desde que la caja de la televisión apareció en el recibidor se sabía que colocarlo no iba a ser nada fácil. Encontré un buen hueco en una de las esquinas. Coloqué la peana sobre un mueble. Tiene un aspecto imponente. Hablamos de más de un metro y veintidós centímetros de ancho. Casi ochenta centímetros de alto. El 'paquetito' en cuestión pesaba 30 kilogramos. Imposible manejarlo uno solo (por eso incluye la instalación, si quieres, gratuita en el precio). No lo intentes. La televisión, peana incluída, pesa 23.2 kilogramos. Casi nada.

El diseño tanto en la frontal como en la espalda deja claro desde el principio que no es un televisor al uso

Esta televisión es la antítesis de la frase de 'es más feo que la parte de atrás de una nevera'. El acabado de aluminio -muy suave al tacto- que han dotado a la espalda de este aparato está francamente logrado. Eso sí, hay que manejarlo con cuidado, no vaya a llevarse un golpe que acabe afeando esta superficie. Se han preocupado en cuidar todos los detalles, desde la peana hasta las tapas de las conexiones, que quedan muy disimuladas. Casi no se interrumpe, salvo un par de franjas y la zona donde el soporte hace su trabajo. Este punto de unión queda esconcida bajo una tapa que casa perfectamente con el resto del material.

En la parte frontal han conseguido reducir los marcos al mínimo. Son cinco milímetros. A esto hay que sumar otros cinco de la zona donde el metal abraza la pantalla. Apenas 0,1 milímetros. Nada.

Teles curvas y el huevo de 'Fabergé'

placeholder Los marcos son mínimos. (M.MC)
Los marcos son mínimos. (M.MC)

Siempre fui una persona bastante agnóstica con las pantallas curvas, especialmente en televisiones. Aportan personalidad y belleza al diseño y tienen todavía ese efecto 'wow' entre los que no lo han visto previamente. Pero ahí se acaba todo. Las pantallas curvas, en mi opinión, son preciosos huevos de Fabergé. Pero bastante inservibles. Una pieza decorativa de excepción. Punto. Nada más.

A la hora de sentarte frente a ella, la inmersión que tanto se comenta no aporta una experiencia completamente diferencial, que ver una plana. Y en los laterales, a pesar de que este modelo mejora la reproducción, por ejemplo, de colores cuando lo estás viendo ligeramente ladeado, lo de ver la televisión desde 45 grados sigue dejando bastante que desear en este caso.

¡'Ciao' cables!: mi salvación

placeholder Detalle del sistema del One Connect de Samsung.  (M. MC)
Detalle del sistema del One Connect de Samsung. (M. MC)

Tengo algo así como el síndrome de Diógenes aplicado únicamente y exclusivamente a los cables. Y no sólo por acumularlos y coleccionarlos en cajones. Sino por el extraño talento para enrollarlos en una maraña en tiempo récord. Samsung hace tiempo que sacó la mayoría de conexiones de su televisión. Eso permite, por ejemplo reducir notablemente el grosor de sus televisores.

El sistema One Connect es una bendición de caja que expulsa todos los puertos del televisor

Su sistema One Connect es una bendición de caja que puedes colocar donde quieras y que se conecta a la pantalla, a través de un finísimo cable óptico. Es el único cable que llega a la televisión, salvo el de la corrriente, que se oculta excelentemente bajo la peana. Este 'satélite' de la QLED Q8C es donde se colocan los puertos USB, HDMI, la conexión a la antena y el cable de red como podéis ver en la imagen de más abajo. A partir de ahí, es trabajo del usuario disimularlo en mayor o menor medida.

¿QLED u OLED? Esa es la cuestión

De acuerdo. La tele es bonita. Preciosa. Pero aquí y en todas partes del mundo están hechas para mirarse por delante. y no por detrás. A poder ser encendidas. Aunque hay múltiples fabricantes (Sony, Panasonic, Xiaomi...), hay dos fabricantes que están manteniendo un particular pulso en la cumbre. LG y Samsung. Y cada uno con su tecnología. Mientras que los primeros apuestas por los paneles OLED -un material orgánico que permite encender y apagar cada píxel individualmente-, los otros lo hacen por paneles LCD, con distintas innovaciones para actualizarlos y llevarlos a una nueva dimensión. Todo ello empaquetado bajo el nombre QLED.

placeholder La caja OneConnect de Samsung. (EC)
La caja OneConnect de Samsung. (EC)

Ambos tiene sus detractores y sus seguidores. La tecnología OLED, al permitir apagar cada píxel, permite conseguir, por ejemplo, negros más profundos. Las LCD de Samsung, rebautizadas bajo QLED, son todo lo contrario. Tienen picos de brillo de entre 1.500 y 2.000 nits. Un techo más alto que los OLED. Sin embargo, tiene que tirar de soluciones como Quantum Dot así como otros tipos de software para poder gestionar el negro al mismo nivel que su principal rival. Han pasado casi dos años desde que Samsung 'alumbró', nunca mejor dicho, las QLED.

Aseguran que este año las televisiones han mejorado hasta un 15% el máximo de brillo que puede ofrecer. Este, el de la iluminación, es uno de sus grandes argumentos en su particular guerra. El otro, el de la oxidación. Acusan al OLED de tener una menor vida útil al ser orgánico.

Pero, ¿cómo se ve?

