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¿Qué trama Putin? Claves para entender lo que está por llegar
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¿Qué trama Putin? Claves para entender lo que está por llegar

Tras más de dos horas esperando, el presidente ruso decidió no aparecer ante las televisiones del país el martes en un esperado discurso. La alocución pregrabada se ha emitido esta mañana

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Kremlin/Pool/Konstantin Zavrazhin)
El presidente ruso, Vladímir Putin, en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Kremlin/Pool/Konstantin Zavrazhin)
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Tras más de dos horas esperando, el presidente ruso, Vladímir Putin, decidió no aparecer ante las televisiones del país en un esperado discurso a la nación, el primero —sin que coincidiera con ninguna efeméride— desde el que anunció la 'operación militar especial' rusa en Ucrania el pasado 24 de febrero. Finalmente, apareció unas horas después la mañana del miércoles, ordenando una movilización parcial. Pero el retraso en el discurso y la breve desaparición se puede leer en sí misma.

La desaparición de Putin fue solo el elemento más sorprendente —y quizás uno de los más reveladores— de las últimas 24 horas caóticas que ha vivido Moscú. Desde la declaración en cadena y sin preaviso de la celebración en apenas dos días de referéndums de unificación en los territorios ocupados por Rusia a la introducción exprés en el Código Penal ruso de nuevas penas de cárcel en caso de 'movilización general' o el llamado de Putin a sus industrias de defensa a que produzcan más armas y munición, todo eran indicios de que está a punto de pasar algo en Rusia que puede cambiar el curso de la guerra en Ucrania.

"Siguiendo la lógica de la propaganda rusa, y todas las historias y misterios alrededor de Putin, el proceso de decisión... Creo que se ha hecho así para hacer al mundo entero sentir que está esperando, por algo fundamentalmente estratégico", opina Maria Zolkina, jefa de Estudios Regionales de Seguridad y Conflictos, y experta en conflictos en el Donbás. Sin embargo, tampoco las pintan perfectas en el lado del Kremlin. También "es una clara señal de que Rusia no tiene un plan sobre qué hacer exactamente [ahora, ante la evolución del campo de batalla]. Hemos llegado a un 'impasse' político para Rusia".

Foto: Hiroaki Kuromiya, experto en el Donbás. (Cedida)

Estas son las claves de un vertiginoso 20 de septiembre en el que Putin, sencillamente, dejó a todo su país pegado a la televisión.

Referéndums ilegales y líneas rojas

En una sucesión acelerada, las autoproclamadas repúblicas populares prorrusas de Donetsk y Lugansk, primero, y las zonas ocupadas por el Ejército ruso en Jersón y Zaporiyia (sur de Ucrania), después, han ido anunciando su intención de celebrar referéndums de anexión a Rusia. La fecha elegida es en apenas unos días, del 23 al 27 de septiembre, y los resultados (inevitablemente positivos) podrían ser reconocidos y ejecutados en cuestión de días. El repentino movimiento, evidentemente coordinado con Moscú, marca un cambio en la política del Kremlin en varias áreas —en febrero, por ejemplo, la Duma rusa votó para reconocer oficialmente las repúblicas como entes independientes— y da una pista de lo mucho que la sorprendente contraofensiva ucraniana ha asustado a la plana mayor militar rusa.

"Rusia quiere detener las contraofensivas ucranianas como sea", apunta en esta línea Zolkina. Este movimiento ruso "se desencadenó ante lo que se ha visto como un riesgo real de desocupación, especialmente si las tropas ucranianas avanzan desde Járkov a Lugansk", explica la experta, quien añade que, ante los problemas militares de las fuerzas rusas (tropas desorientadas, escasez de hombres, pérdida de material militar), un referéndum de anexión sería una "opción política" para detener cualquier intento ucraniano de continuar con su ofensiva.

Foto: Vladímir Putin, durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo. (Reuters/Anton Vaganov)

Tras los avances de la contraofensiva militar ucraniana y las voces ya molestas dentro del aparato gubernamental ruso, la aceleración de estos referéndums de anexión, que podrían hacerse efectivos tan pronto como la próxima semana, de las regiones ocupadas puede leerse como una amenaza hacia Occidente y una huida hacia adelante. También como un signo de debilidad en su ofensiva: no se trata de una decisión que se toma cuando las tropas planean avanzar, sino para estabilizar lo ya conquistado.

Incluir estos territorios como parte de Rusia dibujaría una nueva línea roja en el terreno. Un ataque ucraniano, especialmente con el avance de tropas de infantería, sería ya un ataque contra Rusia. "Rusia lo utilizará como propaganda para defender por qué se necesita una movilización, porque estos territorios son ya Rusia", opina Zolkina, en línea con otros expertos. Es decir, el mensaje es tanto interno como externo. Hacia los rusos, es un intento de convertir la invasión de un país vecino (Ucrania) en una guerra defensiva, haciendo el conflicto más legítimo y que le dé más margen para tomar medidas drásticas, y hacia Occidente, una amenaza: "Si continúan, Rusia se verá obligada a una movilización general".

