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¿Es neonazi el regimiento de Azov? Esta es la historia del batallón más polémico de Ucrania
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INVASIÓN DE UCRANIA

¿Es neonazi el regimiento de Azov? Esta es la historia del batallón más polémico de Ucrania

Muchos en Occidente prefieren distraerse con los tatuajes y camisetas de los combatientes de Azov a plantar cara a una invasión genocida contra el pueblo ucraniano

Foto: Un miembro del regimiento de Azov en Járkov, Ucrania. (EFE/Andrzej Lange)
Un miembro del regimiento de Azov en Járkov, Ucrania. (EFE/Andrzej Lange)
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Han pasado más de 40 días desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania. Los invasores rusos ya han cometido múltiples crímenes de guerra y las intenciones genocidas del Kremlin hacia la nación ucraniana son cada vez más evidentes. Aunque están masivamente desmoralizados y a menudo —y de forma comprensible— se niegan a combatir, los atacantes no dudan en bombardear cualquier edificio que puedan alcanzar. No importa si es una urbanización residencial, un hospital, una guardería, un ayuntamiento, un teatro o un museo. Lo destruyen todo. Matan indiscriminadamente.

A veces da la sensación de que han adoptado la definición de genocidio de las Naciones Unidas como su principal guía estratégica. "¿Matanza de miembros del grupo nacional?" Hecho. "¿Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo?" Hecho. "¿Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo?" Hecho. Y ahora han empezado a secuestrar niños ucranianos y a trasladarlos a Rusia. "¿Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo?" Hecho.

Foto: Una concentración en contra del fichaje de Zozulya por el Rayo en 2017. (EFE)

Para distraer la atención de Occidente de la inmensa catástrofe humanitaria causada por la invasión, Rusia está utilizando una amplia gama de estrategias de desinformación. Una de esas prácticas es la obsesión originada desde Moscú por el regimiento ucraniano Azov, que se describe falsamente en los medios rusos y prorrusos, pero también en la mayoría de la prensa 'mainstream' occidental, como un "batallón" o "milicia" "fascista" o "neonazi". Todas estas descripciones son erróneas.

En este artículo se habla de Azov. Se explica su historia y su evolución, así como las razones de los ataques informativos contra esta unidad militar que juega un importante papel en la resistencia a la invasión genocida rusa.

Las raíces del regimiento

En 2014, cuando el presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvich huyó a Rusia después de que su régimen matara a más de un centenar de manifestantes, Moscú se aprovechó de la agitación política en Ucrania y de la indecisión de los dirigentes occidentales. Se anexionó ilegalmente Crimea e invadió el Donbás. El Gobierno ucraniano apenas podía defenderse: años de liderazgo corrupto prorruso habían dejado a las Fuerzas Armadas ucranianas heridas de muerte. Además, muchos de los militares ucranianos simplemente no estaban psicológicamente preparados para lanzar una respuesta armada a quienes eran sus vecinos. El Kremlin era, obviamente, consciente de esas debilidades de la sociedad ucraniana, y las explotó al máximo.

De lo que Moscú no era consciente era de la fuerza de las redes de voluntarios ucranianos. Esas redes se construyeron durante la revolución del Maidán y, tras el inicio de la invasión rusa, formaron grupos de resistencia que, con el tiempo, se transformaron en batallones de voluntarios de defensa territorial y en unidades policiales. Azov se formó como batallón policial de voluntarios en mayo de 2014. La agrupación original estaba formada en su mayoría por ‘hooligans’ de fútbol y miembros de la extrema derecha ucraniana. Su dirección recaía, originalmente, en la organización ultraderechista Patriotas de Ucrania.

Foto: El presidente Putin, durante una entrevista en Russia Today. (RT)

Al igual que muchos de mis colegas que investigan la extrema derecha, me mostré extremadamente escéptico y crítico con el batallón Azov original por cuatro grandes razones, enumeradas a continuación.

