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Ejércitos privados para Gazprom y la Iglesia ortodoxa: los 'reinos de taifas' militares de Rusia
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Ejércitos privados para Gazprom y la Iglesia ortodoxa: los 'reinos de taifas' militares de Rusia

La lucha por el poder y la cercanía a Putin ha derivado en la creación de decenas de compañías militares privadas que buscan hueco en la contienda para ganarse el favor del Kremlin

Foto: Varios soldados, en la sede del Grupo Wagner. (Reuters/Igor Russak)
Varios soldados, en la sede del Grupo Wagner. (Reuters/Igor Russak)

A estas alturas, lo más probable es que el lector haya oído hablar bastante del llamado Grupo Wagner y su creador, el empresario ruso Yevgeni Prigozhin, más conocido como el chef de Putin. Esta empresa de contratistas militares ha acaparado numerosos titulares por su importante papel en la guerra de Ucrania, pero también en otras latitudes, como Siria o el continente africano. En ocasiones, a los miembros de Wagner se les ha etiquetado erróneamente de "mercenarios", cuando en realidad son una de las puntas de lanza de la estrategia híbrida de Rusia en el extranjero. Una descripción más acertada sería la del ejército de Putin en las sombras. Y en ese sentido, Prigozhin tiene un problema: a Wagner no dejan de salirle competidores.

El pasado 7 de febrero, los servicios de Inteligencia de Ucrania hicieron público que el gigante energético Gazprom, la empresa más importante de Rusia, se disponía a establecer su propia compañía militar privada. En efecto, apenas tres días antes, el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, había firmado una orden ejecutiva autorizando esta operación, una iniciativa conjunta de Gazprom, que poseerá el 70% de la empresa, y de una empresa de seguridad llamada Staf-tsentr, que cubrirá el 30% restante.

Foto: Centro del Grupo Wagner PMC en San Petersburgo. (Reuters/Igor Russak)

Staf-tsentr, con sede en Omsk, ya proporciona servicios de protección a una refinería de Gazprom en dicha ciudad, por lo que la medida ha sido interpretada como un intento de expandir estos servicios de seguridad —añadiendo un componente aún más militarizado— al resto de la infraestructura energética de la empresa, sobre todo en lugares de importancia estratégica como el Ártico. Gazprom es la primera compañía energética con presencia en esta región que dispondrá de fuerzas militares privadas. Pero también caben otras interpretaciones más inquietantes.

"El gesto de Gazprom probablemente tiene que ver con el control de valiosos recursos dentro de Rusia, pero, más en general, es un movimiento por el poder", afirma Ariel Cohen, experto del Atlantic Council. "Dado que Gazprom sirve como el cuerno de la abundancia de Putin, esta acción implica un miedo creciente por parte de Putin y del liderazgo de Gazprom de que otros actores actúen contra esos recursos", comenta en un reciente análisis.

El nivel de violencia y criminalización dentro de la sociedad rusa probablemente se disparará en los próximos años

En un contexto de guerra e inestabilidad, es tal vez comprensible que aquellos actores que poseen esa capacidad se armen para tratar de protegerse a sí mismos, una dinámica bien conocida por los estudiosos de los conflictos. Sergey Suhankin, analista de la Fundación Jamestown y uno de los principales expertos del mundo en compañías militares privadas y mercenarios, denomina este fenómeno "la privatización de la fuerza en Rusia". "Esta tendencia señala claramente el hecho de que, junto a estructuras (semi) gubernamentales, organismos y agencias relacionadas con el Gobierno pueden embarcarse en el proceso de externalizar la fuerza, lo que podría tener profundas consecuencias internas de disrupción para la sociedad rusa", indica Suhankin.

