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¿De verdad se queda Ucrania sin misiles? La dura realidad que esconde la crisis de los S-300
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según las filtraciones del pentágono

¿De verdad se queda Ucrania sin misiles? La dura realidad que esconde la crisis de los S-300

Ucrania podría quedarse sin misiles antiaéreos antes del verano, lo que afectaría a los sistemas Buk y S-300 que está empleando con éxito para mantener a raya a la aviación rusa

Foto: Lanzador ucraniano de SA11-BUK. (Ministerio de Defensa de Ucrania)
Lanzador ucraniano de SA11-BUK. (Ministerio de Defensa de Ucrania)
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El conflicto en Ucrania no deja de depararnos sorpresas. Analistas y expertos llevan semana escrutando los aspectos estrictamente militares de la invasión, como las armas que Occidente está suministrando a Kiev, las pérdidas rusas en sus recientes ataques o la esperada contraofensiva de Kiev esta primavera, cuando ahora surge otro llamativo elemento a tomar en cuenta: las controvertidas filtraciones de supuestos documentos secretos del Pentágono. Sean auténticos o no —o parcialmente—, apuntan a escenarios verosímiles y no muy optimistas. Uno de ellos, de confirmarse, podría ser determinante para el futuro de la guerra. Las tropas ucranianas estarían al borde de agotar sus reservas de misiles antiaéreos.

La noticia ha monopolizado las conversaciones en el sector de defensa y seguridad, y se seguirá hablando de ello durante un buen tiempo. La aparente filtración de documentos clasificados de Estados Unidos no deja de ser un suceso interesante y extraño. Lo que se dice en ellos, el formato y los canales por donde vieron la luz son de lo más extraño y (casi) cualquier explicación que podamos imaginar es factible. Estados Unidos dice (más o menos) que son —o pudieran ser— verdaderos y lo que se cuenta es creíble en su mayoría.

Que se haya difundido en foros de aficionados a los videojuegos puede sonar raro, pero no es descabellado. En más de una ocasión se han revelado en espacios de discusión de aficionados a temas militares, detalles sobre ciertos temas que no se deberían haber comentado, todo por un yo sé más que tú (como parece que sucedió en el caso de esta escandalosa filtración). Por eso, muchos de estas páginas y chats son un verdadero filón para quienes trabajan en la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT, por sus siglas en inglés).

Todo ello, sumado a la actitud rusa de total cautela —en lenguaje cotidiano, que no se fían— y que, en el fondo, tampoco revelan nada específico sobre planes o movimientos futuros, hacen que sea factible que sean datos auténticos y, a la vez, una filtración interesada. No sería la primera vez que se usan este tipo de estratagemas. Recuerden la famosa Operación Carne Picada de 1943, en la que un cadáver apareció casualmente en aguas de Huelva con un maletín esposado a la muñeca que contenía detalles sobre planes de invasión aliados.

Foto: Beriev A-50U AEWC. (Wikimedia Commons)

Entre las novedades de los documentos filtrados hay uno que nos llama especialmente la atención, tanto porque confirma informaciones previas al respecto, como por su potencial impacto en la guerra. No es otra cosa que el detalle de que Ucrania se está quedando sin misiles antiaéreos y que sus reservas no llegarían al verano. Esto, que se deduce del contenido de varias imágenes de los documentos, afectaría a dos tipos de sistemas antiaéreos que, hoy en día, suponen la espina dorsal de su sombrilla antiaérea. Serían los sistemas Buk y, sobre todo, los S-300, que Ucrania está empleando con éxito para mantener a raya a la aviación rusa. De ser esto cierto, las consecuencias serían graves.

placeholder Lanzador S-300BG de Bulgaria. (Tourbillon)
Lanzador S-300BG de Bulgaria. (Tourbillon)

¿Se rompe el paraguas?

No es novedad si decimos que una de las causas de que la aviación rusa haya estado desaparecida en el primer año de conflicto ha sido la heterogénea pero eficaz defensa antiaérea ucraniana. Han sabido desplegar una sombrilla que cubre todas las amenazas hasta 150 km de distancia, aunque la mayoría de bajas de aeronaves rusas lo han sido por misiles de corto alcance. Los Manpads (sistemas portátiles con misiles tierra-aire que pueden ser disparados por un solo soldado), unos de origen soviético y otros muchos occidentales, han resultado letales. Pero también los sistemas antimisiles más complejos.

