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También hay rusos que odian a Putin, pero lo hacen refugiados en el sudeste asiático
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"MALDECIMOS AL CAMARADA STALIN"

También hay rusos que odian a Putin, pero lo hacen refugiados en el sudeste asiático

El Confidencial habla con tres jóvenes que huyeron de su país tras iniciarse la guerra. Sobreviven con criptomonedas, visados de turistas y trabajos esporádicos

Foto: Atasco en la ciudad china de Bangkok, una de las principales atracciones turísticas de Tailandia. (Reuters/Athit Perawongmetha)
Atasco en la ciudad china de Bangkok, una de las principales atracciones turísticas de Tailandia. (Reuters/Athit Perawongmetha)
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Entre la comunidad rusa que está llegando en masa a los países del sudeste asiático hay dos grupos principales que se deben diferenciar. Los turistas que vienen de vacaciones y los que han huido de su país al iniciarse la invasión por cuestiones políticas o por evitar el reclutamiento forzoso. Los primeros buscan una playa o ciudad con buen sol donde disfrutar la vida; los segundos, un lugar donde alargarla o refugiarse. Luego, hay un tercer grupo de expatriados rusos, la mayoría de ellos ya estaban instalados en estos países, que apoya las decisiones de su Gobierno o, al menos, no se opone.

Las visas y las condiciones económicas, ante el veto occidental, han reducido las opciones. Lugares como Indonesia y Tailandia se han convertido —por sus facilidades— en un destino prioritario. Parte de los jóvenes que se han instalado en Bangkok, Phuket o Pattaya tienen una carta de reclutamiento forzoso para ir a la guerra, esperándoles en la que era su casa hasta hace unos meses.

Foto: Unos soldados, antes de una marcha para conmemorar el aniversario de la anexión de Crimea a la Federación de Rusia en Sebastopol, en marzo de 2015. (Getty/Alexander Aksakov)

Tailandia y Rusia han firmado además un nuevo tratado de extradición que, en todo caso, se llevaba elaborando desde antes de la guerra. Hay voces que creen que eso podría amenazar su estabilidad en el país. Rusia podría reclamarlos por evadir sus leyes y ellos no tienen un estatuto reconocido de refugiado que los proteja. "El trabajo en este documento se ha estado elaborando durante muchos años. Tras su firma, tendremos un mecanismo que determine el procedimiento para la extradición de ciudadanos rusos y ciudadanos tailandeses a petición de una de las partes. (…) La aprobación del proyecto de tratado no está relacionada con el turismo", replica en una nota la embajada de Rusia en Bangkok.

Una vida lejos de casa

Muchos de los que han huido del régimen de Putin se encuentran en un complicado laberinto burocrático. Salen y entran del país cada tres meses para renovar sus visas de turistas. Ellos se sienten víctimas de una guerra y un Gobierno autoritario que también les persigue.

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Entre esos casos está Tina O’Neil, que se ha cambiado en redes sociales su nombre ruso, Kristina, y ahora se presenta con un nombre anglosajón por motivos laborales. "Prefiero mi nuevo nombre. Alguna gente se negaba a trabajar con rusos", explica. También están entre los refugiados rusos en Bangkok, N y S, dos jóvenes que nos exigen no revelar sus nombres por miedo a represalias. "¿Por qué saliste de Rusia?". "Me fui dos semanas después de que comenzara la guerra. Las políticas de nuestro Gobierno han empeorado constantemente a lo largo de los años, y yo siempre estaba planeando irme de Rusia y vivir en otro lugar. Comenzar la invasión de Ucrania fue el golpe final después del cual me di cuenta de que el Gobierno había perdido oficialmente la cabeza. Ya no podía ver el futuro en este país. Antes de esto, tuve la experiencia de vivir en el extranjero, por lo que mudarme a un país diferente no era tan aterrador. Cuando comenzaron a cancelarse los vuelos y las compañías aéreas decidieron no volar a Rusia, me preocupaba que el Telón de Acero volviera a separar Rusia del resto del mundo. Con miedo de quedarme encerrada, reservé los boletos y empaqué una maleta, me despedí de familiares y amigos y me fui", narra N.

