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Anatomía del peor escenario: ¿cómo podría ser un ataque nuclear de Rusia en Ucrania?
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Anatomía del peor escenario: ¿cómo podría ser un ataque nuclear de Rusia en Ucrania?

¿Qué tipo de armas nucleares tiene Rusia y en qué cantidad? ¿Cómo de rápido podría utilizarlas? ¿Cuáles serían las posibles respuestas que barajaría Occidente ante esta nueva escalada bélica?

Foto: Misil hipersónico ruso. (EFE/Ministerio de Defensa de Rusia)
Misil hipersónico ruso. (EFE/Ministerio de Defensa de Rusia)
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El ruido de sables nucleares ha aumentado en las últimas horas, hasta llegar al nivel más ensordecedor desde la Guerra Fría. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha prometido usar “medios de destrucción” contra quienes ataquen el territorio de la Federación Rusa, incluyendo, probablemente, las regiones ucranianas ocupadas que el Kremlin está en aparente proceso de anexionarse. “No es un farol”, añadió Putin, al tiempo que también anunciaba una movilización parcial con el objetivo de reforzar su invasión de Ucrania, lastrada por varios reveses militares. Es así como el mundo se acerca, un paso más, a lo desconocido. Un terreno imposible de reconocer, dado que reside, fundamentalmente, entre las cuatro paredes de la mente de Vladímir Putin.

Lo que sí se puede hacer, con ayuda de expertos en seguridad nuclear, es revisar las capacidades de destrucción de que dispone Rusia: qué tipo de armas y en qué cantidad, cómo de rápido podría utilizarlas, y cuáles serían las posibles respuestas que barajaría Occidente ante esta nueva escalada bélica.

En líneas generales, en el mundo existen unas 10.000 cabezas nucleares, de las cuales Rusia y Estados Unidos poseen cerca del 90%: unas 3.700 los estadounidenses y unas 4.400 los rusos —aunque algunos organismos, como la Federación Americana de Científicos, elevan estas cifras a 5.400 y casi 6.000—. La relativamente buena noticia es que se trata de un arsenal muy inferior al que existía durante la Guerra Fría. En concreto, hay unas 10 veces menos cabezas nucleares de las que había en los años sesenta, gracias a las reducciones logradas por los tratados de no proliferación.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en un momento del discurso. (Kremlin)

Más allá de los dos grandes rivales, Reino Unido, Francia, China, India y Pakistán tienen entre 150 y 300 cabezas cada uno. Israel, unas 100. Corea del Norte, quizá, más de 20. Otra noticia relativamente buena es que solo hay nueve potencias nucleares en el mundo. Menos de la mitad de las 25 que vaticinó la Casa Blanca que habría a finales del siglo pasado.

El maletín nuclear Cheget

Volviendo a Rusia, el Boletín de Científicos Americanos estima que los rusos tienen unas 1.588 cabezas nucleares instaladas en misiles, tanto en bases terrestres como en submarinos y en bombarderos pesados. El resto estaría colocado en la reserva. Si Rusia lanzase un misil balístico intercontinental, este sería capaz de alcanzar su máxima velocidad en 10 minutos desde su lanzamiento y alcanzar el Reino Unido en un tiempo total de 20 minutos. Según el general británico sir Richard Barrons en declaraciones a Sky News, la cabeza nuclear tendría suficientes kilotones (entre 300 y 800) como para destruir Londres, Washington o París.

Si el Gobierno ruso llegase a tomar la decisión, el presidente, el ministro de Defensa y el presidente de la junta de jefes del Estado Mayor tendrían que dar permiso, utilizando el maletín nuclear Cheget —bautizado en honor de una montaña de la región de Kabardino-Balcaria, en Rusia—. Llegados a este punto, la pregunta es, ¿qué objetivos se atacarían? ¿Cómo de amplia podría llegar a ser la destrucción?

“Esta es la gran pregunta: si hubiese una guerra nuclear, ¿podrías limitarla a solo unas cuantas armas nucleares?”, explicaba Steven Pifer, director de la Iniciativa de No-Proliferación y Control de Armas del Brookings Institute y exembajador de EEUU en Ucrania, el pasado otoño en El Confidencial. “Mi punto de vista es que, cuantas más armas nucleares se usen, más difícil sería limitar la guerra. Digamos que EEUU y Rusia utilizan solo 500 armas nucleares uno contra otro. Sería una catástrofe más allá de lo imaginable. No apuntarían necesariamente a las ciudades. La política de EEUU es no atacar a la población civil por sí misma. Sin embargo, la política de EEUU es atacar a objetivos de liderazgo e industrias que sostienen la guerra. Bueno, pues los líderes y las industrias que sostienen la guerra tienden a estar en ciudades”.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Kremlin/Pool/Konstantin Zavrazhin)

Por otra parte, también cabe la posibilidad de que Moscú recurra a misiles de menor alcance, como el Iskander, que puede recorrer 500 kilómetros con una cabeza nuclear de media tonelada de entre cinco y 50 kilotones. Las llamadas armas nucleares 'tácticas', en oposición a las 'estratégicas', son aquellas pensadas para usar de forma limitada, en el campo de batalla.

