Es noticia
Drogados para matar: las sustancias usadas para hacer la guerra en Irak, Siria... ¿y Ucrania?
  1. Mundo
OPIÁCEOS, ANFETAMINAS...

Drogados para matar: las sustancias usadas para hacer la guerra en Irak, Siria... ¿y Ucrania?

La idea de conseguir una versión modesta de supersoldado ajeno al miedo y el cansancio a base de sustancias psicotrópicas resulta tan antigua como la propia guerra

Foto: Funeral de un combatiente del Grupo Wagner. (Reuters/Igor Russak)
Funeral de un combatiente del Grupo Wagner. (Reuters/Igor Russak)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Alentar el uso de sustancias sicotrópicas en los ejércitos con la esperanza de crear una versión modesta de supersoldado ajeno al miedo y el cansancio es casi tan viejo como la propia guerra. Los miembros de la Wehrmacht tenían a su disposición un estimulante distribuido por sus mandos nazis con el nombre de Pervitin, mientras que los americanos que combatían en Vietnam o en Corea consumieron toneladas de speed e ingentes cantidades de esteroides. Ahora se acusa al Kremlin de ir aún más lejos y recurrir directamente a toxicómanos como carne de cañón en los frentes ucranianos. A su vez, desde el principio de la guerra, Moscú ha denunciado de forma reiterada que las tropas de Zelenski utilizan diferentes drogas como estimulantes proporcionadas por sus propios oficiales.

Uno de los episodios más notorios de esta guerra de acusaciones recíprocas acaeció el pasado 4 de agosto, cuando la agencia rusa Tass aseguraba en un despacho informativo que el Ejército de Putin había encontrado sustancias psicotrópicas en posiciones abandonadas por el personal militar ucraniano. Según el jefe de la fuerza de protección radiológica, química y biológica del ejército ruso, el teniente general Igor Kirillov, fueron asimismo halladas trazas de opiáceos y anfetaminas en el organismo de prisioneros ucranianos de guerra sometidos a análisis. "Estas drogas causan adicción y tienen efectos secundarios como una agresividad excesiva, lo que explica la crueldad extrema hacia la población civil por parte de algunos soldados ucranianos, así como los bombardeos de ciudades en Donbás", aseguraba Kirilov.

Foto: Vista tomada a través del cristal roto de una ventana que da al solar de un edificio residencial dañado mientras continúan las labores de rescate, en Dnipro. (EFE/Oleg Pertasyuk)

¿Era cierto lo que afirmaba el oficial o se trataba solo de una tentativa más de desprestigiar al enemigo y menoscabar su fama de coraje con propaganda fabricada ad hoc? Para probar que se proporcionaban sicotrópicos a los soldados ucranianos, los rusos mostraron un informe supuestamente dirigido al comandante de la 7ª Brigada Mecanizada Separada, coronel Vdovichenko, donde, según Moscú, se había registrado la entrega de drogas. Una organización de fact-checking ucraniana financiada con dinero de Estados Unidos y los británicos se apresuró a afirmar, por el contrario, que "lo más probable es que el informe fuera falso". Se basaba para ello en los errores que contenía y en el carácter genérico de los datos que proporcionaban. Esto es, no concretaban lo bastante para resultar creíbles.

¿Han quedado completamente refutadas las acusaciones de los rusos? Ambas fuentes —la agencia Tass y la organización de fact-checking financiada por anglosajones—, merecen el mismo crédito si atendemos a su imparcialidad: ninguno. Más recientemente, han aparecido en las redes supuestos testimonios de primera mano de soldados ucranianos con los que se intentaba acreditar que, eventualmente, a algunas tropas de Kiev se les proporcionó antes de los combates distintas variedades de un estimulante llamado efedrina para aguantar despiertos en las trincheras por las noches. No es algo que debiera descartarse por principio ni que pueda asegurarse. Pero resulta obvio que, desde que comenzó el conflicto, los medios rusos están obsesionados con manchar la imagen que se ha forjado la resistencia de los invadidos.

* Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí

Del lado contrario de la guerra, un informe del Centro Ucraniano de Resistencia Nacional sostenía recientemente que el Kremlin está movilizando masivamente drogodependientes y alcohólicos a los que además, se compromete a ayudar. Una investigación semejante del Estado mayor de las fuerzas ucranianas mencionada por The Jerusalem Post ahonda en la idea de que entre las tropas rusas hay un número significativo de soldados con problemas de adicciones a los que podrían sumarse muchos más en breve, si tal y como sostiene el citado diario israelí, Putin prepara otra ola de movilización que incluiría a drogadictos, además de más presos.

"No tengo ninguna duda de que esas informaciones son fiables", afirma a propósito de ello el opositor ruso Mark Feygin. "Prigozhin y su compañía militar privada Wagner reclutó ya a cientos de personas en las cárceles entre presos que cumplían condenas, entre otras razones, por delitos relacionados con el artículo 228 del Código Penal de la Federación Rusa. Es decir, por delitos relacionados con las drogas". Lo que se plantea aquí es aumentar el número de tropas recurriendo a drogadictos, y este sería un caso diferente al de los ejércitos que proporcionan drogas a sus combatientes para incrementar su rendimiento.

Foto: Un miliciano ucraniano y su perro observan la columna de humo procedente de un depósito petrolífero atacado por misiles rusos en las proximidades de Kiev. (EFE/Alisa Yakubovych)

A finales de enero, Reuters confirmó que a las afueras del pueblo de Bakínskaya en la región de Krasnodar había unas 200 tumbas de combatientes asesinados en Ucrania. La agencia de noticias cotejó los nombres de al menos 39 de los enterrados allí y en otros tres cementerios cercanos, y concluyó que muchos de ellos eran convictos reclutados por Wagner el año pasado. De igual forma, The New York Times informó sobre la liberación de prisioneros por parte de Rusia para que acudieran al frente.

Siria e Irak

Al margen de la guerra de Ucrania, la presencia de droga en el frente no resulta una novedad, tal y como explican milicianos españoles implicados en los conflictos más recientes que han devastado Oriente Medio. Uno de ellos es Arges Artiaga, un exmilitar gallego de 48 años que combatió en tres ocasiones contra los yihadistas del Estado Islámico en las filas de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF, de acuerdo a sus siglas inglesas), desde 2015 hasta la caída de Raqqa.

placeholder El gallego Arges Artiaga haciendo guardia en el frente. (Ferran Barber)
El gallego Arges Artiaga haciendo guardia en el frente. (Ferran Barber)

Las SDF eran una coalición de milicias kurdas, asirias y árabes con base en los cantones autónomos del norte de Siria conocidos como Rojava. Estaban lideradas por los socialistas kurdos y fueron utilizadas por los norteamericanos como tropas proxies o interpuestas para plantarle cara al ISIS en la vertiente siria del conflicto. Cuando comenzó la reconquista, miles de occidentales se sumaron a los batallones internacionales de voluntarios que luchaban contra el Daesh del lado de los kurdos. Y entre ellos, unos pocos cientos de españoles, entre los que estaba este gallego.

"Teníamos un compañero de armas de la unidad internacional que se metía por vicio y nos lo hacía pasar bastante mal", recuerda Artiaga. ¿Qué es lo que tomaba exactamente su camarada de armas durante la campaña de la capital del califato? Píldoras fabricadas en India de un potente analgésico de origen opiáceo conocido como Tramadol que causa estragos en las sociedades civiles de buena parte de Oriente Medio, el Magreb y África subsahariana. En Egipto, Ghana, Afganistán o la propia Siria, el consumo se ha popularizado entre la población hasta alcanzar la magnitud de una pandemia.

