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La receta definitiva del 'chef de Putin': las películas que el Kremlin necesita que veas
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el mercenario en jefe se pasa al cine

La receta definitiva del 'chef de Putin': las películas que el Kremlin necesita que veas

Yevgeni Prigozhin, propietario del Grupo Wagner y del 'catering' del Kremlin, está financiando películas propagandísticas sobre el despliegue de sus mercenarios en África

Foto: Cartel de la película 'Granit'.
Cartel de la película 'Granit'.
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En la pantalla, un grupo de insurgentes ataca un poblado africano, masacra a los civiles y, tras una ceremonia de magia negra, obliga a los supervivientes a comer carne humana. Pero, en el momento más dramático, unos fornidos hombres blancos están dispuestos a poner fin a este horror. Los combatientes descienden de un avión de carga, patrullan las pistas de la jungla en columnas motorizadas y no dudan en luchar cuerpo a cuerpo, casa por casa, con el noble propósito de ayudar a la población local. Sí, es una película, y las escenas descritas suenan a alguna que otra conocida trama de Hollywood. Pero los héroes no vienen esta vez a defender los intereses del Tío Sam, sino a imponer la paz de la Madre Rusia.

La cinta en cuestión se titula 'Granit' ('Granito') y muestra las andanzas de una unidad de mercenarios rusos en Mozambique. Se estrenó a finales de diciembre en horario de máxima audiencia en el canal ruso NTV y aunque no se los identifica por su nombre, a nadie se le escapa que son un trasunto de los miembros del llamado Grupo Wagner, que hasta 2019 estuvieron desplegados en la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado para ayudar a asegurar los recursos petrolíferos frente a la creciente insurgencia islámica. Al menos siete operativos de la controvertida organización de mercenarios, considerada la punta de lanza de la penetración militar rusa en África, murieron a manos de los yihadistas.

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“La película está totalmente basada en una compañía militar privada rusa en Mozambique. Todo esto ha sucedido en la vida real”, ha expresado su director, Denis Neymand, quien admite que “no es ningún secreto” que se trata de Wagner. “Pero no los hemos llamado por su nombre en la película porque en realidad no importa qué compañía militar privada opera allí. La película va de mostrar cómo algunos chicos rusos ayudan a los africanos contra fuerzas malvadas”, ha declarado el cineasta a 'The Moscow Times'.

Esto no pasaría de ser una anécdota si no fuese por quién está detrás del proyecto. Nada menos que el empresario Yevgeni Prigozhin, apodado 'el chef de Putin' debido a que sus firmas de 'catering' abastecen al Kremlin y al Ejército ruso, pero mundialmente conocido como el propietario del Grupo Wagner y de la Agencia de Investigación de Internet —la célebre 'granja de trolls' de San Petersburgo sancionada por EEUU por interferir en las elecciones de 2016—. Prigozhin, considerado uno de los máximos responsables de proyectar la influencia de Rusia en el extranjero, parece ahora volcado en aprovechar el potencial propagandístico del cine a través de su productora Aurum, de la que es el único accionista.

"La película está totalmente basada en una compañía militar privada rusa en Mozambique. Todo esto ha sucedido en la vida real"

'Granito', de hecho, no es la primera película hagiográfica producida por Aurum sobre el Grupo Wagner. El año pasado estrenó 'Turist' ('El turista'), con una trama similar pero situada en la República Centroafricana; en agosto sacó 'Soltntsepyok' ('Sol abrasador'), esta vez ambientada en el Donbás, y así hasta ocho películas, siete de las cuales tienen un importante contenido político disfrazado de película de acción o comedia. El otro filme, 'Rzhev', un drama bélico sobre la batalla en la ciudad del mismo nombre durante la Segunda Guerra Mundial, se estrenó en 2019 y puede verse en Amazon Prime y Filmin bajo el título '1942: la gran ofensiva'.

