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Aviones saboteados y bombas que fallan: ¿qué está pasando con el envío de armas a Ucrania?
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Aviones saboteados y bombas que fallan: ¿qué está pasando con el envío de armas a Ucrania?

Puede sonar a película de espías, pero todo apunta a que los rusos habrían saboteado uno de los envíos de armas a Ucrania, el de aviones MiG-29. Mientras, las bombas JDAM ni estallan ni dan en el blanco

Foto: Ciudadanos de Járkov se llevan la chatarra de un avión militar destruido. (Reuters/Oleksandr Klymenko)
Ciudadanos de Járkov se llevan la chatarra de un avión militar destruido. (Reuters/Oleksandr Klymenko)
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La supervivencia de Ucrania ante Rusia sigue aumentando su dependencia de la ayuda exterior. Este flujo, bastante regular, cada vez más intenso y con más material moderno, es vital. Otra cuestión es que a veces haya un trecho grande entre los anuncios y el resultado final del material suministrado. Es algo que se debe a problemas logísticos, de puesta a punto de vehículos y, sobre todo, de adiestramiento a sus nuevos usuarios, que tienen que manejar elementos tan heterogéneos. Entre ellos, dos muy peculiares: aviones saboteados y bombas que fallan.

El campo de batalla es cruel e implacable. No solo con los seres humanos, sino también con el material, ya que es la hora de la verdad para comprobar si las cualidades de cualquier tipo de arma de verdad funcionan o no. Un sistema, por ejemplo, puede ser muy sofisticado, preciso y avanzado, pero si resulta tan delicado que, en cuanto se le somete al duro trato del combate, falla y queda indisponible, no sirve de nada. Por ejemplo, es lo que se critica de las piezas de artillería alemanas Pzh 2000, muy sofisticadas, pero demasiado exigentes en mantenimiento. Muchas veces, el material menos complejo resulta mejor, porque no falla.

Foto: Personal de aviación comprueba el funcionamiento del avión de combate Mig-29 de la Fuerza Aérea de Ucrania. (EFE/Roman Pilipey)

Son situaciones similares a las que se ve con otros materiales enviados por Occidente, aunque lo cierto es que muchas veces se ven agravadas por dos factores: la falta de adiestramiento y la necesidad de combatir con cualquier cosa que se tenga a mano. Lo primero supone errores en utilización y mantenimiento que provocan averías que, si no se pueden reparar, muchas veces implican abandonar el material. Lo segundo hace que no siempre se utilice una determinada arma en las condiciones para las que fue diseñada. Así se produce un cierto despilfarro de munición e, incluso, de sistemas caros y sofisticados, pero es casi inevitable. La guerra es así.

Sabotaje ruso

Sí, puede sonar a película de espías, pero todo hace indicar que los rusos habrían saboteado uno de los envíos de armas a Ucrania, y no uno cualquiera. Últimamente, se ha hablado mucho de los aviones que necesitarían las tropas de Zelenski y que, lo más inmediato, es el suministro —ya iniciado— de aviones MiG-29 de antiguos usuarios.

El suceso, por llamarlo de alguna manera, ha surgido con el paquete de aviones procedentes de Eslovaquia. El pasado 23 de marzo, aterrizaron en Ucrania los primeros cuatro ejemplares de la fuerza aérea eslovaca. En un inicio, nueve monoplazas MiG-29A y un biplaza MiG-29UB que habían heredado tras la separación de Chequia, pero luego se les sumaron otros doce monoplazas y dos biplazas procedentes de Rusia. Pero dieron problemas.

placeholder MiG-29 ucraniano, en una imagen de 2018. (USAF)
MiG-29 ucraniano, en una imagen de 2018. (USAF)

El primero de ellos estriba en la falta de compatibilidad con el resto de material procedente de la OTAN, algo que afecta a las comunicaciones de una manera importante, al impedirles participar del modo adecuado en misiones conjuntas con otros modelos. El segundo radica en una cuestión endémica del diseño y afecta a sus motores Klimov RD-33, poco fiables, muy exigentes en mantenimiento y propensos a dar averías, algo que han sufrido en sus carnes todos los usuarios de este caza. Que les pregunten a los polacos. Por ello, Eslovaquia emprendió unas tareas de modernización para, en primer lugar, adaptar los equipos de radio, navegación, IFF y otros sistemas y, en segundo lugar, mantener los motores. Para estos trabajos, que se centraron tan solo en 10 ejemplares A y en dos UB, contrató a la empresa Russian Aircraft Corporation.

