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¿Qué hay detrás de los nuevos objetivos de Putin? Así se mueven los cinco ejes de la guerra en Ucrania
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fuego en el donbás, trincheras en kiev

¿Qué hay detrás de los nuevos objetivos de Putin? Así se mueven los cinco ejes de la guerra en Ucrania

Los nuevos objetivos militares del Kremlin van a modificar los frentes bélicos en Ucrania.

Foto: Koska, ex guardabosques ahora voluntario del batallón 'Aidar' desplegado en Kovel (A.A.)
Koska, ex guardabosques ahora voluntario del batallón 'Aidar' desplegado en Kovel (A.A.)
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"¿Ves esto? Es un arma antitanque portátil. Estamos preparados para quemar los tanques así, a 200 metros, si aparecen por aquí". El que habla, fusil en mano, granada en el bolsillo y señalando unos RPG portátiles en la parte de atrás de una furgoneta blindada, es Alexander Kharkinski, líder de la sección local del ‘batallón Aidar’ desplegada ahora mismo en el distrito de Kovel, noroeste ucraniano y frente a la frontera con Bielorrusia. Para su cumpleaños, el 4 de abril, solo pide un regalo: misiles Javelin para "mandar al infierno a los tanques bielorrusos si les da por entrar" en Ucrania para ayudar a las tropas de Vladímir Putin.

Kharkinski y sus 48 hombres son solo una pequeña parte de las fuerzas de combate desplegadas en la provincia para defender la frontera norte del país en caso de que Aleksandr Lukashenko esté dispuesto —o le obliguen— a unir fuerzas con Moscú y entrar en la guerra. A este batallón se añaden los destacamentos oficiales del Ejército, unas nutridas fuerzas de defensa territorial, la guardia fronteriza e incluso el SBU (Servicio de Seguridad Ucraniano). Todos alerta en sus puestos pese a que el Kremlin aseguró el pasado viernes que se completó la “primera fase” de la ofensiva y que sus esfuerzos militares se centrarían a partir de ahora en el este del país.

Pero este nuevo objetivo de "liberar el Donbás" hay que ponerlo en la perspectiva de un conflicto con múltiples frentes abiertos que no van a desmontarse con facilidad. Aunque la experiencia hace recomendable analizar con pinzas cualquier movimiento del imprevisible líder ruso, hay cinco grandes pilares de la ofensiva que se van a mantener, aunque con diferente intensidad, en las próximas semanas. Estas son las claves de una 'desescalada' muy relativa.

Foto: Manifestantes contra la guerra en la capital de Georgia. (Reuters/Irakli Gedenidze)

El 'factor bielorruso'

"Desde el principio de la invasión, estamos defendiéndonos de un posible ataque de Bielorrusia. No podemos cambiar de vecinos", sostiene Igor Chaika, alcalde de Kovel desde 2020. No lo ha tenido fácil como regidor: primero la pandemia y ahora la invasión rusa, siempre a apenas 70 kilómetros de la frontera bielorrusa. Hasta el momento, el Gobierno de Alexander Lukashenko ha cedido a Rusia su territorio como base desde la que lanzar la ofensiva sobre Kiev, pero sin llegar a entrar directamente en el conflicto con el envío de tropas a Ucrania. Una situación que, sin embargo, puede cambiar en cualquier momento. La inteligencia occidental cree que Lukashenko se está resistiendo ante la presión de Putin, pero no puede descartar una eventual entrada de Minsk en la contienda. Ante esta perspectiva, las provincias ucranianas del norte se mantienen preparadas. "No tenemos dudas de que Bielorrusia es enemiga de Ucrania", asegura Chaika.