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Un 'inocente' agente ruso

Pero la saga que mejor ilustra todo lo que está detrás de esta iniciativa es la película 'Shugalei' y su secuela, 'Shugalei 2', que describen las desventuras de un hombre de confianza de Prigozhin en una prisión de Libia. A la mayoría, el nombre de Maxim Shugalei no les dirá nada. Pero muchos observadores críticos consideran que este ambiguo personaje de 55 años personifica como nadie el tipo de operaciones de influencia que Prigozhin promueve a beneficio del Kremlin.

Shugalei, que trabaja para la llamada Fundación para la Protección de los Valores Nacionales —cuyo objetivo declarado es “propagar la ideología rusa del bien” y “proteger los intereses nacionales de la Federación Rusa”—, es descrito como sociólogo o investigador social, identidad bajo la cual ha aparecido en diversos teatros de operaciones africanos, supuestamente como 'observador electoral'. No obstante, un documental de la BBC de 2019 encontró evidencias de que él y su equipo habían entregado maletines llenos de dinero a varios candidatos durante las elecciones de Madagascar del año anterior, y habían tratado de comprar a otros para que difundiesen ciertos mensajes durante la campaña electoral.

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Pocos meses después, Shugalei y su traductor fueron detenidos en Libia bajo acusaciones de interferencia en la política interna del país, donde el ruso aseguraba haber viajado para participar en un “proyecto de investigación”. Según las autoridades libias, Shugalei se había reunido en secreto con el hijo del fallecido dictador Muamar Al Gadafi, Seif El Islam, y planeaba una operación para llevarle de nuevo al poder. Tras su liberación, más de un año después, reapareció en Sudán y en República Centroafricana, dos países donde la actividad del Grupo Wagner es notoria. Este verano pudo vérsele en Afganistán tras la retirada estadounidense, entrevistándose con comandantes talibanes para tratar de encontrar oportunidades de negocio para las empresas de Prigozhin.

“Maxim Shugalei es tanto un agente independiente como un asistente y facilitador de la actividad estatal rusa”, explica Samuel Ramani, miembro asociado del Royal United Services Institute, en un artículo de 'The Wall Street Journal' donde se describen las actividades del ruso en Kabul.

Durante los 13 meses que duró el encarcelamiento de Shugalei en Libia, Prigozhin movió todos los recursos a su alcance para asegurar su liberación, incluyendo los dos proyectos cinematográficos mencionados. La productora rusa llegó a reclutar sin su conocimiento a los actores de Hollywood Charlie Sheen y Dolph Lundgren a través de la plataforma Cameo, en la que, por cierta tarifa, puedes conseguir que una celebridad te envíe un mensaje personalizado. Durante la promoción de la película en Rusia, por ejemplo, se proyectó un vídeo de Sheen en que decía: "Max Shugalei, no pierdas la esperanza, tu libertad llegará”.

Planteada como película de acción, la trama de 'Shugalei' muestra cómo un sociólogo ruso es injustamente detenido y acusado de ser un espía, y cómo, pese a ser objeto de terribles torturas, se niega a admitirlo. Al final, Shugalei consigue matar al brutal comandante libio que supervisa su tormento y, ametralladora en mano, lidera a otros presos en una fuga épica. En la vida real, Shugalei y su intérprete fueron liberados tras intensas negociaciones en las que el gobierno ruso participó directamente.

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Las 'confesiones' de Prigozhin

El penúltimo proyecto de Aurum es 'El 16º', película estrenada el pasado noviembre y promocionada irónicamente como la 'confesión' de Prigozhin sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, una idea subrayada por su provocador cartel, que muestra a un individuo muy parecido al propio empresario esposado y vistiendo un mono naranja de presidiario. La trama versa sobre un grupo de 16 'hackers' rusos bastante estrafalarios que montan lo que llaman la Agencia de Investigación de Internet en un parvulario abandonado a las afueras de San Petersburgo. Sus actividades atraen la atención del FBI y, para evitar represalias, no ven otra opción que alterar los resultados de los inminentes comicios en EEUU. El objetivo, naturalmente, es ridiculizar la idea de que dicha interferencia haya tenido lugar. Pero el vehículo elegido, la comedia bufa (como puede verse en este tráiler), deja claro que el público al que va dirigido es exclusivamente nacional.

