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Un problema explosivo: el Ejército de EEUU depende de una fábrica de pólvora que está fuera de servicio
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Un grave problema para Estados Unidos

Un problema explosivo: el Ejército de EEUU depende de una fábrica de pólvora que está fuera de servicio

Décadas de consolidación han dejado al Pentágono desprotegido ante contratiempos, como cuando el único fabricante de un tipo crucial de pólvora dejó de funcionar

Foto: Foto: EFE/USA Army.
Foto: EFE/USA Army.
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Hace casi dos años, una chispa errante en el interior de una fábrica provocó una explosión tan grande que destruyó todo el equipamiento del edificio e hizo que una pared de fibra de vidrio corrugada volara 30 metros.

También arrasó la única fuente nacional de un explosivo del que depende el Departamento de Defensa para producir balas, granadas de mortero, proyectiles de artillería y misiles Tomahawk.

La destartalada instalación fabrica la forma original de la pólvora, conocida hoy como pólvora negra, un material altamente combustible con cientos de aplicaciones militares. El producto, para el que no existe sustituto, se utiliza en pequeñas cantidades en municiones para encender explosivos más potentes.

Nadie resultó herido en la explosión de 2021, pero la fábrica sigue fuera de servicio, incapaz de suministrar su único componente vital a clientes comerciales o del Pentágono.

Foto:  La primera batería de armas hipersónicas de largo alcance (LRWH). (US Army)

Los proveedores militares se consolidaron al final de la Guerra Fría, ante la presión para reducir los costes de defensa y racionalizar la base industrial de la nación. En las últimas tres décadas, el número de proveedores de aviones de ala fija en Estados Unidos ha disminuido de ocho a tres. Durante el mismo periodo, los principales productores de buques de superficie cayeron de ocho a dos, y hoy solo tres empresas estadounidenses suministran más del 90% del arsenal de misiles del Pentágono.

Las empresas de defensa de menor nivel son a menudo las únicas fabricantes de piezas vitales —como la pólvora negra— y una crisis puntual puede paralizar la producción.

En la actualidad, esto se está convirtiendo en un grave problema para Estados Unidos, ya sea en el suministro de armas y munición a Ucrania o en la reposición de reservas para prepararse para un posible enfrentamiento con China en la nueva era de la competición entre grandes potencias, según funcionarios militares estadounidenses, expertos en defensa y miembros del Congreso.

Foto: Billetes en divisa china (yuanes) y rusa (rublos) / Reuters

Tras meses de suministrar Stingers, obuses, sistemas antiblindaje y munición de artillería a Ucrania, las reservas de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN están algo escasas, especialmente en cuanto a obuses de 155mm, una munición que ha sido crucial para hacer retroceder a las fuerzas rusas.

"¿Se imaginan lo que ocurriría con estas cadenas de suministro si Estados Unidos estuviera en un estado real de guerra activa, o si lo estuviera la OTAN?", subraya Jeff Rhoads, director ejecutivo del Instituto Purdue para la Seguridad Nacional, un instituto de investigación sobre defensa de la Universidad Purdue. "Podrían tener problemas muy rápidamente".

En uso desde hace un milenio

El "incidente", como se ha dado en llamar a la explosión de Minden, es un claro ejemplo de los riesgos a los que se enfrenta el Ejército estadounidense. La explosión que destrozó un edificio de la época de la Segunda Guerra Mundial en un remoto complejo a 50 kilómetros de Shreveport ha extinguido toda la producción de pólvora negra en Norteamérica.

Foto: Foto: EC Diseño.
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El accidente forma parte del historial de explosiones y víctimas mortales de la fábrica que, según los registros del Departamento de Trabajo, ha tenido varios propietarios en las últimas décadas. La fábrica tiene sus orígenes en el imperio químico DuPont en el siglo XIX, y en el momento de la explosión era propiedad de Hodgdon Powder Co.

Durante un milenio, la pólvora negra fue un material crucial para usos militares y comerciales. Hoy en día, es un producto especializado con pocas aplicaciones comerciales —principalmente para aficionados a los cohetes—, pero se sigue utilizando en más de 300 municiones, desde misiles de crucero hasta balas para fusiles M16, pasando por los vitales proyectiles de 155 mm.

En cada caso, se utiliza una pequeña cantidad de pólvora negra para detonar un explosivo más potente empaquetado en la misma bala o proyectil. Un proyectil de 155mm para un obús, por ejemplo, utilizará media onza (unos 14 gramos) de pólvora negra, alojada junto a 26 libras (casi 12 kg) de un explosivo más potente.