Las particularidades legales también facilitarían el despliegue de tropas y la movilización parcial en estos territorios, a los que se aplicaría la legislación rusa. El expresidente Dmitry Medvedev ha asegurado que, si las regiones separatistas de Ucrania votan unirse a Rusia, Moscú podrá utilizar toda su capacidad militar en el Donbás. Esta opción tiene ciertos límites, especialmente cuando Ucrania ya ha presuntamente atacado (aunque solo mediante artillería) la ilegalmente anexionada Crimea y la provincia rusa de Belgorod.

Foto: El alcalde del distrito de Derhachi, Vyacheslav Zadorenko, rompe en pedazos una bandera rusa en Kozacha Lopan, Ucrania. (Reuters)

Para Zolkina, Moscú no ha calculado bien el alcance de su amenaza. Los referéndums ilegales "no cambiarán la posición de los otros actores, principalmente Ucrania. No es 2014, no se repetirá el escenario de lo que pasó en Crimea", apunta. Tampoco parece que cambie a corto plazo el apoyo occidental a Ucrania.

En el peor escenario, y si Occidente y Kiev no ceden y dan un paso atrás, la anexión de estos territorios daría a Putin la excusa legal para iniciar una guerra aún más total: con armas nucleares tácticas para proteger 'territorio ruso'. La línea roja definitiva.

Sembrando terreno para una movilización

Pero también esa 'guerra total', con la excusa del ataque ucraniano contra territorio oficialmente ruso, podría ir más bien encaminada, antes de las armas nucleares tácticas, a una movilización general para la que Putin se ha hecho de rogar.

Hay señales también en esa línea, que parecen preparar el camino, si no para la movilización general, sí al menos para una parcial. Este martes, la Cámara Baja del Parlamento ruso, la Duma, ha aprobado un proyecto de ley que introduce conceptos como la 'movilización' o la 'ley marcial', medidas que se aprobarían este miércoles tras la firma de Vladímir Putin.

Foto: Manifestación en La Haya contra el ataque de Rusia a Ucrania (Reuters)
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Este cambio legislativo añadiría una enmienda al Código Penal para considerar los periodos de movilización y la ley marcial en tiempos de guerra como circunstancias agravantes ante un delito. Este sería un primer paso para la movilización general y masiva en Rusia e implicaría penas severas en el caso de no presentarse al servicio militar, rendirse, negarse a combatir. "Necesitan a gente que haya tenido alguna experiencia, con el servicio militar a sus espaldas. Sin ley marcial y sin movilización, no pueden obligarlos a ir al frente", opina Maria Zolkina. Además, esta medida podría ser utilizada por el Kremlin como "propaganda doméstica" para, como comentaba anteriormente la experta, justificar por qué necesitan defender los territorios que ya consideran que forman parte de Rusia.

Zolkina sostiene que, si Putin declara una guerra en lugar de una operación militar, eso significaría que ha fracasado. Desde Moscú, no obstante, las versiones se contraponen y Andrey Kartapolov, presidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal, afirmó después de la aprobación del proyecto de ley que "no habrá una movilización general". "El presidente ha hablado de esto en más de una ocasión a través del secretario de prensa, Dmitry Peskov, y otros políticos a nivel federal. 'Ley' no es lo mismo que 'movilización", afirmó. Kartapolov sostuvo que la 'movilización' no se adopta para una operación militar concreta y para que perdure en el tiempo. Sin embargo, sí admitió que se podría aprobar la ley marcial. "Durante la ley marcial, todo el poder en la región se transfiere completamente a la administración militar y hay restricciones en el movimiento de los ciudadanos", continúa.

De hecho, una movilización general podría tener consecuencias negativas para Vladímir Putin. Desde que empezó la invasión, muchos soldados rusos han dimitido del frente. Por otro lado, prácticamente no hay voluntarios que quieran unirse a las fuerzas rusas en Ucrania y los problemas de reclutamiento han sido una constante desde el inicio del conflicto. “Han fracasado a la hora de buscar argumentos que puedan atraer a futuros combatientes. El reclutamiento durante el verano fracasó, también el de los militares retirados. Rusia ha tenido que reclutar a gente de las prisiones y no lo esconden”, continúa Zolkina.

Foto: Liliia Stupina, mujer de un soldado de Azov, en un momento de la entrevista en Kiev.

Aunque la población rusa se ha mostrado a favor de una guerra, siempre que no les toque a ellos implicarse directamente en ella. Dos tercios de la población rusa son leales a las acciones militares de Ucrania, pero, según la experta, eso no significa "que estén listos para combatir". Una movilización general podría ser un revés político para Putin y una pérdida de apoyos tanto para su Gobierno como para la invasión en Ucrania. A pesar de que las perspectivas de futuro son vagas, Zolkina apunta para este periódico que es posible que aumente la tensión social, porque algunas personas intentarán esconderse o abandonar el país. No es casualidad que, mientras Putin mantenía en vilo a Europa ante un discurso que nunca llegó, las búsquedas sobre 'cómo salir de Rusia' se dispararan en Google. "No creo que sucedan protestas masivas, pero es posible que el apoyo a las autoridades baje", concluye.

