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Reparar y mantener los blindados: la guerra silenciosa que prueba la capacidad de Ucrania
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RUSIA HA PERDIDO 1.600 CARROS DE COMBATE

Reparar y mantener los blindados: la guerra silenciosa que prueba la capacidad de Ucrania

Kiev lleva más de 10 meses recibiendo todo tipo de material occidental y capturando el de los rusos. Pero lo que hasta ahora había sido una buena noticia puede convertirse pronto en un problema

Foto: Carro de combate ucraniano T-84, versión autóctona muy modificada del T-80 ruso. (US Army)
Carro de combate ucraniano T-84, versión autóctona muy modificada del T-80 ruso. (US Army)

La guerra de Ucrania se está caracterizando, entre otras cosas, por la gran cantidad de material que está cambiando de manos, aunque la inmensa mayoría lo haga del lado ruso al ucraniano. Hasta ahora, estos movimientos se han visto como algo beneficioso para las tropas de Kiev y, desde luego, así ha sido. Sin embargo, el conflicto ya se ha prolongado durante más de 10 meses y, junto a los grandes y heterogéneos envíos de armamento occidental, el material ruso capturado se ha ido acumulando, hasta el punto de estar convirtiéndose en un problema.

Las cifras de pérdidas rusas están adquiriendo unas proporciones inimaginables. Una de las ventajas de un conflicto tan mediático es que casi todo queda fotografiado o grabado. Según el portal Oryx, una de las fuentes más fiables al respecto, el Kremlin ha perdido más de 1.600 carros de combate. De ellos, 936 estarían destruidos y 534 capturados; es decir, han caído en manos del país invadido.

Foto: Un GBU-32 JDAM de 1.000 libras (450 kg) durante unas maniobras. (Lockheed Martin/Andy Wolfe)
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La cifra es escandalosa. Basta con pensar que Alemania dispone de unos 230, de los que cerca de 60 son Leopard 2 A7/A7V (las mejores versiones) y el resto Leopard 2 A5/A6. Por su parte, Francia cuenta con unos 220 Leclerc (en fase de modernización), mientras que España podría poner en liza, como máximo, un total de unos 240 carros de combate operativos. Entre ellos, hay alrededor de 200 Leopardo 2E —que precisa de urgentes modernizaciones— y unos 40 Leopard 2A4, versión ya superada. Solo hay que tener la perspectiva de que los capturados por Ucrania superarían el total de los que tienen Francia y Alemania juntas.

placeholder Militares españoles con su carro de combate Leopard 2E durante el ejercicio militar Iron Spear 2022. (EFE/Toms Kalnins)
Militares españoles con su carro de combate Leopard 2E durante el ejercicio militar Iron Spear 2022. (EFE/Toms Kalnins)

Entre esas más de 500 unidades capturadas hay una gran variedad, desde verdaderas piezas de museo como los T-62, un diseño de los años 60, hasta los novísimos T-90M, de los que dos ejemplares están en manos ucranianas. Hay constancia de que uno de ellos se encuentra en perfecto estado e, incluso, se capturó con el sistema de camuflaje Nakidka, consistente en lonas especiales que no solo disimulan el aspecto del carro, sino que disminuyen sus emisiones de infrarrojos y les hacen difíciles de localizar y atacar.

Si se habla del número de blindados, entre los de combate de infantería (IFV) o transportes, tanto de orugas como de ruedas, las cifras se disparan. Son casi 7.000 de todo tipo —sin contar carros de combate— los perdidos por Rusia, de los que más de 2.150 estarían ya en las filas de las tropas de Volodímir Zelenski. Aquí la diversidad también es inmensa. Así, se pueden encontrar tanto modelos obsoletos y anticuados, como versiones antiguas de los MT-LB, como otros nuevos y modernos, que es el caso del potente BMP-3, el último diseño ruso de IFV, armado en algunas de sus versiones con un cañón de 100 mm.

Foto: Un tanque cubierto de nieve en Járkov el pasado noviembre. (EFE/Sergey Kozlov)

Entre tanta captura, hay, además, muchas rarezas y modelos muy especializados, verdaderas joyas como vehículos de mando, de comunicaciones o de inteligencia, entre otros. Son unas unidades cuyo valor estriba en los equipos que incorporan. También en esta cifra se incluyen blindados de enorme importancia para los rusos, como son los especializados contracarro, las piezas de artillería autopropulsada —casi 120 solo de las modernas Msta-S y Msta-2S3 de 155 mm—, carros de recuperación como el BREM-1 o vehículos especiales para ingenieros. Un panorama desolador.