La calidad de imagen, en estos niveles, está fuera de toda duda. Gracias al HDR+ y el 4K (un estándar de imagen que múltiplica por cuatro las bondades del Full HD) ver una serie en Netflix o HBO es una experiencia única. No será capaz de generar los mismos negros que el OLED, pero o tienes el ojo muy entrenado y acostumbrado o no lo notas. A mi me ha sido ciertamente complicado. El sistema de retroiluminación 'Edge Led' consigue buenos resultados aunque si uno se fija, especialmente en archivos HD o Full HD, se ve cómo sufre al reproducir objetos iluminados en zonas oscuras o al mostrar una película, donde las bandas superior e inferior pierden intensidad por la fuga de brillo.

La calidad cambia radicalmente cuando sintonizaba alguna cadena de la parrilla tradicional. Lo cierto es que da igual. Antena 3, La Sexta, como Telecinco o Televisión Española. Deja bastante que desear. No por el televisor. Aquí el motor de reescalado tiene un trabajo mayúsculo. No en vano tiene que añadir un 75% más de información a la imagen en forma de píxeles, que aquí la TDT emite en HD y con una calidad cuestionable. El aparato aprueba con nota, aunque las diferencias se ven a simple vista. Acabarás maldiciendo la TDT.

No consigue la pureza de los negros del OLED pero los aditivos de este LCD logran reducir distancias

No es igual en el caso del video o una retransmisión que no esté HDR (High Dinamic Range), es decir, con Standard Dinamic Range. La opción de emularlo, si no se articula y se configura bien, puede acabar en un fiesta estridente, saturando colores de manera artificial. Que esta opción se utilice de forma efectiva depende más de lo diestro que sea el usuario que de los automatismos.

Sobre el sonido, un apunte: cumple, pero cómo ocurre con otras televisiones de otras marcas que apuestan por esta extremada delgadez, no se pueden integrar unos altavoces de esos que te dejan sin hipo. Invertir en una barra de sonido puede ser una opción a valorar.

Tizen es un acierto

placeholder Algunas de las 'apps' de la QLED de Samsung. (M.MC)
Algunas de las 'apps' de la QLED de Samsung. (M.MC)

Tizen es la apuesta de Samsung para relojes, algunos móviles en países como la India pero sobretodo para televisiones inteligentes. La experiencia es muy grata. Fluida. Sin tirones y francamente fácil de entender. Para navegar dispones de dos balcones en la parte inferior. El situado en el borde de la pantalla permite configurar accesos directos a aplicaciones como Netflix, HBO, YouTube, Prime Video o BeIN TV, para los amantes del fútbol, así como acceder a las opciones de configuración del televisión y la tienda de 'apps.

Tizen es un acierto. Es un sistema de navegación intuitivo y muy sencillo

La guinda: el mando

El mando. Un caramelo. Hará que olvides lo de la posibilidad de manejar la televisión con el móvil de turno. No sólo por el diseño que personalmente me encanta. Permite emparejarse con otros aparatos -como Vodafone TV o Apple TV- para establecerlo como mando universal. Se controla de manera súper sencilla. Y la única pega que tengo es que la rueda que preside el centro de este control no sea giratoria. Funciona con presión para manejarse arriba, abajo, izquierda y derecha pero combinar ambos sistemas permitirá hacer 'zapping' o moverse rápidamente fácilmente. Sería una opción a valorar.

placeholder El mando creado por Samsung es una delicia. (M.MC)
El mando creado por Samsung es una delicia. (M.MC)

Si eres de los asiduos al control por voz también tienes esta opción. Sirve para cambiar de canal, abrir apps concretas o acceder a ajustes fácilmente. Eso sí no es compatible dentro de la mayoría de 'apps', una vez has accedido. Responde bastante bien, aunque realmente, más que para las pruebas, no he hecho demasiado uso de ello.

Un peso pesado para competir con OLED

placeholder Algunas de las 'apps' de la QLED de Samsung. (M.MC)
Algunas de las 'apps' de la QLED de Samsung. (M.MC)

Así de claro. Samsung ha conseguido tener una LCD capaz de competir con el OLED que cada día que pasa tiene más aceptación en el mercado. Su mayor asignatura pendiente es el sonido. Cumple, pero estando en un televisor de este rango de precios se valoraría algo más fino. Por lo demás es obvio que no consigue la misma profundidad de negros que un panel orgánico pero los 'aditivos' hacen su papel y consiguen reducir la brecha notablemente. Mención especial para los brillos y la reproducción de color. Excepcional en ese sentido.

Obviamente con esta carta de servicios, la factura no es precisamente asequible. Hablamos, en el modelo de 55 pulgadas, de un precio oficial de 2.500 euros, aunque se puede encontrar algo más barata dependiendo el proveedor. Es una inversión mayúscula, no al alcance de cualquiera. Esta imagen, por fuera y dentro, hay que pagarla.

Nuestros encuentros han sido a la vista de todos. Con luz y taquígrafos. Congresos, ferias y presentaciones. Me solía quedar mirándola un buen rato, como intentando refutar su aparente perfección o confirmarla. Imposible en esos lugares. Tenía ganas de verme a solas con una de esas enormes televisiones de pantallas monstruosas y una calidad estratosférica sobre el papel que hemos visto este año. Pero quería hacerlo lejos de sus responsables, con otras imágenes que no fuesen esas medidas y ajustadas al milímetro. En casa, desde mi sofá. Que ella pudiese ser cómo realmente es. Y ya lo he hecho. He convivido durante varias semanas con una de las 'smart TV' QLED de la serie Q8C de Samsung, cambiando mi antigua televisión, una normal y corriente a la que enchufé un Chromecast en su día para darle algo de chicha.

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