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Cómo el "nazi" Zelenski al que Putin quiere eliminar se convirtió en un ídolo en Israel
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Israel intenta ejercer de mediador

Cómo el "nazi" Zelenski al que Putin quiere eliminar se convirtió en un ídolo en Israel

La figura del presidente ucraniano gana relevancia en Israel, cuyo gobierno mantiene una posición ambigua ante el conflicto e intenta mediar entre Putin y Zelenski

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Getty)
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. (Getty)
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En Israel ya hay quien llama a Volodímir Zelenski un “macabeo moderno”, recordando a los judíos que se rebelaron contra el imperio seléucida en el siglo II a.C. Otros lo asemejan a David, rey y profeta, luchando contra el gigante Goliat. La comparación no es baladí. El presidente ucraniano es judío y su abuelo, combatiente soviético contra los nazis, perdió a tres hermanos durante el Holocausto. Además, su resistencia frente a la invasión rusa, que según Putin busca “desnazificar” Ucrania, lo ha convertido en una suerte de héroe nacional judío, dentro y fuera de Israel.

Tres ejemplos:

“Zelenski es el último de una larga lista de orgullosos patriotas judíos”, escribía el profesor de estudios hebreos, David Aberbach, en un artículo en 'The Jewish Chronicle'.

“Como judía, es imposible no sentirse orgullosa del coraje, la dignidad y el desafío mostrado por Zelenski en este momento”, decía hace unos días en Twitter la escritora y artista estadounidense Molly Crabapple.

“La dignidad es clave en los discursos de Zelenski, ya sea dirigiéndose a ciudadanos rusos, a Occidente o a los judíos y al público israelí”, afirmaba el escritor israelí Eitan Nechin, en un artículo publicado en el periódico 'Haaretz' en el que definía al líder ucraniano como un “héroe revolucionario judío”.

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Aunque las alusiones a los orígenes judíos de su familia no abundaban antes de la guerra con Rusia, desde que estalló el conflicto el presidente ha hecho bandera de su identidad. En 2020, en una entrevista de 'The Times of Israel', Zelenski explicó que, de pequeño, recibió una “educación judía ordinaria” y que su familia, como tantas otras en la Unión Soviética, no era religiosa. En otra entrevista, esta vez en el periódico francés 'Le Point', el excómico aseguraba: “El hecho de que sea judío apenas llega al puesto 20 en mi larga lista de defectos”. Ahora, las referencias a su judaísmo han aumentado.

El nazismo nace en el silencio

En un mensaje escrito y televisado el pasado 2 de marzo, que el Gobierno ucraniano tradujo al hebreo, Zelenski se dirigió a todo el pueblo judío diciendo: “¿No veis lo que está pasando? Es muy importante que millones de judíos en todo el mundo no guarden silencio ahora. El nazismo nace en el silencio”. El mensaje llegaba un día después del bombardeo ruso contra la antena de telecomunicaciones de Kiev, situada cerca del cementerio judío y el memorial del Holocausto de Babi Yar, que finalmente no resultó afectado. El lugar, escenario de la masacre de entre 100.000 y 150.000 judíos, gitanos y prisioneros políticos a manos de los nazis en 1943, es un importante centro de peregrinación para judíos de todo el mundo.

"Todos fuimos bombardeados anoche en Kiev y todos morimos de nuevo en Babi Yar por el ataque con misiles", añadió el presidente. “[Rusia] está intentando matar de nuevo a las víctimas del Holocausto”, agregó.

Israel está viviendo intensamente el conflicto entre Moscú y Kiev. Es el principal foco informativo de la mayoría de medios del país y un tema de conversación recurrente entre la población. Ucrania es el tercer país de Europa y el quinto del mundo con más población judía, entre 360.000 y 400.000 personas, según un censo del Congreso Judío Europeo. Muchos israelíes tienen ascendencia ucraniana –muchos otros, rusa– y algunos de los principales personajes de la historia de Israel nacieron en Ucrania. Entre otros, el segundo presidente del país, Yitzhak Ben-Zvi, originario de Poltava, o la primera mujer en dirigir un gobierno israelí, Golda Meir, que nació en Kiev.

Foto: Milicianos en Konotop, reunidos el miércoles para decidir no rendirse ante los rusos. (F. B.)

La guerra ha motivado diversas manifestaciones de apoyo a la causa ucraniana. Desde la protesta de cientos de personas frente a la embajada rusa en Tel Aviv; a la oración de un grupo de judíos ataviados con la bandera ucraniana en el Muro de Occidente, en Jerusalén; a recaudaciones de fondos y material para la población ucraniana, especialmente la de origen judío. Incluso estaría aumentando la demanda de banderas ucranianas en el país, según afirmó el fabricante Avi Marom en una entrevista en la televisión israelí Channel 12. Las encuestas también reflejan esta preferencia por el bando ucraniano: un 76% de los israelíes apoya a Ucrania (un 90% si son de izquierdas), frente al 10% que se inclina por Rusia, según un informe de Direct Polls.

La ambigüedad de Israel

Pese a la aparente predilección de la población israelí por Zelenski y Ucrania, el Gobierno de Naftalí Bennett ha mantenido un papel ambiguo ante el conflicto. Por un lado, Israel votó a favor de la resolución no vinculante de la Asamblea General de la ONU condenando la invasión, tomando la postura de sus aliados occidentales. También ha enviado varios aviones de ayuda humanitaria y se ha comprometido a “acoger temporalmente” a 25.000 ucranianos que ya estaban en el país “ilegalmente”. Además, ha prometido que acogerá a miles de refugiados de la guerra, aunque con distinciones: los que sean judíos podrán optar a la ciudadanía; los que no, deberán comprometerse a dejar el país en tres meses o cuando cesen las hostilidades.