  1. Patriotas de Ucrania era uno de los grupos más racistas y antisemitas del país. Sus miembros estaban involucrados en la difusión de propaganda de extrema derecha y en la violencia política y criminal. Era casi imposible confiar en esa gente, sobre todo por su retórica antisistema y antidemocrática.
  2. Con muy pocas excepciones, los dirigentes de Patriotas de Ucrania, incluido el primer comandante de Azov, no participaron en la revolución de Maidán, ya que fueron encarcelados por diferentes cargos. Fueron liberados —junto con otros reos considerados como presos políticos del régimen prorruso— justo después de que Yanukóvich huyera a Rusia. Eso significó que los líderes de la agrupación no tuvieron la oportunidad de demostrar su valía durante la revolución ucraniana, por lo que no sabíamos qué esperar de ellos.
  3. La imagen ultraderechista del batallón Azov original resultaba muy útil para la propaganda rusa que buscaba presentar la revolución ucraniana como un "golpe fascista" y a todas las unidades militares de voluntarios ucranianos como "neonazis". Mientras Occidente dudaba sobre si ayudar a Ucrania en su defensa contra la agresión rusa, la imagen ultraderechista del batallón contribuyó al descrédito de Ucrania a nivel internacional.
  4. Varias personas clave en la formación del batallón Azov tenían un historial extremadamente dudoso de cooperación no solo con las fuerzas prorrusas de Ucrania, sino también con los asesores políticos rusos. Además, ni el Azov ni otros batallones hicieron una criba adecuada de los voluntarios, algunos de los cuales procedían de Rusia. Todo ello creó un enorme riesgo para la seguridad, abriendo la puerta a que agentes rusos se hicieran con el control de Azov y lo convirtieran en una fuerza antiucraniana.

En resumen, teníamos preocupaciones bien justificadas sobre Azov y no confiábamos en él. Nadie dudaba del hecho de que, en aquel momento, Ucrania necesitaba voluntarios de cualquier procedencia social o política —el Ejército ucraniano, recordemos, era casi inexistente—. Si te estás ahogando, es poco probable que preguntes por las actitudes sociales o las convicciones políticas de quienes están dispuestos a salvarte de la muerte. Pero ¿y si estuvieran dispuestos a salvarte solo para matarte de otro modo?

Foto: Funeral en Lviv de tres soldados ucranianos fallecidos en combate. (EFE/Mykola Tys)

Con el tiempo, algunas de nuestras preocupaciones desaparecieron. En junio de 2014, Azov desempeñó un papel importante en la liberación de la ciudad ucraniana de Mariúpol de las fuerzas prorrusas, y eso demostró no solo su eficacia en el combate, sino también su posición verdaderamente proucraniana. Debido a su capacidad militar, Azov empezó a atraer a más voluntarios, muchos de los cuales no tenían ningún tipo de formación política o ideología definida. En otoño de 2014, el batallón se transformó en un regimiento y se inscribió en la Guardia Nacional de Ucrania, que forma parte del Ministerio del Interior. Eso creó una jerarquía vertical para garantizar —en la medida de lo posible— que Azov siguiera siendo leal al Estado ucraniano. Además, pocos meses después de la creación del batallón Azov, las personas con un historial de dudosos vínculos con las partes interesadas rusas y prorrusas se alejaron de la agrupación. Y, aunque varios agentes rusos se infiltraron efectivamente en el regimiento, nunca pudieron ejercer un impacto serio en sus operaciones.

La despolitización de Azov

La principal preocupación restante era la ideología del regimiento. Sin embargo, debido a las críticas nacionales e internacionales sobre los antecedentes de extrema derecha de la dirección original del regimiento, la agrupación inició el proceso de despolitización. En 2015, una serie de antiguos combatientes formaron una ONG, Cuerpo Civil de Azov, que se transformó en un partido político, Cuerpo Nacional de Azov, en 2016. Figuras de extrema derecha se apartaron del mando del regimiento y se centraron en la construcción del partido.