Hasta la fecha, la iniciativa más destacada en la carrera cinematográfica de Prigozhin sigue siendo 'El turista', la primera de sus películas sobre el Grupo Wagner. Filmada en la República Centroafricana, en ella aparecen como extras tanto miembros de la organización de mercenarios como del Ejército regular del país, con quienes los combatientes rusos colaboran en apoyo del presidente Faustin-Archange Touaderá. Aunque no se menciona al grupo por su nombre, las 'pistas' abundan, como la caracterización de su comandante, prácticamente idéntico a Dimitri Utkin, el creador de Wagner en la vida real.

placeholder Dimitry Utkin (derecha), en un selfi que muestra tatuajes nazis y su trasunto en la película (izquierda).
Dimitry Utkin (derecha), en un selfi que muestra tatuajes nazis y su trasunto en la película (izquierda).

El filme, además, contiene varios guiños privados y cortes de mangas a los críticos de esta compañía militar privada. Por ejemplo, en la película aparece un sacerdote africano, interpretado por el ganés Seth Wiredu, que en la vida real es el responsable de las 'granjas de trolls' que Prigozhin ha establecido en África Occidental, tal y como desveló una investigación de CNN.

Más inquietante es cierto plano del campamento de los mercenarios, en el que puede verse claramente un mazo de derribo apoyado contra la rueda de un camión. Este detalle ha sido interpretado como una referencia a un vídeo filmado por los propios miembros de Wagner en Siria en junio de 2017, en el que se les puede ver torturando a un supuesto traidor, rompiéndole los huesos con una herramienta de este tipo y posteriormente decapitándole. El vídeo ha sido utilizado por la familia de la víctima para iniciar un proceso judicial en la propia Rusia por crímenes de guerra contra los responsables, que todavía está pendiente de resolución.

placeholder Fotograma de la película que muestra un mazo similar al utilizado por el Grupo Wagner para torturas en Siria.
Fotograma de la película que muestra un mazo similar al utilizado por el Grupo Wagner para torturas en Siria.

Gracias a las conexiones de Prigozhin, prácticamente todas las películas de Aurum son estrenadas en las franjas de programación estrella en canales progubernamentales. El empresario lleva años promoviendo la idea de que lo que es bueno para él, es bueno para el Kremlin. Y al Ejecutivo de Vladimir Putin le viene muy bien un cine en armonía con sus grandes objetivos de política exterior, presentados de forma sencilla, entretenida y maniquea; donde los rusos son las fuerzas del bien y sus enemigos, el mal y la estupidez personificados. Donde lo que importa no son los hechos ni las ideas, sino los sentimientos. Un tipo de cine que ha demostrado ser muy poderoso a la hora de moldear conciencias, y del que sobran ejemplos en todas las latitudes geográficas e ideológicas.

En la pantalla, un grupo de insurgentes ataca un poblado africano, masacra a los civiles y, tras una ceremonia de magia negra, obliga a los supervivientes a comer carne humana. Pero, en el momento más dramático, unos fornidos hombres blancos están dispuestos a poner fin a este horror. Los combatientes descienden de un avión de carga, patrullan las pistas de la jungla en columnas motorizadas y no dudan en luchar cuerpo a cuerpo, casa por casa, con el noble propósito de ayudar a la población local. Sí, es una película, y las escenas descritas suenan a alguna que otra conocida trama de Hollywood. Pero los héroes no vienen esta vez a defender los intereses del Tío Sam, sino a imponer la paz de la Madre Rusia.

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