Más armas, más munición

También este martes, Vladímir Putin ha pedido a las empresas de defensa que aumenten la producción de armas y munición para potenciar las capacidades de las fuerzas rusas en territorio ucraniano. "Es necesario aumentar las capacidades de producción en el menor tiempo posible, maximizar la carga en los equipos, optimizar los ciclos tecnológicos y, sin comprometer la calidad, reducir el tiempo de producción", dijo el presidente ruso. Además, Putin subrayó que las armas deben ser enviadas a las tropas rusas "lo antes posible". La medida muestra un debilitamiento de las fuerzas de Rusia en Ucrania tras más de seis meses de guerra y en medio de la contraofensiva ucraniana. Sin embargo, la decisión también deja entrever que el Kremlin podría continuar su invasión de Ucrania a largo plazo.

Foto: Un avión MIG-31 con un Kinzhal en la panza, tecnología de la antigua Unión Soviética disfrazada de futurismo militar. (EFE)

La voluntad militar de Rusia, sin embargo, dista mucho de un éxito en el territorio. Este septiembre, salió a la luz que Moscú había comprado armas a Corea del Norte para seguir luchando en Ucrania, un indicador de la debacle rusa en su invasión. Para muchos analistas, esta noticia mostraba la cara del fracaso militar del Kremlin. La apelación de Putin a aumentar la producción se dirige sobre todo a la empresa Rostec, un conglomerado industrial que agrupa a más de 700 empresas que trabajan o tienen relación con productos de defensa. El gigante, creado en 2007, engloba a los principales fabricantes de armas y también controla otras empresas clave como Rosoboronexport, que hace de intermediaria en todas las exportaciones de armas.

En medio de una guerra que ha pasado por varias fases, la contraofensiva ucraniana ha puesto de relieve que el equipamiento militar no era como todos esperaban, lo que puede repercutir en la imagen del país como amenaza. Los países de la OTAN, por ejemplo, podrían replantearse hasta qué punto pueden plantar cara a Rusia. El hecho de que no tengan armas suficientes para continuar con su invasión es otra señal de debilitamiento ante una guerra que para Moscú iba a durar solo unos días, pero que ya se ha alargado más de seis meses.

¿Se le acaba el tiempo a la economía rusa?

"Colegas, los precios del gas están de nuevo de vuelta a los niveles que tenían a principios de marzo. Eso significa que casi todos los aumentos desde el comienzo de la guerra de Rusia en Ucrania han sido eliminados", ha tuiteado este martes el presidente estadounidense, Joe Biden, en un tono casi jocoso. Con ya casi siete meses de una 'operación militar especial' que iba a ser un visto y no visto, a la economía rusa empieza a acabársele el tiempo. Especialmente cuando la llegada del invierno implica que el frente en el terreno tendrá menos opciones de avanzar. Aunque las medidas que tomó el Kremlin tras la lección de 2014 la hicieron más resiliente a las sanciones, todo tiene un límite, y está empezando a hacerse evidente. Es el momento de poner el acelerador o forzar una negociación.

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Este martes, la bolsa rusa se ha derrumbado después de que se anunciaran los referéndums en Donetsk, Lugansk y Jersón, y la aprobación de enmiendas para la movilización general de la población y el estado de guerra. La bajada del valor de las acciones de este martes ha sido la más fuerte desde que Rusia invadió Ucrania el pasado 24 de febrero.

La caída en bolsa se suma a los meses de presión sobre la economía rusa por las sanciones internacionales, además de la reducción de muchos países europeos a las importaciones de energía y las pérdidas militares tras la contraofensiva ucraniana. Iskander Lutsko, estratega jefe de ITI Capital, dijo a Bloomberg que cerca del 30% de la caída se explica por los aumentos de impuestos a los exportadores. El 70%, a las preocupaciones por los referéndums en Donetsk, Lugansk y Jersón.

Después de meses de guerra y sanciones internacionales, la economía rusa ha sobrevivido gracias al aumento en el precio del gas natural y del petróleo. Ahora, hasta esto parece tambalearse por la estabilización de las tarifas. En septiembre, los países del G7 pactaron un tope al precio del petróleo ruso con el objetivo de "reducir los ingresos y la capacidad de Rusia de financiar la guerra". La medida, que prometieron implementar urgentemente, ha empezado a tener sus efectos en la economía rusa.

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Tras más de dos horas esperando, el presidente ruso, Vladímir Putin, decidió no aparecer ante las televisiones del país en un esperado discurso a la nación, el primero —sin que coincidiera con ninguna efeméride— desde el que anunció la 'operación militar especial' rusa en Ucrania el pasado 24 de febrero. Finalmente, apareció unas horas después la mañana del miércoles, ordenando una movilización parcial. Pero el retraso en el discurso y la breve desaparición se puede leer en sí misma.

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