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Rusia presume de fabricar 1.600 nuevos tanques para la guerra. La realidad le contradice
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1.900 blindados perdidos

Rusia presume de fabricar 1.600 nuevos tanques para la guerra. La realidad le contradice

Rusia mantiene ocupado un 20% de Ucrania, pero a costa de unas enormes pérdidas humanas (entre 175.000 y 200.000 bajas) y materiales (unos 1.900 tanques). Ahora Rusia asegura que fabricará 1.600 nuevos tanques. ¿Es posible?

Foto: Carros T-62 en acción. (Defense News)
Carros T-62 en acción. (Defense News)
Las claves
placeholder Cómo reventar un tanque: manual para entender el duelo de carros de combate

Cómo reventar un tanque: manual para entender el duelo de carros de combate
Juanjo Fernández Formato: María Mateo Rocío Márquez Luis Rodríguez K.A.P.

Ucrania se está convirtiendo en un cementerio de blindados. El ritmo de pérdidas de ambos bandos es elevado, pero el de los rusos raya lo insoportable. Cómo reponer las pérdidas implica medidas excepcionales; por un lado, el envío de carros occidentales a los ucranianos y por el otro, sacarlos de donde sea. Putin afirma que Rusia va a fabricar 1.600 nuevas unidades, pero a la vista de los acontecimientos y de lo que trasciende del conflicto, no solo parece insuficiente, sino poco creíble.

Podríamos decir que la guerra no va mal para Rusia. Se justifica en que mantiene ocupado un 20% del país invadido y entre ese territorio, partes que les interesan mucho, como son el Donbás, Crimea y el corredor del Azov. No avanza, pero está consolidando y fortificando el terreno, a la vez que el tiempo podría jugar a su favor, toda vez que el conflicto se siga alargando y en occidente se cansen de algo con visos de ser interminable. Y tiene pinta de ello.

Foto: F-16 C Blok 50 turco armado con bombas de guiado por láser. (TAF)

Pero, por otra parte, tampoco le va bien. En realidad, nada bien. Es así porque nada ha salido como estaba planeado y lo que se pretendía hacer en un mes —como mucho— lleva ya 400 días de una guerra que está desangrando su maquinaria militar y sus tropas. Ocupan territorio, sí, pero de él, en realidad tan solo el corredor del Azov es algo a mayores, porque el Donbás y Crimea se puede decir que ya lo tenían de facto antes del primer disparo.

Cabe entonces preguntarse —y en Rusia se lo preguntarán, aunque sea en voz baja— si ha merecido la pena tener tal volumen de pérdidas humanas para tan magro resultado, porque las cifras asustan. Según la inteligencia británica, se estiman entre 175.000 y 200.000 bajas, lo que, aplicando las proporciones normales de heridos y muertos en combate, situaría a estos últimos entre 40.000 y 60.000. Unas cifras que otros think tank americanos incluso incrementan de manera importante.

placeholder Carro de combate T-55 camino del frente ucraniano. (CIT)
Carro de combate T-55 camino del frente ucraniano. (CIT)

Ucrania, que nadie piense lo contrario, también se lleva lo suyo y cifras de inteligencia occidental estiman unas bajas de entre 100.000 y 120.000 combatientes, lo que nos daría alrededor de 30.000 muertos. Por poner en contexto, en toda la guerra de Vietnam los norteamericanos sufrieron 300.000 heridos y casi 60.000 muertos. Datos todos ellos sin duda escalofriantes.

Grandes planes frente a duras realidades

Si hay alguien que nos tiene acostumbrados a los discursos grandilocuentes y a las amenazas televisadas es el presidente ruso. No es el único, desde luego, pero sus intervenciones no dejan indiferente a nadie. Cada acción de occidente, cada noticia que suene perjudicial contra Rusia, tiene su respuesta televisada.