Foto: El obús autopropulsado PzH 2000 holandés, en acción en Afganistán. (Ministerie van Defensie)

El volumen de ventas es limitado y eso significa que los beneficios pueden ser demasiado escasos para mantener más de una única instalación de producción. Este tipo de vulnerabilidad es tan común que el Pentágono lo describe como el problema de la "fuente única". Solo hay una fundición en Estados Unidos que fabrique las piezas de titanio utilizadas en los obuses, y solo una empresa fabrica el motor de cohete utilizado en el arma antitanque Javelin, muy utilizada en Ucrania.

Parte del problema es que el Pentágono puede ser un cliente veleidoso. Los pedidos pueden aumentar o disminuir en función de los niveles de inventario, el estado de los compromisos militares estadounidenses o las prioridades presupuestarias. Esto suponía un reto para los operadores de la fábrica de pólvora negra, que también se enfrentaban a costosas normativas.

Según Hodgdon, que compró la fábrica de pólvora de Minden en 2009, las compras militares en ese momento representaban ventas significativas. Pero con el tiempo, "disminuyeron tanto en frecuencia como en volumen", según Aaron Oelger, portavoz de Hodgdon. Añadió que nadie de la empresa estaba allí en el momento de la explosión.

Foto: Ciudadanos de Járkov se llevan la chatarra de un avión militar destruido. (Reuters/Oleksandr Klymenko)

Hodgdon decidió abandonar el negocio después de la explosión y vendió la fábrica el año pasado a uno de sus clientes comerciales, un fabricante de cohetes de aeromodelismo de Penrose, Colorado, llamado Estes Industries. El Pentágono contribuyó a la transición con una inversión de 3,5 millones de dólares en la modernización de la fábrica, en el marco de la Ley de Producción de Defensa, que financia la defensa nacional y forma parte de un programa más amplio destinado a paliar el problema de la producción de recursos críticos en lugares remotos y a veces poco fiables.

Tras la renovación de la fábrica, está previsto que Estes Energetics, separada de Estes Industries, retome la producción y reanude los suministros a los contratistas militares este verano. Estes Industries también suministra a estudiantes y aficionados cohetes de aeromodelismo, kits y accesorios, y pequeñas cantidades de pólvora negra utilizada en armas antiguas para recreadores y cazadores.

Mientras tanto, los contratistas militares estadounidenses que utilizan pólvora negra han estado recurriendo a sus reservas, según funcionarios estadounidenses y otras personas familiarizadas con el asunto. Existen otros productores de pólvora negra en Alemania, Polonia, Suiza, Brasil y China.

Foto: Soldados del Ejército Suizo de maniobras. (Reuters)

Los puntos de estrangulamiento constituyen una de las debilidades de las cadenas de suministro del Ejército estadounidense. Otros puntos débiles incluyen la falta de trabajadores cualificados en fundición y forja, la escasez de infraestructuras para la tecnología de baterías y la escasez periódica de microchips avanzados.

Algunos proveedores nacionales han abandonado por completo negocios poco rentables, dejando en manos de aliados y adversarios el suministro de materias primas como las tierras raras utilizados en la tecnología punta. El Pentágono ha invertido más de 100 millones de dólares en la extracción y procesamiento de dichas materias primas en Estados Unidos después de que las empresas estadounidenses cedieran la producción a China.

El resultado es que el Ejército "depende cada vez más de un número menor de contratistas para estas capacidades críticas", explicaba Halimah Najieb-Locke, subsecretaria adjunta de Defensa a cargo de la base industrial, en un seminario reciente. "Eso repercute en la capacidad de todos para aumentar la producción".

La última cena

Las raíces de la crisis actual se remontan a hace tres décadas, cuando en 1993 el secretario de Defensa Les Aspin invitó a los directores ejecutivos de las 15 empresas de defensa más importantes y les advirtió de que el Pentágono no podría mantenerlas a todas. Tendrían que consolidarse.

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El número de grandes proveedores de armas del Pentágono pasó de docenas en los años noventa a solo cinco, conocidos como "primes", que suelen presentar ofertas para los principales programas de armamento en la actualidad. También se produjo una contracción similar entre los proveedores de menor nivel.

En conjunto, la base industrial de defensa se redujo a 55.000 proveedores en 2021, frente a los 69.000 de 2016.

A pesar de la consolidación, las redes de empresas siguen siendo extensas. La empresa aeroespacial estadounidense media depende de cientos de subcontratistas de primer nivel, según las estadísticas del Departamento de Defensa, y de miles en los niveles segundo y tercero.

Foto: Putin, durante el discurso. (EFE/EPA/Dimitry Astakhov)

Esta envergadura plantea sus propios problemas. La red es tan vasta que, según un informe del Pentágono, el Ejército tiene una visibilidad limitada y "no hace un seguimiento de estas vulnerabilidades a medida que afectan a los programas de armamento". Un fallo en la cadena de suministro puede pasar desapercibido durante meses para contratistas principales como Boeing Co. o Lockheed Martin Corp. y no digamos para el Pentágono.

