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Un ejército de enfermos: Rusia recluta inválidos para mandarlos a los campos de la muerte en Ucrania
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Batallones 'suicidas'

Un ejército de enfermos: Rusia recluta inválidos para mandarlos a los campos de la muerte en Ucrania

El Confidencial ha reunido pruebas de cómo Rusia "ha secuestrado" a ciegos, hombres sin un pulmón tras un cáncer, tullidos... para su Ejército

Foto: Documentos que demuestran el reclutamiento de Konstantin, un hombre ciego. (Ferran Barber)
Documentos que demuestran el reclutamiento de Konstantin, un hombre ciego. (Ferran Barber)
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Unos tipos se presentaron en su trabajo y le entregaron una citación escrita, en la que le conminaban a acudir antes de dos horas a un punto de reunión. Cuando Andrei Alexandrovich Gubanov acudió a la cita, le informaron de que había sido movilizado. Pero ¿a dónde?, ¿por qué?, ¿qué esperaban de él? Era 22 de febrero de 2022. 48 horas después, el Kremlin daba la orden a su Ejército de avanzar sobre Ucrania. Pero entonces nadie sabía, y menos los soldados, a menudo reclutados con engaños entre gente sin ninguna experiencia militar de la Rusia profunda y rural, lo que estaba por ocurrir.

Gubanov tenía 45 años cuando fue enviado por la fuerza al frente junto a un puñado más de hombres de su municipio. Jamás había tocado un fusil. Era un sencillo trabajador del campo sin pulsiones militares ni patrióticas, la clase de individuo que jamás espera que una guerra llame a las puertas de su dacha. Como en todas las guerras, no son los hijos del poder los que ponen los muertos, sino la humilde gente común.

Foto: Andriy, colocándose su pierna nueva en un centro de rehabilitación en Leópolis. (Fermín Torrano)

El Confidencial ha obtenido un registro audiovisual de la conversación desesperada que mantiene la esposa de Andrei —Elena— con un presunto funcionario de la Oficina del Fiscal Militar Principal de Rusia, a quien suplica ayuda. Según se infiere de la conversación, obtenida gracias a las filtraciones de un confidente de los Servicios Federales de Seguridad o FSB (herederos del antiguo KGB), las oficinas rusas de reclutamiento han estado de facto "secuestrando" a gente para mandarla ilegalmente como carne de cañón al sangriento campo de batalla ucraniano.

El caso de Gubanov es particularmente espeluznante porque cuando lo integraron en un "batallón de suicidas", como se conoce a estas unidades de hombres sin formación militar, no hacía tan siquiera un año desde que los médicos le habían extirpado uno de sus pulmones para impedir el avance de un tumor. No es el único. Según los testimonios que ha logrado reunir El Confidencial, el Kremlin ha llamado a filas no solo a enfermos de cáncer como Gubanov, sino también a discapacitados, convalecientes, cojos, enfermos mentales e incluso ciegos.

Ciegos y minusválidos, al frente

Antes de ser movilizado ilegalmente, Andrei era tractorista. "Ni sabía nada de armas ni jamás había estado en el ejército cuando fueron a su trabajo para arruinar su vida y la de su familia", dice su esposa. El pronóstico de su enfermedad era benigno, pero aun así, debería haber sido sometido a una revisión el mes de marzo que nunca tuvo lugar: el 4 de septiembre del pasado año, Gubanov y otros hombres de su unidad fueron capturados por los ucranianos, que los hicieron fácilmente prisioneros por su falta de destrezas militares ni moral alguna de combate. Son los primeros en caer y los primeros en rendirse porque esta no es su guerra.