La última, o penúltima, de Vladímir Putin vino a responder al envío de blindados occidentales. En ella se refería a que si desde occidente —refiriéndose a estos países como incendiarios— enviaban 400 ejemplares a Ucrania, las factorías rusas iban a producir alrededor de 1.600 nuevas unidades, apostillando después que las fuerzas rusas dispondrían de tres veces más carros que los ucranianos.

placeholder T-72A. (Vitaly Kuzmin)
T-72A. (Vitaly Kuzmin)

Pudiera ser que incluso las tres afirmaciones que hace fueran ciertas, aunque eso estaría por ver. Pero lo que también es seguro es que ese fantástico número de nuevos tanques recién salidos de fábrica, no solo hay que ponerlo en duda o cuando menos matizarlo, sino que responde a otra realidad que se impone y que procede del propio campo de batalla. No es otra que los terribles volúmenes de pérdidas.

Ya hemos hablado en ocasiones anteriores de sus pérdidas de carros de combate, pero las cifras suben por momentos. Según el portal Oryx, que goza de mucha fiabilidad al confirmarse cada vehículo mediante fotografías y geolocalización, Rusia lleva más de 1.900 unidades perdidas, de las que más de 550 habrían sido capturadas. Son muchas unidades y hay datos que conviene analizar.

Su eficacia y supervivencia en un campo de batalla plagado de armas contracarro augura que veremos aumentar las bajas

De los tipos perdidos, como es lógico el T-72 se lleva la mayor parte, pues es el modelo más abundante. Sin embargo, llama mucho la atención que ya se han contabilizado 128 T-62 y 350 T-72 de las versiones A, B y B con modernización de 1989, es decir, sus versiones más antiguas, nada que ver con las versiones T-72 B3 y B3M. Esto lo que nos está diciendo es que la proporción de diseños anticuados que se están metiendo en batalla es cada vez mayor. Los primeros (T-62) son un diseño de los años sesenta, mientras que los segundos (T-72) lo son de los setenta.

Si tenemos en cuenta que la aparición de estas versiones antiguas es relativamente reciente, es fácil deducir que la proporción actual de modelos obsoletos es muy elevada y supone un claro síntoma de una incapacidad crónica a la hora de reponer efectivos al ritmo necesario. Fabricar 1.600 nuevos carros no es realista, incluso aunque una buena parte de ellos sean puestas a punto de unidades almacenadas. Su eficacia y supervivencia en un campo de batalla plagado de armas contracarro —en las que los ucranianos se han convertido, por necesidad, en maestros— solo augura que en los próximos meses veremos aumentar su proporción de bajas.

Tecnologías degradadas

Los problemas no vienen solo por la necesidad de tirar de reliquias, también los de nueva fabricación tienen sus propias dificultades. Las últimas versiones de los principales blindados, T-80 y T-90 se han estado dotando con sistemas de ópticas francesas, bien directamente adquiridos, bien desarrollados a partir de ellos pero con tecnología propia. Esto es algo que también afecta al T-14 Armata, pero que ahora dejaremos fuera de la ecuación por su escaso —nulo, de momento— impacto en el conflicto.

placeholder Leopardo 2E del contingente español en Letonia. (Juanjo Fernández)
Leopardo 2E del contingente español en Letonia. (Juanjo Fernández)

Los carros T-90 han estado empleando visores diurnos y nocturnos de origen francés e incluso ucraniano, pero es más dramático en los modelos y versiones más antiguas. Los T-72 y T-62 es muy difícil, por no decir imposible, que sean capaces de localizar nada más allá de los 2.000-2.500 metros y de identificar de manera positiva un objetivo por encima de los 1.000 metros, sobre todo en condiciones nocturnas. Esto es una dificultad enorme y les coloca en una situación de gran vulnerabilidad al hacerlos firmes candidatos a recibir el primer disparo. Si a esto le unimos su escasa protección, ese primer disparo tiene muchas papeletas para ser el definitivo.

Mientras que las ópticas de los rusos —en general— no dan calidad suficiente más allá de los 2.000 metros, a esa distancia las de casi cualquier gran blindado occidental permiten hacer, de sobra, una identificación positiva de su adversario. Esto supone saber qué tipo de carro es, si es enemigo y utilizar la munición adecuada. Incluso apuntar a sus zonas más vulnerables. Los Leopardo 2E españoles, por ejemplo, harían ese trabajo a la perfección alrededor de los 4.000 metros. Hay que pensar que, en términos de combate de carros, 4 kilómetros es una distancia muy grande.

