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Las filtraciones del Pentágono lo dejan claro en el frente de Ucrania: aviones o derrota
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¿La caballería al rescate?

Las filtraciones del Pentágono lo dejan claro en el frente de Ucrania: aviones o derrota

El goteo de la información del Pentágono, filtrada por el aviador Jack Texeira en una sala de Discord, continúa desvelando nuevos datos sobre la guerra de Ucrania y el mundo

Foto: Personal de aviación comprueba el funcionamiento del avión de combate Mig-29 de la Fuerza Aérea de Ucrania. (EFE/Roman Pilipey)
Personal de aviación comprueba el funcionamiento del avión de combate Mig-29 de la Fuerza Aérea de Ucrania. (EFE/Roman Pilipey)
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Los famosos papeles filtrados del Pentágono han sido noticia destacada en los últimos días, pero siguen dando mucho de sí. Por lo que dicen y por lo que no. No hablan, por ejemplo, de los futuros movimientos ucranianos. Pero entre líneas sí hay alguna conclusión: o se hace algo desde Occidente o las cosas se pueden poner mal para Ucrania. Ahora el elemento que desequilibra solo puede ser uno, los aviones occidentales.

Si eliminamos de la ecuación los arsenales nucleares, podemos comprobar que la guerra moderna no se gana con un arma en concreto, por muy potente que sea. Es la combinación de varias la que consigue el éxito y lo alcanza quien sabe hacer una óptima combinación de todas ellas. Por eso no podemos hablar de un arma definitiva, pero sí de elementos que desequilibran. Estos son aquellos que, en un momento dado, proporcionan una ventaja cualitativa que consigue inclinar la balanza hacia el contendiente que los posee. Tal ha sido el caso de los misiles contracarro al principio de la guerra o los lanzacohetes Himars.

Llegamos a los carros de combate enviados por la coalición tanque europea. Son imprescindibles para que los ucranianos puedan llevar a cabo una ofensiva y recuperar así el territorio ocupado. Este carácter les viene por ser elementos esenciales para romper el frente y explotar la ruptura penetrando en las líneas enemigas.

Foto: Un soldado del regimiento 1129 de misiles antiaéreos del Ejército ucraniano sobre su OSA. (Alicia Alamillos)

Sin embargo, no pueden actuar solos y deberán contar con otros elementos. Entre esos estará, desde luego, la artillería que resultará fundamental para ablandar las posiciones rusas y golpear en sus líneas de comunicaciones, evitando la llegada de refuerzos. También resultarán imprescindibles las unidades de zapadores, esenciales para abrir camino, eliminar obstáculos, tender puentes y limpiar campos de minas. Aquí serán cruciales.

Con todo lo anterior, se podría poner en marcha la ofensiva. Los aliados han tomado nota y la ayuda militar está llegando y en grandes cantidades, no solo los carros y blindados de apoyo, sino más artillería, municiones y medios de zapadores. Pero queda una cuestión esencial y es proteger las unidades que atacan de que será su enemigo principal: la aviación rusa.

La VVS (Voyenno-vozdushnye sily Rossii), o fuerza aérea rusa, ha desempeñado un papel mucho menor de lo que todo el mundo esperaba. No consiguió la supremacía aérea ni tampoco eliminar las defensas antiaéreas ucranianas. Ante esta situación, los pilotos rusos se han tenido que conformar con un papel secundario, además de asumir grandes pérdidas pese al hecho de verse obligados a reducir el número de salidas de combate. Dicho esto, sería un gran error dar por muerta a la aviación rusa. Todo lo contrario.

Entre los datos que deja la filtración masiva se apunta al desabastecimiento de munición para las defensas antiaéreas ucranianas. Ante la grave situación de las reservas ucranianas de misiles, de las que se prevé el agotamiento para mayo o junio, los aviones rusos podrían volver a salir con más garantías de seguridad y, si consiguen el dominio del cielo, que pueden hacerlo, cualquier unidad organizada que intente una penetración o siquiera moverse, estaría condenada a su destrucción si no cuenta con su sombrilla antiaérea.

Aun contando con una defensa antiaérea eficaz, los rusos podrían lanzar sus aviones en un esfuerzo máximo contra la ofensiva ucraniana. Perderían muchos aviones y helicópteros, es posible, pero podrían dar al traste con la cacareada ofensiva y, si esta se paraliza, podríamos entrar en una nueva fase de la guerra, donde los rusos tendrían toda la ventaja al seguir devastando el territorio enemigo y mantenerse firmes en la zona conquistada. A Kiev, por el contrario, no le vale no hacer nada o no tener éxito y si se ven obligados a contrarrestar la acción aérea enemiga, con o sin defensas antiaéreas, lo que necesitan son aviones.

Aviones o derrota

Suministrar más antiaéreos está bien, muy bien. De hecho, en estos días ha llegado de Alemania una nueva batería de IRIS-T SLM. Sin embargo, Ucrania necesita reforzar su aviación y esto pasa, por un lado, por mejorar lo que tiene y por otro, que se les dote de nuevos medios, de introducir ese factor que desequilibra y podría ser decisivo. Lo primero ya se está haciendo. Al principio de manera tímida, pero ahora sin ningún tipo de disimulo. Se trata de la cesión de aviones de combate MiG-29 procedentes de antiguos usuarios, como son Polonia y Eslovaquia. Con algunas dificultades, lo cierto es que ya están llegando.

placeholder Su-35BM ruso. (Oleg Belyakov)
Su-35BM ruso. (Oleg Belyakov)

Los MiG son una buena ayuda, pero no son suficientes. En primer lugar, son inferiores a los aviones Su-35 rusos, más modernos, dotados de mejor radar y de misiles de mayor alcance. También son menos capaces en misiones de ataque a tierra, algo que va a ser fundamental si se produce una ruptura del frente. Tan solo se les podría reforzar con la integración de misiles occidentales, algo que es más fácil de decir que de hacer.