Por otro lado, Israel está intentando evitar un conflicto diplomático con Rusia, razón por la cual sólo secundó la resolución de la ONU tras recibir presiones de la administración Biden. También ha declinado enviar armas y material de defensa antimisiles al ejército ucraniano, tal como pidió por teléfono a Bennett el presidente Zelenski. Tampoco participa en las sanciones económicas a Rusia. E incluso ha evitado condenar abiertamente la operación militar, utilizando siempre términos poco precisos y vagos, y sorteando citar a Rusia y Putin en sus comunicados.

Foto: Refugiados que huyen de la guerra en Ucrania llegan a Varsovia, Polonia (EFE/EPA/Marek)

La actitud del Gobierno israelí respecto a Rusia responde al interés de Bennett por conservar la buena relación con Putin iniciada durante el gobierno de Benjamin Netanyahu. Pero, sobre todo, busca mantener el statu quo en Siria, donde Rusia todavía tiene presencia militar. Putin decantó la balanza a favor del régimen de Bashar el Asad en 2014 con su intervención en la guerra civil siria y todavía controla el espacio aéreo del país y tiene soldados en la frontera con los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967. En virtud del acuerdo de coordinación entre Israel y Rusia, el Kremlin hace oídos sordos a los bombardeos israelíes contra milicias pro iraníes en el sur de Siria, al tiempo que evita que se produzcan enfrentamientos entre los respectivos ejércitos.

Como con Ucrania, los vínculos entre Israel y Rusia también están muy marcados por la ascendencia rusa de muchos de sus ciudadanos y el origen judío de muchos rusos. Tras la caída de la Unión Soviética, Israel acogió a cerca de 900.000 rusos y, hoy en día, el número de israelíes que hablan ruso ronda el 15% de la población, 1,3 millones de personas. En las últimas semanas, el museo del Holocausto de Jerusalén ha ejemplificado la difícil posición de Israel respecto a Rusia: por un lado, condenó “vehementemente” el bombardeo que afectó al memorial de Babi Yar; y por el otro, pidió que no se impusieran sanciones al magnate ruso-judío Roman Abramovich, que además de ser dueño del Chelsea, es un importante donante del museo y otras instituciones judías. Finalmente, Abramovich fue sancionado el jueves por las autoridades británicas junto a otros seis oligarcas rusos.

Intento de mediar

El pasado 1 de marzo, el primer ministro Bennett definía así la posición de Israel en el conflicto entre Ucrania y Rusia: “Desde el principio, el Estado de Israel ha adoptado un enfoque moderado y responsable, que nos permite no sólo proteger nuestros intereses, sino también ser útiles, siendo un jugador fiable y uno de los pocos que puede comunicarse directamente con ambas partes. Y ayudar según sea necesario”. En esta línea, Bennett ha procurado posicionarse como un árbitro válido entre las dos partes.

El primer ministro ha llamado por teléfono en diversas ocasiones tanto a Zelenski –que le ha pedido oficialmente que medie en el conflicto-- como a Vladímir Putin, a quien llegó a visitar en Moscú en un viaje relámpago el sábado 5 de marzo. Ninguna de las partes ha divulgado, de momento, el contenido de las conversaciones, aunque a su vuelta a Israel Bennett reconoció que las posibilidades de acuerdo eran “escasas”. “Mientras haya una pequeña apertura, y tengamos acceso a ambos bandos, seguiré viendo como nuestro deber moral hacer todos los esfuerzos posibles para intentar encontrar una solución diplomática”, dijo.

Por el momento, ucranianos y rusos se han reunido en cuatro ocasiones a conversar sobre una posible la desescalada del conflicto, que Moscú inició con la invasión el 24 de febrero. La más reciente, este jueves en Turquía, fue la primera entre altos funcionarios y sentó, frente a frente, a los ministros de Exteriores de ambos gobiernos. Las partes reiteraron sus peticiones —Ucrania, un alto el fuego para abrir corredores humanitarios y buscar salidas al conflicto; Rusia, un compromiso incondicional de neutralidad de Ucrania—. Por el momento, no se ha logrado ningún avance y la comunidad internacional todavía busca un mediador efectivo.

De momento, los esfuerzos de Bennett han sido “muy apreciados” por Estados Unidos, en palabras del Secretario de Estado, Antony Blinken. También han sido bien recibidos por parte del canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, a quién el primer ministro visitó y llamó, respectivamente, a su vuelta de Moscú. Entre los contendientes, sin embargo, el entusiasmo es menor. Putin no se ha pronunciado sobre la mediación israelí y continúa su ofensiva sobre Ucrania, mientras que Zelenski, aunque ha agradecido el gesto, ha lamentado que Bennett “no se ha envuelto” en la bandera ucraniana. “Como hombre judío, tienes mayores expectativas de un Estado judío”, afirmó en una reciente entrevista.

En Israel ya hay quien llama a Volodímir Zelenski un “macabeo moderno”, recordando a los judíos que se rebelaron contra el imperio seléucida en el siglo II a.C. Otros lo asemejan a David, rey y profeta, luchando contra el gigante Goliat. La comparación no es baladí. El presidente ucraniano es judío y su abuelo, combatiente soviético contra los nazis, perdió a tres hermanos durante el Holocausto. Además, su resistencia frente a la invasión rusa, que según Putin busca “desnazificar” Ucrania, lo ha convertido en una suerte de héroe nacional judío, dentro y fuera de Israel.

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