La amenaza septentrional de Bielorrusia es alargada en Kovel y los pueblos de alrededor. Hace unos años, la vida en la región fronteriza no era tan difícil y Bielorrusia no era mal vecino. Muchos ucranianos tienen lazos familiares al otro lado de la frontera y el flujo de turistas o trabajadores era constante. El estadio de fútbol de la localidad es un proyecto conjunto de tres ciudades hermanadas: una polaca, una bielorrusa y la propia Kovel. En aquel entonces, Lukashenko se alineaba con Kiev en algunos temas sensibles, negándose durante años a reconocer la anexión rusa de Crimea o la independencia de las autoproclamadas repúblicas del Donbás. Ahora, la simple amenaza del vecino del norte hace que el Ejército ucraniano tema dejar desprotegido un flanco que podría aprovechar Rusia para complicar el curso de la guerra.

placeholder Una barricada frente a la sede de la Administración regional de Kovel (A.A.)
Una barricada frente a la sede de la Administración regional de Kovel (A.A.)

Además, Kovel representa cómo esta primera línea del norte es crucial para mantener la logística de la resistencia. Un domingo por la mañana, el centro de ebullición de la ciudad está en la estación de tren, uno de los principales nudos ferroviarios que une el país con Polonia (a 60 km). Desde el inicio de la invasión, decenas de trenes diarios conectan los vitales suministros occidentales —tanto civiles como militares— con el frente de Kiev o Járkov. Cualquier interrupción del suministro desde el oeste del país hacia la capital podría ser aprovechado por Rusia para cualquier potencial asalto a Kiev, un escenario que, según información de inteligencia, no está todavía descartado en Moscú.

"El comandante del Distrito Militar Oriental (EMD) de Rusia, el coronel general Alexander Chayko, podría estar dirigiendo personalmente los esfuerzos para reagrupar a las fuerzas rusas en Bielorrusia y reanudar las operaciones para rodear Kiev desde el oeste. Es altamente improbable que el Kremlin vaya a abandonar sus esfuerzos de rodear Kiev, pero probablemente no será capaz de cohesionar el poder de combate necesario para reanudar una ofensiva mayor en el futuro cercano", valoró el Institute for the Study of War (ISW) en su más reciente informe.

Trincheras en Kiev

Aunque el consenso de los expertos militares coincide en que la presión del Ejército ruso no va a ceder en Kiev, desde hace días las tropas rusas estarían cavando trincheras frente a sus posiciones —según imágenes de satélite distribuidas por la empresa Maxar—. Esto es interpretado como una señal de que, pese a limitar su desgaste en ofensivas terrestres, están preparándose para defender parte del territorio conquistado y reforzar sus posiciones en la periferia de la capital. También los defensores llevan semanas preparando trincheras, apuntando a que ambos bandos se están mentalizando para una 'desescalada' a largo plazo.

Abandonar a toda prisa sus posiciones en los aledaños de Kiev es, en todo caso, militarmente arriesgado para el Kremlin, que llegó a concentrar un gigantesco convoy para tratar de rodear la ciudad. Las fuerzas ucranianas están organizando pequeñas contraofensivas en varias partes del perímetro capitalino —como la reconquista de Irpín, anunciada este lunes por el Ministerio de Interior ucraniano— con las que podrían hostigar la retaguardia rusa en caso de retirada.

Al mismo tiempo, Moscú debe pagar un alto precio por sostener su amenaza contra Kiev, ya que este contingente debe mantenerse abastecido y comunicado con las tropas del este. Pero el objetivo es claro. Al igual que la amenaza bielorrusa, mantener la mira bélica sobre la capital obliga al Ejército ucraniano a mantener sus esfuerzos defensivos, impidiendo reforzar los frentes que van a ganar relevancia en el este y el sur. La joya kievita pondrá al límite la 'guerra de desgaste' de Putin durante las próximas semanas.

El frente del sur

“La Federación Rusa está jugando con nosotros. Estamos en manos de los invasores”, lamentó este lunes el alcalde de Mariúpol, Vadym Boichenko. Según los análisis militares, la lucha se concentra en apenas un puñado de barrios del centro de la ciudad, fuertemente bombardeada y donde habrían muerto al menos 5.000 civiles, según el funcionario local. Según el último informe operativo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, todavía hay unidades militares ucranianas luchando en la ciudad. Pero su caída en manos rusas es cuestión de tiempo.