Es bien conocido el hecho de que los yihadistas del Daesh mantenían la fortaleza física y de ánimo recurriendo masivamente a una variante bélica de metanfetamina conocida como Captagón. Lo que es menos sabido es que la utilización de drogas de manufactura farmacéutica estaba también muy extendida entre sus adversarios: las SDF, los peshmerga de Barzani y algunas milicias de Al Hashd Al Shaabi. El propio Arges Artiaga ha esperado años antes de hablar abiertamente sobre las situaciones de las que fue testigo.

placeholder Un soldado kurdo se burla de los yihadistas simulando que toma Captagón. (Ferran Barber)
Un soldado kurdo se burla de los yihadistas simulando que toma Captagón. (Ferran Barber)

"La nuestra era una unidad pequeña de unos 14 o 15 hombres. Trabajábamos siempre solos en puestos muy avanzados del frente de Raqqa y frecuentemente teníamos que separarnos en dos grupos de seis soldados al alcanzar una posición. Cuando le tocaba a nuestro compañero hacer guardia nocturna nos poníamos a temblar porque sabíamos con seguridad que iba a quedarse frito y, por lo tanto, a comprometer nuestra seguridad", recuerda. "Iba siempre flipao de Tramadol. A decir verdad, todos íbamos medio hipnotizados mientras combatíamos en el frente, solo que en nuestro caso, debido a una falta crónica de comida y de sueño. Claro está, los que tomaban Tramadol aún empeoraban más las cosas. Los demás nos conformábamos con beber toneladas de una variante asiática del Red Bull llamada Wild Tiger".

El compañero del gallego en la unidad internacional de francotiradores era uno más entre muchos milicianos que terminaron el conflicto enganchados a los opiáceos. "Era muy habitual entre los kurdos y todavía más común entre los miembros árabes de las SDF. Mucha gente tenía viejas heridas de guerra y eran enviados al frente sin curar o mal curados porque en los hospitales carecían de recursos y de médicos. Cuando iban a la enfermería se los sacaban de encima dándoles Tramadol. En los ejércitos profesionales hay bastante más control. En nuestras fuerzas te lo prescribían hasta para la jaqueca. Y el problema es que son píldoras tremendamente adictivas. No pasaban mono porque no había problemas para conseguirlas ni en la milicia, ni fuera de ella. En las casas sirias todo el mundo tiene tres farmacias en el armarito y una cantidad exageradísima de pastillas", continúa Artiaga. También recuerda que bastantes de los suyos tomaban Captagón, pero más los árabes que los kurdos. "Decir que una octava parte de ellos se metían sería quedarme muy corto. El Tramadol estaba absolutamente aceptado y extendido, a diferencia de otras drogas".

Foto: Mujeres en el campo de desplazados de al-Hol, en Siria, en una imagen de archivo. (Reuters/Ali Hashisho)

Del lado de los yihadistas, cuenta, el consumo era indisimulado y delirante: "Cuando te aturabas a uno o alguien se entregaba lo primero que pedían era Tramadol". "En los cadáveres de los del Daesh encontrábamos siempre una mochilita con jeringas e inyectables de morfina. Luego además llevaban siempre consigo sus pastillas de metanfetamina. En vísperas de la caída de Raqqa, vino a negociar las condiciones de la rendición uno de sus comandantes y llegó colocado hasta las trancas. Tenía la boca reseca y nuestro mando le hacía las preguntas mientras manipulaba con la mano una botellita de agua fresca", recuerda el francotirador.

A su juicio, lo que sucede en el frente es que, al cabo del tiempo, "uno no piensa ya con claridad". "Arrastras meses sin dormir, frío, calor y mucha hambre. En las circunstancias de la tropa, a falta de control como en ejércitos más profesionales, hay quien con más razón se ve tentado de echar mano de las pastillas debido a la presión". En los mercados negros de Oriente Medio, puede conseguirse una tableta de diez píldoras de 200 miligramos por algo menos de un euro. Las que se prescriben en España como potentes analgésicos para casos de dolor agudo son de 50 miligramos. Es decir, una dosis cuatro veces inferior basta de entrada para calmar dolores oncológicos. De hecho, la legislación europea prohíbe la comercialización de píldoras de más de 100. Lo que tomaban en el frente eran raciones de caballo.