La cuestión es que los técnicos rusos de esta empresa han estado trabajando en los aviones hasta el pasado agosto, cuando Eslovaquia dio de baja los cazas soviéticos. A la hora de enviarlos a Ucrania, los nuevos usuarios —con mucha más experiencia en el modelo que los eslovacos— detectaron diversos fallos que afectan, según parece, a los motores y a otros sistemas que tienen que ver con el empleo de armamento. Unos fallos que, casualmente, aparecieron en aquellas partes que eran responsabilidad de los técnicos rusos.

placeholder MiG-29AS de la fuerza aérea eslovaca. (KGyST)
MiG-29AS de la fuerza aérea eslovaca. (KGyST)

Aunque el asunto se encuentra bajo investigación policial, lo cierto es que los aviones no disponen de la fiabilidad necesaria en su planta motriz y podrían verse incapacitados para entablar combate, algo que sería un grave inconveniente. Lo que sorprende es que, meses después de iniciada la guerra, con el decidido apoyo eslovaco a Ucrania y con rumores y comentarios desde los primeros momentos de una posible cesión de los MiG, los técnicos rusos todavía siguieran trabajando allí. En cualquier caso, es muy probable que los propios ucranianos solventen los problemas.

Las JDAM bajo sospecha

Por otro lado, está todo el asunto de las bombas que supuestamente fallan, algo que ha circulado en diversos canales de origen ruso. En concreto, hacen referencia a las de precisión de origen norteamericano, que estarían resultando no tan eficaces como deberían o se esperaba de ellas. Esto nos vuelve a llevar a los famosos papeles filtrados del Pentágono, que vienen a decir que se trataría de una información falsa. No obstante, es cierto —y así se reconoce— que se han producido fallos en este tipo de armas de precisión, refiriéndose a las conocidas JDAM y a su versión de alcance extendido JDAM-ER.

En este tipo de bombas —en realidad, en todas— hay dos posibles errores: que no den en el blanco y que no exploten. El primer caso, que no se acierte al objetivo con un arma no guiada —las denominadas bombas tontas—, puede venir por problemas con los sistemas de puntería o, más simple, por un error del piloto. Con los ingenios guiados es mucho más complejo.

placeholder Anclaje de una JDAM real en un AV-8B Harrier español. La complejidad del 'pylon' y del trabajo de armeros es patente. (Juanjo Fernández)
Anclaje de una JDAM real en un AV-8B Harrier español. La complejidad del 'pylon' y del trabajo de armeros es patente. (Juanjo Fernández)

Las JDAM, en cualquiera de sus versiones, se guían por GPS. Es decir, una vez introducidas las coordenadas del objetivo, ella sola se dirigirá con gran precisión hasta impactar en el blanco. Si el GPS falla puede ser debido a pérdida de señal, algo que no es muy normal, pero también es posible que los rusos estén consiguiendo interferir la señal mediante equipos de guerra electrónica, lo que en términos militares se denomina jamming.

Interferir la señal no es fácil, pues lleva una codificación bastante segura, pero es una opción que está sobre la mesa y que sería una mala noticia para Ucrania. Entre los análisis que han realizado, citan un ataque realizado el 21 de febrero a tres objetivos, contra los que la aviación ucraniana lanzó nueve JDAM-ER. Los objetivos fueron destruidos, pero requirieron entre dos y tres lanzamientos para ello, y eso tampoco es una buena noticia. Estos fallos podrían ser debidos a la acción del enemigo, por lo que la destrucción de los sistemas rusos de guerra electrónica se ha establecido como objetivo de alta prioridad.

Foto: Los nuevos misiles GMLRS tendrán un alcance de 150 km, el doble que los actuales. (Lockheed Martin)

Sin embargo, no todo parece que se deba a la acción enemiga. De hecho, no se han reportado demasiados problemas en los cohetes GMLRS de los lanzadores Himars, que utilizan un sistema de guiado similar, también por GPS. Mientras que los cohetes cosechan un éxito tras otro, ¿por qué las JDAM fallan en una proporción más alta? Algo debe estar pasando y la clave estaría en el adiestramiento de los armeros ucranianos.

