Queremos tanques: Polonia marca el ritmo de la carrera acorazada en Europa
Tras la invasión de Ucrania, se ha producido una especie de carrera acorazada en Europa. Polonia, que percibe la amenaza a la vuelta de su esquina, tiene claro que quiere ejercer una disuasión blindada
Las enseñanzas de la guerra de Ucrania se debatirán y estudiarán durante décadas. Una de ellas es el empleo de las unidades acorazadas, de los tanques. De parecer un vestigio de estrategias desfasadas, hemos pasado a considerarlos esenciales y, ahora, todos los que se puedan conseguir parecen pocos. Es lo que ocurre en Europa, donde todos los países están volviendo a ver estos colosos blindados con ojos de deseo. Pero es Polonia el país que está marcando el ritmo y va camino de convertirse en una verdadera potencia acorazada.
Años antes de siquiera intuir las intenciones de Putin, ya había quienes daban al carro de combate por muerto. Un mastodonte vulnerable, un objetivo andante o una diana para prácticas, eran algunas de las expresiones con las que se vaticinaba su inminente funeral. Así, un año tras otro. La tozuda realidad no hacía más que postergar esa muerte anunciada, toda vez que los conflictos asimétricos, únicos escenarios que parecían existir, no requerían ni de su potencia ni de su agresiva imagen. ¿Para qué queremos tanques si nunca se utilizan? Y aun así se mantenían.
Su aspecto agresivo, su capacidad letal y su imponente masa son aspectos que no gustan políticamente y, por ello —también por las dificultades para su despliegue y logística—, muchas veces se ha prescindido de su empleo sin meditar demasiado las consecuencias. Pero baste decir que, incluso en aquellos conflictos asimétricos donde no se juzgaban necesarios, en cuanto las cosas se ponían feas, todo el mundo quería tener uno de estos grandes blindados a su lado.
Que se lo pregunten a los estadounidenses de aquella operación de Mogadiscio el 3 y 4 de octubre de 1993 inmortalizada en la película Black Hawk Down, o a los españoles en el sitio de Nayaf, el 4 de abril de 2004, por no decir las innumerables veces que tropas norteamericanas se han visto rodeadas en combates urbanos en Irak y donde clamaban por contar con la presencia de al menos un Bradley. A los españoles les solucionó la papeleta el veterano y fiel VEC (vehículo de exploración de caballería) que, con su eficaz cañón Buschmaster de 25 mm, suponía el elemento con más potencia de fuego de todo el contingente. Nada comparado con lo que hubiera podido aportar a esas tropas disponer de apenas un par de Abrams o Leopardo.
Polonia, ese país lleno de tanques
Tras la invasión de Ucrania, se ha producido una especie de carrera acorazada en Europa, en la que muchos países ya se han embarcado —o se plantean hacerlo— para reforzarse. Son varios, pero desde luego Polonia, que percibe la amenaza a la vuelta de su esquina, ha tenido claro que una buena forma de ejercer disuasión es mantener una fuerza acorazada creíble y numerosa. Es probable que el ritmo de pérdidas de blindados rusos, que como contamos en este análisis ya alcanza las 1.900 unidades, está confirmando lo acertado de algunas de estas decisiones.
Los planes polacos son muy ambiciosos y parecen determinados a cumplirlos. Como antiguo miembro del Pacto de Varsovia, su núcleo acorazado estaba compuesto de modelos soviéticos y disponían de un gran número de T-72 en diferentes versiones. Tras la desintegración de la URSS y su entrada en la OTAN, Polonia comenzó a actualizar sus blindados, manteniendo un gran número de ejemplares de T-72, la mayoría de versiones antiguas como el T-72 A y T-72M, con diversas modificaciones autóctonas. Se calcula que de este tipo había unos 300 antes de la guerra —discutible en cualquier caso por ser versiones obsoletas y estar muchos fuera de servicio y almacenados, con dudosas posibilidades de ser utilizados—. Entre los que se encuentren en estado irrecuperable y los que se han ido trasfiriendo a Ucrania, se podría decir que esta fuerza ha desaparecido a efectos prácticos.