El experto en el sector militar ruso Mark Galeotti reconoció este mes, durante una entrevista en el canal WHN6, que no estaba muy impresionado por las armas nucleares tácticas rusas. “Las armas nucleares tácticas no se han usado, ni siquiera en ejercicios militares, desde los tiempos soviéticos. Ya no queda nadie que tenga experiencia práctica en su uso”, declaró.

“Estas armas han estado quietas en las estanterías durante más de tres décadas. Llevaría tiempo acondicionarlas. Luego, tendrían que ser transportadas en un convoy armado muy, muy obvio, para ser ensambladas en el sistema de lanzamiento. Algún tipo de misil. Lo que llevará tiempo, y una experiencia que realmente no está ahí y que obligaría a consultar los manuales de instrucciones. Pero lo más importante es que estos arsenales están bajo la muy cuidadosa vigilancia de los servicios secretos occidentales”.

Señales nucleares

Antes de invocar la temida imagen del botón rojo, sin embargo, el Kremlin tendría varias opciones para escalar la tensión. Para indicar que va en serio, que se puede estar acercando el momento. El pasado marzo, iniciada ya la invasión de Ucrania y presenciando la creciente ayuda occidental, Putin elevó la alerta y ordenó colocar las fuerzas nucleares en “régimen especial de combate”. Pero hay otras opciones.

“Mi reacción general es que, si Rusia se anexiona formalmente el territorio, podría pensar que está en posición de usar cabezas nucleares como disuasión: es decir, de amenazar con responder con armas nucleares para proteger lo que tiene”, dice a El Confidencial el Dr. Hyun-Binn Cho, experto en seguridad nuclear y profesor de relaciones internacionales de The College of New Jersey. La disuasión es distinta, aclara, que “aquello que los expertos llaman persuasión. Es decir, amenazar con un ataque nuclear para que el adversario te entregue algo. Lo cual suele ser visto, generalmente, como algo más difícil de hacer”.

Según el Dr. Cho, es posible que Rusia haga “señales nucleares” a sus adversarios, como “elevar los niveles de alerta o desplazar armas nucleares más cerca del conflicto”. Lo cual podría “causar una mayor impresión en Occidente”.

La otra gran pregunta es cómo reaccionaría Occidente, concretamente Estados Unidos, si Rusia termina usando un arma nuclear en Ucrania. Durante una reciente entrevista en el canal CBS, el presidente de EEUU, Joe Biden, advirtió a Putin de que no usara armas nucleares en Ucrania. “No, no, no. Cambiaría el rostro de la guerra más que nada desde la Segunda Guerra Mundial”, declaró el presidente, sin detallar cómo sería su respuesta. Durante su discurso del miércoles ante la ONU, Biden declaró que “las guerras nucleares no se pueden ganar. Y nunca deben librarse”. Luego acusó a Putin de hacer “amenazas irresponsables”.

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El general retirado Ben Hodges, que fue comandante de las fuerzas estadounidenses en Europa entre 2014 y 2017, especuló en abril sobre la posible reacción de Washington ante el uso de una bomba nuclear en Ucrania. Según Hodges, una opción inmediata era que las fuerzas de la OTAN hundiesen la flota rusa del mar Negro y arrasasen en un bombardeo todas las posiciones rusas en Ucrania.

Si el conflicto se desbordase, tal y como han representado numerosas películas desde los años cincuenta, las consecuencias para el planeta serían incalculables. La revista científica 'Proceedings of the National Academy of Sciences' calculó, en un estudio, cuál sería el impacto planetario de una guerra nuclear entre India y Pakistán; dos países que se han peleado, convencionalmente, cuatro veces entre 1947 y 1999.

En caso de que cada uno lanzase 50 bombas, un 0,5% de las que hay en el mundo, se podría generar un 'invierno nuclear'. Es decir: más allá de la propia destrucción humana, biológica y material, los impactos desatarían cinco millones de toneladas de polvo y hollín, que taparían el sol, cortocircuitarían la agricultura mundial y causarían una catástrofe que “excedería la mayor hambruna de la historia documentada”. Predicciones lúgubres de una guerra que no ha hecho más que iniciar una nueva fase.

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El ruido de sables nucleares ha aumentado en las últimas horas, hasta llegar al nivel más ensordecedor desde la Guerra Fría. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha prometido usar “medios de destrucción” contra quienes ataquen el territorio de la Federación Rusa, incluyendo, probablemente, las regiones ucranianas ocupadas que el Kremlin está en aparente proceso de anexionarse. “No es un farol”, añadió Putin, al tiempo que también anunciaba una movilización parcial con el objetivo de reforzar su invasión de Ucrania, lastrada por varios reveses militares. Es así como el mundo se acerca, un paso más, a lo desconocido. Un terreno imposible de reconocer, dado que reside, fundamentalmente, entre las cuatro paredes de la mente de Vladímir Putin.

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