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Rusia sigue golpeando en Donetsk: "Aquí, cuando acaba un ataque, empieza otro. Es un no parar"
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"No sabemos qué vamos a hacer"

Rusia sigue golpeando en Donetsk: "Aquí, cuando acaba un ataque, empieza otro. Es un no parar"

El Gobierno ucraniano ha pedido a los residentes de la zona del Donbás que evacúen la zona por los bombardeos, pero algunos han decidido quedarse a pesar de la falta de recursos

Foto: Habitantes de la ciudad de Kramatorsk, en la región de Donetsk, inspeccionan los daños en un edificio bombardeado. (Reuters/Ammar Awad)
Habitantes de la ciudad de Kramatorsk, en la región de Donetsk, inspeccionan los daños en un edificio bombardeado. (Reuters/Ammar Awad)
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Lyusya ha perdido una gran parte de la mercancía que vende en su tienda de alimentación en Kramatorsk, una ciudad que forma parte de Donetsk, en el este de Ucrania y una de las zonas más calientes de la guerra. Desde los almacenes en la zona industrial, explica que no ha querido irse de su ciudad cuando se recrudeció el conflicto. "No nos fuimos porque no queríamos dejar el trabajo de toda la vida. Ahora no hay manera de rescatarlo. No tengo ni idea de lo que voy a hacer", lamenta.

Esta mujer, que huyó del conflicto en el Alto Karabaj hace 18 años, es una de las personas que han decidido quedarse en el Donbás, a pesar de que la guerra se libra a pocos kilómetros de sus casas. Ha pasado de construir una empresa familiar a recoger los restos de la mercancía que ha quedado en las ruinas del almacén. Cerca de allí, en Sloviansk, Ivan está recogiendo el metal de un coche quemado que pertenece a uno de sus vecinos fallecidos por los bombardeos. El edificio del ucraniano de 65 años fue uno de los primeros en ser víctima de las bombas de los rusos, pero ha decidido quedarse de todos modos.

Las muertes y los bombardeos se han convertido en su 'nueva normalidad'. Ivan explica a El Confidencial que su único motivo para quedarse fue la falta de recursos y que no sabe "dónde ir". Sigue viviendo en su edificio en ruinas y ha tapado las ventanas de su apartamento para no pasar tanto frío.

Foto: Soldados ucranianos en Járkov. (EFE/Orlando Barría)

Para los habitantes de la región del Donbás, la guerra empezó en 2014. Ahora, se ha convertido en la mayor prioridad del Kremlin. Desde que empezó la contraofensiva ucraniana y las Fuerzas Armadas del país tomaron Balaklia, una ciudad estratégica en la región de Járkov, la situación se complicó para las tropas rusas. Al mismo tiempo, intensificaron los bombardeos. En medio de estas batallas, se encuentra la población civil.

Ante el recrudecimiento de la violencia, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió en julio a los residentes del este de Ucrania que evacuaran la zona. El objetivo de esta medida es preservar la vida de las personas y dar la oportunidad al Ejército ucraniano de actuar sin poner en peligro a la población local. Los trenes se llenaron de gente de ciudades de Donestsk como Soledar, Bakhmut, Kramatorsk y Sloviansk; mientras los voluntarios internacionales y grupos de rescate evacúan a la gente que vive en las partes más remotas de la región.

Foto: Artilleros ucranianos, disparando una pieza M777 de 155 mm en el área de Járkov. (Reuters)

Sin embargo, en zonas como Bakhmut, donde la situación a veces es inaguantable hasta para los soldados, sigue viviendo gente en los sótanos más oscuros iluminados por la luz de una vela. Su vida se ha convertido en una apuesta a vida o muerte, pero se niegan a dejar sus casas. Los voluntarios insisten en la necesidad de huir, pero la respuesta de los que se quedan es casi hostil.

La contraofensiva recupera gran parte del noroeste

Tras semanas de tensión en el frente sur, una rápida maniobra en la región de Járkov logró romper las líneas defensivas del Ejército ruso.

Fuente: ISW y DW.

