En muchas ocasiones, interpretar las votaciones de la ONU es como leer las hojas del té. No ha sido el caso esta semana cuando, en una votación histórica, 141 países —de 193— respaldaron en la Asamblea General de Naciones Unidas la resolución ES-11/1, que "deplora la agresión rusa contra Ucrania” y exige la retirada inmediata y completa de todas las tropas rusas de su territorio. Aunque es una decisión no vinculante, el resultado refleja el creciente aislamiento de la Rusia de Putin, que ya había vetado una resolución similar del Consejo de Seguridad de la ONU.
Apenas cuatro países de los que asistieron a la votación (Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria) se alinearon con Moscú, mientras que 35 se abstuvieron y 12 estuvieron ausentes. Algunos de los votos fueron muy significativos del ambiente de rechazo frontal a Moscú. Por ejemplo, Serbia, aliado histórico de Rusia que había tratado de navegar la crisis manteniendo una postura neutral, votó el miércoles en la ONU a favor de la resolución.
También Emiratos Árabes Unidos e Israel, socios cercanos a EEUU pero que habían preferido un tono neutro ante la agresión rusa, finalmente apoyaron el reproche a Rusia. Incluso sorprendieron algunas abstenciones, que se esperaba fueran apoyos, como las de Cuba, Argelia, Nicaragua o varios de los ‘istanes’ (12 países prefirieron no votar). Más preocupante fue la abstención de India, una pieza clave que dibuja un gran signo de interrogación sobre el frente democrático que quiere formar Washington en el Indo-Pacífico.
Pero el voto clave y previsible fue el de China, que también se abstuvo de apoyar o condenar. Aunque Pekín ha querido poner algo de distancia con la fiebre guerrera de Putin, su alianza económica, militar y diplomática con el gigante euroasiático sigue siendo estratégica. La guerra distrae a su enemigo occidental, refuerza su poderío comercial (ya que no aplicarán sanciones económicas) y resalta su relevancia política (Pekín incluso se ha ofrecido a mediar entre las partes). Pero el conflicto también siembra nuevas incertidumbres en la recuperación global pos pandemia que tanto necesita para mantener su economía funcionando a pleno rendimiento.