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"Tras la guerra de Ucrania ya no es atractiva la neutralidad. Queremos la disuasión de la OTAN"
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"Tras la guerra de Ucrania ya no es atractiva la neutralidad. Queremos la disuasión de la OTAN"

Camille Grand, analista en defensa y tecnologías de seguridad en el ECFR, nos da su perspectiva de cómo Europa busca todavía su propia voz en este nuevo concierto internacional y respuestas a sus propios retos de seguridad

Foto: Camille Grand. (OTAN)
Camille Grand. (OTAN)

La invasión rusa de Ucrania ha cambiado las reglas del juego globales de seguridad y defensa. Los mecanismos de gestión de crisis en los que confiamos durante décadas parecen no servir para esta nueva era geopolítica en la que, más allá de la guerra en Europa, se ciernen los peligros de la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China. Para comprender los desafíos del nuevo escenario conversamos con Camille Grand, analista en defensa y tecnologías de seguridad en el European Council on Foreign Relations (ECFR). Subsecretario general para inversión en defensa de la OTAN (2016-2022) y exdirector del think tank francés Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), Grand nos da su perspectiva de cómo Europa todavía busca su propia voz en este nuevo concierto internacional y respuestas a sus propios retos de seguridad.

PREGUNTA. En un reciente artículo, usted argumenta que los europeos deben adaptarse a los nuevos desafíos de seguridad, empezando por aprender de las lecciones estratégicas de la actual invasión rusa de Ucrania. ¿Cuáles son estas lecciones?

RESPUESTA. La primera lección es la de aceptar el retorno, con esta guerra rusa en Ucrania, de lo que llamamos guerra de alta intensidad, algo en lo que Europa no ha pensado desde el final de la Guerra Fría. Este tipo de guerra es extremadamente brutal en términos de números de bajas, de municiones utilizadas y de sistemas armamentísticos desplegados por ambos bandos. Algo que resulta muy difícil de aceptar para los europeos después de 30 años en los que lo único que tuvieron que pensar es en cómo desplegar unos cuantos miles de efectivos en Malí, Afganistán o los Balcanes.

La segunda lección es la de aprender lo que significa vivir en un entorno geopolítico de seguridad donde la paz a través del comercio y la cooperación ya no sirve con algunos de nuestros vecinos. Cualquiera que sea el resultado de la guerra en Rusia, es probable que siga siendo una fuente de inestabilidad persistente en nuestra frontera oriental, similar a la del Sahel en nuestra frontera sur. En tercer lugar, están las lecciones en el ámbito militar. Y ahí hay que tener cuidado a la hora de entender lo que está pasando en Ucrania, porque a veces puede parecernos similar a la Primera o la Segunda Guerra Mundial, pero en realidad Ucrania ha estado utilizando varias tecnologías de forma muy innovadora, como drones y todo tipo de sistemas armamentísticos modernos. Además, como europeos, debemos ser muy honestos con las deficiencias que hemos arrastrado. Ejemplos de esto son la dificultad de producir municiones, el hecho de que nuestras reservas militares no fueran suficientes o que no tuviéramos la Inteligencia suficiente como para entender lo que estaba pasando en Rusia y en Ucrania.

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P. Sobre estos fallos de Inteligencia que menciona, las recientes filtraciones de supuestos documentos secretos estadounidenses apuntan a que el Pentágono no da por bueno todo lo que le cuenta Ucrania. ¿Puede producir esto una crisis de confianza entre aliados?

R. Ucrania tiene el derecho de dar un mensaje de tranquilidad a sus aliados a la hora de solicitarles armamento y de transmitirles su confianza en la victoria. Es un buen mensaje para su propia población y para la de sus socios. En Europa, necesitamos evaluar lo mejor que podamos la realidad de la situación en el campo de batalla para tratar de comprender cuáles son las fortalezas y debilidades de ambos bandos. ¿Será la futura contraofensiva ucraniana, en primavera o en verano, un éxito? ¿Tiene Rusia todavía los recursos para seguir luchando o los ha agotado en la batalla en torno a Bajmut? ¿Son los ucranianos capaces de repetir sus hazañas del pasado otoño o seguiremos en una guerra de desgaste en la que el frente apenas se mueve? Estas incógnitas hacen que cualquier decisión a nivel europeo sobre una serie de factores de cara al futuro sea muy complicada.