Foto: Tanques operados por Ucrania destruidos en el frente de Zaporiyia. (Ministerio de Defensa ruso)
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"Estoy buscando ayuda para que liberen a mi marido cuanto antes", imploraba Elena en la última de sus comunicaciones con la Fiscalía Militar. "Desde que lo hicieron prisionero, no hemos vuelto a saber nada de él. Hemos intentado contactar con su unidad y dijeron que lo buscarían, pero nadie hasta la fecha ha dicho nada. Se lo llevaron a sabiendas de que tenía un solo pulmón y su estado podía agravarse... Y entre tanto, yo me he quedado al cargo de la familia", lamenta la mujer. "Él no fue el único del distrito. Se llevaron a muchos. No podían negarse, porque los amenazaron con la cárcel", recuerda angustiosamente.

El caso de Andrei no es anecdótico. Son muchos los familiares de los enfermos y los minusválidos arrojados por el Kremlin a los campos de batalla que coinciden en señalar que alguno de los suyos fue de facto raptado por los funcionarios de la oficina de reclutamiento y enviado a combatir aunque no sabían distinguir un cañón de una culata.

Las fuentes consultadas relatan que están mandando al frente incluso a ciegos. "A mi hijo Konstantin Sokolskij lo secuestraron el pasado 12 de octubre cuando volvía a casa del trabajo", asegura su madre, Svetlana Vladimirovna Sokolskij.

Foto: Cargueros de grano desde Ucrania navegan cerca de Estambul. (Reuters/Umit Bektas)

Antes de ser reclutado, Konstantin —nacido en 1985— residía en Makéyevka, una ciudad industrial y rusófona de cerca de 400.000 habitantes situada a 25 kilómetros de Donetsk, capital del óblast o región del mismo nombre. Desde abril de 2014, la localidad está controlada por los prorrusos. El hombre caminaba por la calle cuando fue abordado por varios funcionarios de la comisaría militar que le mostraron la orden de movilización y le empujaron al interior de un vehículo.

A los pocos días, fue enviado al frente. De nada sirvió que Sokolsij padezca queratocono, una patología degenerativa ocular que deforma la córnea y daña la visión. "Ni siquiera le hicieron un examen médico para confirmar que, en efecto, es prácticamente ciego", afirma su madre. Por uno de los ojos no ve absolutamente nada y por el otro, solo aprecia siluetas, un diagnóstico confirmado años antes por una comisión de médicos. "Los doctores dijeron en 2020 que mi hijo precisaba una operación urgente, pero ese tipo de cirugía solo podía hacerse en Kiev o Moscú. Makéyevka quedó separada del resto de Ucrania tras el Euromaidán y nosotros somos gente pobre y no teníamos dinero para pagar una intervención tan cara en la capital de Rusia", lamenta la madre.

placeholder Konstantin es prácticamente ciego de un ojo y completamente ciego del otro.
Konstantin es prácticamente ciego de un ojo y completamente ciego del otro.

Incluso los propios médicos militares rusos certificaron en diciembre del pasado año que, tal y como sostenía el afectado, padecía una grave dolencia de la córnea. Pero en lugar de enviarlo de vuelta con su madre, los prorrusos del Dombás tenían otro plan para él: servirse del agudo sentido del oído del muchacho para labores castrenses auxiliares.

"Lo pusieron a tejer redes de camuflaje; a fabricar cepillos para limpiar los barriles de armas y a suministrar municiones a los combatientes. Luego lo pusieron al cargo de unos aparatos que amplifican la señal de los aviones tripulados", explica. Buscan a gente con una audición sobresaliente para que capten la presencia de los drones cuando se acercan a sus posiciones, y les pareció que Konstantin era su hombre. Después de tres meses en el frente, y como consecuencia del estrés, la hipotermia y el trabajo en las trincheras, el ojo menos ciego se lesionó. Aumentó su presión intracraneal, sufría fuertes dolores de cabeza y le enviaron al hospital. Si no le operan, perderá la vista que le queda. No puede tan siquiera levantar pequeños pesos, según relata Svetlana.