"¿Y por qué elegiste Tailandia?". "Tailandia no exige visado a los rusos, lo que facilitó mucho el acceso con tanta prisa. Mi padre ha estado pasando los inviernos en Tailandia desde hace algunos años, por lo que sabía un poco sobre el país. Nunca planeé venir a esta parte del mundo. No tenía ni idea de qué hacer aquí. En ese sentido, fue bastante desalentador saltar a lo desconocido. Ahora estoy acostumbrada a estar aquí y lo disfruto", explica la joven.

"Ahora estoy acostumbrada a estar aquí y lo disfruto", explica la joven

Tina, por su parte, se ha quedado atrapada en un limbo provocado primero por la pandemia y luego por las bombas. "Mi novio y yo salimos de Rusia a fines de 2019. El plan era pasar el invierno en Tailandia, viajar por Asia y regresar a Rusia en mayo de 2020. Cuando comenzó el covid, las fronteras estaban cerradas y Tailandia estaba bajo llave. Tan pronto como se abrieron las fronteras y decidimos irnos, comenzó la guerra. Después de perder nuestro hogar, estamos tratando de descubrir cómo vamos a vivir una vez que nos vayamos de Tailandia este próximo octubre", narra. "Yo he venido a Tailandia por diferentes razones. El reclutamiento forzoso es una de ellas, pero viajar y ver el mundo es también una buena idea", explica S.

Por ahora, ninguno de ellos ha sentido rechazo en su entorno social por el hecho de su nacionalidad. "La mayoría de mis amigos no son rusos y no he experimentado ninguna animosidad o negatividad de las personas que conocí. Todos están al tanto de la situación y tienen cuidado de preguntarme cosas, porque saben que puede ser un tema delicado. La mayoría comprende el papel clave que jugaron el Gobierno y Putin en esto y no culpa al pueblo ruso en su conjunto", señala N.

"¿Te relacionas con ucranianos?". "Sí. También conocí a algunos ucranianos, todos los cuales fueron muy amables conmigo. He hecho incluso un buen amigo. Una vez, una mujer ucraniana decidió no hablarme en ruso y habló en ucraniano. Lo entiendo completamente, no quiere usar el idioma del país que está bombardeando su tierra natal. Me sorprendió que pudiera entender tanto y ella hizo un esfuerzo adicional para que me resultara más fácil. Esta experiencia me hizo apreciar aún más el idioma ucraniano. Siempre pensé que era muy interesante. Me encanta la música ucraniana", dice.

"Yo no he sentido rechazo en absoluto. La gente aquí es realmente comprensiva y cariñosa, y nunca he tropezado con un comportamiento agresivo hacia mí. Diría que lo que he sentido es apoyo", señala Tina.

placeholder Un turista observa las estatuas de Buda en el templo Wat Pho (Tailandia). (EFE/Rungroj Yongrit)
Un turista observa las estatuas de Buda en el templo Wat Pho (Tailandia). (EFE/Rungroj Yongrit)

"¿Vuestra postura puede perjudicar a vuestras familias que se han quedado allí?". "Probablemente sí. Puedes ser una figura absolutamente no pública y ser penalizado o demandado por criticar la guerra o a Putin. Incluso si los comentarios los haces privadamente en un restaurante. Hay personas que han sido encarceladas durante siete años después de publicar sus opiniones en las redes sociales", responde Tina.

"No estoy segura de si mi familia estaría en peligro. Sé que personas en Rusia han sido encarceladas por volver a publicar una declaración contra la guerra, pero no he oído hablar de casos en los que sus familias se vean afectadas en un sentido legal. Tal vez el entorno podría ser crítico y hacerles las cosas difíciles. Yo he vuelto a publicar artículos de medios que ahora están prohibidos en Rusia y tengo la intención de continuar. Tantos rusos que se quedaron y continuaron expresando su disidencia fueron castigados por su valentía. Es horrible ver cómo algunas vidas se rompen por una declaración contra la guerra", afirma N.

