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Banderas rusas en Haití: Wagner mete mano en el patio trasero de EEUU
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Moscú impone sus intereses

Banderas rusas en Haití: Wagner mete mano en el patio trasero de EEUU

Los mercenarios del grupo Wagner, dirigidos por Yevgeni Prigozhin, tienen campañas militares por medio mundo, pero ¿por qué llevar sus operaciones a una isla del Caribe?

Foto: Manifestantes con banderas rusas y los torsos pintados con los colores de la bandera participan en una protesta en Puerto Príncipe. (Reuters/Ralph Tedy)
Manifestantes con banderas rusas y los torsos pintados con los colores de la bandera participan en una protesta en Puerto Príncipe. (Reuters/Ralph Tedy)
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La imagen llama la atención. En mitad de las barricadas, el fuego y los disturbios de Haití, hombres semidesnudos con el torso, hombros y brazos pintados de blanco, azul y rojo: tres franjas horizontales que representan la bandera de Rusia. Estos hombres, invariablemente, atacan al Gobierno de Ariel Henry y acusan a los políticos locales de ser los causantes de la crisis, y piden algún tipo de solución. Y visto el símbolo que portan, no es difícil imaginar qué tienen en mente. Una escena que se repite una y otra vez en las calles haitianas, y también en los informativos de los medios rusos.

¿Son espontáneas estas muestras de apoyo a Rusia? Es difícil llegar a una conclusión firme. Probablemente, lo sean en algunos casos, pero en otros hay motivos sobrados para el escepticismo. Estas escenas, de hecho, son calcadas de las que hemos visto en los últimos años en el Sahel, donde ha quedado demostrado que muchas de las protestas antifrancesas y de las manifestaciones a favor de la presencia rusa habían sido financiadas por el grupo de empresas de Yevgeni Prigozhin, el hombre detrás del Grupo Wagner y de varias granjas de trolls.

Por ejemplo, algunos documentos internos del conglomerado financiero de Prigozhinhackeados por activistas rusos contrarios al Kremlin y cedidos a varios medios europeos— muestran las cantidades presupuestadas para los participantes en estas movilizaciones.

Foto: Un combatiente de las fuerzas chechenas en la ciudad de Mariúpol. (Reuters/Chingis Kondarov)

Y si la información recopilada por la comunidad de inteligencia de EEUU es correcta, algo similar estaría sucediendo en Haití. Según los documentos filtrados por el soldado Jack Teixeira en un chat de Discord, Wagner habría hecho planes para hacer acto de presencia en el país. "A finales de febrero, asociados de Wagner planearon viajar discretamente a Haití para evaluar el potencial para firmar contratos con el Gobierno haitiano para luchar contra las bandas locales, según información de organismos policiales", se lee en uno de los documentos. Los datos habrían sido obtenidos de los agentes sobre el terreno de la DEA, la agencia antidrogas estadounidense.

No hay evidencias públicas de que dicho viaje tuviese lugar finalmente. Las autoridades haitianas han negado con firmeza que se hayan producido contactos de este tipo. Quizá el plan haya sido descubierto de forma prematura, o abortado por ser considerado poco realista. Pero Rusia parece tener una estrategia a largo plazo para Haití, del que el despliegue de Wagner sería solo el punto culminante.

Foto: Retrato del bloguero ruso Vladlen Tatarsky después de su muerte en una cafetería de San Petersburgo. (Anton Vaganov/Reuters)

Haití lleva varios años sumido en una profunda crisis política, agravada por el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, a la que se ha sumado una explosión de la inseguridad por la acción de las bandas armadas. De estas, destaca la llamada G9 Una Familia y Aliados, una alianza de los nueve principales grupos criminales haitianos liderada por el expolicía Jimmy Chérizier, alias Barbecue, que el pasado otoño llegó a paralizar el país. El primer ministro interino ha solicitado una intervención internacional para ayudar a frenar la violencia, para la que el secretario general de la ONU, António Guterres, ha dado el visto bueno, pero que no termina de llegar. EEUU está dispuesto a participar en la misión, pero no quiere liderarla, y países como Canadá o México, que también la apoyan, tampoco se deciden a dar ese paso. Y en este cóctel explosivo, Rusia lleva mucho tiempo maniobrando para imponer sus intereses.

