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La nueva vida de los carros de combate: por qué pasan de trastos viejos a armas clave
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La nueva vida de los carros de combate: por qué pasan de trastos viejos a armas clave

Hasta hace poco el futuro de los 'tanques' era más que oscuro, armamento de otra época. Ahora hasta Estados Unidos ha revitalizado estos inventos como parte básica de su ejército

Foto: Carro de combate Challenger 2 en Iraq. (MOD)
Carro de combate Challenger 2 en Iraq. (MOD)
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Denostados por unos, alabados por otros. Molestan cuando no son necesarios, pero todo el mundo los echa en falta cuando las cosas pintan mal. Son los extremos en los que se mueve el carro de combate, un arma incuestionable hasta hace algunos años, pero sobre la que parecía presagiarse un negro futuro. Muchos preconizaban su retiro: grandes, poco ágiles, caros y vulnerables, parecían adjetivos encaminados a justificar su desaparición. Lejos de eso, la tendencia se está invirtiendo. Cada vez son más sofisticados y hasta el todopoderoso US Army fía su futuro en ellos. Todo apunta a que tendremos carros de combate para rato.

Los carros de combate, los ‘tanques’ en el lenguaje popular, llevan años siendo muy cuestionados. A ello ha contribuido su propia imagen de arma letal, el hecho de que muchos gobiernos sean reacios a su despliegue y la experiencia, mal explicada y peor interpretada, de algunos conflictos muy recientes. Tampoco se puede negar que las dudas sobre su papel en determinados ejércitos, como el norteamericano o el británico, han sido influyentes. En el primer caso ocurrió cuando el Cuerpo de Marines se planteó prescindir de los blindados Abrams en sus agrupaciones embarcadas, los MEU o Marine Expeditionary Unit, las unidades de asalto listas para desembarcar desde uno de sus enormes buques LHD. Pero frente a esta mala imagen su papel no hace más que reforzarse como figura clave y en pleno desarrollo.

Foto: El cañón alemán de 130 mm en pruebas sobre un carro Challenger II. (Rheinmetall)

Giro en el ejército norteamericano

Dentro de las tropas de combate del MEU se incluía un pelotón de carros Abrams, que es el que estaba previsto reemplazar por vehículos de ruedas basados en el Stryker. El motivo es que los Abrams embarcados han sido (en las operaciones recientes) muy poco utilizados. Sin embargo, esta reestructuración no es exportable ni permite sacar conclusiones para otros ejércitos. Por un lado, hay que poner en contexto que el número de carros del MEU es pequeño, tan solo cuatro unidades, aunque pueden embarcarse seis. Pero lo más importante es que el papel de los Abrams es el apoyo en situaciones comprometidas y es verdad que queda muy 'en la sombra' con el impresionante poderío aéreo (helicópteros Super Cobra, Harrier y F-35B) con el que cuentan estas tropas. Pero no todo el mundo tiene esta capacidad.

El US Army, el ejército de tierra norteamericano, parecía que iba a ir por un camino similar y daba la impresión de que la organización militar ‘de moda’ iban a ser las SBCT o Stryker Brigade Combat Team, unidades autosuficientes para el combate y basadas en vehículos de ruedas (8x8) Stryker. Se respaldaba entonces a estas unidades ligeras frente a las ABCT o Armoured Brigade Combat Team, unidades con la misma filosofía, pero dotadas de carros Abrams.

placeholder M1A2 Abrams del US Marine Corps en una operación de desembarco. (USMC)
M1A2 Abrams del US Marine Corps en una operación de desembarco. (USMC)

La realidad es que en 2018 el Army anunció, en un giro radical, que se iba a convertir una de las SBCT en ABCT volviendo a dar más importancia al carro pesado. Pero es que también se ha anunciado la conversión de una brigada de infantería en otra ABCT, lo que incrementaría en dos las unidades pesadas. Hay más. Los planes del Army pasan por reforzar con este tipo de unidades pesadas sus brigadas expedicionarias y se habla, por ejemplo, de reforzar la presencia en Europa pasando de una ABCT actual a dos. Más carros de combate.