No ocurre así con sus PT-91 Twardy, una versión del T-72 pero con profundas modificaciones que incluyen notables mejoras en blindaje y, sobre todo, ópticas y dirección de tiro. Estos ejemplares, que comenzaron a modernizarse a partir de mediados de los noventa sobre la base de T-72, resultaron bastante aceptables, teniendo en cuenta que mantenía el viejo cañón de 125 mm y adolecía de sus problemas crónicos, como la vulnerabilidad del cargador automático con sus carruseles de munición desengarzada.
Polonia tiene desplegados una compañía de ellos junto a los Leopardo 2E españoles en Letonia y, la verdad, ver uno al lado del otro da una idea del diferente concepto de diseño y capacidades de ambos. Unos 200 habrían estado en servicio de los que cada vez quedan menos tras ser muchos trasferidos a Ucrania, siendo la intención de los polacos el deshacerse de todos lo antes posible.
A partir de 2000, el panorama acorazado polaco cambió diametralmente con el acuerdo con Alemania para adquirir Leopard 2A4. En primer lugar, llegaron 128 ejemplares de segunda mano, en una jugada similar a la que hizo España unos años antes como preludio de la fabricación local del Leopardo 2E. Poco después se adquirieron 105 unidades del modelo Leopard 2A5, que marcaba un cambio y modernización importante frente a la versión anterior.
A partir de 2015, un nuevo acuerdo con Alemania permitió la colaboración entre Rheinmetall y la industria polaca con el objetivo de modernizar una serie de ejemplares de los viejos A4, ya en franca desventaja frente a versiones más modernas. A partir de 2020 comenzaron las entregas de los primeros ejemplares modernizados, que se denominarían Leopard 2PL.
Se hizo un muy buen trabajo que afectó a las principales vulnerabilidades del A4, cambiando el accionamiento hidráulico de la torre por uno eléctrico, aumentando el blindaje y protección en general, e incorporando dirección de tiro y ópticas modernas. En 2023 se habían entregado 45 de ellos y es, junto al modelo canadiense, uno de los A4 más potentes del mundo. Teniendo en cuenta las cifras iniciales y que 14 de los viejos A4 se van a transferir a Ucrania, tan solo su flota de Leopard rondará los 200-215 ejemplares. Más o menos, la flota española de carros y más de los que tiene ahora Francia o el Reino Unido.
Estados Unidos entra en juego
Disponer de cerca de 350 o más carros de combate le parecía poco al Estado mayor polaco. En rigor, solo una parte de los Leopard eran versiones modernas y, lo más importante, solo ellos compatibles con estándares OTAN. Por eso se lanzaron a un nuevo programa de adquisición para el que nadie, en ese momento, dudaba que significaría un nuevo y gran lote de Leopard, muy probablemente una versión polaca, fabricada allí pero basada en la versión puntera A7. Para sorpresa, los ojos se volvieron hacia otros proveedores y el Abrams apareció en escena.
Por qué ocurrió puede explicarse por un cúmulo de circunstancias, entre las que estarían las desavenencias con la industria alemana, que ya sabemos impone —esa es la palabra— no solo precios, sino plazos e incluso limitaciones a veces difíciles de entender. Pudo influir, además, el más que buen entendimiento con Washington y también, para el último paquete acordado, las transferencias de muchos más T-72 a Ucrania. También, de trasfondo, que afloraran esas viejas rencillas del pasado entre polacos y alemanes. Cosas de vecinos. La primera medida fue alquilar un pequeño lote de 28 Abrams de segunda mano, versión M1A2 SEPv2, que llegaron en 2020; aunque se prevé que sean devueltos cuando se materialicen los nuevos pedidos.
El paquete más importante consiste en 250 unidades de la versión M1A2 SEPv3, con la idea de que se entreguen entre 2025 y 2026. No serán los únicos, pues tras las nuevas transferencias de grandes cantidades de viejos T-72 a Ucrania, se firmó un nuevo acuerdo para obtener 116 Abrams adicionales, aunque serán de segunda mano y de la versión M1A2 FEP, que es una variante específica que utiliza el US Marine Corps. Esto se hizo así aprovechando que los marines se estaban deshaciendo —de momento, ya veremos cómo acaba esto— de sus carros pesados. Estas unidades irían siendo modernizadas para llevarlas al estándar SEPv3 del resto de su flota. Junto con estos pedidos llegarán carros de recuperación, vehículos lanza puentes, munición y adiestramiento. Todo por unos 6.000 millones de dólares.
