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¿Reclutar rusos, canjear 'nazis'? El método Putin para lograr enfadar a todo el mundo
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Otro mal cálculo del Kremlin

¿Reclutar rusos, canjear 'nazis'? El método Putin para lograr enfadar a todo el mundo

Críticas a diestro y siniestro. En apenas pocas horas, el Gobierno ruso ha conseguido enfadar a casi todo el mundo, tanto por la movilización parcial como por el intercambio de prisioneros de Azov

Foto: Intercambio de los prisioneros de Azov. (Reuters/Servicio de Emergencias ucraniano)
Intercambio de los prisioneros de Azov. (Reuters/Servicio de Emergencias ucraniano)
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Durante la noche del miércoles —algunos dirían que con nocturnidad—, mientras Rusia entraba en cólera y pánico por la noticia de la 'movilización general parcial', el Gobierno ruso llevaba a cabo el mayor intercambio de prisioneros con Ucrania desde el inicio de la invasión. Pero no se trató de una transacción cualquiera: entre los liberados por el bando de Kiev estaba Víktor Medvedchuk, el oligarca ucraniano prorruso y estrecho aliado de Putin, hasta el punto de que el presidente ruso es padrino de su hija. Por el lado ruso fueron entregados más de un centenar de combatientes del Batallón Azov, incluyendo los que lideraron la defensa del complejo de Azovstal en Mariúpol, así como varios voluntarios extranjeros que habían sido condenados a muerte en juicios exprés, como el británico Aiden Aislin.

Y esto último no ha gustado nada de nada al sector ultranacionalista de Rusia, cuya cólera por la debacle militar rusa en Járkov apenas había empezado a atenuarse con el decreto de movilización. Múltiples comentaristas militares rusos —uno de los pocos sectores de comunicación no censurados por el Gobierno ruso, dada su tradicional lealtad al Kremlin— han expresado su ira por el intercambio. “La liberación de cinco mercenarios británicos, hecha hoy con mediación de Emiratos Árabes [sic, la mediación ha sido de Arabia Saudí], es peor que un crimen… y peor que un error. Es UNA ESTUPIDEZ INCREÍBLE. O directamente un sabotaje”, escribió, por ejemplo, Igor Strelkov, uno de los arquitectos militares del levantamiento del Donbás en 2014, en su canal de Telegram. “Han ido a buscar a la gente, diciéndole ‘Alzaos por la tierra de Rusia’ y luego han respondido así, importándoles una mierda. Burlándose abiertamente, con risitas y bromas”, añadió.

Foto: Misil hipersónico ruso. (EFE/Ministerio de Defensa de Rusia)

El sentimiento es prácticamente el mismo en todas las plataformas de este tipo. A ojos de estos nacionalistas, que se haya dejado ir a los combatientes de Azov, demonizados durante meses como la máxima representación de ese 'nazismo' que Rusia asegura estar combatiendo en Ucrania, supone una inexplicable traición. De hecho, ante la falta de detalles, nadie ha dado todavía con el motivo por el que el Kremlin habría decidido llevar a cabo justo ahora un intercambio que podría haber tenido lugar en cualquier otro momento de la guerra —la oferta de intercambiar a Medvedchuk por los defensores de Azovstal llevaba meses sobre la mesa—, pero que hasta el momento se había negado a aceptar. Quizá la clave esté en la mediación ejercida por Arabia Saudí, con quien Rusia necesita cerrar filas en el frente energético ante un futuro inmediato que se presenta complicado, también para Moscú.

Así, en apenas pocas horas, el Gobierno ruso ha conseguido hacer enfadar a prácticamente todo el mundo. Mientras tanto, la sociedad rusa sigue en estado de 'shock'. Ante las dificultades para salir del país por avión —que están generando un auténtico caos en los aeropuertos—, miles de rusos se dirigen desde la noche de este miércoles por carretera a todas las salidas terrestres del país, formando largas colas de vehículos en los puestos fronterizos de Finlandia, Georgia, Mongolia y Kazajistán. El Kremlin, sin embargo, asegura que las informaciones sobre este éxodo son “exageradas”.

Foto: La policía detiene a un manifestante en una protesta en Moscú este miércoles. (Reuters)

Otros ciudadanos rusos han decidido optar por métodos más expeditivos, como prender fuego a las oficinas de reclutamiento, con al menos tres edificios de este tipo atacados con cócteles molotov o incendiados en San Petersburgo, Nizhny Novgorod y Tolyatti. Desde febrero, se han producido más de una docena de incidentes de este tipo en toda Rusia, pero la tendencia parece haberse acelerado en las últimas horas. Más allá de ser una expresión de protesta, estos actos violentos pueden ser tremendamente eficaces: en gran parte del país, los registros de este tipo siguen manteniendo sus archivos en papel, por lo que la desaparición de los documentos puede complicar enormemente la tarea de encontrar a los individuos a movilizar.