P. Usted ha aseverado (parafraseando a Gideon Rachman) que Europa ya no puede ser vegetariana en un mundo de carnívoros y que debe adquirir nuevas capacidades militares. Pero dado que hay muchos sectores que demandan recursos, desde los sistemas de salud, la infraestructura o las pensiones, ¿estamos preparados los europeos para ese debate?

R. Debemos poner las cosas en perspectiva. Los integrantes de la OTAN se comprometieron hace nueve años a un gasto mínimo del 2% del PIB en defensa. De momento, solo cinco países de la Unión Europea cumplen este criterio. Casi todos tienen planes para llegar a ese nivel de gasto, pero es un esfuerzo que requiere tiempo y que no va a suceder de la noche a la mañana. Ese nivel de gasto permitiría a los europeos reconstruir sus ejércitos hasta alcanzar niveles correctos de preparación, de capacidades, etcétera, sin que esto suponga un esfuerzo completamente insostenible. Si uno observa la cantidad de dinero que invertimos para enfrentar la crisis energética o la pandemia, no se trata de un gasto desorbitado. Además, la Unión Europea también puede ayudar movilizando parte de su financiación para apoyar a la industria y al desarrollo de nuevos sistemas armamentísticos.

P. Pero el gasto en defensa suele ser impopular entre los votantes de las democracias europeas, especialmente cuando la guerra en Ucrania termine o se difumine en los titulares.

R. Esto será más desafiante, como mencionas, una vez la guerra en Ucrania llegue a su fin. Existiría la tentación de volver a la normalidad y decir: “La guerra se acabó, ¿para qué gastar más en defensa?”. Pero la realidad estratégica de Europa seguirá siendo difícil. Debemos ser algo más que un herbívoro a la espera de que las grandes potencias del mañana vengan a por nosotros. El presupuesto de defensa de China se ha cuadriplicado desde 2000. El presupuesto de defensa de Rusia se ha triplicado desde 2000. El presupuesto de Estados Unidos es cuatro veces mayor que el nuestro. Si queremos que Europa tenga su peso en la escena global y que sea capaz de hacerse cargo de algunos de los desafíos de seguridad en su entorno, hay un nivel mínimo de inversión que es razonable. Es importante que los políticos europeos, sin importar partidos, reconozcan ante sus votantes que estamos en un entorno de seguridad diferente y que ese esfuerzo es necesario por motivos geopolíticos, económicos y de seguridad.

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P. También ha enfatizado la importancia de adoptar tecnologías de defensa innovadoras para mantener la superioridad tecnológica de Europa. ¿Qué tecnologías considera que son las más prometedoras?

R. Las tecnologías asociadas con el conflicto en el ciberespacio son especialmente críticas, dado que nuestras economías dependen tanto de los servicios digitales. Tampoco podemos permitirnos el lujo de correr el riesgo cuando, día tras día, están teniendo lugar ciberataques —a menudo realizados por operadores rusos— contra nuestros hospitales, nuestros medios o nuestros bancos. En segundo lugar, hemos visto que los sistemas de drones han jugado un rol muy interesante en el conflicto de Ucrania. Creo que tenemos que dedicar un tiempo a investigar esto, porque obviamente los artefactos no tripulados van a desempeñar un papel cada vez más importante. Todos los sistemas de combate del futuro, sean aéreos o navales, contarán con una dimensión de sistemas no tripulados. En tercer lugar, está la dimensión espacial, absolutamente crítica en la guerra. Brindar servicios satelitales que permitan las telecomunicaciones y el acceso a internet ha resultado clave tanto para los civiles como para los militares en Ucrania, además de ser una parte fundamental de la recopilación de Inteligencia.

Foto: El dron Akinci de Bayraktar. (Bayraktar)

P. En lo que respecta a estas tecnologías y a los sistemas de armas avanzados, Europa parte con gran desventaja frente a Estados Unidos. ¿Corremos el riesgo de depender mucho de Washington y que su complejo militar-industrial sea el gran vencedor de esta guerra, como los críticos de la OTAN afirman?

