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Xi y Putin venden "el cambio que nadie ha visto en 100 años"... Que Moscú pasa a depender de China
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Un apretón de manos

Xi y Putin venden "el cambio que nadie ha visto en 100 años"... Que Moscú pasa a depender de China

Rusia y China venden el encuentro como "un cambio que nadie ha visto en 100 años". Pero el análisis es que Rusia es dependiente de China

Foto: Un periódico chino muestra la visita de Xi Jinping a Putin. (EFE/Mark R. Cristino)
Un periódico chino muestra la visita de Xi Jinping a Putin. (EFE/Mark R. Cristino)
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En política se mide todo, especialmente cuando se sabe que las cámaras de todo el mundo están grabando la escena. La que sucedió en Moscú podría ser una de esas cinematográficas actuaciones que se estudian años después en los libros de historia. Noche cerrada, calle semivacía, unos escalones y un coche oficial que espera. El presidente chino, Xi Jinping, mira a su homólogo ruso, Vladímir Putin, con una ligera sonrisa mientras el traductor replica sus palabras en ruso: "Se están produciendo cambios que no hemos visto en 100 años. Y somos nosotros quienes los estamos liderando juntos".

Putin escucha al intérprete, afirma levemente con su cabeza y ambos se estrechan la mano con fuerza. Putin siente la necesidad, incluso, de alargar su mano izquierda para afianzar ese apretón agarrando el antebrazo de Xi, que se dirige al coche. Hasta allí le acompaña el ruso, que le despide levantando la mano.

Ha nacido un nuevo orden mundial entre dos socios leales, destacan los medios oficialistas rusos y chinos. "El desarrollo saludable y estable de las relaciones entre China y Rusia establecerá un nuevo ejemplo para promover la construcción de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad", dice un editorial del Diario del Pueblo, periódico oficial del Partido Comunista chino.

Foto: El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha presentado este martes el informe anual de 2022. (Reuters/Johanna Geron)

Sin embargo, muchos analistas creen que la visita tiene, a la larga, solo un claro beneficiario, y que ese es Pekín. De alguna manera, exponen tras este encuentro, hay una constatación: China sigue jugando con toda la baraja y Rusia únicamente juega con una carta que, además, le reparte el crupier Xi.

Incluso, si Rusia pierde la mano, acepta pagar con agrado con moneda china. Ya lo venía haciendo tras el veto occidental y su expulsión del sistema financiero, pero ahora Putin se ha convertido en embajador del yuan en todo el mundo. "Estamos a favor de utilizar el yuan chino para los acuerdos entre Rusia y los países de Asia, África y América Latina. Estoy seguro de que estas formas de liquidación en yuanes se desarrollarán entre los socios rusos y sus contrapartes en terceros países", dijo el mandatario ruso.

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¿Es un éxito o un fracaso para Moscú los acuerdos alcanzados? Depende de cómo se analice. Si se echa la vista atrás algunas décadas, la sobrepoblada y vieja China ha pasado por la derecha y por la izquierda a la poderosa superpotencia soviética que tanto parece añorar Putin. Eso es un golpe de orgullo para el zar ruso que hoy se camufla bajo la estrategia de vencer al enemigo común que son EEUU y el bloque occidental.

Ya no se miran de igual a igual

En política internacional, parece clave tener diversas opciones. La historia demuestra que las amistades que nacen bajo el paraguas del enemigo común son inestables. La propia Rusia y China tienen un largo historial de conflictos en las últimas décadas, cuando ambas naciones defendían el modelo comunista. En un encuentro en Moscú en 1963, ambas delegaciones se reunieron para intentar reparar la enorme brecha generada entre ambos. Entonces, el hermano mayor y poderoso era la entonces URSS. China criticaba a los rusos por lo que calificaba de "tendencias contrarrevolucionarias" y haber capitulado ante EEUU en la crisis de los misiles de Cuba. El Gobierno de Mao denunciaba que era imposible que hubiera una "coexistencia pacífica" con las fuerzas capitalistas y Occidente. Las conversaciones acabaron en un completo desencuentro. Los soviéticos acusaron de alguna manera a los chinos de radicales y antiguos ideológicamente.

Foto: El presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, en una recepción en el Kremlin, el 21 de marzo. (Reuters/Pavel Brykin)

60 años después, se ha repetido el encuentro. El enemigo sigue siendo Estados Unidos, pero ahora la poderosa China viene en auxilio de la necesitada Rusia sin reprenderla ideológicamente. Esa versión de gran potencia y país decadente escuece en el Kremlin. Moscú recuerda que en lo que realmente cuenta, cuando se inicia un conflicto armado, que son las armas, ambas naciones están a la par y forman un bloque temible. Sin embargo, pese a que menospreciar la capacidad militar rusa parece un error histórico que grandes estrategas han cometido, la realidad es que tras un año de guerra las temibles tropas rusas son incapaces de vencer en el campo de batalla a un ejército mucho menor como el ucraniano. Solo la importante entrega de cierta tecnología occidental a Kiev está siendo capaz de doblegar a la que se suponía como segunda o tercera mayor potencia militar. Le queda a Rusia la baza de su enorme arsenal nuclear, pero además de apostar por un suicidio colectivo, eso es algo que Pekín marca como una clara línea roja.