El caso británico, que se toma a veces como ejemplo de drástica reducción de efectivos pesados, tampoco tiene nada que ver con que se cuestione el material pesado, ya que la 'famosa' reducción británica de carros de combate Challenger 2 solo se explica por su propio fracaso. Así, el ejército británico pasará de las cerca de 400 unidades que llegó a tener a menos de 150 profundamente modificados, y eso que se llegó a hablar de achatarrarlos todos. Esa reducción era la única salida para una máquina obsoleta.

Experiencias de la guerra

Es el combate real, la guerra, el que pone a prueba material y doctrina (el 'cómo se utiliza'). Ambos son importantes, pero si la doctrina falla, por muy bueno que sea el material el desastre es casi seguro. El carro de combate, desde sus orígenes, fue el rey incuestionable del combate terrestre hasta que se produjo un punto de inflexión. Fue en 1973, durante la Guerra del Yom Kipur entre árabes e israelíes y en concreto en los combates del Sinaí, donde la doctrina judía de utilizar sus blindados como elementos de choque (hasta ese momento infalible) fracasó ante los misiles anticarro AT-3 "Sagger" facilitados por los soviéticos.

El carro quedó muy cuestionado, pero la tecnología vino en su ayuda de la mano de los británicos y su invento (anterior al conflicto árabe israelí) del blindaje estratificado o "Chobhan", cuya implantación generalizada hizo a los carros menos vulnerables a los proyectiles perforantes o de 'carga hueca'. Desde entonces se ha producido la típica pugna entre el 'escudo y la lanza', donde a mejores proyectiles se reacciona con mejores blindajes y así sucesivamente.

Foto: El robot camaleón coreano que cambia de color instantáneamente.

Ha habido sin embargo dos conflictos muy recientes ocurridos en Siria y el área de Nagorno Karabaj, donde los carros de combate fueron muy castigados y de donde se sacaron conclusiones erróneas sobre la utilidad de los tanques. Pero ¿fueron los culpables?

Siria y el Alto Karabaj

La parte que nos interesa del conflicto sirio fue la llevada a cabo por Turquía en el marco de la operación denominada 'Euphrates Shield'. Comenzó el 24 de agosto de 2016 y se trataba de limpiar una importante área de territorio sirio capturado por el DAESH, cuya acción principal iba a ser la toma de la localidad de Al-Bab, situada a unos 40 km de Aleppo. Esta operación se cobró un alto coste en vehículos y tropas, con muchas imágenes de 'tanques' destrozados por una guerrilla que se consideraba mal instruida y peor equipada. Se volvió a pensar que el carro de combate era cosa del pasado. Pero la realidad fue bien distinta.

Los turcos emplearon carros de combate Leopard A4 sin modernizar (que no es un mal blindado) pero no se utilizaron con las tácticas adecuadas, los mandos intermedios no estuvieron a la altura y las tripulaciones adolecieron de un adiestramiento muy pobre. La guerrilla del DAESH demostró todo lo contrario. Habían adquirido experiencia en combatir a los Leopard y conocían sus puntos débiles, disponían de misiles y medios anticarro y, sobre todo, supieron llevarlos al terreno que más les interesaba: emboscadas en zonas semiurbanas.

placeholder Carro de combate Leopard 2 A4 turco. (TAF)
Carro de combate Leopard 2 A4 turco. (TAF)

Los turcos, exceso de confianza o inexperiencia, se dejaron arrastrar hacia emboscadas preparadas sin acompañamiento de infantería, primer error. Fueron atacados por los flancos, donde el carro no se puede defender y además en los puntos más débiles que en el A4 son las partes laterales traseras de la torre, donde se encuentra a la derecha el sistema hidráulico que mueve la torre y a la izquierda la santabárbara, con los proyectiles de uso inmediato.

Un impacto en el sistema hidráulico provoca la inmovilización de la torre y, lo que es peor, un incendio del líquido al volatilizarse. El impacto en la santabárbara provoca una explosión y pérdida del carro, pero debería salvar a la tripulación pues hay una compuerta blindada que la separa del compartimento interior. Según parece los tripulantes turcos iban con las santabárbaras abiertas (es más cómodo y rápido su manejo), con lo que la explosión acabó del todo con carro y tripulación.