Una complicación para Ucrania

Se ha hablado mucho sobre las espectaculares capturas de material ruso, y no es para menos. Solo en la brillante ofensiva de Járkov, que supuso el desplome del frente ruso hasta las orillas del río Oskill y la ciudad de Kupiansk, el material abandonado y capturado fue enorme. De esa acción, iniciada por tropas ligeras, se ha llegado a decir que es probable que fuese la primera vez en la historia en que una unidad empieza el combate como mecanizada y la termina como acorazada. Pero no todo es tan bonito como parece.

Es verdad que un blindado destruido es uno menos para el enemigo y que uno capturado vale por dos, pues es uno menos para el que lo pierde y uno más para el que se lo lleva. Sin embargo, no siempre es así. En realidad, entre el material capturado hay que hacer muchas distinciones. La primera es ver en qué estado se encuentran los vehículos, y ahí hay de todo. Muchos son abandonados por daños sufridos en el combate, que impiden que se retire o que continúe en la lucha, mientras otros sufren averías de diversa consideración y algunos son abandonados intactos por falta de combustible o la simple huida de sus tripulantes.

placeholder Buena parte del material capturado, como este T-72B3, no podrá ser reparado. (Reuters)
Buena parte del material capturado, como este T-72B3, no podrá ser reparado. (Reuters)

Las tropas de Kiev han necesitado —y necesitan— material pesado de manera desesperada para sus operaciones. Es algo que vienen pidiendo a todos los países que les apoyan: que les manden carros de combate. Por motivos políticos, pero también de adiestramiento, no pareció aconsejable —sobre todo al principio— enviar material pesado, así que lo que se hizo fue que los países con material de origen ruso (soviético, en realidad) lo cedieran a Ucrania. Era lo más razonable, al ser modelos muy parecidos a los que ya tenían en uso. Pero eran eso, parecidos, no iguales.

Las capturas de material fueron muy bien recibidas. Muchos vehículos pasaban de inmediato a engrosar las filas de Zelenski y, a medida que los rusos se debilitaban, los ucranianos se fortalecían. A pequeña escala fue fantástico, pero, cuando se habla de cifras de varios centenares (y el tiempo y el combate pasan factura), la cosa se complica y mucho.

Foto: El T-14 Armata por las calles de Moscú. (Vitaly V. Kuzmin)

El problema es que en los batallones ucranianos prácticamente ninguno combate con dos blindados iguales, lo que supone una pesadilla logística y de mantenimiento. Con cifras pequeñas y al principio del conflicto, todo se podía sostener, pero, a medida que los combates se mantienen, el material se degrada y surgen averías o daños. Ahí es cuando hace falta un mantenimiento que es difícil de prestar y unos recambios, a veces, imposibles de conseguir.

Además, el material ucraniano de origen ruso es antiguo y buena parte de él son derivados autóctonos, pero es que, en el caso del material utilizado por las tropas de Moscú, la variedad de versiones de cada uno de sus modelos es enorme. Esto, como ya se ha comprobado, supone un quebradero de cabeza para una logística que —se supone— cuenta con stocks organizados de recambios. Por citar un ejemplo. Solo del BMP-2, el conocido IFV, los ucranianos ya utilizaban no menos de tres versiones diferentes antes de la guerra, pero los rusos emplean al menos siete variantes, con diferencias que van desde el montaje de varios tipos de blindaje a diferentes motores, equipos de visión o comunicaciones y armamento.

placeholder Tropas ucranianas con un BMP-2 ruso capturado. (Reuters)
Tropas ucranianas con un BMP-2 ruso capturado. (Reuters)

Si a lo anterior se le añade que se han recibido ejemplares polacos, checos y fineses —todos y cada uno de ellos versiones retocadas localmente y de las que los ucranianos habrían capturado no menos de 200 ejemplares a los rusos—, nos encontramos que bajo bandera ucraniana combaten BMP-2 de más de 10 versiones diferentes. Si este razonamiento lo extrapolamos al resto de blindados y carros de combate, ¿cómo se gestiona la reparación y mantenimiento de todo eso?