placeholder Pasaporte de Konstantin, un hombre de Donestsk secuestrado por la oficina rusa de reclutamiento y obligado a combatir pese a su ceguera. (El Confidencial)
Pasaporte de Konstantin, un hombre de Donestsk secuestrado por la oficina rusa de reclutamiento y obligado a combatir pese a su ceguera. (El Confidencial)

Las comisiones médicas de Donetsk se encuentran saturadas porque hay unos pocos facultativos, desmotivados. El pasado 2 de mayo, en lugar de dispensarle de sus deberes militares, lo volvieron a llamar para una nueva ronda en los campos de la muerte: "Yo les pregunté a los funcionarios cómo esperaban que un inválido ciego participara en las hostilidades y adivine qué me respondieron. ¡Me dijeron que ganamos la Gran Guerra Patria porque hasta los ciegos se levantaron en aquel entonces para luchar contra la invasión fascista! '¡Si los invidentes hicieron hace 80 años una contribución a la victoria, también su hijo puede hacerlo!', me espetaron".

En la última comunicación registrada por el confidente de Svetlana con la Fiscalía Militar, la madre del soldado ciego se lamenta así: "Mañana por la mañana, un automóvil vendrá a llevarse nuevamente a mi hijo a la unidad militar, y de allí lo enviarán al frente de Ucrania. Sé que las batallas son feroces porque, en nuestra ciudad, muchas mujeres han perdido a sus esposos y a sus hijos. Soy consciente de que tal vez sea la última vez que lo vea, pero no puedo cambiar nada. Por favor, dígale a los oficiales de su regimiento que no manden ciegos a la guerra". Hace varias semanas que El Confidencial perdió el contacto con la madre, de modo que es incierto cuál ha sido el destino de Konstantin.

Aprovechando el vacío legal

Muchos de estos hombres secuestrados por las autoridades militares proceden de los territorios ocupados del Donetsk y de Lugansk. Según Anatoli Fursov, empresario y abogado ruso perseguido por el Kremlin y exiliado en España, la normativa que regula quién no es apto para servir en el ejército por motivos de salud es de por sí ya muy borrosa porque otorga la última palabra a las saturadas comisiones médicas. "En [las repúblicas populares de] Donetsk y Lugansk, comenzaron a hacer reclutamientos masivos antes incluso de que se anunciara la movilización general de Rusia. Como ambas repúblicas se hallan en una zona gris legislativa, sus funcionarios están forzando a gente a combatir violando todas las normas y leyes vigentes", afirma.

Foto: Miembros del Ejército ucraniano junto a un tanque en la región de Zaporiyia. (Reuters/Marko Djurica)

La situación no es mucho mejor en Rusia. "Se trata de un país en que las leyes simplemente no se hacen cumplir", se lamenta Fursov. Él mismo fue la víctima de una cruel persecución que le obligó a escapar a España tras entrar a formar parte en una de esas listas de agentes extranjeros que confecciona el Kremlin. "El Ministerio de Defensa ordenó a las oficinas de alistamiento militar que llamaran a la guerra a tantos soldados como fuera posible. Al mismo tiempo, las comisiones médicas fueron presionadas para que reconociera a todos los hombres como aptos en las levas. ¿Sabe qué significa eso? Que ahora mismo están luchando en las filas del Ejército ruso personas con discapacidades; soldados seropositivos; hombres que han sufrido un ataque de corazón o un derrame cerebral; cojos; enfermos mentales registrados en dispensarios neuropsiquiátricos; adictos a las drogas; alcohólicos e incluso ciegos", asegura. Al mismo tiempo, añade que "la corrupción prospera en las Fuerzas Armadas de Rusia, de manera que si un recluta tiene dinero, puede pagar fácilmente un soborno y evitar ser empaquetado para el frente". Esto ayuda a entender por qué la mayoría de los combatientes son varones con bajos ingresos sociales.

