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El Ejército ucraniano ya rechaza voluntarios mientras busca refuerzo aéreo a la desesperada
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rusia entra en la guerra de desgaste

El Ejército ucraniano ya rechaza voluntarios mientras busca refuerzo aéreo a la desesperada

Para esta fase de la ofensiva rusa, el Ejército ucraniano está cada vez más descompensado: le sobran efectivos terrestres, mientras necesita desesperadamente reforzar sus defensas antiaéreas

Foto: Fuerzas de Defensa Territorial en las afueras de Kiev la semana pasada. (Getty/Chris McGrath)
Fuerzas de Defensa Territorial en las afueras de Kiev la semana pasada. (Getty/Chris McGrath)
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La invasión de Ucrania se encamina a cumplir un mes y el Kremlin parece haber aceptado que la contienda será mucho más larga de lo que había previsto. Su frustrada operación relámpago dio paso a un asedio activo de las ciudades, donde las tropas terrestres hacían pequeñas incursiones mientras esperaban a que el fuego aéreo ablandara las defensas ucranianas. Pero la feroz resistencia en las ciudades ha hecho que el Ejército ruso se haya vuelto a replantear su estrategia y apueste ahora por un asedio lento y agónico, donde esperan rendir al enemigo a base de bombardeos y artillería pesada contra objetivos civiles y militares. Entramos en la guerra de desgaste.

Para esta fase de la ofensiva rusa, el Ejército ucraniano está cada vez más descompensado: le sobran efectivos terrestres, mientras necesita desesperadamente reforzar sus defensas antiaéreas. El hecho de que, después de 26 días de invasión, siga habiendo voluntarios haciendo cola en los centros de reclutamiento muestra la elevada moral de la resistencia ucraniana. Son tantos, que el Ejército y las Fuerzas de Defensa Territorial no dan abasto y están empezando a rechazar a aquellos sin experiencia militar.

"Quise presentarme voluntario y me dijeron que no", lamenta con un ligero mohín Roman, de 32 años y dueño de una pequeña fábrica de cuadros de bicicleta y lámparas que exporta a Alemania. Tras ser rechazado en el reclutamiento, el joven ha comenzado a producir elementos defensivos antitanque en su taller de Lviv, epicentro de la retaguardia ucraniana.

Una historia similar a la de Dimko, quien lleva días pegado al teléfono para ofrecerse como voluntario mientras echa una mano con cualquier tarea que le encomiendan, desde trasladar refugiados a la frontera con Polonia a ayudar a adecentar un refugio antiaéreo. "Fui con un amigo a presentarme a las Fuerzas de Defensa Territorial, quiero hacer más cosas", asegura el joven. Sin embargo, en el centro de reclutamiento les rechazaron a ambos, apuntando su teléfono y asegurándoles que ya les llamarían llegado el momento. "Mi amigo ha tenido que ir todos los días a preguntar, hasta que una semana después por fin ya sí que le han dicho que sí".

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Un reclutador del Ejército ucraniano, quien declina dar su nombre por seguridad, confirma sus historias a El Confidencial. Según cifras extraoficiales, el Ejército habría casi doblado sus efectivos desde que comenzó la invasión el 24 de febrero, mientras que las Fuerzas de Defensa Territorial cuentan ahora mismo con tres veces más del personal necesario. “Ha habido tantos voluntarios que ya tenemos que rechazar a algunos, especialmente si no tienen experiencia militar”, explica.

Alistados en masa

Pocos días antes de la invasión, cuando el presidente Vladímir Putin mostró definitivamente sus cartas al alentar el reconocimiento de la independencia de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk, el Ministerio de Defensa ucraniano llamó a filas a la primera reserva del Ejército, aquellos que contaran con experiencia militar en combate, especialmente en el Donbás. De momento, no ha sido necesario forzar la segunda reserva: con la entrada de las primeras tropas rusas, miles de ucranianos se alistaron en masa en las Fuerzas de Defensa Territorial, un cuerpo no profesional dependiente del Ejército desplegado en su mayoría localmente.

“Fue increíble incluso para nosotros [el Ejército]. Pero ahora todas las brigadas que teníamos, y las nuevas que hemos ido creando, están llenas. No hay suficientes estructuras para integrarlos”, detalla el reclutador.

La mayoría de los voluntarios sin experiencia militar están siendo entrenados en unidades de infantería, que requieren menos tiempo de formación. Tras el bombardeo ruso del centro de entrenamiento militar en Yavoriv (a 60 kilómetros de Lviv y a 25 de la frontera polaca), el Ejército ha recortado aún más la duración del proceso y ha reorganizado la localización de las unidades de reclutas. Lviv es el epicentro de este entrenamiento a marchas forzadas, no solo por su calidad de ‘ciudad segura’ en la retaguardia y su tradicional red de academias militares, sino también por la masiva afluencia de refugiados de otras zonas del país más castigadas por los bombardeos rusos.

