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El disidente ruso al que "persiguen" hasta España los mercenarios muertos de Wagner
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SU FAMILIA ESTÁ AMENAZADA

El disidente ruso al que "persiguen" hasta España los mercenarios muertos de Wagner

En diciembre del pasado año, gente cercana a esa compañía militar incendió su casa de Goriachi Kliuch. Ahora, Andrei Paniuskin vive en un pequeño pueblo cercano a Sabadell

Foto: Andrei Paniuskin, en Goriachi Kliuch, su ciudad de origen, en Krasnodar. (Cedida)
Andrei Paniuskin, en Goriachi Kliuch, su ciudad de origen, en Krasnodar. (Cedida)
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"¡Hey, brat! He recibido las peores noticias acerca de mi padre", se lamenta por teléfono en inglés el exiliado ruso Andrei Paniuskin. "Se está muriendo de un cáncer de estómago en fase 4. No es operable, ¿sabes? En un mes estará muerto. Mi madre ya no puede caminar. Probablemente, también ella está muriendo. Y todo comenzó en diciembre, cuando esa gente de la Wagner prendió fuego a mi casa de Goriachi Kliuch. Yo no puedo hacer nada desde España. No puedo regresar a Krasnodar ni apoyarlos de algún modo".

Hace solo unos días que vimos a Andrei en un pueblo cercano a Sabadell, pero la situación —la suya y la de Rusia— ha empeorado. En su tono, más que nunca, se percibe el desaliento. El disidente tiene 47 años. Tuvo que salir huyendo de la provincia de Krasnodar el pasado septiembre para zafarse de los "federales" rusos, que es el nombre coloquial con el que se conoce a los agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB), heredero directo del KGB y digno depositario de su legado soviético y sus retorcidas artimañas. La madre de Paniuskin es ucraniana. Nació cerca de Kiev pero se trasladó a Rusia cuando era todavía joven. Su familia paterna es un cóctel étnico con ancestros chechenos, polacos, rusos y judíos. Andrei detesta a Putin y apoya abiertamente a los ucranianos.

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"Toda esta mierda que nos ha caído encima está afectando a mi hija", prosigue. "Sufre estrés postraumático y está viendo a un psiquiatra. Dicen que tal vez tengan que internarla porque no puede soportar esta terrible situación. Es como una maldición, hermano. A veces pienso que le han echado el mal de ojo a mi familia. Como probablemente ya escuchaste, Putin firmará mañana [13 de abril] la convocatoria general de la mili. Y el maldito Yevgueni Prigozhin ha tomado otra porción de terreno en la aldea de Bakínskaya para sepultar a sus criminales. Es la sección 4 del cementerio de Wagner más grande del planeta. Piensan llegar hasta los mil fiambres. Como comprenderás, estoy totalmente abrumado por los problemas de salud de mis padres, mi hija y mi esposa, que ha perdido 15 kilos y varios dientes. Incluso yo tengo mis propios problemas de salud desde diciembre. Dicho sea de paso, sigo estudiando español cada día, pero con toda esta situación no puedo concentrarme. ¿Qué puedo decir? ¡Su puta madre!". Esa última expresión es pronunciada en un perfecto castellano.

A Paniuskin las autoridades rusas le acusan de "terrorismo forestal" y de "tráfico de drogas". Aunque también podríamos decir que cualquiera que desafíe a Putin y su narrativa es considerado un terrorista. De ahí a que le fabriquen un paquete de delitos a medida va un trecho más bien corto. En realidad, el mayor pecado cometido por Andrei fue investigar y denunciar las irregularidades de algunas empresas madereras y desenmascarar una estafa de cerca de 240.000 euros que involucraba a funcionarios locales de su krai o provincia, situada en el suroeste del país, no muy lejos del Mar Negro. En menos de un par de años, la existencia feliz del antiguo profesor de la Universidad de Kuban ha quedado tanto o más arruinada que su dacha de Krasnodar.

