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Una brecha cada vez menor: Marruecos compra la artillería que España necesita
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EEUU SE ACERCA CADA VEZ MÁS

Una brecha cada vez menor: Marruecos compra la artillería que España necesita

La venta de lanzamisiles Himars al reino alauita, que incluye ATACMS, supone un importante cambio en el balance de fuerzas y la potencia de la tecnología militar en manos del país vecino

Foto: F-16 C Block 52 marroquí. (USAF)
F-16 C Block 52 marroquí. (USAF)
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Marruecos está en un continuo rearme. Es una escalada que tiene mucho que ver con las crecientes tensiones con Argelia, pero también con sus pretensiones de convertirse en la potencia predominante del norte de África, siempre de la mano de Estados Unidos. Sin embargo, es indudable que hacerse con artillería lanzacohetes, misiles tácticos de largo alcance y bombas planeadoras no hace sino reducir aún más esa brecha tecnológica que separaba su capacidad militar con la de España. Y eso preocupa.

El reino alauita sigue en una escalada en la que se está dotando de más armamento y cada vez más sofisticado. Aunque sus adquisiciones proceden de diversos países, entre ellos Francia, España e incluso también Israel —algo que se hubiera descartado no hace mucho tiempo—, sigue siendo Estados Unidos, cada vez más cercano y colaborador, quien suministra el grueso de sus compras. Eso sí, tirando de chequera.

Foto: El Vilkha-M tiene más alcance y más potencia explosiva que los misiles usados actualmente en sus unidades Himars

Lo último en la lista de la compra de nuestro vecino es importante. Se trata de un lote de lanzacohetes HIMARS, con diferentes tipos de municiones, así como bombas planeadoras de largo alcance. Todo esto se encuentra en los documentos publicados hace unos días por la Agencia de Defensa y Cooperación Norteamericana (DSCA, por sus siglas en inglés), organismo que se encarga de analizar y, en su caso, aprobar las exportaciones de armamento. Su aprobación, que es lo que establece el documento, es el requisito indispensable para la compra, aunque esta debe aún materializarse.

Una adquisición relevante

Disponer de lanzacohetes HIMARS no es ninguna minucia. Se trata de un sistema que está entre lo mejor a nivel mundial y de sobra conocido, pero que ha saltado a la fama a raíz de su participación en Ucrania, donde sus capacidades para hacer autoposicionamiento —es decir, colocarse en disposición de hacer fuego con precisión— junto a su movilidad han supuesto el azote de la logística rusa y un verdadero quebradero de cabeza para sus mandos.

La elevada precisión con la que es capaz de colocar sus cohetes guiados es ejemplar, y, por ello, otorga a su poseedor unas capacidades militares que cualquier país desearía tener (entre ellos, España). Pero tan importante o más que la adquisición de los HIMARS lo es qué tipo de municiones se adquieren para los lanzadores y en qué número. Esta es la clave.

Según el documento de la DSCA, estaríamos hablando de 18 plataformas M142, que es en sí el lanzador sobre chasis de camión, más 36 cohetes M31A2 y otros 36 M30A2. Ambos son los denominados GMLRS (Guided Multiple Launch Rocket Systems), unos ingenios de los que, recordemos, el HIMARS lleva un módulo con seis unidades. Incorporan un sistema de guiado por GPS de alta precisión y tienen un alcance comprendido entre los 15 y 92 km.

La diferencia entre una versión y la otra es que los primeros utilizan la cabeza de guerra estándar, con 90 kg de alto explosivo, mientras que los segundos son la versión moderna de las antiguas cabezas con submuniciones —una ojiva de racimo, para entendernos—, pero que ahora utilizan una parte de explosivo junto a 182.000 pequeñas bolas de tungsteno. Los efectos de esta munición son devastadores, sobre todo contra objetivos no blindados o concentraciones de tropas, pero con ellos se minimizan los posibles daños colaterales posteriores, al no quedar submuniciones sin explotar.