La investigación realizada por este digital para reunir más evidencias de que Putin ha enviado a morir a cientos de enfermos y de minusválidos no hubiera sido posible sin el concurso de las mujeres. Son las madres, las hermanas, las esposas y las hijas las que luchan desde Rusia y los territorios ocupados para recuperar a los soldados, a pesar de los riesgos que entraña encararse con los federales y desafiar al régimen y arrojando de paso alguna luz acerca de las artimañas con las que abastecen la primera línea, en ausencia de fervor patriótico.

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"A mi marido le atraparon el 23 de septiembre pasado", afirma Galina Sergeevna Dubinina, en otras de las quejas que El Confidencial ha recopilado con la ayuda de un federal desleal al régimen. El marido de Galina fue movilizado cuando estaba a punto de cumplir 46 años. Partió a la guerra con el cuerpo entero cubierto por las manchas rojas y escamosas típicas de la psoriasis. Antes de que lo raptaran, trabajaba como instalador de las unidades de bombeo de una compañía petrolífera perteneciente a Rosneff.

"Estaba trabajando y su jefe le llamó para decirle que tenía que presentarse en la oficina de alistamiento", continúa. "En vano trató de explicarles que carecía de experiencia de combate y que jamás había empuñado un arma. No cumplía ni uno solo de los requisitos del decreto de movilización, pero era una encerrona. Lo cargaron en un autobús y se lo llevaron al aeropuerto. Entre los secuestrados había muchos jubilados. ¡Uno de aquellos viejos tenía 67 años! Tres días después de que se lo llevaran por la fuerza me llamó y me dijo que había sido inscrito en la cartilla militar como artillero subalterno. ¿Artillero subalterno un hombre que no había visto jamás ni una pistola? Hubo voluntarios a los que dejaron fuera y, en su lugar, se llevaron arrastrados a los tullidos, los sordos y los minusválidos”. Simplemente, según el relato de la mujer del soldado movilizado, les daba igual el contenido del decreto de la movilización parcial. El que caía en la red era mandado al frente a condición de que tuviera fuerza para sostener un tirachinas.

Sin asistencia médica

Y el problema no es solo que hayan sido reclutados individuos con enfermedades como sida, sífilis o diabetes. Sino que los soldados y oficiales heridos en combate se pudren a menudo vivos en el Donetsk o en el Lugansk, porque Rusia carece de los medios o la determinación para proporcionarles asistencia médica. Muchos han muerto en sus posiciones o se han quitado la vida haciendo estallar una granada porque agonizaron durante horas o incluso días sin que los evacuaran de la línea. El caos dentro de las filas rusas es notorio, lo que explica la ineficiencia de su Ejército y la desmotivación de los combatientes.

Foto: Cargueros de grano desde Ucrania navegan cerca de Estambul. (Reuters/Umit Bektas)

El Confidencial ha conseguido también pruebas de estos últimos casos. Nicolai Nikolayevich Loshmanov, de 42 años de edad, fue movilizado el 5 de octubre del pasado año. A principios de este mes, el día 3 de julio, sufrió heridas de metralla en los brazos y en las piernas cuando participaba en una misión. "El comandante de la tercera división del 20 Ejército dio la orden de no enviar a nadie a Rusia para que recibiera tratamiento, así que él y los chicos se encuentran atrapados en el Lugansk", asegura la esposa del militar herido. Según dice Natalia, hay 15 personas en total, incluido su marido, en una situación idéntica: "Mi hombre apenas puede moverse con muletas debido a las heridas y la única atención que ha recibido son las vendas. Allí no hay cirujanos, ni radiografías, ni especialistas. Allí no hay nada".

A medida que la guerra avanza, se incrementa también el número de padres y de esposas y de hermanas que luchan por saber qué ha sido de los combatientes. Son miles los soldados desaparecidos. No han sido consignados como muertos, pero tampoco como capturados por los ucranianos. La desesperación arraiga fácilmente en ese limbo de incertidumbre, retroalimentada por la iniquidad de los mandos rusos. De manera casi unánime, los soldados describen la vida en el ejército como una "pesadilla infernal donde ni siquiera pueden aferrarse al consuelo de la camaradería".

