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Por qué Occidente no ha conseguido convencer a medio mundo de su guerra contra Rusia
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Lula se acerca a Moscú

Por qué Occidente no ha conseguido convencer a medio mundo de su guerra contra Rusia

Este lunes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, visitaba Brasilia, donde fue recibido con la alfombra roja desplegada. Allí, elogió los "esfuerzos" del presidente brasileño

Foto: El presidente brasileño, Lula da Silva, durante una visita a China la semana pasada. (Getty/Pool/Ken Ishii)
El presidente brasileño, Lula da Silva, durante una visita a China la semana pasada. (Getty/Pool/Ken Ishii)

Este lunes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, visitaba Brasilia, donde fue recibido con la alfombra roja desplegada. Allí, elogió los "esfuerzos" del presidente brasileño Lula da Silva por construir "un club de paz" de países para negociar el fin del conflicto en Ucrania, sin mencionar la agresión unilateral de Moscú lanzando la invasión. Unos días después, Lula afirmaba que Kiev tenía responsabilidad en la invasión rusa del país ("ambos países tomaron la decisión de guerra") y acusaba a Washington de "fomentar" el conflicto. Las declaraciones del presidente brasileño son solo el último ejemplo, pero quizás el más preocupante, de cómo Occidente y Ucrania no han conseguido convencer a gran parte de los países del conocido como Sur Global de su cruzada contra Rusia.

Para responder a estas preguntas, hablamos con Camille Grand, analista en defensa y tecnologías de seguridad en el European Council on Foreign Relations (ECFR). Subsecretario general para inversión en defensa de la OTAN (2016-2022), Grand da su perspectiva sobre la paradoja del apoyo de los países del Sur Global a Rusia y cómo Occidente no debería olvidarlos en su afán global por aislar a Vladímir Putin.

Foto: Camille Grand. (OTAN)
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PREGUNTA. En Occidente, la narrativa dominante es que Rusia está aislada en el escenario mundial. Pero tenemos varios países en diferentes regiones (incluidas grandes democracias como India o Brasil) que se abstienen de oponerse a Rusia en las Naciones Unidas y dan cabida a las demandas de Moscú (como ha hecho Lula con Crimea). ¿Está fallando el atractivo de Occidente? ¿Hemos fallado en transmitir la importancia de la derrota de Putin para la seguridad global?

RESPUESTA. Si nos fijamos en los números, 141 países condenaron las acciones de Rusia en Naciones Unidas. Una cifra altísima, si tenemos en cuenta que los países que apoyaron a Rusia, no más de siete u ocho, son países como Siria, Corea del Norte, Eritrea. Países que normalmente ya estaban aislados.

El problema real es el gran número de países que se han abstenido, entre 30 y 40 países, incluyendo algunas de las grandes economías mundiales, como Brasil, Sudáfrica, India y por supuesto China o México. Eso no significa que todos estos países sean pro-Rusia. Muchos de ellos se han mostrado incómodos —por decirlo suavemente— con el comportamiento ruso en la guerra de Ucrania. Pero también algunos de estos países han encontrado aquí una oportunidad: económica mínimo, para comprar petróleo o gas más barato.

Foto: La silueta de un hombre junto a los logotipos de la NSA y Wikipedia. (Reuters/Dado Ruvic)

Pero, narrativamente, el mensaje que estos países presentan ante los intentos de Occidente para que apoyen más activamente la causa ucraniana sigue varios patrones. Primero, un poco al estilo de los días de la Guerra Fría y los no alineados: “Esto es una guerra del [hemisferio] norte. No nos pidan que tomemos partido. Guerras estadounidenses, guerras rusas… Realmente, no nos gusta demasiado, pero no queremos intervenir con una opinión firme, y nos abstenemos cuando hay una votación porque es tu problema [de Occidente], no el nuestro”. Esta narrativa, en cierta manera, me parece justa, y un clásico histórico de la Guerra Fría, cuando estos países, de lo que luego se denominó el tercer mundo, adoptaron esa postura.