O con Rusia, o en la cárcel

En noviembre, el disidente ruso se instaló en un pequeño pueblo cercano a la ciudad barcelonesa de Sabadell. El exilio no bastó para ponerse a salvo. Como dice el propio Andrei, le persiguen los muertos de la Wagner y, todavía más, los sicarios de su fundador, el mentado Prigozhin, el cocinero de Putin. En diciembre del pasado año, gente cercana a esa compañía de mercenarios incendiaron su casa de Goriachi Kliuch, un bonito edificio rodeado de una cerca de madera del que ahora solo queda un puñado de escombros y de vigas tiznadas. Era una forma de recordarle que la vida puede ser una aventura peligrosa si uno decide pasar al otro lado. O estás con el zar o en la cárcel, salvo que te maten o salgas huyendo.

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Su existencia sigue estando amenazada en la distancia y su familia rusa continúa siendo coaccionada por los siniestros funcionarios de la policía del país. Como no pueden llegar hasta Paniuskin, aterrorizan a su esposa. Entre tanto, en Cataluña, sobrevive a duras penas mientras se emplea a fondo en erosionar al Kremlin con sus informes periodísticos y sus investigaciones medioambientales sobre las corruptas estructuras de poder de su país. Vive, de alguna forma, como uno espera que viva un disidente pobre. Al día. En un cuartucho de un piso compartido. Soñando con encontrar el modo de enfrentarse a su nueva situación. Andrei es un hombre de afilada inteligencia y de notables recursos intelectuales pero, a falta de obtener su estatus de refugiado, carece incluso de permiso de trabajo.

"¿Podrías ponerme en contacto con ecologistas catalanes? Al menos, podría colaborar con ellos como voluntario. Estoy escribiendo dos artículos sobre problemas ecológicos para medios rusos. Me darán solo unos euros, lo suficiente para sobrevivir 10 días en España. Allá las cosas se han caldeado. Se cancelaron todos los desfiles de los días 1 y 9 de mayo. Todo el mundo está esperando el contraataque de los ucranianos. De mi caso penal por el incendio provocado no se sabe nada. El fiscal ha rechazado mis argumentos de que la policía no hizo nada por descubrir a los autores. Adivina qué le dijeron a mi esposa: 'Recopilaremos las pruebas que dice tener solo si Andrei regresa a Rusia'. Deben pensar que soy idiota. Ni la policía ni los bomberos hicieron nada por salvar mi casa ni por encontrar al posible sospechoso”.

El mayor cementerio de Wagner

Goriachi Kliuch —que es el lugar de nacimiento de Paniunskin— significa “manantial termal” tanto en su nombre ruso como circasiano. Es una ciudad modesta de poco más de 40.000 habitantes conocida, sobre todo, por su balneario. Se halla en el krai de Krasnodar, junto al río Psékups, un afluente de Kuban. Prácticamente nadie habría oído hablar de ella fuera de Rusia de no haberse dado hace varios meses una curiosa circunstancia. Gracias, entre otras cosas, a las investigaciones realizadas por periodistas como Paniuskin, pudo saberse que en una comunidad agrícola cercana llamada Bakínskaya se encuentra el mayor de los cementerios que posee la Wagner.

El pasado mes de marzo, ese pequeño asentamiento saltó a los titulares rusos porque el alcalde de Goriachi Kliuch, Sergey Belopolsky, se negó a aceptar en esa aldea de su municipio más enterramientos de miembros de la compañía. El propio Prigozhin se empleó a fondo en un pulso con el primer edil para imponer su voluntad y celebrar ilegalmente un funeral por sus caídos, la mayoría criminales convictos a los que pretendía redimir mandándoles como carne de cañón al frente.

Al comandante en jefe de los mercenarios se le amontonan los cadáveres y, a pesar de la pomposa retórica patriótica del país, nadie quiere a los “músicos”, que es como a menudo se conoce en el argot a los expresidiarios y los soldados de fortuna contratados por Wagner. Lo que argumentaba Beloposlky es que no era bueno para su ciudad turística el convertir aquello en un lugar de peregrinación para los turbopatriotas que defienden la guerra contra Ucrania y la grandeza del Gran Oso.