Foto: Tamara, una de las desminadoras de la organización HALO, a las afueras de Kiev. (M. R)

La hermana de Andrei Nikolaevich Zavalny (soldado movilizado el 22 de febrero de este año, cuando tenía 50 años) se enteró de que su pariente había sido capturado gracias a una foto de Telegram. “Mi hermano había servido en la Marina en los tiempos de la Unión Soviética. Eso era toda su experiencia militar cuando fue llamado a filas por el concejo de nuestro pueblo. Se lo llevaron y no supimos nada de él en cuatro meses”, recuerda Oksana. “Algún tiempo después, se puso en contacto con nosotros y, en medio de la llamada, se perdió la conexión. El pasado día 6 vimos un vídeo en Internet que sugería que Andrei había sido capturado junto a siete hombres más de su misma compañía. Lo mejor que puede haberle sucedido es haber sido atrapado”, afirma aliviada. "Sabemos que hay muchos cadáveres tirados en las cunetas y entre los campos de los girasoles", asegura Nikolaevich.

Falsas remuneraciones

Ninguno de los combatientes cuyos casos enumera este texto han sido resarcidos por el Kremlin a pesar de las promesas de compensaciones económicas con las que adornaban las campañas de las levas. No reconocer la muerte o el apresamiento de un recluta brinda a Moscú otra excusa magnífica para eludir los pagos. Al final, hay al menos dos víctimas por cada hombre que ha sido enviado a combatir contra su voluntad. De un lado está el soldado y del otro, su familia.

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La madre de 70 años de Zavalny y su abuela, de 86, están aguantando como pueden con dos pensiones miserables. "Andrei no tenía un trabajo fijo pero cultivaba un huerto que ha quedado desatendido. También ayudaba aquí y allá para ganarse algunos rublos", nos explica Oksana. Según su relato, no importaba que hubiese sido recientemente operado y se encontrase convaleciente: "Y lo mejor de todo esto es que se lo llevaron a luchar pese a que había sido operado de uno de los ojos y estaba en tratamiento. Nadie de la comisión médica le vio. Simplemente, lo mandaron a la guerra".

"Queremos saber dónde están nuestros familiares", dice Elena Mogilevich. También ella ha perdido a su marido, Dimitri Vladimirovich Mogilevich, de 37 años, reclutado en el Donetsk e integrado en el regimiento 11-35. "Estaremos muy felices de saber que han sido capturados porque, al menos, tendremos la certeza de que no han sido abatidos", explica ella. Pero todo lo que he logrado averiguar no es gracias a los oficiales, sino a una foto que alguien le envió. Nada más verla dijo: "Sí, ese es él. No cabe duda". Sin embargo, aún resuena esta pregunta en su cabeza: "¿Cómo acabó un tractorista sin experiencia militar combatiendo en el conflicto? Pues porque en caso contrario, hubiera sido encarcelado o remitido a uno de esos batallones suicidas. Y entre tanto, nadie nos ayuda en casa. Tengo dos hijos y él era nuestro único sostén. Nadie quería esta guerra".

Unos tipos se presentaron en su trabajo y le entregaron una citación escrita, en la que le conminaban a acudir antes de dos horas a un punto de reunión. Cuando Andrei Alexandrovich Gubanov acudió a la cita, le informaron de que había sido movilizado. Pero ¿a dónde?, ¿por qué?, ¿qué esperaban de él? Era 22 de febrero de 2022. 48 horas después, el Kremlin daba la orden a su Ejército de avanzar sobre Ucrania. Pero entonces nadie sabía, y menos los soldados, a menudo reclutados con engaños entre gente sin ninguna experiencia militar de la Rusia profunda y rural, lo que estaba por ocurrir.

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