La conquista de este enclave portuario dará una victoria estratégica a Rusia, que podrá asegurar un corredor terrestre entre la península Crimea y los enclaves separatistas del este de Ucrania (Donetsk y Lugansk). Si los ocupantes logran consolidar su control de la ciudad, donde todavía quedan más de 150.000 civiles atrapados, las tropas terrestres y los barcos rusos desplegados en el Mar de Azov quedarían liberados para avanzar hacia el suroeste de Ucrania con Odesa, la llamada capital del sur, como objetivo clave en este frente. Las tropas ucranianas han reforzado la ciudad de Nikolayev/Mykolaiv para resistir a un hipotético asalto ruso desde la ya ocupada Jersón, pero la inteligencia británica advierte de que las tropas rusas podrían intentar rodear esta localidad industrial en su avance hacia la 'perla del Mar Negro'.

Foto: Calles del centro de Odesa, ahora tras barricadas. (EFE/Sedat Suna)
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La ciudad (de un millón de habitantes antes de la invasión) quedaría así vulnerable a una tenaza naval, con la flota rusa desplegada frente a sus costas, y terrestre, con la llegada de tropas ocupantes desde el este. Además, advierten analistas militares, Putin podría utilizar Transnistria, una región prorrusa en la vecina Moldavia donde Moscú tiene una base militar, como base para bombardear la ciudad. Si cae Odesa, el Kremlin lograría ampliar el corredor terrestre desde el Donbás hasta Transnistria y Ucrania quedaría sin acceso al mar, crucial para las exportaciones ucranianas.

La 'envolvente' del Donbás

El frente del Donbás, en el oriente del país, es el más peliagudo para la defensa ucraniana. Los primeros movimientos sobre el terreno coinciden con una reagrupación rusa, según informes de inteligencia ucranianos, estadounidenses y británicos, pese a que los avances desde el inicio de la invasión, el pasado 24 de febrero, han sido limitados. A la tercera semana de ofensiva, los rusos controlarían un 70%-85% del 'óblast' (provincia) de Luhanks, y un 40%-45% de Donetsk, según estimaciones de la consultora de seguridad Le Beck International. Pero las conquistas rusas, más allá de zonas ya controladas por los separatistas desde 2014, son especialmente lentas (apenas un 10-15%) en la región del Donetsk.

"Incluso el objetivo más limitado de llegar a la frontera administrativa de Luhansk y Donetsk (el objetivo oficial de la operación) puede estar todavía a semanas de distancia, particularmente en lo que respecta a la provincia de Donetsk", apuntan los expertos de Le Beck.

El frente del Donbás es el más peliagudo para la defensa ucraniana. Los primeros movimientos coinciden con una reagrupación rusa

Aquí, donde Rusia concentra su mayor potencia de fuego, se marcará el ritmo del resto de ofensivas en el país. La inminente caída de Mariúpol, después de semanas de bombardeos y combates calle por calle, liberaría músculo de combate para, con ayuda de las fuerzas que rodean Járkov en el norte, tratar de rodear a las cerca de 40.000 tropas ucranianas desplegadas en el Donbás y asilarlos del resto de zonas controladas por Kiev. Además, Moscú cuenta con el apoyo de las milicias de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk, que llevan ocho años luchando contra las tropas regulares ucranianas.

“La escala de las pérdidas rusas en la lucha por Mariúpol determinará si la caída de la ciudad permitirá a Rusia reanudar las operaciones de combate a gran escala en el este de Ucrania”, agregó el informe Institute for the Study of War (ISW).

Dominar el frente del Donbás, corazón industrial del país, es el último recurso de Putin para sentarse con fuerza en la mesa de negociaciones, donde su inesperada desescalada le habría hecho perder 'momentum'. Pero aunque Putin parece haber reconocido que una victoria militar total es imposible, todavía tiene opciones de neutralizar a Ucrania en el largo plazo si logra una serie de victorias territoriales.

El jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, aseguró el domingo que el cambio de enfoque ruso reflejaría la esperanza de Putin de imponer “una línea de separación entre las regiones ocupadas y no ocupadas”, dividiendo a Ucrania en dos, al estilo Corea del Norte y Corea del Sur. “No es capaz de tragarse todo el país”, aseguró el militar, por lo que Rusia estaría intentando “arrastrar los territorios ocupados a una única estructura cuasi-estatal y enfrentarla a la Ucrania independiente”. Una estrategia que ya estaría intentando en Mariúpol (declarándola parte de la República Popular de Donetsk) o en Jersón y Enerhodar, promoviendo referéndums de independencia.

Foto: Funeral por soldados ucranianos caídos en combate cerca de la ciudad de Jersón. (EFE/George Vitsaras)
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Alicia Alamillos. Lviv (Ucrania) Lucas Proto

Bombardeos para recordar

Si el viernes el general Sergei Rudskoy anunciaba que Moscú reenfocaría sus fuerzas en el este del país, un día después Rusia establecía un ‘récord’ de misiles lanzados de manera simultánea contra objetivos en Ucrania. Unos 52 desde el Mar Negro y al menos 18 desde Bielorrusia, según el seguimiento de un portal independiente ruso. Entre los objetivos del sábado estuvo de nuevo Lviv, ‘capital’ de la retaguardia ucraniana en el oeste del país, con sendos ataques contra un depósito de combustible en una zona industrial y, según el Ministerio de Defensa ruso, contra una planta de reparación de material bélico´, que habrían dejado al menos cinco heridos. Esta es la tercera vez que Moscú apunta al entorno de una ciudad que se mantiene bajo relativa calma y lejos del frente (antes había atacado un centro de mantenimiento aeronáutico y un centro de entrenamiento militar en Yavoriv, a 60 kilómetros de la ciudad).

Este ataque es un recordatorio de que Putin no va a ceder en su campaña de ofensivas aéreas y fuego de artillería para mantener al país atenazado mientras las partes negocian el fin de la agresión. El domingo, el Ejército ruso había atacado 67 "objetivos militares" en 24 horas, la mayoría depósitos de combustible y de suministro en la retaguardia ucraniana, informó el Ministerio de Defensa ruso.

Foto: Roman Abramovich. (Reuters/John Sibley)

Sin embargo, la nueva fase de la guerra ha reforzado la creciente confianza de la resistencia ucraniana. En Kovel, milicianos como Kharkinski están crecidos ante el estancamiento de los rusos y miran con desdén las amenazas. "Los bielorrusos no han visto su sangre correr, están acostumbrados a solo pegar a las viejas en las plazas", asegura desafiante. "Nosotros estamos preparados a morir", asegura. Pero también se nota la amarga desesperación entre los civiles. “Esta guerra es una guerra sin leyes, solo dios sabe qué pueden hacer los invasores”, dice Yulia, una profesora de 42 años del pueblo de Smidyn, a apenas 40 kilómetros de la frontera bielorrusa.

Incluso aquí, todavía muy lejos del frente, los muertos siguen llegando. A la salida de uno de los pequeños pueblos de la región se congrega una caravana de coches y espectadores. Es el comité de recibimiento para un joven soldado muerto en el frente. Es uno de sus héroes.

"¿Ves esto? Es un arma antitanque portátil. Estamos preparados para quemar los tanques así, a 200 metros, si aparecen por aquí". El que habla, fusil en mano, granada en el bolsillo y señalando unos RPG portátiles en la parte de atrás de una furgoneta blindada, es Alexander Kharkinski, líder de la sección local del ‘batallón Aidar’ desplegada ahora mismo en el distrito de Kovel, noroeste ucraniano y frente a la frontera con Bielorrusia. Para su cumpleaños, el 4 de abril, solo pide un regalo: misiles Javelin para "mandar al infierno a los tanques bielorrusos si les da por entrar" en Ucrania para ayudar a las tropas de Vladímir Putin.

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