Esperaban que el apoyo popular a los defensores de Ucrania se tradujera de alguna manera en éxitos políticos y victorias electorales. Por lo tanto, en ese momento, la separación del Cuerpo Nacional de Azov aún no era completa. Tenían que mantener el vínculo, aunque solo fuera simbólico, entre los defensores de la patria que gozaban del respeto de la sociedad ucraniana y el proyecto político. Pero ya por aquel entonces estaba claro que el regimiento seguía las órdenes del Ministerio del Interior de Ucrania, mientras que la formación política no tenía ningún poder sobre la unidad militar.

Foto: Un militar ucraniano en 2014, tras el inicio de la guerra en el Donbás. (Reuters) Opinión

Las esperanzas del partido de beneficiarse del valor militar de Azov fueron en vano. Las cifras del Cuerpo Nacional y de otros partidos ucranianos de extrema derecha en las encuestas de opinión pública fueron devastadoras. La formación política seguía refiriéndose a Azov como su afiliado y los ingenuos periodistas y expertos occidentales se tomaron al pie de la letra todas esas bravatas, en lugar de darse cuenta de que el regimiento no era una organización política y que su estructura de mando estaba completamente separada del Cuerpo Nacional.

Para las elecciones parlamentarias de 2019, se hizo evidente que ningún partido ucraniano de extrema derecha llegaría al Parlamento. Por desesperación, la extrema derecha ucraniana se unió para competir en las elecciones parlamentarias. Sin embargo, su lista unida, que incluía a miembros del partido de la Libertad, el Cuerpo Nacional, el Sector de la Derecha y otros grupos menores de extrema derecha, recibió solo el 2,15% de los votos y no consiguió obtener representación parlamentaria.

El fracaso electoral de la extrema derecha ucraniana puede explicarse por el hecho de que no pueden ofrecer ningún programa de modernización viable al Estado y la sociedad del país. La única vez que la extrema derecha ucraniana tuvo un éxito relativo en las elecciones fue en 2012, cuando el partido de la Libertad obtuvo el 10,45% de los votos. La única razón de su relativo éxito fue que en aquel momento se les consideraba la oposición más radical a la agenda de política exterior prorrusa del régimen de Yanukovich. Es importante subrayar este punto: consiguieron escaños en el Parlamento ucraniano no por su programa de extrema derecha, sino por sus críticas radicales a Rusia y sus agentes en Ucrania. Tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2014, la extrema derecha ucraniana perdió el monopolio de la crítica radical a Moscú y, con ello, perdió todo el atractivo electoral que tenía.

Foto: Milicianos en Konotop, reunidos el miércoles para decidir no rendirse ante los rusos. (F. B.)

La extrema derecha ucraniana, en general, cayó en la irrelevancia y el Cuerpo Nacional y los grupos de su entorno sufrieron una crisis de identidad. Intentaron experimentar con diferentes narrativas ideológicas, en gran parte tomadas de los discursos de la extrema derecha occidental, pero ninguna de ellas funcionó fuera de círculos muy reducidos. Irónicamente, mientras que los grupos de extrema derecha occidentales trataron de explotar la pandemia del covid-19 entre 2020 y 2021 para promover sus teorías conspiratorias antisistema, el Cuerpo Nacional llevó a cabo una campaña de información sobre cómo evitar infectarse y sus explicaciones y recomendaciones se ajustaron al consenso internacional sobre la lucha contra el coronavirus. El Cuerpo Nacional sigue haciendo referencia a su vínculo simbólico con el regimiento Azov, pero es más propaganda política que realidad.