Dependencia de China

"La cumbre Xi-Putin ha terminado y es hora de echar un vistazo rápido a cómo ha quedado todo. Al comienzo de la cumbre mencioné que, al igual que Mao durante su reunión con Stalin en 1949, Putin quería algo que 'se viera bien, pero también supiera delicioso'. Los resultados son decepcionantes", dice el historiador y analista británico nacido en la Unión Soviética, Sergey Radchenko en su cuenta de Twitter, donde añade: "Es cierto que la cumbre parecía una buena oportunidad para Putin. Rechazado en Occidente, ahora buscado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, sumido en una guerra sin fin en Ucrania. Putin quería que Xi en Moscú demostrara que todavía tiene amigos en las altas esferas. Pero una vez que miras los detalles, la cumbre se puede resumir en el dicho chino 'Trueno fuerte, pero pocas gotas de lluvia'. Tachen eso, incluso el trueno no ha sido tan fuerte", dice un analista especializado en las complicadas relaciones históricas entre China y Rusia.

"Este acuerdo oficializa la creciente dependencia de Rusia con China y el interés creado de China en apoyar la economía rusa y beneficiarse del aislamiento de Rusia para asegurar precios más bajos en productos alimenticios y energía", ha señalado el analista político Michael A. Horowitz.

"La falta de profundidad en la retórica de Putin sobre las conversaciones, que describió como 'cálidas, fraternales y constructivas', subrayó la disminución de la influencia de Rusia a medida que se profundiza su dependencia del respaldo político y económico de China", señala por su parte el Financial Times.

Sin embargo, sobre la mesa hay diversos campos en los que trabajar en el futuro. Hay acuerdos, por ejemplo, de cooperación en materia de aviación civil, automoción, metalurgia y construcción naval. En todos esos campos, Moscú está enfrentando graves problemas de suministro de piezas que incluso están poniendo en riesgo sus operaciones ya no militares, sino de simple transporte de carga y civil. China puede ayudar a Rusia a evitar los efectos nocivos de esas sanciones.

Foto: Xi Jinping y Vladímir Putin, en una reunión informal en Moscú este lunes. (Reuters/Pool/Sputnik/Sergei Karpukhin)
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¿Qué saca Pekín a cambio? Combustibles y grano a mejor precio. En todo caso, no hay aún un acuerdo cerrado sobre la ampliación del gaseoducto Siberia 2, uno de los grandes objetivos de Rusia ahora que el mercado gasístico europeo ha dado el portazo. "Putin anunció varias veces durante la visita que el acuerdo estaba casi listo. Pero no se firmó nada... Supongo que los chinos todavía están regateando el precio, y hacen bien porque Rusia perdió estúpidamente toda influencia al aislarse de Europa", señala en este campo Radchenko.

Pero quizá todo esto sea un análisis exhaustivo de algo que son documentos y sus rúbricas. Y este viaje no iba de eso. El aumento de gas que lleve el gaseoducto Siberia 2 a China es algo que se podía negociar sin la necesidad de que ambos mandatarios se reunieran. Pero la reunión era lo importante. China manda un mensaje a todo el mundo, no solo al bloque occidental, de que un nuevo orden mundial es posible. Porque lo importante era el mensaje de despedida, que se oyera y quedara claro, y Xi ha sido generoso con su homólogo ruso al compartir notoriedad en el evento histórico que pone sobre la mesa Pekín: "Un cambio que no se ha visto en 100 años que estamos liderando juntos".

Xi quiere acabar con el orden mundial instaurado tras la Segunda Guerra Mundial y para ello se alía con Rusia, que es un buen socio con el que afrontar la amenaza de una tercera gran guerra. Sin embargo, por ahora, el cambio no visto en el último siglo anunciado por Xi es la constatación de que Rusia ha pasado a depender de China.

En política se mide todo, especialmente cuando se sabe que las cámaras de todo el mundo están grabando la escena. La que sucedió en Moscú podría ser una de esas cinematográficas actuaciones que se estudian años después en los libros de historia. Noche cerrada, calle semivacía, unos escalones y un coche oficial que espera. El presidente chino, Xi Jinping, mira a su homólogo ruso, Vladímir Putin, con una ligera sonrisa mientras el traductor replica sus palabras en ruso: "Se están produciendo cambios que no hemos visto en 100 años. Y somos nosotros quienes los estamos liderando juntos".

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