Foto: Abdelatif Rashid, el nuevo presidente de Irak / REUTERS

No existe una cifra precisa de hasta qué punto se extendió el consumo entre la coalición de milicias aliadas que servían del lado de los americanos por la sencilla razón de que ningún ejército en sus cabales daría a conocer esos detalles. Lo que sí hay son testimonios que respaldan las afirmaciones de Arges, no solamente en Siria, sino también en la vecina Irak. En distintas proporciones, las drogas de combate han estado presentes en todos los ejércitos de todos los conflictos acaecidos en Mesopotamia durante al menos los últimos diez años.

Tres días antes de la caída de Raqqa, en el único hospital de sangre que atendía a las tropas aliadas, los propios paramédicos terminaron admitiendo que el Tramadol era a menudo casi lo único que poseían para aliviar el dolor de los soldados o atemperar su miedo, a falta de otras herramientas verdaderamente terapéuticas o de conocimientos avanzados de cirugía. Varios de los estantes del armario de las medicinas estaban ocupados por una variedad fabricada e inyectable del potente analgésico. Era una especie de remedo algo más suave de la tradicional morfina.

placeholder Variedad inyectable del Tramadol utilizada en los hospitales de Siria y Sinyar. (Ferran Barber)
Variedad inyectable del Tramadol utilizada en los hospitales de Siria y Sinyar. (Ferran Barber)

Sin embargo, el consumo de estas drogas entre los hombres de las SFD nunca fue comparable al de los parias del Daesh, un verdadero ejército de islamistas adictos. Muchas de las drogas que se prescribían regular e irregularmente en las milicias comandadas por los kurdos procedían de los alijos que les quitaban a los yihadistas. La anfetamina y los opiáceos formaba parte del kit de los del ISIS, exactamente igual que el cinturón explosivo que todos incluían entre sus pertrechos.

Junto al Tramadol y el Captagón, solía prescribirse a los soldados una benzodiazepina conocida en la zona con el nombre comercial de Midazulam o, en el mercado negro, como Zulam a secas. Su uso era muy habitual tanto en Irak como en Siria. Viene a ser el equivalente de lo que en España es conocido con la denominación de Diazepam.

Foto: 'Cluster'. Una autoficción generacional de La_Compañía exlímite. (Luz Soria) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
¿Alguien tiene un Diazepam?
Jaime M. de los Santos

El Midazulam solía ser administrado contra el estrés. O lo que es lo mismo, contra el miedo. Pero con el paso del tiempo, muchos se aficionaban y se convertían en adictos. Entre los árabes, era asimismo habitual distribuir un fármaco llamado Corticol, una hormona esteroidea cuya secreción se incrementa de forma natural con el estrés. Tomado como droga, ayuda a hacer frente a la fatiga y, por lo tanto, a resistir largas caminatas nocturnas, aun cuando se portan grandes pesos. "Todo el mundo te pedía Zulam o Tramadol cuando viene de visita por la enfermería. Y eso incluye a los mandos", confirma un paramédico de las SDF.

El Captagón usado en esos frentes era introducido en la zona para el uso de los yihadistas, en alguna ocasión con la ayuda de saudíes. Tanto el Midazulam como el Tramadol acababan en Siria e Irak tras un periplo por países como Libia que, a menudo, en su camino atravesaba Europa. Hace ahora siete años, se halló un cargamento de pastillas en Barcelona.

Alentar el uso de sustancias sicotrópicas en los ejércitos con la esperanza de crear una versión modesta de supersoldado ajeno al miedo y el cansancio es casi tan viejo como la propia guerra. Los miembros de la Wehrmacht tenían a su disposición un estimulante distribuido por sus mandos nazis con el nombre de Pervitin, mientras que los americanos que combatían en Vietnam o en Corea consumieron toneladas de speed e ingentes cantidades de esteroides. Ahora se acusa al Kremlin de ir aún más lejos y recurrir directamente a toxicómanos como carne de cañón en los frentes ucranianos. A su vez, desde el principio de la guerra, Moscú ha denunciado de forma reiterada que las tropas de Zelenski utilizan diferentes drogas como estimulantes proporcionadas por sus propios oficiales.

Conflicto de Ucrania Ucrania Drogas
El redactor recomienda