Azov es hoy un destacamento de operaciones especiales altamente profesional. No es una organización política, ni una milicia, ni un batallón de extrema derecha. Sigue estando formalmente subordinado a la Guardia Nacional del Ministerio del Interior de Ucrania, pero ahora coordina en gran medida sus actividades militares con las Fuerzas Armadas, por lo que cabe esperar que Azov se mueva bajo el mando del Ministerio de Defensa de Ucrania.

Azov está formado predominantemente por ciudadanos ucranianos de diversos orígenes. Entre los miembros del regimiento hay ucranianos, rusos, bielorrusos, tártaros de Crimea, judíos, georgianos y griegos. Pero, sea cual sea su raíz étnica, todos son patriotas ucranianos que arriesgan y sacrifican sus vidas por la soberanía, la libertad y la democracia de Ucrania.

El Kremlin, los medios de comunicación prorrusos y la extrema izquierda presentan a Azov como personas que odian a los rusoparlantes. Pero los combatientes de Azov no solo hablan mayoritariamente en ruso entre ellos, sino que, en general, hablan mejor el idioma que los propios invasores rusos. Este hecho por sí solo desmiente las flagrantes mentiras del Kremlin sobre la supuesta lucha de Azov contra los rusoparlantes en el este de Ucrania.

Un regimiento estratégico

Cabe preguntarse: ¿por qué Azov se ha convertido en uno de los principales objetivos de las mentiras, falsedades e invenciones producidas por el Kremlin y la propaganda prorrusa? Una explicación obvia es que el ataque contra Azov forma parte de la narrativa de desinformación de Moscú sobre los supuestos nazis de Ucrania. Una explicación menos obvia, pero probablemente más importante, está relacionada con el lugar donde Azov está estacionado desde 2014. Se trata de la ciudad ucraniana de Mariúpol y sus alrededores. Ya en 2014, el batallón contribuyó en gran medida a la liberación de la ciudad de los esbirros prorrusos.

Mariúpol no es simplemente otra ciudad ucraniana. Si uno mira el mapa de Ucrania, verá que es la ciudad más grande e importante situada en la zona que se considera un potencial puente terrestre desde Rusia a la anexionada Crimea. Dados los problemas logísticos que tiene el Kremlin para abastecer a la península de agua, electricidad y otros recursos, su ocupación es crucial para Moscú. Mariúpol se interpone en el camino, lo que significa que Azov se interpone en el camino. Todo el regimiento está ahora en la ciudad.

Foto: Los mensajes con instrucciones para combatientes extranjeros que vayan a combatir a Ucrania. (Telegram)

A través de sus agentes en Ucrania y el resto del mundo, Rusia ha intentado destruir Azov o, como mínimo, debilitar sus capacidades militares. Especialmente en los Estados miembros de la OTAN, se hizo un esfuerzo masivo para impedir que los miembros del regimiento recibieran entrenamiento de los aliados occidentales de Ucrania, así como armas y material militar avanzado. Los esfuerzos del Kremlin han tenido, hasta cierto punto, éxito.

Hoy, el regimiento Azov, que defiende Mariúpol completamente rodeado por los invasores rusos, no tiene ni sistemas de misiles antitanques portátiles Javelin ni vehículos antiaéreos de combate Bayraktar, que les habrían ayudado a defender la ciudad y a salvar las vidas de miles de sus residentes. Todo ello "gracias" a aquellas personas —políticos occidentales prorrusos, pseudoperiodistas, falsos expertos, asesores ignorantes— que directa o indirectamente presionaron en contra del entrenamiento de Azov y de su equipamiento con armas avanzadas. No cabe duda de que todos ellos comparten la responsabilidad de la catástrofe humanitaria de Mariúpol.