"Todos quieren ayudar, es entendible, pero hay demasiados. A veces es un problema logístico"

El Ejército apenas da abasto para gestionarlos a todos y ha tenido que tirar de compañías privadas incluso para parte de la formación. “El Ejército estaba tan sobrepasado que nos solicitó ayuda para la formación en primeros auxilios de los voluntarios. El 60% de los soldados mueren porque no tienen esta formación”, cuenta Aleksander Yakovenko, CEO de EnlivUA, una importante compañía de logística y transportes en Odesa reconvertida ahora en proveedora del Ejército ucraniano, especialmente de kits médicos y chalecos de protección. “Todos quieren ayudar, es entendible, pero hay demasiados. A veces es un problema logístico”, asegura.

Masacre aérea

Durante las últimas 48 horas, las tropas rusas han hecho pocos avances en los principales frentes terrestres, siendo su principal área de ofensiva la asediada ciudad de Mariúpol. Analistas militares creen que este enclave portuario —crucial para que los rusos puedan conectar Crimea con el Donbás y hacerse fuertes en el sureste del país— puede ser un aviso de lo que está por llegar en otras urbes. Durante tres semanas, la urbe ha sufrido una abrasiva campaña de destrucción con bombardeos indiscriminados contra infraestructuras civiles y militares, con un saldo de al menos 2.300 muertos, según las autoridades locales.

Esto ha dado paso a un encarnizado asalto para, barrio por barrio, tomar la ciudad —donde todavía quedan miles de civiles atrapados sin agua, luz ni casi comida— en el que los rusos, que cuentan con el soporte de guerrilleros chechenos, estarían sufriendo fuertes bajas. Los ucranianos han llegado a rechazar un ultimátum ruso para bajar las armas. "Ni nos planteamos rendirnos en Mariúpol", dijo la viceprimera ministra, Iryna Vereshchuk. Sin embargo, expertos militares creen que es cuestión de tiempo que la ciudad caiga o se vea obligada a capitular.

Así, los bombardeos se suceden en Kiev, Járkov, Sumi o Cherníhiv con distinta intensidad, según el día, impactando áreas residenciales y centros logísticos militares por igual. El más reciente ataque sobre la capital —uno de los más fuertes registrados hasta la fecha— dejó un centro comercial y sus alrededores en ruinas y al menos ocho fallecidos. Rusia asegura que su objetivo era un almacén de misiles, algo que las autoridades ucranianas han negado. A la lista se sumó este lunes también Odesa, la 'perla del mar Negro', que sufrió su primer ataque de artillería rusa en un barrio de las afueras.

Foto: Voluntarios en un ejercicio militar en Kiev de la Legión Georgiana. (Reuters/Serhii Nuzhnenko)

Aunque los avances territoriales rusos han quedado bloqueados en el norte (Kiev) y noreste (Járkov) —e incluso tropas ucranianas están organizando desde este domingo una contraofensiva en Mykolaiv (sur)—, el dominio aéreo de Rusia sigue siendo una desventaja formidable para la resistencia.

“En tierra podemos ganarles, tenemos fuerzas [efectivos] suficientes por el momento para hacerles frente. Es en el cielo donde necesitamos apoyo”, asegura otra fuente militar. Sus palabras reflejan el entusiasmo patriótico general. Los soldados ucranianos se sienten capaces de hacer frente en tierra a lo que antes era la ‘todopoderosa Rusia’, y agitan siempre las cifras de bajas infligidas al Ejército ruso o las pérdidas de equipamiento militar ruso publicitadas por Kiev.

Según el Gobierno ucraniano, en torno a 14.700 soldados rusos habrían muerto en batalla, una cifra rebajada a 7.000 muertos y 20.000 heridos en estimaciones de la Inteligencia occidental citadas por 'The Washington Post'. En un momento de la tarde del lunes, el periódico afín al Kremlin ‘Komsomólskaya Pravda’ publicaba un artículo cifrando en casi 10.000 los soldados rusos que habrían caído en Ucrania, antes de ser rápidamente eliminado de la web. Hasta el momento, el Kremlin solo ha admitido la muerte de 498 soldados, una cifra aislada publicada a principios de marzo.

La súplica de Zelenski

El presidente Volodímir Zelenski lleva días recorriendo —telemáticamente— los parlamentos de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Canadá o Israel pidiendo la ayuda de sus aliados para tratar de revertir esta inferioridad en los cielos. Su mantra ha sido exigir sistemáticamente que la OTAN imponga una zona de exclusión aérea sobre Ucrania. Ante la rotunda negativa de la Alianza, que teme que una medida de este calado la lleve a una confrontación directa con Rusia, el mandatario pide cualquier cosa que pueda reforzar sus defensas antiaéreas.