El sudeste asiático, refugio para rusos

Los que han llegado a Tailandia por oponerse a la invasión forman una creciente comunidad de inmigrantes. Entre turistas y refugiados, en muchos casos disfrazados de turistas, más de 400.000 rusos han entrado en Tailandia en los primeros tres meses de 2023.

Para los que se quedan, su problema es conseguir una forma de mantenerse económicamente. Tener empleo es difícil y recibir dinero de las familias en Rusia es muy complicado. Con el tiempo, todos han ido encontrando atajos. "Conseguir trabajo es complicado, especialmente si no hablas inglés o tailandés. En Tailandia, la mayoría de los trabajos no son accesibles para los rusos, por lo que tienen que trabajar de forma remota. Muchos siguen trabajando para las empresas en Rusia, pero se perdieron muchos puestos de trabajo porque las empresas cerraron", cuenta.

"Este es el problema más complicado para nosotros, pero muchos encuentran maneras de salir adelante. Sacar dinero de tu cuenta rusa es muy difícil, porque las tarjetas están bloqueadas, no puedes usarlas aquí en Tailandia. Debes transferir el dinero a una cuenta tailandesa, pero para eso se necesita una visa de estadía prolongada que permite abrir una cuenta aquí. Los rusos cooperamos entre nosotros. La transferencia internacional a un banco local es posible a través de dos bancos en Rusia, pero la tasa de comisión es considerable. Hay gente que ha usado criptomonedas para sacar su dinero, y algunos fueron a Kazajistán para abrir cuentas allí", detalla N.

"Es una cuestión de saber cómo enviar y recibir dinero. Es verdad que ahora con las restricciones es más complicado, pero todavía hay formas de hacerlo. Una de las más populares son las criptomonedas", confirma S.

"Las familias deben enviar dinero a través de criptomonedas para cambiarlas por moneda local. También puedes usar algunos bancos rusos extra raros que permiten transferencias internacionales", afirma Tina, que apunta a un problema burocrático: "Si necesitas un nuevo pasaporte, tienes un gran problema. Pasarán unos meses solo para tener la oportunidad de visitar la embajada de Rusia y luego otros meses para obtener el pasaporte".

Foto: Celebraciones del Vesak en Tailandia. (EFE/Diego Azubel)
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Sobre la posible interrelación con compatriotas que apoyen la guerra, todos tienen una postura parecida. S, que sabe que tiene además una carta en su casa que le llama a filas, ha evitado tener contacto con la comunidad rusa. "No me interesa mucho eso", dice lacónicamente.

N, por su parte, es más combativa ante un tema delicado que le genera rabia y tristeza. "No interactúo mucho con la comunidad rusa aquí. Si lo hago, no solemos hablar de la guerra. Es muy doloroso. A veces me duele lo neutral que puede ser la gente, así que trato de evitar ese tema. No he vivido ninguna pelea aquí. Entiendo que las personas que se fueron ya no querían estar en Rusia, así que esencialmente estamos del mismo lado. Probablemente, no interactuaría con un seguidor de Putin si lo conociera aquí", afirma.

La visión de Tina es parecida. "Ninguno de mis amigos o amigos de amigos apoya a Putin y la guerra. Entonces no confrontamos con los que apoyan a Putin porque nunca los encontramos".

El acuerdo de extradición genera inquietudes

"La ley de extradición se presentó al Gobierno antes de la guerra, por lo que inicialmente fue solo para evitar que los delincuentes escaparan. Pero ahora la definición de criminal cambia día a día y los estados rusos agregan nuevos delitos y cargos que encarcelan a personas inocentes. Por eso todos los rusos están preocupados por las consecuencias de este tratado. Porque las reglas en Rusia son flexibles y protegen al Estado, no a las personas", señala N.