"Considerando la tendencia visible hacia el creciente desarrollo de ejércitos fantasma semiestatales en Rusia —que, a diferencia de los años noventa, están ahora compuestos por profesionales con experiencia de combate—, se pueden sacar tres conclusiones. Primero, que el nivel de violencia y criminalización dentro de la sociedad rusa probablemente se disparará en los próximos años. Segundo, que siguiendo el ejemplo de Prigozhin, algunas autoridades locales [a nivel de gobernador] podrían estar dispuestas a empezar a invertir en organizaciones paramilitares semejantes. Tercero, y tal vez de mayor consecuencia, es que si la situación doméstica se estanca, Rusia podría repetir, al menos en parte, el destino de su predecesora histórica" a principios del siglo XVII, "con mercenarios y ejércitos en la sombra convertidos en la principal autoridad del país", asegura este especialista.

Patriot quiere el negocio de Wagner

Porque la de Gazprom no es la única iniciativa en ese sentido que ha emergido en fechas recientes en Rusia. En noviembre, la Iglesia ortodoxa del país anunció la creación de su propia milicia privada, llamada La Cruz de San Andrés, e inició un proceso de reclutamiento para establecer un batallón de voluntarios y enviarlo a Ucrania. La Iglesia nombró rápidamente como coordinador del grupo a un individuo llamado Vladímir Efimovich Khilchenko, quien en una entrevista explicó que será "la primera compañía militar privada creada bajo la Iglesia ortodoxa rusa", y que su principal tarea será el entrenamiento de voluntarios para la operación especial rusa en Ucrania. Khilchenko también afirmó que los instructores son combatientes con experiencia que han estado en todos los "lugares calientes" con presencia militar rusa.

La historia causó tal revuelo que poco después el archimandrita Alexy Ganzhin, rector de la Catedral Nikolai Naval de San Petersburgo, donde La Cruz de San Andrés tiene su sede, rectificó: "Esto no es una compañía militar. Llevamos haciendo esto desde 2017. Desde hace ya cinco años, hemos dado clases a niños y adultos, formado a la gente. Les preparamos para el ejército, para que puedan sobrevivir". Pero sea cual sea la forma final que cobren estas fuerzas paramilitares, es a la Iglesia ortodoxa rusa y al arzobispo Kirill a quienes les deben obediencia.

Además, en las últimas semanas, ha empezado a sonar el nombre de otra compañía de este tipo: Patriot, un grupo armado vinculado al ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, que recientemente ha sido detectado en combate en la región ucraniana de Vuhledar. Sin embargo, Patriot existe al menos desde 2018, y la mayoría de sus actividades conocidas ha tenido lugar en el continente africano, donde compite por contratos y recursos con Wagner. Ese es, probablemente, uno de los motivos de la enemistad abierta entre Prigozhin y Shoigu.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (Reuters/Sergei Karpukhin)

El contexto es tan favorable a este tipo de proyectos que incluso el líder checheno Ramzan Kadírov, que ya cuenta con una milicia de alrededor de 12.000 combatientes, anunció a mediados de febrero su intención de crear su propia empresa militar privada, siguiendo "el ejemplo establecido por nuestro buen hermano Yevgeni Prigozhin".

La paradoja es que las actividades mercenarias están prohibidas en Rusia bajo el artículo 359 del Código Penal. Esta legislación se ha utilizado a discreción para perseguir aquellas actividades militares no apoyadas por el Kremlin, como sucedió con la empresa Slavonic Corps, con sede en Hong Kong, pero que en esencia es una firma rusa. Sus propietarios, Vadim Gusev y Yevgeniy Sidorov, fueron detenidos y condenados en 2014 por este crimen tras el fracaso de una operación en Siria.

