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S-300: las gárgolas rusas que blindarán el cielo iraní
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un sistema antiaéreo letal y difícil de evitar

S-300: las gárgolas rusas que blindarán el cielo iraní

Después de más de diez años de dimes y diretes Rusia va a cumplir su parte del acuerdo de venta de sistemas antiaéreos a Irán con carácter inmediato, encareciendo cualquier ataque contra los persas

Foto: S-300
S-300

Después de más de diez años de dimes y diretes, de anuncios de envío, cancelaciones, presiones y desencuentros; de amenazas de juicios milmillonarios y de contratos cancelados y políticas de estado, parece que esta vez sí que Rusia va a cumplir su parte del acuerdo de venta de sistemas antiaéreos S-300 a Irán con carácter inmediato. O no, ya que no sería la primera vez que se informa de que se han iniciado las entregas pero resulta ser falso.

Si se confirma que las baterías de misiles llegarán a Irán entre enero y marzo de 2016 la situación estratégica de Oriente Medio sufrirá un cambio irreversible. Porque los S-300PMU2 Favorit, llamados SA-20B Gargoyle (gárgola) por la OTAN, correctamente desplegados, harán casi imposible un ataque aéreo sobre las instalaciones nucleares iraníes ya sea usando aviones, misiles de crucero o incluso algunos tipos de misiles balísticos.

Como mínimo harán que cualquier ataque sea muy costoso en términos de bajas. Porque el S-300 en la versión que al parecer recibirá Irán es uno de los sistemas antiaéreos de largo alcance más eficaces y letales, comparable a algunas versiones avanzadas de los MIM-104 Patriot estadounidenses e incluso superior, en algunos aspectos. Un arma de denegación de área que merece su nombre.

El S-300 ha ido evolucionando con el tiempo hasta convertirse en un sistema extremadamente letal y muy difícil de contrarrestar

Desarrollado por la Unión Soviética a partir de los años 70 tras el mal resultado de anteriores sistemas antiaéreos en combate, el S-300 ha ido evolucionando con el tiempo hasta convertirse en un sistema extremadamente letal y muy difícil de contrarrestar por un atacante. La versión SA-20B que al parecer recibirá finalmente Irán tiene un alcance de 200 km y puede abatir hasta 6 amenazas al mismo tiempo con dos misiles cada una entre 10 metros y 27 km de altura a velocidades de hasta 10.000 km/h.

Según pruebas realizadas en polígonos de tiro rusos y las afirmaciones de sus fabricantes su efectividad es de entre el 80 y el 93% por misil contra aviones, y de entre el 80 y el 98% contra misiles de crucero como el Tomahawk. Entre sus laureles está el haber sido el primer sistema antimisil balístico en destruir por completo un Scud en el aire. La arquitectura y la electrónica del sistema están diseñadas para dificultar al máximo los ataques de supresión de defensas aéreas como las misiones Wild Weasel de la OTAN, con radares poco detectables, una estructura distribuida y la posibilidad de disparar y mover los diversos elementos en pocos minutos.

El sistema se basa en un centro de mando capaz de operar de forma completamente automática y que está conectado con una serie de radares especializados de los que recibe la información sobre amenazas y designa los blancos ordenando el disparo a baterías de misiles, de las que puede controlar hasta una docena cada una con cuatro misiles: 48 en total.

Los radares, el centro de mando y las baterías pueden estar hasta a 45 kilómetros unos de otros y se comunican mediante enlaces de microondas o cables de fibra de vidrio; se mueven independientemente y poseen su propio suministro eléctrico. Las baterías de misiles y algunos de los radares pueden instalarse y entrar en funcionamiento en 5 minutos, y el sistema completo está diseñado para que tenga una gran persistencia en situaciones de alerta máxima: hasta 2 días seguidos en operación continua, mucho más en activaciones intermitentes. Los misiles están en contenedores sellados y tienen una gran duración sin necesidad de mantenimiento.

Respecto a su letalidad, el radar de adquisición en este modelo es del tipo Big Bird, un radar de barrido electrónico capaz de cubrir simultáneamente dos sectores de 90 grados delante y detrás, y que está montado en una plataforma giratoria para ampliar este ángulo. Para evitar las interferencias por parte de equipos de guerra electrónica cambia de frecuencias continuamente y de forma automática. Debido a su tipo y diseño puede operar durante largos periodos con gran potencia sin recalentarse y tiene una elevada resolución y escasa pérdida lateral, señales no útiles que emplean los sistemas de destrucción como los misiles estadounidenses HARM para atacar estas instalaciones.

El sistema se basa en un centro de mando que opera automáticamente, conectado con radares de los que recibe información sobre amenazas y blancos

Se encarga de controlar todo el espacio aéreo hasta 300 km de distancia y de localizar e identificar los blancos. En modelos anteriores de las funciones de detección y seguimiento se encargaban dos radares diferentes para gran y pequeña altura. Para la iluminación y seguimiento de blancos hay un segundo radar de la familia Flap Lid, modelo Tomb Stone en esta variante, de nuevo un radar de barrido electrónico con un haz muy fino que dificulta la detección e interferencia de sus señales. Los radares pueden ser montados en mástiles de entre 28 y 38 metros de altura para mejorar la detección de blancos que vuelan muy bajo.