Foto: El lanzador Himars. (US Army)

Sin embargo, lo que más llama la atención es que, junto a los lanzadores y los 72 cohetes guiados, viene también un paquete más inquietante, pues se trata de 40 unidades del ATACMS (Army Tactical Missile Systems). Esta arma, aunque se utiliza desde un lanzacohetes, es un misil táctico de largo alcance en toda regla, un ingenio de cuatro metros de longitud y 1.670 kg de peso. Se utiliza con el mismo lanzador HIMARS, pero en el módulo solo cabe un solo ATACMS, en lugar de los seis cohetes. Su alcance está entre los 70 y 300 km y su sistema de guiado es por GPS con equipo inercial de respaldo.

La versión del ATACMS que se facilita a Marruecos es precisamente la M57, que utiliza la cabeza de guerra WDU-18/B y que consiste en 250 kg de alto explosivo en un envoltorio blindado, diseñado para penetrar en el objetivo y explotar después. Es la misma cabeza que utiliza el misil antibuque AGM-84 Harpoon y son conocidos sus efectos al alcanzar un buque.

Todo esto, por supuesto, viene complementado por vehículos de apoyo, camiones para transporte, munición de prácticas, sistemas de posicionamiento, equipos de comunicaciones, adiestramiento, recambios y un largo etcétera en el que se incluyen hasta las redes de camuflaje. Es decir, el lote completo, y todo por la módica cantidad de algo más de 524 millones de dólares.

También bombas planeadoras

Por si todo lo anterior fuera poco, la lista de la compra se amplía con un nuevo paquete aprobado por la administración norteamericana. Se trata de 40 unidades del AGM-154 JSOW o Joint Stand Off Weapons. Esta arma, diseñada para ser lanzada desde aviones, se desarrolló en la segunda mitad de los 90 para atacar objetivos a distancias medias, permitiendo que el avión lanzador no quedase expuesto a las defensas antiaéreas enemigas, lo que la convierte en un elemento ideal para atacar objetivos bien defendidos.

Utiliza un sistema de guiado por GPS con respaldo inercial, similar al de la famosa bomba de guiado por GPS JDAM. De hecho, en la práctica es un cuerpo de bomba de casi 500 kg al que se añade un módulo que consiste en unas alas plegables, lo que incrementa de manera notoria el alcance frente al que se conseguiría con una JDAM. Puede ser lanzada en un perfil de vuelo a baja cota, pudiendo llegar a alcanzar un objetivo a 22 km, mientras que, si se lanza a alta cota, su radio de acción llega hasta los 130 km. Frente a estas magnitudes, la JDAM no consigue atacar a más de 30 km, como máximo. Con este alcance, es fácil entender que se trata de un importante activo que la Fuerza Aérea marroquí utilizaría desde sus aviones F-16.

placeholder Especialistas norteamericanos montando una GBU-38 (JDAM) en el anclaje de un A-10 Thunderbolt II. (USAF)
Especialistas norteamericanos montando una GBU-38 (JDAM) en el anclaje de un A-10 Thunderbolt II. (USAF)

La adquisición marroquí viene también con todos los accesorios necesarios, desde recambios, bombas inertes para adiestramiento o software de misión por un importe de 250 millones de dólares. Otra cuestión interesante es que la versión elegida por nuestro vecino es la C (AGM-154C), que es la más cara de todas, pues, además de los sistemas de guiado comentados, incorpora un buscador de infrarrojos.

Es un importante añadido, pues permite que la bomba no solo se dirija al punto de destino, sino que realice de forma autónoma una búsqueda del objetivo en concreto. Esto, además de incluir una ojiva de penetración, hace que sea una versión ideal contra objetivos navales, incluso con ventajas frente al misil antibuque convencional. La bomba, durante su vuelo, tampoco es sencilla de localizar, al igual que el misil que suele ir a ras del agua, pero, en algún momento, un modelo como el Harpoon activará su radar de búsqueda, por lo que se delatará. El buscador de infrarrojos de la JSOW es totalmente pasivo, detecta el foco de calor, pero es muy posible que el buque no se entere de que está siendo atacado.