"Apoyo militar para pacificar las calles"

En marzo de 2021, la portavoz del Ministerio de Exteriores rusa María Zajarova declaró que Rusia estaba "dispuesta a ayudar a los haitianos, a restaurar la inestabilidad política, a mantener la seguridad interna y a entrenar a su personal". Pocos meses después, tras el asesinato de Moïse, el presentador del programa El Zoom, de RT en Español —un excelente termómetro de las narrativas que al Kremlin le interesa difundir— afirmaba (minuto 21:10) que "quizá lo que se necesita es un apoyo militar para pacificar las calles, para acabar con estas bandas armadas, igual que se ha hecho en otros países con terroristas", al tiempo que aseguraba que en el país "no se dan las condiciones" para la celebración de nuevas elecciones, un mensaje que volvería a aparecer con frecuencia en los medios rusos en los meses siguientes.

Foto: Dentro de los estudios de RT en Moscú. (Getty/Misha Friedman)

En ese momento, las propuestas rusas fueron interpretadas por algunos expertos como un posible intento de sembrar el terreno para el envío de fuerzas de paz rusas, que le permitirían a Rusia incrementar su influencia en la región sin los inconvenientes de una intervención militar al estilo de Siria, y tal vez incluso recibiendo el aplauso internacional al jugar un papel constructivo en una situación en la que nadie quería verse enredado, tal y como había sucedido pocos meses antes en Nagorno Karabaj. Pero a la vista de los documentos hechos públicos ahora, todo parece indicar que lo que el Kremlin tenía en mente era algo mucho más siniestro.

La referencia a "países con terroristas" no es casual: el Grupo Wagner está presente en varios estados africanos, precisamente con un mandato para ayudar a combatir a las fuerzas rebeldes o yihadistas, como en República Centroafricana, Malí o Burkina Faso, como reemplazo ante el evidente fracaso de las misiones internacionales de pacificación o las tropas francesas. La estrategia rusa en Haití parece una copia exacta de la desarrollada en el Sahel: agitar el sentimiento antioccidental y poner a la opinión pública en contra de los poderes "coloniales e imperialistas" al tiempo que se presenta a Rusia como una alternativa a priori atractiva, si bien los críticos aseguran que, en términos de derechos humanos y de expolio de los recursos locales para pagar a los contratistas rusos, la factura acaba siendo bastante alta para los países que han optado por sus servicios.

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Durante todo este tiempo, los medios rusos han sido abiertamente hostiles a cualquier tipo de acción occidental de estabilización, calificando de "interferencia" el apoyo al Gobierno interino de Ariel Henry y atacando furibundamente los planes para una potencial intervención occidental. Además, han llevado a cabo múltiples campañas de desinformación, que han abarcado desde el dar por hecho la implicación de los gobiernos de Colombia y EEUU en el asesinato de Moïse a asegurar que la crisis de las bandas armadas no es otra cosa que "caos controlado" para justificar la intervención.

Foto: Louis Herns Marcelin. (Fotogradía cedida)

En esta competición geopolítica, además, Rusia cuenta con colaboradores locales a los que apoyar. El más destacado es Moïse Jean-Charles, un exsenador socialista de la oposición y líder del partido Pitit Dessalines que cuenta con buenos contactos en Venezuela y Cuba, y que se ha destacado por aparecer en las protestas agitando banderas rusas. El pasado enero, Jean-Charles fue interrogado por las autoridades de EEUU y deportado desde Miami, donde había recalado tras una gira por África y un encuentro con el presidente venezolano Nicolás Maduro. Según él, el motivo de su expulsión se debió a que no quiso revelar ninguna información sobre las conversaciones mantenidas durante su viaje. Un mes después viajó a Rusia, donde anunció que se reuniría con el presidente Vladímir Putin, si bien no hay constancia de que dicho encuentro se produjese finalmente. Jean-Charles lleva propugnando un "acercamiento a Rusia" desde al menos 2019.