"Todo el mundo sabe en Israel que vuestro sistema de misiles defensivos es el mejor. Es poderoso. Todo el mundo sabe que vuestras armas son fuertes. Sabéis cómo defender vuestros intereses de Estado, el interés de vuestro pueblo. Y podéis sin duda ayudarnos a proteger nuestras vidas, las vidas de los ucranianos, las vidas de los judíos ucranianos", dijo Zelenski en una reciente intervención ante la Knesset israelí.

"Me sigo preguntando por qué no obtenemos armas de vosotros. O por qué Israel no ha impuesto fuertes sanciones a Rusia. Por qué no presiona a las empresas rusas. Pero os corresponde a vosotros, queridos hermanos y hermanas, responder a esas preguntas. Y tendréis que vivir con la respuesta, pueblo de Israel", agregó el mandatario, de origen judío, en un emotivo discurso desde Kiev, donde lidera la resistencia ucraniana.

Foto: MiG-31 durante un reabastecimiento en vuelo. (Mil.ru)

Israel todavía no ha dado señales de que el discurso de Zelenski haya surtido efecto como lo hizo en otros lugares. EEUU ya aprobó el envío de un nuevo paquete de suministro de armas para Kiev que incluye 100 drones ‘kamikaze’ y 800 misiles antiaéreos ‘portátiles’ Stinger. Reino Unido aportó misiles tierra-aire Starstreak y Alemania habría entregado ya, a través de Polonia, 500 misiles antiaéreos Strela —de fabricación soviética y más cercanos a lo que el Ejército ucraniano está acostumbrado a manejar—, según declaraciones de fuentes gubernamentales ucranianas al diario 'Welt am Sonntag'.

"Hoy, República Checa, Estonia, Polonia, Francia, Georgia, Alemania, Irlanda, Letonia, Lituania, Países Bajos, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos han firmado un comunicado conjunto 'sobre la necesidad urgente de actualizar la defensa aérea ucraniana'. Genuinamente agradecido por el apoyo a Ucrania en estos tiempos desafiantes", anunció Ruslan Stefanchuk, presidente del legislativo ucraniano, en Twitter.

Según el consenso de analistas militares, los sistemas más adecuados para la defensa de las ciudades de los bombardeos de artillería rusa serían las baterías antiaéreas tipo Patriot, que cargadas en camiones cuentan con un radar capaz de detectar e interceptar automáticamente aeronaves, drones o misiles en un radio de más de 100 kilómetros. Pero el Ejército ucraniano, que pese a la modernización de los últimos años sigue dependiendo de armamento de estilo soviético o ruso, no está entrenado para manejar este tipo de armamento estadounidense.

"Las cosas en el terreno son muy cambiantes, cada hora puede ser distinto. A lo mejor un día no los necesitamos y a las horas después, sí"

Los occidentales estarían buscando alternativas como el S-300, competidor directo ruso del Patriot, de un alcance más limitado, pero suficiente para proteger las ciudades más afectadas. Washington ha estado presionando a países como Eslovaquia y Bulgaria para entregar a Ucrania sus baterías S-300. “Estamos dispuestos a hacerlo inmediatamente cuando tengamos un reemplazo adecuado”, declaró el ministro de Defensa eslovaco, Jaroslav Nad, tras un encuentro con su homólogo estadounidense en Bratislava, en velada referencia a los Patriot.

Pese a que el foco ucraniano está ahora en defender los cielos, el Ejército se queda con el contacto de todos los voluntarios. Saben que en cualquier momento la ofensiva puede acelerarse y dar un vuelco.

“Las cosas en el terreno son muy cambiantes, cada hora puede ser distinto. A lo mejor un día no los necesitamos y a las horas después, sí”, explica el reclutador, mientras me señala un autobús que pasa junto a nosotros cargado con dos decenas de hombres, rumbo a algún sitio clasificado. “A estos les dijimos ayer que no los necesitábamos, que esperaran. Ahora sí, les llamamos. Por eso mejor les decimos a todos, vuelvan mañana”.

La invasión de Ucrania se encamina a cumplir un mes y el Kremlin parece haber aceptado que la contienda será mucho más larga de lo que había previsto. Su frustrada operación relámpago dio paso a un asedio activo de las ciudades, donde las tropas terrestres hacían pequeñas incursiones mientras esperaban a que el fuego aéreo ablandara las defensas ucranianas. Pero la feroz resistencia en las ciudades ha hecho que el Ejército ruso se haya vuelto a replantear su estrategia y apueste ahora por un asedio lento y agónico, donde esperan rendir al enemigo a base de bombardeos y artillería pesada contra objetivos civiles y militares. Entramos en la guerra de desgaste.

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