En el conflicto del Alto Karabaj que tuvo lugar entre septiembre y noviembre de 2020 y que enfrentó a los ejércitos de Armenia y Azerbaiyán, se repitieron imágenes impactantes de carros armenios alcanzados y destruidos por drones azeríes. También parecía que el dron había acabado con el 'tanque'. Sin embargo, la realidad fue una conjunción de errores de unos y aciertos de los otros. Los armenios tuvieron dos grandes problemas. Por un lado, una falta de tradición militar y por otro un condicionante político que les obligaba a intentar no ceder ni un metro de terreno.

placeholder Carro T-72 armenio destruido por las tropas azeríes. (AFP-TOFIK BABAYEV)
Carro T-72 armenio destruido por las tropas azeríes. (AFP-TOFIK BABAYEV)

Ambas cuestiones produjeron un inadecuado despliegue en la misma frontera, sin establecer defensas en profundidad, con zonas de concentración a escasa distancia del frente y sin defensas antiaéreas. Además, las fuerzas acorazadas armenias estaban dotadas de carros T-72 y aunque estaban siendo modernizados por Rusia para llevarlos al estándar B3, eran de origen soviético y en una versión de exportación de escasa calidad y apenas protegida en el techo, tan solo un blindaje de unos 20 mm.

Los azeríes, bien pertrechados de drones y, sobre todo, haciendo una buena utilización del concepto de 'armas combinadas', emplearon perfectamente sus fuegos de artillería contra las concentraciones y defensas estáticas armenias, utilizando sus drones con terrible eficacia contra los desprotegidos e inmóviles carros armenios. Fue una guerra sentenciada desde el primer momento.

Evolución necesaria

Si bien no parece que el carro de combate (como concepto) esté anticuado, esto no quiere decir que no deba evolucionar y adaptarse a nuevas armas y tecnologías. Su mayor enemigo hoy en día no son los misiles ni los drones, sino las leyes de la física: el peso. Los desarrollos actuales ya alcanzan los límites máximos para algo que se mueve por el terreno y cada mejora que se implementa son kilos a añadir. Por eso una línea de desarrollo está en el empleo de materiales más ligeros y blindajes menos pesados, pero igual o más resistentes.

Otra línea de trabajo es hacer de ellos un elemento que controle otros sistemas, como UGV o vehículos terrestres remotos y drones aéreos o UCAV. Ambos aportarán capacidad añadida de combate y, sobre todo, conciencia situacional al explorar el terreno alrededor de las fuerzas propias. También se trabaja en mejores cañones, aunque aquí no parece que la solución sea aumentar los calibres sin más.

placeholder Leopardo 2E del contingente español en Letonia. (Juanjo Fernández)
Leopardo 2E del contingente español en Letonia. (Juanjo Fernández)

Los cañones de 140 mm, aun siendo muy potentes, tienen más inconvenientes que ventajas: son muy pesados, restan movilidad y los proyectiles son muy grandes, por lo que caben menos a bordo. La vía aquí es investigar en cañones de 120 mm de mayor presión, que permitan el disparo de munición evolucionada y de potencia superior. Todo ello sin descuidar las defensas activas y las mejoras en discreción, es decir, ser menos visibles.

En definitiva, sobre los carros de combate planea otro de esos 'mantras': que están obsoletos y que tan solo son grandes y vulnerables objetivos. Algo parecido a lo que se dice de los portaaviones, carísimos blancos a merced de supermisiles o del F-35, el avión que no sirve para nada. La realidad, sin embargo, es muy tozuda. Todo el mundo (que puede) construye portaaviones, incluida China y cada vez hay más países que adquieren el F-35. Ningún país del mundo con unas fuerzas armadas más allá de 'testimoniales' renuncia a los carros de combate. Los chinos tienen más de 7.000 y no se deja de investigar en mejoras. Lejos de ser un concepto obsoleto, están para quedarse.

Denostados por unos, alabados por otros. Molestan cuando no son necesarios, pero todo el mundo los echa en falta cuando las cosas pintan mal. Son los extremos en los que se mueve el carro de combate, un arma incuestionable hasta hace algunos años, pero sobre la que parecía presagiarse un negro futuro. Muchos preconizaban su retiro: grandes, poco ágiles, caros y vulnerables, parecían adjetivos encaminados a justificar su desaparición. Lejos de eso, la tendencia se está invirtiendo. Cada vez son más sofisticados y hasta el todopoderoso US Army fía su futuro en ellos. Todo apunta a que tendremos carros de combate para rato.

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