"Bakínskaya, a diferencia de Goriachi Kliuch, no tiene ningún atractivo", dice Andrei. "Solo es una aldea miserable en una deplorable situación ecológica. A un kilómetro del asentamiento, hay una fábrica de RosTech para la incineración de desechos médicos. Escribí sobre ello en 2021 y sus trabajadores me amenazaron de muerte varias veces. Yo calculo que han enterrado ya a unos 600 miembros de la Wagner. La semana pasada les pedí a mis amigos que grabaran con dron un plano aéreo del cementerio, pero no se atrevieron a hacerlo porque, hoy en día, volar uno de esos artefactos lleva pareja una multa de hasta 50.000 euros”.

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¿Cómo logró Prigozhin que el alcalde del municipio aceptara a esos muertos? No lo logró. Simplemente lo hizo, contraviniendo la ley, después de amenazarle pública y abiertamente. "Si no nos autorizas, te arrojaremos los muertos en tu casa", le espetó en los medios de comunicación rusos. Es el estilo típico del cocinero de Putin, un tipo formado en los presidios del país cuya principal contribución a la política ha sido incorporar los modales mafiosos al discurso público. Finalmente, el día 19, el funeral fue oficiado. "Los combatientes de Wagner protegen los intereses de Rusia y mueren por nuestra Patria. Y esa basura de funcionarios ponen palos en las ruedas siempre que les es posible", dijo la víspera Prigozhin. "No dan órdenes ni medallas, no dan armas ni municiones y ahora no permiten que nuestros camaradas sean enterrados".

El acto fúnebre fue en sí mismo una especie de escenificación alegórica de la Rusia distópica de Putin. Alrededor de las nueve de la mañana del domingo 19 de marzo, comenzó a merodear un puñado de gente por los aledaños del cementerio del pueblo de Bakínskaya. Dentro del camposanto estaban ya los matones de la Wagner cubiertos con pasamontañas. Colocaron las cruces ortodoxas y los soportes para los ataúdes y dejaron sobre el suelo unos grandes paquetes que contenían flores, los estandartes de la compañía militar, las medallas y los certificados de defunción de la autoproclamada República Popular del Donetsk.

A partir de ese momento, comenzó a llegar la gente del club de veteranos de Goriachi Kliuch. Había también entre ellos devotos nacionalistas —fervientes creyentes de la guerra— procedentes de Volgogrado, Sochi, Anapa, Krasnodar y Rostov-on-Don. A algunos los acompañaban niños. El asunto principal que ocupaba los rumores era la prohibición del funeral. Tras el oficio fúnebre y la homilía del cura por los ocho muertos, irrumpió en el cementerio el vehículo de un forastero haciendo sonar una música estruendosa con un sistema de megafonía adherido a la capota. Incluso el hieromonje dejó de sacudir el incensario. La multitud pensó que era una provocación hasta que el altavoz carraspeó y comenzó a escucharse un mensaje grabado que había enviado Prigozhin: "Gracias a todos los que nos apoyaron y obligaron a la administración de Goriachi Kliuch a no interferir en el funeral de los combatientes de Wagner en la aldea de Bakínskaya. Hemos obligado a esos cabrones a esconderse en sus oficinas". Poco después, los soldados encapuchados de la Wagner despidieron a sus compañeros con ráfagas de metralleta. De los ocho caídos que habían sepultado, cuatro al menos poseían antecedentes criminales y habían trocado su condena por la muerte en los campos ucranianos.

Foto: Funeral de un combatiente del Grupo Wagner. (Reuters/Igor Russak)

Son los simpatizantes de la Wagner en Goriachi Kliuch los que han convertido la vida de Andrei en un infierno y los que, supuestamente, incendiaron su casa. El padre de uno de ellos le amenazó de muerte. "En mi ciudad existen algunos grupos de apoyo a los mercenarios que hacen ropa interior, redes de camuflaje, pero sobre todo, recaudan millones de rublos y compran drones y otras municiones. Hay también sociedades que les envían agua mineral del balneario e incluso vehículos cuatro por cuatro de ocasión”, explica Paniushkin.