Preferencia por Rusia

Uno de los medios que ha tenido acceso al documento es la publicación estadounidense Vice News, que ha consultado el asunto con un miembro de la comunidad de inteligencia de EEUU. Según esta fuente, el envío de Wagner a Haití casaría con sus otras operaciones "en África Occidental y Latinoamérica". Los contratistas de Wagner "gravitan hacia las regiones donde hay inestabilidad política con el propósito explícito de proporcionar seguridad. Haití se ajusta a ese perfil", afirma.

Los datos, además, muestran que la población no es hostil a un paso semejante. Según una encuesta de la firma de demoscopia local Premise Data, aunque una mayoría de haitianos asegura estar "perdiendo la paciencia con la comunidad internacional", entre aquellos favorables a una intervención internacional, un 41% sería partidario de que la liderase Rusia, frente a un 19% que preferiría a EEUU y un 12% que se inclina por Canadá. "Con sus políticos desacreditados y una seguridad en deterioro, los haitianos miran a la comunidad internacional en busca de soluciones. Mientras esperan que los programas graduales ofrecidos por Ottawa y Washington den frutos, la frustración se está acumulando, creando potencial para un aliado alternativo que llene el vacío", señala el informe.

"Los rusos, donde quiera que estén, van a aprovecharse de cualquier cosa que perciban como una debilidad, y Haití es percibido como una debilidad", asegura Luis Moreno, exembajador en funciones de EEUU en Haití, al diario Miami Herald. Sin embargo, este experto cree que sería contraproducente no solo para el país sino también para Rusia. "Cualquier pequeña línea que les quede con los americanos y los canadienses y la OTAN al completo se evaporaría. Sería un desastre para Wagner en muchos aspectos, y sería incluso peor para el pueblo haitiano, porque estos tipos son terroristas brutales, criminales reconocidos internacionalmente como tales. Sería ridículo", afirma.

El comentarista George Monastiriakos señala en la publicación especializada en defensa 19fortyfive.com que los países donde se ha recurrido a Wagner tienen varias cosas en común con Haití: un pasado colonial negativo donde es posible explotar el resentimiento contra esas naciones, la existencia de una crisis de seguridad, y la posibilidad de promover los intereses comerciales y geopolíticos de Rusia. "Por un lado, consideren los depósitos de oro de Trou du Nord. Por el otro, la localización estratégica de Haití en el Caribe podría proporcionarle a Rusia una presencia militar a 700 millas de la costa de Florida", escribe Monastiriakos.

Y es esta última posibilidad, tal vez, la más preocupante para Washington. En lugares como Libia o el Sahel, Wagner ha sido acusado de ser la punta de lanza de una estrategia rusa para controlar los flujos migratorios hacia Occidente, con todo el poder desestabilizador que han demostrado tener estas oleadas humanas. Haití, de hecho, fue uno de los nuevos factores críticos en los flujos migratorios hacia EEUU en 2022, y la Administración Biden deportó a más de 14.000 haitianos entre enero y octubre, mientras que decenas de miles más fueron interceptados antes de llegar a su destino o lograron entrar irregularmente en el país. Pero tanto si este es el plan, como si solamente se trata de añadir otro lucrativo negocio al abultado portfolio de Prigozhin, está claro que Rusia tiene el punto de mira puesto en esta pequeña y desgraciada nación, la más pobre del continente americano, cuyas desventuras no parecen acabar nunca.

La imagen llama la atención. En mitad de las barricadas, el fuego y los disturbios de Haití, hombres semidesnudos con el torso, hombros y brazos pintados de blanco, azul y rojo: tres franjas horizontales que representan la bandera de Rusia. Estos hombres, invariablemente, atacan al Gobierno de Ariel Henry y acusan a los políticos locales de ser los causantes de la crisis, y piden algún tipo de solución. Y visto el símbolo que portan, no es difícil imaginar qué tienen en mente. Una escena que se repite una y otra vez en las calles haitianas, y también en los informativos de los medios rusos.

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