Un trabajo delicado y complejo

Todo el proceso asociado a cargar uno de estos precisos ingenios en un avión no es nada sencillo. Tanto las JDAM normales como su versión de alcance extendido precisan de una preparación e instalación en el avión que es muy compleja y requiere un gran adiestramiento de los armeros. Esto ha hecho que los norteamericanos alerten de este tema y hayan realizado una serie de recomendaciones.

placeholder Imagen artística de una bomba JDAM-ER con sus alas desplegadas. (Boeing)
Imagen artística de una bomba JDAM-ER con sus alas desplegadas. (Boeing)

La primera es asegurarse de que la bomba tiene grabados todos los datos del objetivo antes de su lanzamiento, en lugar de tratar de adquirirlos en vuelo, algo factible pero sujeto a la posibilidad de interferencias o pérdidas de señal. A este respecto, también la experiencia norteamericana con JDAM en Irak había alertado de errores a la hora de introducir las coordenadas de los objetivos. Esto se hace de forma manual con un teclado y, como es obvio, está sujeta a equivocaciones al pulsar las teclas. Algo tan simple —y tan humano— como pulsar la tecla de al lado, el factor del dedo gordo, hace que una munición de unos 40.000 dólares vaya donde no debe.

Otro problema detectado fue la falta de cuidado al manipular las bombas. Las JDAM, y más aún las versiones ER, disponen de unas aletas de guiado en su cola y si se golpean a la hora de manipular las colas, el guiado será defectuoso. Con todo, son aletas robustas y debe deberse a las prisas propias en operaciones reales. En adiestramientos, esto no es normal que ocurra. Lo que sí es muy probable es que se hayan producido acciones incorrectas a la hora de montar los accesorios del kit JDAM, sus espoletas o los parámetros del soporte del avión.

Entre los accesorios, las JDAM disponen de unos elementos aerodinámicos en el morro —los strikes delanteros—, que se deben ajustar a cada modelo de avión. Es comprensible que un armero poco avezado, encima con un avión de origen ruso, realice un incorrecto ajuste. Las espoletas son otra posible fuente de errores, aunque en este caso no afectaría a la precisión, sino a la explosión. Es decir, llega a su sitio, pero no explota. Esto puede deberse a que no se hayan alambrado de forma correcta. Esto es, unir con unos alambres especiales los seguros de ambas espoletas (de nariz y de cola) al soporte del avión. Este trabajo depende mucho del tipo de bomba y de las espoletas que se monten, pero si no se realiza de forma correcta, puede ocurrir que las espoletas no se activen.

Foto: F-16 C Blok 50 turco armado con bombas de guiado por láser. (TAF)

Por último, los ajustes del soporte del avión o pylon, incorporan una serie de ajustes muy importantes. Estos ajustes tienen varias funciones, desde la activación de las conexiones entre avión y bomba —algo crítico— a elementos de seguridad antes del vuelo, etc. Son varios y tanto la colocación del arma como dichos ajustes, requieren experiencia y conocimiento. En resumen, no es llegar, colgar la bomba y despegar, es un trabajo delicado y muy profesional.

La conclusión es que el hecho de que existan algunos fallos entra dentro de lo normal y es posible que la mayoría se deban a los errores descritos, aunque no hay que descartar la capacidad rusa de hacer guerra electrónica de manera eficaz. La prueba la tenemos en la preocupación norteamericana.

La supervivencia de Ucrania ante Rusia sigue aumentando su dependencia de la ayuda exterior. Este flujo, bastante regular, cada vez más intenso y con más material moderno, es vital. Otra cuestión es que a veces haya un trecho grande entre los anuncios y el resultado final del material suministrado. Es algo que se debe a problemas logísticos, de puesta a punto de vehículos y, sobre todo, de adiestramiento a sus nuevos usuarios, que tienen que manejar elementos tan heterogéneos. Entre ellos, dos muy peculiares: aviones saboteados y bombas que fallan.

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