Los halcones rusos buscan culpable por la debacle en Ucrania... y muchos ya señalan a Putin
La exitosa contraofensiva ucraniana ha desatado un torbellino de acusaciones dentro de Rusia de las que ni siquiera el supuestamente todopoderoso presidente ha salido airoso
El pasado sábado, Moscú celebró su 875º aniversario con festejos, fuegos artificiales y bailes en las calles. Mientras tanto, el Ejército ruso se retiraba en desbandada de amplias franjas de territorio en el nordeste de Ucrania, abandonando grandes cantidades de material bélico y, en muchos casos, también a sus tropas. Ante esta debacle, Genshab, un comentarista militar ruso conocido por sus posturas nacionalistas, estallaba. “Los fuegos artificiales en Moscú parecían blasfemos y salvajes hoy, en el marco de la ofensiva en la región de Járkov”, soltó en su canal de Telegram.
Allí, rompiendo lo que hasta entonces había sido un enorme tabú, el bloguero no dudaba en atacar directamente a Putin y su camarilla: “Ahora, el presidente ruso es el principal responsable de todos los riesgos y consecuencias negativas. Todo este hatajo de funcionarios incompetentes, hambrientos de poder y riqueza, y simplemente desleales a Rusia, están ahogando al país mientras permanecen en las sombras”. En el momento de escribir estas líneas, este 'post' había sido visto por más de 860.000 personas.
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La de Genshab no es una reacción aislada. Otro bloguero se dirigía así al presidente ruso: “Estás montando una fiesta de 1.000 millones de rublos. ¿Qué te pasa? Esto no se hace en el momento de un fracaso tan horrible”. En otros canales llamaban a Putin “idiota” o se referían a él como 'Pynya' (un mote despectivo que tiene una historia interesante).
Desde el inicio de la invasión, todas estas cuentas han apoyado el esfuerzo militar ruso y las narrativas del Kremlin, promoviendo los mensajes sobre el 'carácter nazi' de los líderes y combatientes ucranianos, o las ideas sobre Rusia y Ucrania como una sola nación. Por este motivo, son uno de los pocos espacios libres de censura estatal que quedan en Rusia, con información sobre el curso de la guerra mucho más detallada y fiable que la de los medios oficiales. Estos comentaristas, de hecho, a menudo se informan mediante fuentes de Inteligencia abierta en internet o, en algunos casos, a través de sus contactos sobre el terreno. Pero justo ahí, mientras el Ministerio de Defensa ruso y los canales de televisión hablaban de un “reagrupamiento en Donetsk”, la información sobre el colapso militar ruso en Járkov circulaba libremente para quien supiera dónde mirar, como es el caso de estos blogueros.
“Mucha de esta gente está en 'shock' y no pensaba que esto pudiera pasar. La mayoría están, creo, genuinamente enfadados”, señala Dmitri Kuznets, analista del medio independiente ruso 'Meduza', en comentarios al 'New York Times' en un artículo sobre este tema.
Incluso antes de la exitosa contraofensiva ucraniana, el desgaste de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania era evidente para casi todo el mundo. Las redes sociales estaban llenas de vídeos en que soldados se quejaban de las condiciones o del estado del material que les habían proporcionado, o en que incluso se negaban a cumplir órdenes o se amotinaban. La semana pasada se filtró un documento del Ministerio de Finanzas acerca de las cantidades a pagar a los familiares de los reclutas muertos en Ucrania que, de ser auténtico, implicaría más de 48.000 bajas mortales en este conflicto, una cifra muy superior a las estimaciones de los servicios de Inteligencia británicos y estadounidenses, e incluso de la propia Ucrania. Aun así, Rusia parecía tener una posición firme en este país y se preparaba para una guerra prolongada donde esperaba que, a la larga, sus capacidades superiores terminarían por imponerse. Ahora, esa fachada ha saltado por los aires.
Putin ¿traidor?
El miércoles, Putin afirmó durante el Foro Económico Oriental de Vladivostok que “Rusia no ha perdido nada ni perderá nada” en Ucrania. Tal vez el líder ruso se sintió impelido a hacer esa afirmación absurda precisamente por la certeza de que la invasión, de hecho, es un desastre militar y económico para el país. Dado que la decisión la tomó en secreto un círculo muy reducido, parece difícil que Putin pueda eludir su responsabilidad. Y no son solo los comentaristas militares rusos quienes lo piensan.
La semana pasada, los consejos municipales de los distritos de Smolninskoye, en San Petersburgo, y de Lomonosovsky, en Moscú, votaron a favor de exigir la renuncia del presidente ruso e incluso de pedir que se le juzgue por “traición”. Al día siguiente, los miembros de dichos consejos fueron imputados bajo cargos de “acciones destinadas a desacreditar al Gobierno actual”. Pero eso no ha impedido que otros consejos municipales sigan su ejemplo en las dos principales ciudades de Rusia, hasta un total de 18.