La sorpresa coreana
No contentos con este volumen ya planificado, los polacos ya habían lanzado un programa para hacerse con un nuevo blindado, con la idea de que se convirtiera en su elemento principal y, también, con la de fabricarlo ellos. Ahora parecía que iba a ser cosa de dos, Leopard 2A7 y Abrams. Sin embargo, en 2020 se supo que el Gobierno polaco había iniciado unas negociaciones con la coreana Hyundai Rotem, fabricante del modelo K2. Este proceso culminó a mediados de 2022 con la firma de un importante acuerdo que, no solo sorprendió a muchos, sino que cayó como un jarro de agua fría sobre la industria alemana.
En este acuerdo, Polonia se comprometía a adquirir hasta 1.000 unidades, de las que 180 serían de la versión K2 estándar y fabricadas por Hyundai, mientras que el resto serían de una versión específica denominada K2PL. Ya les hemos contado las características del carro coreano, un modelo tecnológicamente avanzado y con grandes innovaciones, pero también susceptible de diversas críticas. Entre ellas, dos fundamentales. Una es que se trata de un blindado diseñado para las necesidades coreanas, que tiene una orografía particular y un enemigo no menos particular. Es una de las justificaciones de que esté muy bien protegido en el arco frontal, pero menos de lo deseado en laterales y trasera. La otra crítica es muy obvia: no es un producto probado.
Debido a estas críticas, sobre todo la primera, Polonia estableció unas características para la variante K2PL que modificaban sustancialmente el diseño de la versión estándar. Se requería mayores niveles de protección, lo que suele implicar mayor peso (recordemos que el K2 pesa unas 55 toneladas, entre 7 y 10 menos que un Abrams o un Leopard último modelo), por lo que se pidió una barcaza modificada introduciendo un eje y rueda adicional al tren de rodaje. Esa modificación permitiría incrementar el peso y ganar en blindaje y protección interna, con una santabárbara aislada de la cámara de combate, aspecto del que el k2 estándar carece y es muy importante.
El resultado final serían 180 ejemplares K2 y hasta 820 K2PL fabricados en Polonia, aunque informaciones recientes cuestionan la viabilidad de la versión polaca agrandada y se comenta que el K2PL podría quedar en una versión más parecida al original, pero con protección incrementada y sistemas elegidos por el usuario.
Los planes polacos para dotarse de medios acorazados son para pensarlo. Dentro de 10 años podrían tener una fuerza de entre 1.560-1.600 carros de combate, todos de un alto nivel y donde la única duda es si antes de llegar a ese volumen, intentarían deshacerse de sus Leopard. A favor de esta idea juega la logística, pues mantener dos modelos tan diferentes como el Abrams y el K2 —aunque el segundo está muy inspirado en el primero— es complicado. No digamos si se mantienen los Leopard. Por supuesto, los T-72 y todo aquello que se le parezca, pasará a la historia (si no pasaron ya a Ucrania).
Sin embargo, la lección subyacente es que los polacos han entendido que sin carros de combate no hay ni disuasión ni defensa. ¿Qué pensarán en Francia, Reino Unido o Italia, con menos de 200 unidades cada uno? Y ¿Qué pensamos en España, con apenas 200 ejemplares necesitados de urgente modernización?
Las enseñanzas de la guerra de Ucrania se debatirán y estudiarán durante décadas. Una de ellas es el empleo de las unidades acorazadas, de los tanques. De parecer un vestigio de estrategias desfasadas, hemos pasado a considerarlos esenciales y, ahora, todos los que se puedan conseguir parecen pocos. Es lo que ocurre en Europa, donde todos los países están volviendo a ver estos colosos blindados con ojos de deseo. Pero es Polonia el país que está marcando el ritmo y va camino de convertirse en una verdadera potencia acorazada.
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