Dismetropsia y procrastinación

Naturalmente, se puede decir que los occidentales obsesionados con la supuesta amenaza "neonazi" de Azov sufren dismetropsia; es decir, la incapacidad para juzgar el tamaño de un objeto. En uno de los episodios de la gran comedia británica 'Father Ted', el protagonista intentaba explicar a su colega menos inteligente, el padre Dougal McGuire, la diferencia de tamaño entre las pequeñas vacas de juguete que tenía en la mano y las vacas reales que se veían a lo lejos. El padre Ted no tuvo éxito porque el padre Dougal tenía dismetropsia y, francamente, era un poco tonto. Lo mismo puede decirse de los comentaristas occidentales que no ven ninguna diferencia entre la supuesta amenaza de "extrema derecha" de Azov y la invasión genocida rusa de Ucrania. Pero creo que la dismetropsia no puede explicarlo todo, y prefiero hablar de la procrastinación moral occidental.

La procrastinación consiste en distraernos voluntariamente con actividades insignificantes de realizar tareas realmente importantes. La procrastinación moral consiste en dar preferencia a las pequeñas cosas emocionantes en lugar de ocuparse de los asuntos difíciles que realmente importan.

Foto: Koska, ex guardabosques ahora voluntario del batallón 'Aidar' desplegado en Kovel (A.A.)
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Mariúpol, donde tiene su sede Azov, es una ciudad predominantemente rusoparlante que es el hogar de ciudadanos de etnia ucraniana, rusa, griega, bielorrusa, armenia y judía. O, más bien, solía ser su hogar antes de que llegaran los invasores rusos. Los invasores ya han matado a miles de personas y las están masacrando mientras escribo. Muchos de los muertos yacen en las calles de Mariúpol porque, cada vez que sus familiares y amigos intentan recogerlos para enterrarlos, los invasores rusos les disparan. Si la gente tiene suerte de recoger a los muertos, a menudo tienen que enterrarlos en fosas comunes. Y los ucranianos que aún sobreviven se ven obligados a esconderse en los sótanos, donde se mueren de hambre y de frío.

Este horror escalofriante es psicológicamente difícil de procesar, pero estamos moralmente obligados a ser conscientes de que esto está ocurriendo en Europa, a la vuelta de la esquina. Nuestra naturaleza humana nos empuja a hacer algo para detener los inhumanos crímenes de guerra rusos. Sin embargo, hay muchos en Occidente que, en lugar de empezar siquiera a comprender el brutal horror de la invasión rusa, prefieren distraerse con preguntas sobre si los combatientes de Azov tienen tatuajes o camisetas políticamente incorrectas. Mucho más emocionante, por supuesto, que plantar cara a una invasión genocida. Se trata de una dilación moral que debería ser recibida con desdén y desprecio.

Por la abnegada y épica lucha de Azov contra la superioridad numérica de las fuerzas enemigas rusas en Mariúpol, el presidente Volodímir Zelenski concedió recientemente el más alto galardón del país, héroe de Ucrania, al comandante del regimiento, Denys Prokopenko. Bien merecido. Pero en la ciudad, Azov no solo protege a los vivos y a los heridos, sino también a los muertos. No solo merecen ser enterrados adecuadamente, sino que son testigos silenciosos de los crímenes de guerra rusos. Como bien sabemos, los invasores rusos están equipados con crematorios móviles que utilizan para destruir las pruebas de su villanía. El regimiento de Azov no solo defiende la libertad de los vivos, sino también la dignidad de los muertos.

*Anton Shekhovtsov es un politólogo ucraniano especializado en el estudio de la extrema derecha y el director del Centro para la Integridad Democrática, en Austria.

Han pasado más de 40 días desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala de Ucrania. Los invasores rusos ya han cometido múltiples crímenes de guerra y las intenciones genocidas del Kremlin hacia la nación ucraniana son cada vez más evidentes. Aunque están masivamente desmoralizados y a menudo —y de forma comprensible— se niegan a combatir, los atacantes no dudan en bombardear cualquier edificio que puedan alcanzar. No importa si es una urbanización residencial, un hospital, una guardería, un ayuntamiento, un teatro o un museo. Lo destruyen todo. Matan indiscriminadamente.

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