¿Nos deben preocupar estas adquisiciones?

Lo primero en lo que hay que insistir es que, de momento, existe la autorización de exportación, por lo que faltaría materializar la compra; sin embargo, parece claro que se llevará acabo. Además, las adquisiciones de HIMARS e incluso de ATACMS, ya eran algo que se daba por hecho desde hace bastante tiempo. También hay que comentar que la cantidad de cohetes no es elevada, aunque la cifra de 40 misiles, ya es más que respetable. También que los ATACMS, que ya se han dejado de fabricar, disponen de versiones de equipo de GPS más antiguos y más sensibles al bloqueo de la señal, por lo que podrían perder precisión.

No ocurre lo mismo con las JSOW, que son elementos muy peligrosos y que, además, están orientados o se pueden utilizar con gran eficacia, contra objetivos navales. De hecho, en el texto justificativo de la autorización de exportación, se hace hincapié en que estas armas "proporcionarán capacidades mejoradas en la defensa efectiva de las rutas marítimas críticas", algo que deja caer una interpretación abierta

placeholder Lanzamiento de una bomba JSOW de pruebas desde un F-35C. (US Navy)
Lanzamiento de una bomba JSOW de pruebas desde un F-35C. (US Navy)

Ante estas adquisiciones, las actitudes pueden ir desde la alarma al desinterés. Ambos son entendibles y justificables, pero también pueden conducir a ideas equivocadas. La alarma nos podría hacer pensar en un enfrentamiento armado entre Marruecos y España, algo que se debe descartar, por la sencilla razón de que no le interesa a nadie, ni a Estados Unidos, ni a Marruecos, ni a Europa, ni, por supuesto, a España. Solo le interesaría a aquel que buscara una desestabilización en España o en Europa.

También sería un error que esa alarma nos llevara a pensar en un alejamiento de Estados Unidos, solo por el hecho del apoyo que les presta. Ese apoyo está dirigido a consolidar un aliado en el norte de África y a contener una posible expansión rusa por el Sahel, por no hablar de las disputas —y estas sí que son serias y reales— de Marruecos con Argelia, que son lo que de verdad justifica este rearme.

Foto: El F-35A. (USAF)

Tampoco sería acertado no prestar a estos temas la atención debida. El reino alauita se mueve muy bien en esa zona gris de continuas provocaciones y juegos diplomáticos, en los que hoy dice ser tu amigo para menospreciarte mañana. Un juego incómodo —para nosotros— de pequeñas acciones o declaraciones, donde las palabras Ceuta, Melilla e, incluso, Canarias, por no decir aguas territoriales, salen cada dos por tres, por no hablar de la cuestión migratoria. En definitiva, son unas provocaciones que pueden quedar en nada si, desde el otro lado, se ejerce una adecuada disuasión, que debe ser tanto política como militar. La disuasión militar pasa por disponer de unos medios adecuados como primera medida.

Lo que está muy claro es que la brecha tecnológica y de capacidades militares que existía entre España y Marruecos cada vez es más estrecha. Estas nuevas capacidades del país vecino —como ocurre con sus avances en drones—, que España aún no tiene aunque las anda buscando, recortan esa distancia en gran medida. Ni alarma ni dejadez. Pero sí tomar nota y tomarse en serio las cuestiones de defensa y la disuasión que se ejerce.

Marruecos está en un continuo rearme. Es una escalada que tiene mucho que ver con las crecientes tensiones con Argelia, pero también con sus pretensiones de convertirse en la potencia predominante del norte de África, siempre de la mano de Estados Unidos. Sin embargo, es indudable que hacerse con artillería lanzacohetes, misiles tácticos de largo alcance y bombas planeadoras no hace sino reducir aún más esa brecha tecnológica que separaba su capacidad militar con la de España. Y eso preocupa.

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