La fábrica de Minden, como proveedor de quinto nivel, se encontraba muy abajo en la cadena de suministro de defensa. Dada la importancia de la pólvora negra, el Ejército detectó la interrupción enseguida, según personas familiarizadas con el asunto. Aun así, el nuevo propietario tardó meses en hacerse cargo de la fábrica y, para cuando Estes empezó a restaurarla, ya habían brotado flores silvestres amarillas en el patio de la fábrica.

La pólvora negra se fabrica esencialmente del mismo modo que hace 200 años. Parte de esa rusticidad, el uso de enormes ruedas de metal y madera de 6 toneladas y molinos y tamices, es intencionada. Las piezas minimizan las chispas que provocaron el accidente de 2021 en el molino, donde la pólvora se comprime en tortas y se tritura en varios tamaños, y causaron el cierre de la planta.

Foto: Vista de un caza en el portaaviones estadounidense Ronald Reagan. (Getty/Woohae Cho)

Hay pocos ordenadores cerca de las zonas de producción en la planta de Minden porque los componentes electrónicos suponen un peligro de chispas. Los trabajadores llevan calzado especial y los suelos están cubiertos de pintura que impide la acumulación de electricidad estática. La ropa de algodón también ayuda a mitigar el riesgo de chispas. Los empleados manejan la maquinaria del mismo modo que un dentista hace una radiografía, permaneciendo fuera de la sala de producción para mantenerse a salvo.

Las propiedades explosivas de la pólvora negra, una simple mezcla de azufre, carbón vegetal y nitrato potásico, se descubrieron por primera vez en la China del siglo IX, y su uso se generalizó durante siglos.

En el siglo XX, la pólvora sin humo, fabricada con distintos materiales, se convirtió en el propulsor preferido —el explosivo que empuja un proyectil fuera del cañón de una pistola o cañón— porque era más potente, producía menos humo y dejaba menos residuos. Además, su producción era algo más segura.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el negocio de la pólvora negra decayó, y los principales clientes utilizaban la pólvora negra en fuegos artificiales, modelos de cohetes o armas históricas de avancarga. El conglomerado DuPont vendió la última fábrica de pólvora negra que le quedaba en Pensilvania en 1971.

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Tras una explosión en la que murieron dos empleados, sus nuevos propietarios la trasladaron a Minden en 1997, en parte porque el clima húmedo de Luisiana podía reducir las chispas. "La humedad es la mejor amiga de los polvoristas", afirmó este otoño Anita Vincenti, una trabajadora de Minden que se trasladó con la planta desde Pensilvania.

La inversión de 3,5 millones de dólares del Pentágono en la modernización de la fábrica tras el reciente cierre forma parte de un esfuerzo del Gobierno de Biden por reforzar la base industrial. Está trabajando con los proveedores para subsanar deficiencias similares en municiones, forja y fundición, baterías y microelectrónica.

A finales del año pasado, el Departamento de Defensa identificó 27 productos químicos críticos que no se producen en EEUU y que proceden de lugares considerados adversarios de EEUU, como Rusia y China. El Pentágono prevé gastar más de 207 millones de dólares para que la producción de estos materiales vuelva a EEUU lo antes posible.

Anthony Di Stasio, un alto funcionario del Pentágono a cargo de priorizar e invertir en la producción de defensa, indicó que un puñado de materiales críticos utilizados por los EEUU solo se producen dentro de Ucrania, devastada por la guerra.

Foto: El Pentágono, visto desde el aire. (Reuters/Archivo/Joshua Roberts)

Afirma que estimular el mercado para traer la producción a EEUU es factible. "Me sorprendería mucho que no pudiéramos conseguirlo en los próximos tres años", expuso, refiriéndose al esfuerzo global.

En febrero, funcionarios de la empresa Estes visitaron las instalaciones y destacaron las mejoras introducidas en la fábrica. Ahora cuenta con un nuevo sistema de extinción de incendios de última generación, una brillante red de tuberías metálicas y cañones de agua dirigidos a los puntos de producción vulnerables a las chispas que provocaron el accidente de 2021.

El mes anterior, Estes había reiniciado la producción de un sustituto inerte de la pólvora negra como prueba de seguridad, antes de reanudar la producción de la auténtica. El lanzamiento se ha retrasado varias veces, una de ellas recientemente cuando se rompió una tubería de agua en medio del recinto de la fábrica.

"Siempre que se pone en marcha una maquinaria vieja que ha estado parada durante un tiempo, [suele haber] algo que se rompe", explica Karl Kulling, director de Operaciones de Estes Energetics. "Así que hemos revisado básicamente cada máquina y arreglado cosas aquí, allá y acullá".

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Hace casi dos años, una chispa errante en el interior de una fábrica provocó una explosión tan grande que destruyó todo el equipamiento del edificio e hizo que una pared de fibra de vidrio corrugada volara 30 metros.

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