Una difícil papeleta

Los inconvenientes se complican más todavía, pues los vehículos, lejos de encontrarse agrupados, se capturan aquí y allá, así que acaban siendo utilizados como se puede por las unidades que los encuentran. Cuando un ejemplar se avería o se captura dañado, hay que enviarlo al taller de retaguardia, donde el problema es de dónde sacar los recambios. Cada vez más y más gente, verdaderos expertos en hacer milagros con lo que encuentran a mano, se dedica a esta tarea. Es posible que el recambio de algún vehículo haya que buscarlo en otro igual que quedó inutilizado, pero que haya que localizarlo preguntando en otros batallones.

Cuando determinadas partes se van degradando, las dificultades se acentúan. Es el caso de elementos delicados como ópticas, cámaras térmicas o sensores, entre otros. Muy a menudo ocurre que esa óptica en concreto o ese equipo de comunicación no se tiene a mano, por lo que se irá al combate con capacidades limitadas o, directamente, el vehículo irá al montón de los no reparables. La clave es cómo localizar y gestionar este caos de piezas, elementos y sistemas, pero es tan difícil de solucionar que no es descabellado estimar que, del total de vehículos capturados, solo una fracción se consiga tener en condiciones operativas. ¿Cuántos? Imposible saber, aunque costaría creer que más de un 40% de las capturas sean de verdad utilizables.

placeholder Vehículo de mando Barnaul-T para gestión de defensa antiaérea. Un vehículo muy raro capturado a los rusos. (OSINTtechnical)
Vehículo de mando Barnaul-T para gestión de defensa antiaérea. Un vehículo muy raro capturado a los rusos. (OSINTtechnical)

Los problemas ucranianos no acaban con el material ruso, sino también con el que les llega de fuera. El que viene de Moscú puede tener encaje en todo el desaguisado anterior, pero el que llega de diseño o fabricación occidental plantea un inconveniente bien diferente. Se trata bien de material usado y puesto al día, caso de los Guepard alemanes, o material muy sofisticado y en ciertos casos muy delicado, como son los PzH 2000 de igual procedencia.

Cada vez que un HIMARS, una batería antiaérea IRIS-T o un radar de contrabatería sufra algún tipo de avería de cierta entidad, casi lo único que podrán hacer es transportarlo hacia retaguardia —cerca de la frontera o directamente en territorio polaco— y repararlo allí con la ayuda de especialistas. Lo mismo ocurre con el mantenimiento del material sofisticado, que deberá pasar sus rigurosas revisiones con personal y utillaje especializado. Todo esto plantea unos enormes retos, que van desde la disminución de unidades operativas a continuos traslados, pasando por una difícil organización de movimientos, reparaciones y mantenimientos de material.

Foto: Carro de recuperación, Challenger Armoured Repair and Recovery Vehicle (CRARRV), basado en el casco del Challenger británico. (UK Army)

Si se tiene en cuenta el volumen y la diversidad del material que llega, es fácil apreciar que la dimensión del problema ucraniano es gigantesca y resulta de un mérito enorme que no haya colapsado. En la parte del enemigo las cosas no deben funcionar mucho mejor. Todo lo contrario. La prueba está en las enormes pérdidas de material, sus dificultades a la hora de recuperar vehículos y su incapacidad de mantener una presión ofensiva.

En cualquier caso, la labor de los especialistas que trabajan a retaguardia es más que encomiable. Su trabajo, tratando de devolver al combate el mayor número posible de material averiado, puede resultar crítico y lo saben. Cómo se organizan y cómo se las arreglan para sacar piezas de vehículos que no conocen bien e instalárselas en otro, cuya versión es probable que sea la primera vez que se encuentran, será objeto de estudio por muchos ejércitos del mundo.

La guerra de Ucrania se está caracterizando, entre otras cosas, por la gran cantidad de material que está cambiando de manos, aunque la inmensa mayoría lo haga del lado ruso al ucraniano. Hasta ahora, estos movimientos se han visto como algo beneficioso para las tropas de Kiev y, desde luego, así ha sido. Sin embargo, el conflicto ya se ha prolongado durante más de 10 meses y, junto a los grandes y heterogéneos envíos de armamento occidental, el material ruso capturado se ha ido acumulando, hasta el punto de estar convirtiéndose en un problema.

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