Con el cierre del grifo de tecnología exterior, a los rusos no les ha quedado otro remedio que avanzar en sus propios desarrollos y hay que reconocer que han logrado importantes avances. Las ópticas de los T-90 se puede estimar que mejoran las capacidades y son eficaces en rangos de 3.000 metros, siempre hablando de valores estimados y aproximados, porque también influyen mucho las condiciones atmosféricas y el terreno. Pero está claro que siguen en inferioridad, a la vez que este tipo de sistemas mejorados escasean, por lo que muchos de los carros de nueva fabricación, hablamos de T-80 y T-90, están saliendo con las ópticas antiguas, por la simple razón de que no hay disponibles de las nuevas. Algo que se ha podido comprobar en ejemplares capturados.

placeholder El presidente ruso Vladímir Putin. (Reuters)
El presidente ruso Vladímir Putin. (Reuters)

La guinda de este pastel y lo que nos dice que estas hipótesis son verosímiles, es que ya se están viendo movimientos de T-54/T-55, un modelo de plena posguerra. Se han visto incluso unidades con ligeras modernizaciones y blindajes adicionales, pero son diseños que entraron en producción en 1946, derivados del T-34, de apenas 37 toneladas y blindaje de acero homogéneo, pensado para protegerse de cañones de 88 y 90 mm. Poco hay que añadir a las posibilidades de supervivencia que tendrían contra los medios actuales desplegados en Ucrania.

Llegan los blindados occidentales

Junto a todos estos problemas, muchos de los cuales también caen sobre el otro bando, llegan las noticias sobre los primeros carros de combate occidentales en suelo ucraniano. Se trata de las primeras unidades de los Challenger británicos y de varios ejemplares de Leopard 2A6 alemanes. De los primeros, se trata de una parte de los 14 que se van a enviar. Ya hemos hablado en ocasiones anteriores de este modelo y sus muchas peculiaridades, que dificultan la compatibilidad con el resto de material occidental y generan problemas logísticos.

Quizás la única novedad sea que llegan con la polémica munición de uranio empobrecido, una oportunidad que Vladímir Putin no pasó por alto para amenazar y establecer otra de esas absurdas líneas rojas. El uranio empobrecido es aquel que contiene una fracción de isótopo U-235 (el empleado en reactores y armas nucleares) inferior a la del uranio natural (0,71%) y se trata de un residuo del proceso de enriquecimiento de uranio utilizado como combustible nuclear. No es un material radioactivo (menos que el uranio natural) y su gran ventaja es que su densidad es muy elevada, 19 kg/l, mientras que la del plomo es de tan solo 11,4 kg/l.

placeholder Leopard 2A6 alemán. (KMW)
Leopard 2A6 alemán. (KMW)

Los proyectiles perforantes que emplean este material basan su eficacia en el mismo principio que todas las armas contracarro: concentrar la máxima energía en el mínimo espacio. Con este tipo de proyectil se consigue una elevada cantidad de energía cinética, al tratarse de un material tan pesado. Una consecuencia adicional del empleo del uranio empobrecido es su característica pirofórica, es decir, se inflama espontáneamente a los 600 grados, lo que hace que el propio proyectil cause un incendio en el interior tras penetrar el blindaje.

Respecto a los Leopard 2A6, decir que para nada es un modelo anticuado, todo lo contrario, y es muy superior, por ejemplo, a los A4 que se envían desde España y otros países. Baste pensar que el Leopard más moderno es el A7 y A7 Plus y que el Leopardo 2E español es una versión mejorada del A6, a caballo entre el A6 y A7 alemanes. El A6 es, sin duda, el mejor carro de combate que ahora mismo se puede ver en Ucrania.

Ucrania se está convirtiendo en un cementerio de blindados. El ritmo de pérdidas de ambos bandos es elevado, pero el de los rusos raya lo insoportable. Cómo reponer las pérdidas implica medidas excepcionales; por un lado, el envío de carros occidentales a los ucranianos y por el otro, sacarlos de donde sea. Putin afirma que Rusia va a fabricar 1.600 nuevas unidades, pero a la vista de los acontecimientos y de lo que trasciende del conflicto, no solo parece insuficiente, sino poco creíble.

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