Foto: Varios ciudadanos pasan por delante del centro de prensa para la 34º cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). (EFE)

"La extradición entre Rusia y Tailandia existe desde hace mucho tiempo. Ahora el acuerdo se ha actualizado y ha pasado a ser lo que ya es con otros países. Aun así, necesitarán una decisión judicial y una buena razón para la extradición. El plazo para las aprobaciones se está acortando", responde Tina.

"Esto solo se aplica a los delincuentes. Estar en un país extranjero no te convierte en uno", dice S, que añade sobre el miedo de ir o no a la embajada: "No creo que te vayan a demandar si vas a la embajada. Tiene que haber una razón para enjuiciarte".

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En el horizonte, hay un hogar o una patria de la que huyeron y de la que no saben si querrán volver. "Lamento haber perdido mi hogar. No me veo en Rusia durante los próximos 10 años, al menos hasta que cambie drásticamente el Gobierno y pase algún tiempo para la reflexión. Maldecimos sin cesar al camarada Stalin por una buena razón". Sin embargo, ¿quién escribió los cuatro millones de denuncias?

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Esta famosa frase de Sergei Dovlatov se convirtió en un símbolo de la represión del Gran Terror, cuyas víctimas podían ser cualquiera. Esto también sucede en la Rusia moderna. "Hace unas semanas, un maestro llamó a la policía por una niña que hizo un dibujo contra la guerra en su clase de arte en la escuela. El Servicio de Seguridad Federal (FSB) habló con la niña e hizo que su padre enfrentara un protocolo administrativo por desacreditar al Ejército ruso por comentarios en Odnoklassniki [una especie de Facebook para personas mayores]. Su reiterado desacreditar a los militares condujo a un caso penal a finales de año. Fue puesto en arresto domiciliario, su hija fue internada en un orfanato y el tribunal lo condenó ayer a dos años de cárcel. Es una locura, ¿verdad? Absolutamente. ¿Inhumano? Definitivamente", explica Tina.

Foto: El Ejército chino, cada vez más potente y avanzado. En la imagen, blindados ZBL-08. (Mil-ru)

La joven deja una reflexión final que apunta a sus compatriotas: "Los rusos son los que denuncian a los no partidarios de la guerra a la policía. No pertenezco a esa sociedad hasta que Rusia haya intentado analizar sus errores y rechace por completo cualquier indicio de que se puedan repetir en el futuro".

N, por su parte, habla de los problemas de integración en Rusia de los nacidos en las repúblicas asiáticas. "Para empezar, no me he sentido como si Rusia fuera mi tierra natal. Mis padres vienen de repúblicas dentro de Rusia que son étnicamente diferentes. En mi vida, he experimentado algo de acoso por eso. Incluso cuando crecí me sentí fuera de lugar allí. Pero, por supuesto, me preocupo por el país porque tengo familia y amigos allí y, todavía, tengo este gran amor por San Petersburgo. No siento conexión ni respaldo con mi Gobierno. Tengo mucha simpatía y fe en el pueblo de Rusia, pero ninguna simpatía por los que están en el poder. Al mismo tiempo, hay mucha gente que los apoya. Con ellos es más difícil mantener una conexión y no tengo ningún deseo de estar entre ellos".

Entre la comunidad rusa que está llegando en masa a los países del sudeste asiático hay dos grupos principales que se deben diferenciar. Los turistas que vienen de vacaciones y los que han huido de su país al iniciarse la invasión por cuestiones políticas o por evitar el reclutamiento forzoso. Los primeros buscan una playa o ciudad con buen sol donde disfrutar la vida; los segundos, un lugar donde alargarla o refugiarse. Luego, hay un tercer grupo de expatriados rusos, la mayoría de ellos ya estaban instalados en estos países, que apoya las decisiones de su Gobierno o, al menos, no se opone.

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