El Buk es instrumental para dominar una distancia corta–media, muy importante en los combates que se han desarrollado hasta la fecha. Mientras, la clave del S-300 es que era, hasta la llegada de los modernos sistemas occidentales, lo único que cubría el espacio aéreo a larga distancia y alta cota, por lo que su responsabilidad era mucha. Para los pilotos rusos, los S-300 ucranianos suponían una amenaza que no fueron capaces de eliminar al principio de la guerra y que ha acabado imponiéndoles unas enormes limitaciones operativas. Además, funcionan como arma de negación, es decir, su mera existencia supone que no se arriesguen aviones en determinadas misiones, por ejemplo, ataques a cotas medias y altas, donde se encontrarían a salvo de los peligrosos Manpads.

placeholder Sistema de defensa aéreo S-300 ruso. (Reuters)
Sistema de defensa aéreo S-300 ruso. (Reuters)

Esto los rusos lo han sabido desde el principio y, por eso, uno de sus objetivos con los ataques masivos con drones y misiles a ciudades e infraestructuras energéticas ha sido obligar a los ucranianos a utilizar de forma intensiva sus S-300. Para derribar un dron o un misil se pueden utilizar armas de corto alcance, pero se asume el riesgo de que, si se le combate a corta distancia y se falla, no habría una segunda oportunidad para detenerlo. Si este tipo de atacantes son detectados a gran distancia, ¿cómo tomar la decisión de no disparar un misil de largo alcance —más eficaces— y fiar todo a la defensa cercana? Esto suponiendo que el potencial objetivo, que a priori se desconoce, disponga de esas defensas de corto alcance dentro de rango.

Aquí enlazamos con los famosos documentos filtrados, pues en ellos se afirma que, al ritmo actual de disparos —unos 70 Buk y unos 180 S-300 al mes— para abril se habrían acabo los primeros y, para mayo, los segundos. De ser esto cierto, Ucrania se encontraría con un problema muy serio. Sin una fuerza aérea suficiente para enfrentarse a los Sukhoi rusos y sin cubrir ese importante hueco en el cielo, la aviación del Kremlin podría actuar casi a placer y cualquier intento de contraofensiva ucraniana estaría condenado al fracaso antes de empezar.

Pocas soluciones

El problema, como se ve, no estaría en el número de baterías o lanzadores. Antes del inicio de la guerra es posible que contaran con no más de 100 baterías, de las que entre 25 y 35 estarían todavía en acción. El verdadero problema está en el consumo de misiles, pues la guerra de Ucrania está demostrando que si a los conflictos simétricos también se les denomina de alta intensidad no es por casualidad.

La solución es tan simple como difícil. ¿De dónde sacar más misiles? Ucrania no los puede reponer por lo que, una vez más, la ayuda exterior es fundamental, en este caso, determinante. La solución de recurrir a antiguos usuarios de material soviético es complicada porque los mayores operadores, o bien apoyan la causa de Vladimir Putin como Irán, Venezuela o Siria; o bien se mantienen ambiguos, como India o Argelia. Sin embargo, se podrían obtener algunos recursos de Grecia o Bulgaria. Esta sería la primera medida a tomar.

placeholder Lanzador de misiles M903 PAC-2 del sistema Patriot. (Ejército EEUU)
Lanzador de misiles M903 PAC-2 del sistema Patriot. (Ejército EEUU)

La solución definitiva debería llegar por un mayor compromiso por parte de Estados Unidos y los aliados de la OTAN. Aunque ya se han enviado sistemas antiaéreos y de gran calidad, el número de baterías que se encuentran activas es demasiado pequeño para el reto al que deben enfrentarse. Además, el trabajo del S-300 solo se puede reemplazar por un puñado de sistemas, como el Patriot o SAMP/T. También el IRIS-T, pero solo en su versión de largo alcance.

De ellos, tan solo se encuentran activas dos baterías de Patriot, una de IRIS-T y una de SAMP/T, mientras que las fuentes norteamericanas estiman que se precisarían entre 28 y 30 baterías. Una cifra que, de ser real, significaría que el problema no solo es grave, sino muy difícil de solventar, salvo que esos datos se hayan preparados para consumo interno y se hayan sobrevalorado intencionadamente. El objetivo sería forzar a la clase política a nuevos paquetes de ayuda a Ucrania. Tampoco esto sería la primera vez que ocurre.