Las baterías de misiles son de dos tipos: montadas sobre un camión 8X8 o semirremolcadas. Llevan cuatro misiles cada una que se disparan en frío, por medio de un lanzador de gases; el motor cohete sólo se dispara con el misil ya en el aire. Cada lanzador puede disparar misiles con 3 segundos de intervalo; es habitual lanzar dos misiles por blanco en situación de crisis real. Los tubos contenedores se transportan en horizontal pero se disparan en vertical, por lo que pueden dirigirse a cualquier dirección sin retrasos. Todos los vehículos pueden ponerse en posición de disparo o desmontarse y marcharse en 5 minutos, excepto las torres para los radares, que necesitan entre 30 y 90 minutos dependiendo de la altura. Una vez disparados los misiles el lanzador no necesita quedarse quieto.

El S-300 puede emplear misiles de varios tipos y el puesto de mando tiene incluso capacidad para controlar misiles de modelos anteriores. Para el Gargoyle se diseñó el misil 48N6E2, una versión mejorada de los más antiguos que tiene casi 200 kilómetros de alcance y capacidad contra misiles balísticos de alcance intermedio como el Scud e incluso contra cabezas de reentrada de ICBMs. Como todos los misiles de la familia dispone de un sistema de maniobra mediante toberas de gases que lo hace muy ágil, lo que incrementa su letalidad contra blancos que intentan evadirlo.

Tienen 7,5 metros de largo, pesan 1.800 kilos y disponen de espoletas de contacto y proximidad y de cabezas explosivas de fragmentación de hasta 180 kilos. También existe la opción de usar en los mismos lanzadores misiles más pequeños y de menor alcance para la defensa más próxima. Para evitar cualquier posible amenaza de vuelo bajo el procedimiento habitual es cubrir los puestos de control y radares con sistemas antiaéreos locales como el Tor M1, del que también dispone Irán. También se utilizan señuelos hinchables equipados con equipos electrónicos que proporcionan la firma electrónica y térmica de un lanzador real para despistar a los atacantes, y con frecuencia los lanzadores se ocultan en trincheras dispuestas en posiciones preparadas de antemano.

Se calcula que el precio de una batería completa ronda los 100 millones de dólares, incluyendo el entrenamiento y el material auxiliar. Numerosos países de la antigua órbita soviética disponen de versiones más o menos avanzadas del S-300; China adquirió varias baterías y desarrolló su propia versión HQ-10 a partir de ellas, y Venezuela adquirió un modelo más avanzado. La compra de algunas baterías por países de la OTAN como Grecia, Chipre o el interés de Turquía provocó más de una incomodidad entre miembros de la alianza. Pero el principal roce diplomático se produjo tras la compra de varias baterías (entonces de un modelo anterior) por parte de Irán en 2007.

Numerosos países de la antigua órbita soviética disponen de versiones más o menos avanzadas del S-300, así como China y Venezuela

Destinados evidentemente a proteger las instalaciones del programa nuclear iraní, su presencia hubiese debilitado mucho las continuas amenazas de un ataque aéreo por parte de Estados Unidos o Israel. Se considera que el SA-20B Gargoyle supone una barrera muy seria a cualquier ataque realizado con aviones no furtivos como los F-15 de ambos países. De hecho la existencia de esta familia fue determinante en el desarrollo de aparatos stealth como el ya retirado F-117, el B-2 Spirit, el F-22 Raptor y el F-35 Lightning_II. La presencia del sistema en varios países de Oriente Medio es clave en la necesidad de adquirir F-35 por parte de Israel, ya que se considera que sus F-15I serían vulnerables en el futuro; los Lightning_II o futuros aviones sin piloto extremadamente sigilosos tendrán que abrirles camino atacando a los Gargoyle en misiones de supresión de defensas aéreas que no serán fáciles, ni seguras para sus pilotos.

El primer contrato ruso-iraní tenía un importe de unos 800 millones de dólares y se firmó en 2007. En 2010 Rusia bloqueó la entrega de los misiles y devolvió lo ya pagado a Irán, lo que no satisfizo a los persas, que denunciaron la violación del contrato ante los tribunales internacionales solicitando daños por 4.000 millones de dólares. Las negociaciones entre el gobierno iraní y las potencias internacionales culminaron en el Plan de Acción Conjunta que limitó el futuro desarrollo del programa nuclear del país y el presidente ruso Vladimir Putin anunció en primavera de 2015 la reanudación de la venta de S-300.

Un nuevo contrato se ha firmado en noviembre y se anuncia la entrega de las baterías empezando en enero de 2016 y terminando antes del año nuevo persa, a finales de marzo. Militares iraníes se están entrenando en el uso del sistema en Rusia, y parece que esta vez la cosa va en serio. Aunque no sería la primera vez que en el último momento la venta se frustra: aún no hemos visto los Gargoyle en Irán. Y si los vemos los misiles antiradiación HARM, misiles de crucero Tomahawk, misiles balísticos, drones y aviones de ataque al suelo dejarán de ser una amenaza para ese país, al menos para quien no esté dispuesto a pagar un elevado precio.

Después de más de diez años de dimes y diretes, de anuncios de envío, cancelaciones, presiones y desencuentros; de amenazas de juicios milmillonarios y de contratos cancelados y políticas de estado, parece que esta vez sí que Rusia va a cumplir su parte del acuerdo de venta de sistemas antiaéreos S-300 a Irán con carácter inmediato. O no, ya que no sería la primera vez que se informa de que se han iniciado las entregas pero resulta ser falso.

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