Occidente tiene, sin embargo, que convencer mejor. Y no siempre hemos tenido éxito en estos esfuerzos. Hay que demostrar claramente cómo la guerra rusa en Ucrania es, precisamente, lo que realmente odia el Sur Global: despreciar y desafiar la soberanía de un país independiente; cambiar sus fronteras por la fuerza, rompiendo con el derecho internacional.

Los líderes occidentales tienen que apostar por esta narrativa porque, tradicionalmente, estos países del Sur Global han criticado este tipo de actitudes, dondequiera y quienquiera que los protagonizara. Así que un mensaje que tenemos que transmitir colectiva e individualmente a cada uno de estos países es decirles que, precisamente, no entendemos la actitud que están tomando en esta guerra de Ucrania: Brasil y Sudáfrica suelen ser firmes defensores del derecho internacional cuando se viola una frontera en África o en América Latina, cuando hay un problema de soberanía o cuando los estadounidenses invaden otro país o Israel ocupa una parte de su territorio. “Ustedes son los primeros en quejarse, en votar en contra en Naciones Unidas, ¿por qué con Rusia no? ¿Por qué permaneces en silencio?”.

Foto: El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, junto a su homóloga sudafricana Naledi Pandor. (Reuters/Siphiwe Sibeko)

En cierto modo, resulta interesante porque lo que Rusia está librando en Ucrania es una guerra colonial. Rusia es una potencia colonial en el que la única diferencia con España, Francia o Reino Unido es que sus colonias eran contiguas a su territorio. Y ahora las está reclamando. Así que no creo que al Sur Global le gustara que EEUU o Francia intentaran recuperar el norte de Francia, o que España intentara recuperar partes de África, y, si lo hicieran, dirían que es inaceptable. Y Occidente podría decir: “Hemos estado allí durante unos cuantos siglos; hablan español en el Sáhara Occidental. Hablan francés en Túnez. Y queremos conseguir ese control”. Eso, por supuesto, es completamente inaceptable. Ese es el tipo de mensaje que tenemos que transmitir.

Hay también que explicar que, sin la guerra rusa contra Ucrania, todos los problemas con el suministro de alimentos, con el suministro energético, no habrían tenido lugar. Estaríamos en un mercado mucho más abierto y el flujo de trigo, fertilizantes, petróleo y gas se habría mantenido.

Foto: Un carguero con grano ucraniano, en el estrecho del Bósforo. (EFE/Erdem Sahin)

Este mensaje es uno que hay que transmitir una y otra vez, especialmente desde los países de Occidente que tienen muy buenas relaciones con estos países. Tal vez no les guste si lo escuchan de los estadounidenses, pero, si lo escuchan de los europeos, prestarán más atención.

Termino con un ejemplo clave: India. Delhi puede, con razón, acusarnos a Occidente de que no dijimos gran cosa cuando China invadió parte del Himalaya y tomó parte de su territorio, algunas partes de Cachemira y de la frontera con India. Para mí, habría que darle la vuelta a ese argumento: efectivamente. En 1962, no denunciamos lo suficiente las acciones de China en la frontera India. Pero ¿debería ser eso una excusa para permitir que Rusia se apodere de una parte significativa del territorio de Ucrania, y declarar algo que esencialmente muy pocos ejemplos de otros han hecho desde 1945, que es ese intento de anexión de un país vecino y cambiar una frontera por la fuerza? El hecho de que Rusia ocupe un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU no debería ser una excusa.

Este lunes, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, visitaba Brasilia, donde fue recibido con la alfombra roja desplegada. Allí, elogió los "esfuerzos" del presidente brasileño Lula da Silva por construir "un club de paz" de países para negociar el fin del conflicto en Ucrania, sin mencionar la agresión unilateral de Moscú lanzando la invasión. Unos días después, Lula afirmaba que Kiev tenía responsabilidad en la invasión rusa del país ("ambos países tomaron la decisión de guerra") y acusaba a Washington de "fomentar" el conflicto. Las declaraciones del presidente brasileño son solo el último ejemplo, pero quizás el más preocupante, de cómo Occidente y Ucrania no han conseguido convencer a gran parte de los países del conocido como Sur Global de su cruzada contra Rusia.

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