Mientras tanto, el Ejecutivo ruso busca un cabeza de turco en quien descargar las culpas y ha empezado a mirar entre los militares. El domingo fue cesado el teniente general Roman Berdnikov, el recién nombrado comandante del distrito militar occidental, que había estado en su puesto solo durante 15 días. Por su parte, Vladímir Soloviov, el principal propagandista del régimen ruso, hizo un llamamiento al “cese con deshonor” y en algunos casos a “condenas criminales o incluso la ejecución” de los responsables militares de la debacle. Al mismo tiempo, el líder checheno Ramzán Kadírov, un leal a Putin, dio a entender que quizás el presidente ruso no era consciente de todo lo que estaba sucediendo. “Si hoy o mañana no se hacen cambios en la estrategia, me veré forzado a hablar con el liderazgo del Ministerio de Defensa y el liderazgo del país para explicarles la situación real sobre el terreno”, afirmó en un audio en su cuenta de Telegram.
La búsqueda de culpables ha llegado incluso a la televisión estatal en horario de máxima audiencia. En un clip que ha sorprendido a muchos, el exdiputado y comentarista ruso Boris Nadezhdin afirma durante un debate: “La gente que convenció al presidente Putin de que la operación especial sería rápida y efectiva, de que no atacaríamos a la población civil, de que entraríamos y la Guardia Nacional y los 'kadirovitas' [un término para referirse a los combatientes chechenos de Kadírov] lo pondrían todo en orden, esa gente nos ha vendido a todos”. E inmediatamente añade: “Por supuesto, el presidente no se sentó y pensó: ‘¿Por qué no empiezo una operación especial?’. Alguien le dijo que los ucranianos se rendirían, que huirían, que querrían unirse a Rusia. Alguien se lo tuvo que decir. Y también lo dijeron en la televisión”.
Life comes at you fast: pundits on Russian TV realize that their military is failing and their country is in trouble. They are starting to play the blame game. Some of them finally understand that their genocidal denial of the Ukrainian identity isn't working in Russia's favor. pic.twitter.com/jNNn5xifI5
— Julia Davis (@JuliaDavisNews) September 11, 2022
Aunque algunos observadores han interpretado este programa como un ejemplo de que el Kremlin está perdiendo el control de la narrativa hasta el punto de que las televisiones ya no saben qué mensajes lanzar, existe una explicación alternativa. “Este tío [en referencia a Nadezhdin] ha estado haciendo de demócrata desde que yo recuerdo. Le traen cuando necesitan un ‘crítico constructivo’. Parece que están preparando al público para un ‘a Putin le han mentido”, afirma el experto Anton Barbashin, director editorial de la publicación independiente 'Riddle Russia', hoy en el exilio.
Sea como fuere, el Ejército no parece estar dispuesto a hacer de chivo expiatorio. Según el canal de Telegram General SVR, manejado por antiguos miembros del servicio de Inteligencia exterior de Rusia (SVR), a finales de la semana pasada tuvo lugar un tenso encuentro entre Putin, altos cargos de los servicios secretos y miembros de las Fuerzas Armadas rusas. Cuando se le dio la palabra al representante del Estado Mayor, este presentó un sombrío panorama que sorprendió a los asistentes a la reunión, y terminó su alocución dirigiéndose directamente al presidente: “¡Has perdido, Vladímir Vladimirovich!”. El incidente no ha sido confirmado de forma independiente, pero 'The Moscow Times' reporta que en los últimos días Putin ha cancelado todas sus reuniones con sus generales, pese a la urgencia de la cuestión militar.
Estos episodios muestran cómo los actores más poderosos en Rusia tratan ahora de blindar sus posiciones, en una competición cada vez más abierta, antes de que el descontento permee el resto de la sociedad. El desastre militar en Ucrania supone el mayor desafío en sus más de dos décadas de existencia para la estabilidad del régimen de Putin, que, en gran medida, ha basado su poder en promover la idea de la supuesta grandeza —tanto moral como material— de Rusia y la corrupción y decadencia de sus enemigos. Quizá, como afirma el Kremlin, los rusos están preparados para sufrir por las sanciones. Pero, sin duda, no lo están para la derrota.
El pasado sábado, Moscú celebró su 875º aniversario con festejos, fuegos artificiales y bailes en las calles. Mientras tanto, el Ejército ruso se retiraba en desbandada de amplias franjas de territorio en el nordeste de Ucrania, abandonando grandes cantidades de material bélico y, en muchos casos, también a sus tropas. Ante esta debacle, Genshab, un comentarista militar ruso conocido por sus posturas nacionalistas, estallaba. “Los fuegos artificiales en Moscú parecían blasfemos y salvajes hoy, en el marco de la ofensiva en la región de Járkov”, soltó en su canal de Telegram.