Más baterías de Patriot o de SAMP/T es lo ideal, pero no es una solución factible a corto plazo. Ambos tienen unas prestaciones muy superiores a los S-300 y, si llegaran en cantidades significativas, el problema caería del lado de Moscú, cuya aviación perdería la poca iniciativa que aspirase a recuperar. Del Patriot y del IRIS-T ya les hemos hablado. Los Patriot, con su gran alcance y precisión, son la apuesta más segura y la mejor opción.

placeholder Lanzador de misiles Nasams. (Ministerio Defensa Noruega)
Lanzador de misiles Nasams. (Ministerio Defensa Noruega)

El SAMP/T es menos conocido. Se trata de la versión terrestre del sistema naval de defensa antiaérea basado en la familia Aster. Son de diseño europeo y fabricados por la empresa Eurosam, un consorcio franco italiano donde participan MBDA y Thales. El SAMP/T emplea los Aster 30 Block 1, que utilizan un sofisticado sistema de guiado inercial con buscador por radar activo y tienen un alcance de 150 km.

¿FrankenSAM?

Además del envío directo de este tipo de sistemas, un desafío político y logístico en sí mismo, también se están barajando otras alternativas. Una de ellas sería un cambio doctrinal, en el sentido de dar prioridad la defensa con S-300 y Buk (SA-10 y SA-11 en designaciones OTAN) solo contra objetivos aéreos tácticos, dejando otros tipos de armas para combatir los drones. Algo que es más fácil de decir que de hacer.

Para solventar el problema de la escasez de misiles de corto–medio alcance, por un lado, se podrían complementar con más envíos de baterías NASAMS, sistemas eficaces entre 30-50 km. También hay otras soluciones más imaginativas, que irían encaminadas a la integración de misiles occidentales en lanzadores y sistemas ucranianos. En los citados documentos se menciona un nombre muy curioso: FrankenSAM. La idea sería integrar misiles Sea Sparrow en los lanzadores 9K37M1 de los Buk ucranianos. Un verdadero Frankenstein de la defensa aérea.

placeholder Lanzador Skyguard de misiles RIM-7. (玄史生)
Lanzador Skyguard de misiles RIM-7. (玄史生)

El Sea Sparrow (RIM-7) es una versión para defensa de buques basada en el AIM-7 Sparrow. Un efectivo sistema contra misiles antibuque que ha tenido mucho éxito y se sigue empleando en muchos países. Sin embargo, pese su modernización, ya se está reemplazando por sistemas más modernos, como los basados en el AMRAAM.

La integración de estos sistemas, aunque no inmediata, puede ser más sencilla de lo que pudiera parecer. Tanto los Buk como los RIM-7 comparten el mismo tipo de sistema de guiado por radar semiactivo, por lo que los radares de búsqueda y guiado ya están preparados para ello. Este tipo de guiado tiene prestaciones inferiores a los de radar activo (caso del Patriot o del Amraam), ya que obliga al radar terrestre a iluminar de manera permanente el objetivo, enviando los datos actualizados al misil durante su vuelo y, entre otras cosas, está más expuesto a los misiles antirradar y a las interferencias electrónicas. Soluciones de este tipo, sin embargo, serían más a largo plazo y el tiempo apremia si, tal como parece, se sigue pensando en una posible ofensiva ucraniana en unos meses.

No piensen que ahora Zelenski se olvidará de los F-16 y pedirá misiles. Querrá, con razón, disponer de ambos. Porque si los segundos no llegan en grandes cantidades y rápido, la única forma de combatir a los aviones rusos será hacerlo en el aire.

El conflicto en Ucrania no deja de depararnos sorpresas. Analistas y expertos llevan semana escrutando los aspectos estrictamente militares de la invasión, como las armas que Occidente está suministrando a Kiev, las pérdidas rusas en sus recientes ataques o la esperada contraofensiva de Kiev esta primavera, cuando ahora surge otro llamativo elemento a tomar en cuenta: las controvertidas filtraciones de supuestos documentos secretos del Pentágono. Sean auténticos o no —o parcialmente—, apuntan a escenarios verosímiles y no muy optimistas. Uno de ellos, de confirmarse, podría ser determinante para el futuro de la guerra. Las tropas ucranianas estarían al borde de agotar sus reservas de misiles antiaéreos.

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