"No vamos a irnos"

Dos vecinas de 65 y 63 años están frente a un edificio bombardeado en el que han entrado los servicios de rescate. Creen que es muy poco probable que los vecinos que estaban dentro hayan podido sobrevivir. Son testigos de la barbarie, pero no planean abandonar su hogar. "No vamos a irnos. Cuando todo el mundo se estaba yendo, les dijimos que era una mala idea. Nos quedamos y teníamos dudas sobre plantar un huerto para poder tener alimento. Pero ahora nosotros por lo menos tenemos comida para el invierno. Los que salieron no tienen ni eso. Gastaron todo el dinero, regresaron y ya no tienen nada", comenta una de las vecinas.

Inna Borysivna, una mujer jubilada de 76 años, sigue en la ciudad de Kostyantynivka, donde vive con una pensión de unos 60 euros. "Me apaño con lo que puedo", afirma. Habla con El Confidencial mientras recoge uvas y nueces que intenta vender a los vecinos. No gana mucho, pero al menos tiene un ingreso extra. Además, recibe ayuda, como las latas de comida que le regala un soldado ucraniano. Junto con sus compañeros, el combatiente ha llegado a la ciudad para hacer unas compras entre las duras batallas de Bakhmut.

Foto: El joven marroquí Brahim Saadoun en un momento del juicio en el que lo condenan a muerte. (EFE)

En esta ciudad, a orillas del río Bajmutka, se concentran las ofensivas más intensas. Actualmente cerrada para periodistas civiles, es uno de los puntos más calientes del frente ucraniano. "Cuando nos dijeron que nos trasladaban a este frente, una gran parte de los soldados rechazó el nuevo destino", comenta uno de los combatientes de una sección de 40 hombres. Hace un mes, los mandaron desde las trincheras de Izyum, en la región de Járkov, a Bakhmut. "Normalmente, haces un informe después de cada ataque del enemigo. Pero aquí no se sabe cuándo acaba un ataque y empieza otro. Es un no parar".

El Donbás está en el ojo del huracán desde 2014 y se ha convertido en el principal objetivo militar de los rusos en su invasión de Ucrania. Después de la exitosa contraofensiva ucraniana en la región de Járkov, el Ministerio de Defensa de Rusia informó de que se reagruparán las fuerzas para intensificar el combate en la región de Donetsk. El conflicto en esta zona se ha cobrado la vida de miles de personas. Detrás de los esfuerzos por ayudar a las víctimas están personas como Dmytro, de 23 años, Artem, de 28 años, y Volodímir, de 29 años, que trabajan en el grupo de rescate de la ciudad de Kramatorsk.

Foto: Soldados ucranianos disparan un obús M777 en Járkov. (EFE/Sergey Kozlov)
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Los jóvenes afirman que lo que hacen es más que un trabajo, es una vocación. Volodímir recuerda que cuando era pequeño vio cómo un bombero salvaba la vida de una abuela y que en ese momento decidió que esa sería su profesión. Ejercer su trabajo en este momento es muy peligroso, pero no planea dejar Ucrania. Es otra de las personas que no abandonarán el Donbás.

El aumento de los ataques en la región ha provocado que muchas más personas decidan evacuar la zona, pero todavía hay un gran porcentaje que ha decidido quedarse en su ciudad. "Los que se quedan, a veces no lo tienen asumido, pero les espera un invierno muy largo y difícil, al límite de supervivencia", sostiene el rescatista. En invierno, se pueden alcanzar temperaturas de hasta 10 grados bajo cero, en un momento en que los ataques pueden dejar a la población sin luz durante 10 días. "Sin gas y sin agua. (...) No sabemos qué vamos a hacer", concluye.

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Lyusya ha perdido una gran parte de la mercancía que vende en su tienda de alimentación en Kramatorsk, una ciudad que forma parte de Donetsk, en el este de Ucrania y una de las zonas más calientes de la guerra. Desde los almacenes en la zona industrial, explica que no ha querido irse de su ciudad cuando se recrudeció el conflicto. "No nos fuimos porque no queríamos dejar el trabajo de toda la vida. Ahora no hay manera de rescatarlo. No tengo ni idea de lo que voy a hacer", lamenta.

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