Si se precisan aviones y los MiG-29 no son suficientes, llegamos al punto de que el suministro de aviones occidentales se hace necesario. No vamos a entrar de nuevo en analizar qué modelo sería el ideal, porque ya está muy claro que es el F-16, por el número de ejemplares y porque se está retirando de muchas fuerzas aéreas en favor del F-35. Queda el tema del adiestramiento de pilotos, que no es un tema menor y que, por comparación, es mucho más exigente en tiempo y recursos que formar una tripulación de carro de combate. También hay otra cuestión que queda en el aire: ¿Tiene Ucrania suficientes pilotos?

placeholder Aviones MiG-29 polacos: en el centro, un monoplaza, y a la derecha, un biplaza. (Juanjo Fernández)
Aviones MiG-29 polacos: en el centro, un monoplaza, y a la derecha, un biplaza. (Juanjo Fernández)

Un apoyo añadido —y tal vez también necesario— sería suministrar drones sofisticados y en número suficiente. En este sentido, Estados Unidos podría transferir a Ucrania un número de alrededor de 50 MQ-9 que ya tiene apartados del servicio. El Reaper es un modelo muy avanzado y con unas extraordinarias capacidades ISR, es decir, para localizar y designar objetivos, aunque también para atacarlos. Su problema es que es grande, costoso y vulnerable. Su utilización, de manera simultánea a otras operaciones aéreas, podría dar resultado, pero también es muy posible que si se arriesgan en un cielo muy hostil, su vida no llegue a ser muy larga.

Un juego muy perverso

Las alternativas no son muchas. Si Kiev agota sus misiles, Rusia gana. Si Rusia consigue superioridad aérea, gana. Pero quizás lo peor es que, si Kiev no hace nada, Rusia también gana. Lo hará por agotamiento, tras una guerra de desgaste que no ha venido porque sí, sino que ha sido deliberadamente buscada por Moscú. El dilema es que una victoria de Putin es algo que los países occidentales no están dispuestos a asumir. Las consecuencias serían equivalentes a declarar que, a partir de ahora, cualquier disputa territorial se puede solucionar por la fuerza. Solo hace falta tener más armas y, a ser posible, alguna nuclear.

Foto: Aviones MiG-29 de la fuerza aérea búlgara. (Chavdar Garchev)

Por eso, dotar de aviación a Ucrania se ha convertido en el siguiente paso de esta serie de acciones, muy bien medidas por Estados Unidos y sus aliados, en la que se ha ido suministrando a las tropas ucranianas el material que se necesitaba en cada momento, pero nunca más de la cuenta. Este muy medido envío de armamento no responde a las famosas líneas rojas, esas sucesivamente establecidas por el presidente ruso. Responde al cálculo preciso de qué se ha necesitado en cada momento para detener a las tropas invasoras y, como mucho, recuperar el territorio perdido. Pero nunca más allá.

Esta sí que es de verdad la línea roja, una que no ha impuesto nadie, pero que está ahí desde antes de la guerra. Viene marcada por un hecho incontestable y es que Rusia es una potencia nuclear. No en vano ya han dejado bastante claro que utilizarían su arsenal en caso de que su "integridad territorial se vea amenazada". Esto, que Vladímir Putin ha recalcado en varias ocasiones, aplicaría a cualquier territorio de la Federación, aunque ya quedó en entredicho tras la recuperación de parte del óblast de Jersón, poco después de haberlo declarado —de aquella manera— territorio ruso.

La cuestión es que estamos metidos en un juego perverso. Hay que ayudar a Kiev con todo tipo de armas que le ayuden a contener y expulsar a los rusos, pero tampoco se puede permitir que se ataque su territorio. Mucho menos que Rusia se vea abocada a una derrota militar, porque existe el riesgo de que pulsen el botón nuclear. Es decir, hay que detener y expulsar a los rusos, pero no derrotarles del todo. Todo sencillo y muy coherente.

Lo anterior es el motivo por el que los distintos tipos de medios defensivos y sus diferentes capacidades han ido llegando por etapas. Es por lo que Estados Unidos siempre se ha estado oponiendo a suministrar armas de largo alcance, como los misiles ATACMS, cuyo alcance de 300 km permitiría a los ucranianos atacar en profundidad territorio de la Federación. Es el mismo motivo por el que costó que se llegase a la decisión de enviar los sistemas antiaéreos Patriot o la discutida medida de facilitar carros de combate.

Si todo esto no se envió desde el primer día, también fue en parte por el hecho de las dificultades de poner este tipo de ayudas en marcha, pero sobre todo por ese control sobre qué medios se mandaban en cada momento. Desde luego es perverso, pero también el pueblo ucraniano entiende que, si no se hubiera enviado ninguna ayuda, si desde occidente no se hubiera hecho nada, Ucrania habría dejado de existir hace ya más de un año y habríamos entrado en un nuevo orden cuyas consecuencias ni siquiera ahora imaginamos.

Los famosos papeles filtrados del Pentágono han sido noticia destacada en los últimos días, pero siguen dando mucho de sí. Por lo que dicen y por lo que no. No hablan, por ejemplo, de los futuros movimientos ucranianos. Pero entre líneas sí hay alguna conclusión: o se hace algo desde Occidente o las cosas se pueden poner mal para Ucrania. Ahora el elemento que desequilibra solo puede ser uno, los aviones occidentales.

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