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¿Aviones para Kiev? El interés de Ucrania va más allá de los F-16
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¿Aviones para Kiev? El interés de Ucrania va más allá de los F-16

¿Por qué Ucrania quiere F-16 si los aviones han jugado un papel tan marginal en este primer año de conflicto? La clave no está en el aire, sino en tierra

¿Por qué Ucrania quiere F-16 si los aviones han jugado un papel tan marginal en este primer año de conflicto? Las insistentes peticiones de aeronaves de combates por parte de Zelenski y de sus ministros ya no sorprenden ni a los aliados. Tampoco se sorprenderá la opinión pública cuando, en meses, el no a los F-16 acabe convirtiéndose en un sí, según el usual guion de la OTAN.

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Aunque ahora parezca una novedad, la cuestión de los aviones ha estado presente desde el principio de la guerra. En los primeros días del conflicto, Ucrania pidió la institución de una no-fly zone, una zona de exclusión aérea. Polonia también propuso ceder sus antiguos MiG-29 soviéticos a Ucrania. Los gobiernos occidentales rechazaron ambas por el miedo a la reacción de Rusia y la posibilidad de un enfrentamiento directo entre aviones rusos y de la OTAN. Pero, realmente, tampoco hubo necesidad de crear una zona de exclusión aérea porque, quitando los primeros compases de la invasión, aviones y helicópteros rusos son reticentes a surcar los cielos de Ucrania.

“Es un indicio de la mala planificación de los rusos. Creían que Ucrania caería en cuestión de días. Confiaban en su superioridad y por eso no planearon un apoyo aéreo que habría evitado que muchas columnas de tanques acabaran destruidas, en particular en el intento de conquistar Kiev”, explica a El Confidencial Jaime Shea, exportavoz de la OTAN y miembro del Royal Institute of International Affairs de Londres.

Para Shea, los rusos han optado, no sin razón y resultados, por el empleo masivo de misiles y drones para destruir infraestructuras críticas. Cuando los aviones rusos participan en los bombardeos, lanzan sus bombas desde el espacio aéreo ruso, con el resultado que estos ataques son menos precisos. Una estrategia conservadora que apuesta por el control de daños. Es mucho más aceptable la pérdida de un dron suicida de pocas decenas de miles de euros que de un avión que cuesta unos 30 millones de dólares. Sin tener en cuenta la oportunidad de espionaje tecnológico para el enemigo y la pérdida de un piloto de combate en términos de recursos humanos y militares.

Entonces, ¿por qué Kiev quiere aviones cuando se está viendo que su empleo bélico conlleva muchos aspectos críticos? ¿No podría emplear una estrategia parecida a la de los rusos y apostar para el uso masivo de drones? Shea sostiene que detrás de la apuesta de Kiev hay dos tipos de razones: políticas y operativas. Y las políticas, desde su punto de vista, son casi más importantes. “Los ucranianos probablemente ven los aviones como un símbolo del compromiso occidental, incluso más que los tanques. Saben que sin la superioridad aérea será muy difícil usar los tanques y la artillería de manera efectiva. Por supuesto, los ucranianos tienen ahora otros problemas, mucho más importantes, como la escasez de municiones”. Estados Unidos, apunta Shea, ha enviado drones solo en cantidad limitada, sobre todo de su modelo más avanzado, el dron Switchblade, poco más grande que una caja de zapatos.

La razón operativa tiene a que ver con las condiciones del terreno del conflicto. Si miramos a los vídeos publicados en las redes sociales, se ve que los aviones no vuelan alto. “Ucrania necesita un avión capaz de operar a altitudes relativamente bajas. El F-16 responde a estas características y, además, es un avión ampliamente utilizado y es fácil conseguir repuestos. Una condición que alivia el estrés sobre la cadena logística”. El vuelo bajo es necesario en un ambiente plano como las llanuras de Ucrania para evitar ser interceptado por los radares y las baterías antiaéreas. Pero así el avión es más vulnerable a los tiros de la artillería.

A pesar de ser el avión que mejor se adaptaría al contexto bélico, no será tan fácil ver los F-16 cruzar los cielos de Ucrania. Las razones, además de políticas, son otra vez operativas. El entrenamiento básico de un piloto dura alrededor de nueve meses. Y esto es suficiente solo para aprender a volar el avión, no para emplearlo en una batalla aérea. Y los pilotos ucranianos tendrán que empezar desde el principio porque se trata de un caza completamente diferente de un MiG-29, el avión soviético empleado por las Fuerzas Armadas de Ucrania. De momento, mientras los países aliados retrasan la decisión sobre el envío de aviones, los ucranianos tendrán que aguantar, e intentar avanzar con lo que tienen. Para Kiev, ganar la guerra es tan importante como no perderla.

¿Por qué Ucrania quiere F-16 si los aviones han jugado un papel tan marginal en este primer año de conflicto? Las insistentes peticiones de aeronaves de combates por parte de Zelenski y de sus ministros ya no sorprenden ni a los aliados. Tampoco se sorprenderá la opinión pública cuando, en meses, el no a los F-16 acabe convirtiéndose en un sí, según el usual guion de la OTAN.

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