R. Existe la posibilidad de que así sea. Muchos en Europa están comprando esta tecnología a Estados Unidos, a menudo porque, simplemente, no existe un equivalente en la industria europea. Si nos fijamos en los llamados Himars, el sistema que los ucranianos han estado usando para realizar ataques de largo alcance, no existe ningún competidor a nivel europeo que ofrezca algo similar. La realidad es que la industria del continente está batallando a la hora de fabricar la cantidad necesaria de munición o nuevos sistemas armamentísticos. Eso también está ocurriendo en la industria estadounidense, pero el país tiene la ventaja de contar con este enorme complejo militar-industrial que existe desde hace 70 años. Pero no descarto el hecho de que las empresas europeas de defensa o de tecnología puedan ser una parte muy importante de la solución, en lugar de perder terreno.

P. Tras la publicación de cientos de documentos confidenciales de Inteligencia de EEUU en foros de Discrod, ¿le preocupan estas filtraciones?

R. Tenemos que ser cuidadosos con estas filtraciones. Sí, es problemático que lo que parece información clasificada de EEUU haya sido filtrada o robada. Sin embargo, si nos fijamos en el tipo de información, también se parece mucho a una operación de desinformación rusa, quizá la primera exitosa desde el inicio de esta guerra. Así que yo pondría en cuarentena lo que salga de las filtraciones incluso si es cierto, porque podría ser perfectamente un esfuerzo ruso para ampliar sus narrativas publicando específicos fragmentos de la información que les sirven para ese objetivo.

Foto: Un soldado ucraniano, durante un ataque en el frente de Bajmut, el 7 de abril. (Reuters/Oleksandr Klymenko)

P: Esta filtración, el Pentágono no se muestra tan optimista respecto a las oportunidades de Ucrania en su esperada contraofensiva de primavera/verano. ¿Es la última bala que le queda a Zelenski?

R. Las cartas todavía no están echadas. Ambos lados todavía esperan prevalecer en el campo de batalla. Es una guerra muy brutal, así que es difícil predecir el resultado exacto. El pasado otoño, nadie hubiera pensado que Ucrania podría reconquistar un 10% de su territorio, y organizar no sólo una, sino dos y casi tres contraofensivas exitosas contra las fuerzas rusas, muy superiores numéricamente. Llevamos hablando de la caída de Bajmut durante meses y los rusos han gastado cantidades enormes de munición. Los próximos seis meses son muy importantes: quizá no terminen la guerra, pero darán una sensación de si uno de los bandos puede ganar militarmente o si el conflicto se va a convertir en una de esas guerras eternas. Lo más honesto es decir que no se puede predecir. En las grandes guerras, especialmente en las que tienen un alto grado de violencia, hay un momento en el que las cosas se desmoronan. Esto es lo que podría sucederle a las fuerzas rusas en Ucrania. Y ya lo hemos visto en pequeñas partes del frente.

P. Finlandia se ha convertido en el Estado 33º de la OTAN y suma 1.000 kilómetros de frontera con Rusia. ¿Le preocupa que esto aumente las probabilidades de algún accidente o situación que haga el conflicto escalar y extenderse?

R. Sinceramente, no. Los finlandeses son extremadamente profesionales y llevan toda su historia manejando la frontera con Rusia. Son los últimos en querer iniciar una guerra. Y honestamente, la actuación del Ejército ruso en Ucrania me hace estar bastante seguro de que no son capaces de llevar a cabo con éxito un conflicto, incluso limitado, con Finlandia. Lo que es muy interesante [sobre la incorporación de Finlandia a la OTAN] es que el ataque de Putin a Ucrania ha cambiado la noción sobre ser neutral. Ya no es algo tan atractivo, queremos beneficiarnos de la seguridad de la OTAN y su efecto disuasorio. Así que, paradójicamente, [ser parte de la OTAN] es mejor para prevenir la guerra que ser un país sin alianzas militares, como era de hecho Ucrania.

Foto: Un soldado finés, en un ejercicio. (Reuters/Stoyan Nenov)

P. La adhesión de Finlandia a la OTAN también dirige la atención a la región del Ártico, un nuevo desafío estratégico.

R. El Ártico fue una zona de cooperación durante muchos años. Recuerdo que un general canadiense me dijo una vez, "no luchamos en el Ártico porque tendríamos que rescatar al enemigo antes de luchar contra él". Es un entorno muy difícil. Pero la realidad es que, en parte debido al cambio climático, las rutas marítimas se están abriendo y ahora vemos que se abren varias semanas o incluso meses al año. Así que hay una dimensión económica, y más. Con la incorporación de Finlandia y Suecia, la presencia de la OTAN en el Alto Norte crece, lo que podría llevar a los rusos, al menos a largo plazo, a remilitarizar un poco la región. Los rusos a los chinos, los estadounidenses a los rusos, hay toneladas de submarinos bajo el Ártico. Un entorno que se ha vuelto mucho más competitivo desde el punto de vista militar.