Uno de los veteranos supervivientes de dicha operación fallida era Dimitri Utkin, alias Wagner, quien no tardaría en establecerse por su cuenta. Y a diferencia de sus antiguos jefes, no tendría problemas con las autoridades rusas, sino todo lo contrario: su nuevo patrón, Prigozhin, contaba con la complicidad de las altas esferas. De hecho, según publicó el medio independiente ruso The Bell en 2019, fueron altos cargos del Ministerio de Defensa ruso quienes contactaron con Prigozhin —a quien ya conocían por los numerosos servicios que hacía para el Estado— para que financiase y supervisase la creación de esta empresa militar, que llevaría a cabo actividades militares en favor de Rusia al tiempo que permitiría al Kremlin mantener cierta negación plausible de su implicación.

27 firmas ligadas a oligarcas

Así, en esta ambigüedad legal operan un mínimo de 27 empresas militares privadas controladas por oligarcas rusos, según los expertos, 11 de las cuales operan en Ucrania. Pero los intentos de legalizar plenamente las compañías militares privadas impulsados por Prigozhin y otros individuos relevantes han fracasado, porque el Kremlin se reserva el derecho de utilizar el artículo 359 como espada de Damocles contra este tipo de compañías, que saben que su supervivencia depende de su sumisión al Gobierno. Los responsables de Wagner y Patriot solo pueden sentirse seguros en tanto en cuanto sirvan a los intereses del Ejecutivo de Putin. Y sin duda, lo mismo sucederá con La Cruz de San Andrés y la milicia de Gazprom, en ambos casos vinculados a actores totalmente leales a este, al menos por ahora.

"El Kremlin está cada vez más desesperada por poner personal sobre el terreno. Y, además, actores importantes dentro de Rusia son cada vez más conscientes del caos que esta guerra evitable está creando para la propia Rusia", indica Margarita Balmaceda, profesora de la Universidad Seton Hall y especialista en política y economía rusas, en declaraciones a la revista Time.

Foto: Funeral de un miembro del Grupo Wagner, el 24 de diciembre de 2022. (Reuters/Igor Russak)

Así, este fenómeno es también síntoma de algo más turbio. "Independientemente de cualquier otra consideración, este ejército privado hará algo incalculable desde el punto de vista personal: proporcionar a Alexei Miller [el consejero delegado de Gazprom], con los medios de seguridad físicos para su propia persona, la riqueza de Gazprom y la disuasión de otros rivales. Si las cosas fueran bien, Gazprom y Miller no tendrían que tomar una acción tan drástica. Sea cual sea la causa real, es un síntoma de la condición de crispación de Rusia", apunta Cohen.

"Hay que entender estas compañías militares privadas en el contexto de la lucha por el poder que ya está teniendo lugar en Rusia", dice Balmaceda. "Esto va de la batalla por el poder, de los beneficios que puede proporcionar [Putin]. Y es una batalla por lo que suceda después", añade.

Rusia, que en los años noventa experimentó las guerras entre organizaciones mafiosas y los enfrentamientos entre clanes de oligarcas, ya sabe lo que entraña la creación de ejércitos privados en un contexto en que el pez grande se come al chico y el poder reside inequívocamente en la boca de un fusil. La capacidad para reinar sobre estos grupúsculos armados y poner orden en el país fue lo que estableció la legitimidad del Gobierno de Vladímir Putin y la base de su popularidad. Ahora, por el contrario, la emergencia de estos nuevos reinos de taifas militares pueden ser un síntoma de la descomposición de su régimen.

A estas alturas, lo más probable es que el lector haya oído hablar bastante del llamado Grupo Wagner y su creador, el empresario ruso Yevgeni Prigozhin, más conocido como el chef de Putin. Esta empresa de contratistas militares ha acaparado numerosos titulares por su importante papel en la guerra de Ucrania, pero también en otras latitudes, como Siria o el continente africano. En ocasiones, a los miembros de Wagner se les ha etiquetado erróneamente de "mercenarios", cuando en realidad son una de las puntas de lanza de la estrategia híbrida de Rusia en el extranjero. Una descripción más acertada sería la del ejército de Putin en las sombras. Y en ese sentido, Prigozhin tiene un problema: a Wagner no dejan de salirle competidores.

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