Pero mientras tanto, esta forma de leva forzosa ya ha echado a andar. No solo se han puesto en marcha los primeros convoyes de nuevos reclutas en varios puntos de Rusia, sino que a muchos de los detenidos en las protestas del miércoles se les ha entregado directamente la orden de movilización en mano, ordenándoles personarse en una oficina militar. La esposa de uno de estos detenidos en Moscú explicó al medio ruso independiente 'Mediazona' el incidente. “Le filmaron en vídeo dándole una de estas notificaciones y diciéndole que no puede rechazarla porque es un ciudadano de la Federación de Rusia, y que debe venir mañana a la comisaría”, relató la mujer.

El descontento generado por la movilización no ha sido una sorpresa para nadie. No en vano, Putin se ha resistido durante meses a dar este paso pese al asombroso nivel de bajas que el Ejército ruso ha tenido durante toda la campaña de Ucrania. Según las encuestas del Centro Levada, la principal firma independiente de demoscopia de Rusia, hasta ahora el apoyo a la guerra se ha mantenido siempre elevado, desde un 81% en marzo hasta un 76% en agosto, lo que implica que tres de cada cuatro rusos han respaldado la invasión en todo momento.

Sin embargo, las estadísticas muestran un panorama muy diferente entre diversos sectores de edad, con una diferencia de 20 puntos entre los mayores de 55 años y los menores de 24. Y, sobre todo, hasta ahora la guerra ha sido un evento remoto, sin demasiado impacto real en la vida de los rusos. Eso ha cambiado de la noche a la mañana. El régimen ruso corre ahora el riesgo de que el apoyo a esta aventura militar se desplome, como todo parece indicar, especialmente entre los adultos de menor edad.

“Para Putin, pedirles a los varones jóvenes que comprometan sus vidas en un esfuerzo de guerra que flaquea es peligroso, no solo porque podría no traer ningún beneficio en el campo de batalla, sino también porque es probable que lleve a muchos de esos hombres a una oposición directa a la propia guerra. Para los que rechazan la guerra, por otro lado, apelar a los hombres jóvenes casados parece el camino más claro para hacer descarrilar los planes de Putin”, escribe Samuel Greene, profesor de Política de Rusia en el King’s College de Londres, en el diario 'The Washington Post'.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en un momento del discurso. (Kremlin)

Por eso resulta tan difícil de comprender por qué el Kremlin ha decidido adoptar estas dos medidas tan opuestas en un plazo de apenas unas horas. Si el objetivo era tratar de equilibrar las necesidades de la campaña en Ucrania con iniciativas que tranquilizasen a todo el mundo, el resultado ha sido el contrario. El Gobierno de Putin no solo ha logrado que de repente la guerra sea un motivo de preocupación para toda Rusia, sino que lo ha hecho para ejecutar una iniciativa que difícilmente servirá para alterar el balance militar sobre el terreno, con una masa de soldados mal preparados y en muchos casos carentes de moral combativa, que solo servirán como carne de cañón.

Una posible explicación, la que están dando algunos adversarios del régimen ruso, es que Putin está en pánico ante un desarrollo de los acontecimientos que le es cada vez más adverso, lo que le está llevando a tomar decisiones irracionales. Pero hay otra más prosaica. Tal vez el Kremlin necesitaba que el intercambio de prisioneros se llevase a cabo a toda costa —todavía desconocemos todos los nombres de quienes han sido puestos en libertad, o a qué acuerdo ha llegado Moscú con Riad—, y pensó que la movilización desataría tal ardor guerrero que la puesta en libertad de los presos de Azov pasaría desapercibida. Sea cual sea la razón verdadera, las cosas no han salido como esperaban sus artífices. Otro error de cálculo del Kremlin, el enésimo en esta guerra.

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Durante la noche del miércoles —algunos dirían que con nocturnidad—, mientras Rusia entraba en cólera y pánico por la noticia de la 'movilización general parcial', el Gobierno ruso llevaba a cabo el mayor intercambio de prisioneros con Ucrania desde el inicio de la invasión. Pero no se trató de una transacción cualquiera: entre los liberados por el bando de Kiev estaba Víktor Medvedchuk, el oligarca ucraniano prorruso y estrecho aliado de Putin, hasta el punto de que el presidente ruso es padrino de su hija. Por el lado ruso fueron entregados más de un centenar de combatientes del Batallón Azov, incluyendo los que lideraron la defensa del complejo de Azovstal en Mariúpol, así como varios voluntarios extranjeros que habían sido condenados a muerte en juicios exprés, como el británico Aiden Aislin.

Vladimir Putin Conflicto de Ucrania
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