Foto: China realiza ejercicios militares en torno al estrecho de Taiwán. (EFE/Wu Hao)

P: Más allá de Rusia, parece que los aliados transatlánticos EEUU-UE siguen teniendo sus diferencias. Hemos tenido un pequeño escándalo diplomático por las entrevistas del presidente frases, Emmanuel Macron, tras su viaje a China, en las que asegura que Europa no debería quedar atrapada en "una crisis que no es nuestra", en referencia a Taiwán. ¿Tiene razón?

R. El momento ha sido bastante inoportuno. Es extraño que digas que no quieres estar alineado con Estados Unidos justo después de una reunión con los chinos; eso no ha sentado bien. Pero el fondo de la cuestión que plantea Macron es pertinente. Los europeos tenemos que pensar en nuestras propias prioridades o en nuestra propia seguridad. En la mayoría de los casos, vamos a ser estrechos aliados de Estados Unidos. En otros, podríamos tener intereses ligeramente divergentes. ¿Cómo hacemos frente a estas últimas situaciones? Es una pregunta legítima que los europeos debemos responder. Y no es solo en el Indopacífico, sino también en Ucrania, cuando EEUU diga que no puede seguir gastando decenas de miles de millones de dólares al año.

P. La actitud de la UE con China se parece mucho a la que se intentó tener con Rusia. Pero la disuasión a través del comercio fracasó. ¿Cree que nos puede volver a pasar?

R. Los europeos hemos sido los mayores defensores de la paz a través del comercio. Éramos los que decían ‘podemos acercar a los rusos comprando su gas y vendiéndoles coches. Y sí, podríamos tener un debate similar sobre China. Pero hay algo específico con China (tanto para la UE como para EEUU) que es: ¿cómo compites estratégicamente con tu principal socio económico y comercial? Y eso es algo completamente nuevo. La Unión Soviética nunca fue un socio comercial principal durante la Guerra Fría. Tal vez con la excepción del comercio interno de la UE, para la mayoría de los países del mundo China es su principal socio comercial.
Aquí los europeos deberíamos ser mucho más estratégicos y menos naíf, sacar lecciones de los errores cometidos con Rusia por crear una dependencia y ser un poco ingenuos de lo que realmente podíamos cambiar a Rusia.

Foto: El Ejército chino, cada vez más potente y avanzado. En la imagen, blindados ZBL-08. (Mil-ru)

P. Algunos analistas creen que el conflicto de Occidente con China es inevitable.

R. Creo que es posible evitar el conflicto pero, como en la Guerra Fría, necesita de una mezcla de disuasión (asegurarse de que la disuasión nuclear congela la perspectiva de una Tercera Guerra Mundial), pero también diálogo y vías que nos permitan desactivar una crisis. Antes de una guerra por Taiwán, ¿podemos hablar de cuál es el problema aquí? En el caso de Taiwán, lo ideal sería mantener el statu quo. Es decir, reconocer que en teoría solo hay una China y no dos países diferentes, pero eso no debería significar que Taiwán deje de ser independiente y de tener su propio régimen democrático separado de China. Y eso no tiene por qué desencadenar una crisis constante entre ambos por cualquier movimiento diplomático o militar. Además, China ya es un país que envejece. Y por lo general, cuando los países envejecen, su apetito por la guerra y el conflicto disminuye. Lo hemos visto con los europeos.

La invasión rusa de Ucrania ha cambiado las reglas del juego globales de seguridad y defensa. Los mecanismos de gestión de crisis en los que confiamos durante décadas parecen no servir para esta nueva era geopolítica en la que, más allá de la guerra en Europa, se ciernen los peligros de la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China. Para comprender los desafíos del nuevo escenario conversamos con Camille Grand, analista en defensa y tecnologías de seguridad en el European Council on Foreign Relations (ECFR). Subsecretario general para inversión en defensa de la OTAN (2016-2022) y exdirector del think tank francés Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), Grand nos da su perspectiva de cómo Europa todavía busca su propia voz en este nuevo concierto internacional y respuestas a sus propios retos de seguridad.

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