"Para que se entienda un poco la postal, fueron los líderes de esos grupos quienes me llamaron públicamente traidor y agente extranjero porque los acuse en octubre de crímenes de guerra. 'Serás castigado por lo que has hecho', me dijeron. También publiqué en noviembre de 2022 información en mi cuenta de Instagram sobre cómo la administración local obliga a los escolares a fabricar redes de camuflaje o a tomar parte en los funerales de soldados muertos o a recaudar dinero. El 12 de diciembre fue enterrado en Bakínskaya un miembro de la compañía que era mi vecino más cercano. Hace unos días descubrí que otro vecino también había sido sepultado allí. Ahora acabo de averiguar que el padre de un tipo enterrado el 7 de marzo dijo que se vengaría de mí. No puede ser una mera coincidencia que mi casa se incendiara justamente el día en que escribí en las redes desde Cataluña: 'Voy a regresar a Rusia".

En opinión de Andrei, lo que ha ocurrido en el cementerio de Bakínskaya. es un malentendido. "El alcalde de la población, al igual que mucha gente, también está con Wagner. De hecho, hay un cuartel a solo 20 kilómetros de la ciudad que irradia su influencia por toda la comarca”, afirma. “La cosa sucedió de la siguiente forma: a principios de 2022, la Administración local dedicó alrededor de 780 lugares [tumbas] para los cuerpos de soldados, lejos de los ojos de la opinión pública. Para principios de marzo de 2023 ya estaban ocupadas unas 450 tumbas. Fue entonces cuando un hombre de Prigozhin llamó a nuestro alcalde y le pidió permiso para enterrar otros ocho cuerpos y el edil le respondió que conceder o no esos permisos era responsabilidad de Kondratiev. Al final, enterraron los cadáveres exactamente cuando quisieron y Prigozhin ha salido victorioso, lo que le ha ayudado a crear una cortina de humo que enmascara la complicada situación de sus gánsteres en el campo de batalla".

Foto: Un cartel promocionando la 'operación militar especial' con el texto "El soldado ruso guerrero libertador". (EFE)

¿Quiénes acaban en las fosas comunes, los columbarios, depósitos de cenizas y cementerios remotos como el de Bakínskaya? Oficialmente, aquellos miembros de la Wagner que carecen de familia conocida o no dejaron testamento. Es un hecho demostrado por los propios periodistas rusos que la carnicería del frente y el elevado número de bajas han fortalecido la industria funeraria del país y planteado problemas de espacio para los enterramientos, porque en los cementerios existentes se están quedando sin lugar para más tumbas. "No pueden sepultar sus caídos en un terreno agrícola o industrial porque recalificar una parcela es un proceso burocrático que puede tomar tiempo. Pero además, intentan ocultarlas", asegura Andrei.

Hay un dato que respalda su parecer: la aparición de nuevas fosas comunes por todo el país. El principal centro de transbordo de los cuerpos que regresan del frente es Rostov-on-Don, donde está siendo construido un nuevo crematorio para hacer frente a las necesidades actuales. No existen cifras fiables de cuántos rusos han perdido la vida en los frentes, pero algunos analistas citados por el New York Times cifran en 200.000 el número de muertos, lo que también explica que la guerra esté contribuyendo a crear empleo entre los enterradores. De forma paralela, y gracias a la idea de Prigozhin de reclutar soldados en las prisiones, ha disminuido en casi un 10% la población carcelaria del país.

A unos 13 kilómetros del cementerio de la Wagner en Bakínskaya, existe una capilla recientemente visitada por el cocinero de Putin con hileras de compartimentos para las cenizas anónimas de algunos fallecidos. A menudo es difícil para las familias obtener un certificado de defunción. Mientras el mercenario está desaparecido, el Estado no tiene la obligación de compensar contractualmente a sus herederos.

"¡Hey, brat! He recibido las peores noticias acerca de mi padre", se lamenta por teléfono en inglés el exiliado ruso Andrei Paniuskin. "Se está muriendo de un cáncer de estómago en fase 4. No es operable, ¿sabes? En un mes estará muerto. Mi madre ya no puede caminar. Probablemente, también ella está muriendo. Y todo comenzó en diciembre, cuando esa gente de la Wagner prendió fuego a mi casa de Goriachi Kliuch. Yo no puedo hacer nada desde España. No puedo regresar a Krasnodar ni apoyarlos de algún modo".

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