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Golpe de efecto de EEUU en Ucrania: cómo los misiles Patriot pueden trastocar los planes rusos
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GUERRA A LAS PUERTAS DE EUROPA

Golpe de efecto de EEUU en Ucrania: cómo los misiles Patriot pueden trastocar los planes rusos

Todo parece indicar que se están ultimando los planes para enviar estos poderosos misiles a Kiev, algo hasta ahora impensable. Con ellos dentro de la ecuación, Rusia podría ver mermada su capacidad ofensiva

Foto: Lanzamiento de un misil Patriot PAC-3. (Lockheed Martin)
Lanzamiento de un misil Patriot PAC-3. (Lockheed Martin)
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Desde los primeros compases de la guerra en Ucrania, Estados Unidos ha estado realizando masivos envíos de armamento a Ucrania. El arsenal puesto sobre el terreno es enorme y cada vez más sofisticado, aunque todo le siga pareciendo poco a un Zelenski, que no deja de solicitar más, incluidas aquellas que hasta ahora parecían un tema tabú. Ahora, una de esas armas vetadas, parece estar a punto de viajar hacia el frente. Se trata del sistema Patriot, una sofisticada arma antiaérea que puede dar al traste con los planes de Putin.

La noticia ha sido recogida por varios medios norteamericanos desde hace unos días, que apuntan que la administración Biden estaría ultimando los detalles para facilitar a Kiev estos mortíferos recursos. Aunque no se ha concretado un número de baterías de este sistema antiaéreo, todo indica que la entrega se produciría con efecto inmediato. El envío, todavía pendiente de aprobación final, significaría un cambio muy importante de actitud.

Este sistema es muy sofisticado, avanzado y potente. Su nivel de eficacia es altísimo y supondría una amenaza de primer nivel para la aviación rusa. Sin embargo, para entender bien el alcance y significado de esta medida, es conveniente recordar las circunstancias que se han vivido a lo largo de la guerra y su influencia en el envío de armas.

placeholder Lanzador de misiles M903 PAC-2 del sistema Patriot. (US Army)
Lanzador de misiles M903 PAC-2 del sistema Patriot. (US Army)

Enviar misiles tácticos de largo alcance como el ATACMS o sistemas antiaéreos muy sofisticados y también de largo alcance, eran algo que parecía que Washington estaba decidido a evitar. Algunas de las razones para ello no resultan fáciles de entender. Por un lado, los motivos de la negativa americana se centraban en una voluntad de no escalar el conflicto, es decir, no dar razones a Rusia para hablar de una tercera guerra mundial. Por ello, y pese a la mucha insistencia desde Kiev, se han mostrado reacios al envío de los ATACMS.

Esta voluntad de no dar motivos a Rusia para que hable de guerra total o cosas aún peores, se basa en no facilitar armas que permitan atacar su propio territorio. Pero en el fondo, si se analiza con frialdad, no deja de parecer extraño, cuando hay un país invadido por otro, es bombardeado con misiles y artillería en la mayoría de sus ciudades y se producen miles de civiles muertos. Este límite político a la respuesta contra el agresor suena como si en una pelea callejera, al que va perdiendo le dices que se defienda, pero no mucho.

Sistemas antiaéreos de largo alcance

Una de las primeras cosas en las que el presidente ucraniano insistió ante la OTAN fue pedir una zona de exclusión aérea. Esto consiste en establecer un área determinada – que podría haber incluido todo su territorio – sobre la que se niega el vuelo de aeronaves. Con ello, se pensaba entonces, se podría detener a las tropas rusas al privarlas de su vector aéreo.

placeholder Centro de mando norteamericano. (US DoD)
Centro de mando norteamericano. (US DoD)

Sin embargo, una zona de exclusión aérea solo es de utilidad si se actúa contra cualquier avión que hubiera violado el espacio restringido y eso se logra con aviones o sistemas antiaéreos que habrían tenido que atacar cualquier aeronave no autorizada. La OTAN, con toda la lógica, se opuso. Hubiera significado un enfrentamiento directo con Rusia y hubiese elevado el conflicto de una dimensión local a otra internacional, mucho más peligrosa.

Descartada esta opción, no hubiera tenido mucho sentido facilitar armas antiaéreas de largo alcance. Todo el mundo sabía que eso significaba, en la práctica, una negativa tajante al envío de baterías Patriot, justo lo que a Zelenski le hubiera gustado recibir, sobre todo en la primera fase.

El criterio parece haber cambiado y el porqué de ello es complejo. En ocasiones anteriores les hemos tratado de explicar el fracaso de la aviación rusa a la hora de obtener el control del espacio aéreo. Vimos muchas razones, pero una de las más importantes y evidentes, era la eficaz sombrilla antiaérea desplegada por Ucrania. También vimos cómo el cambio de estrategia ruso, a la hora de centrar sus acciones ofensivas en ataques con misiles de crucero y drones suicidas a infraestructuras civiles, podía tener un importante efecto si conseguía agotar los arsenales ucranianos de largo y medio alcance, sus S-300 y Buk.

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Como se ve en la imagen, el lanzador de misiles Patriot es de un tamaño considerable. (US Army)

Esta estrategia podría estar dando sus frutos y es posible que también se trate de uno de los motivos que justifican no solo el envío en sí, sino las prisas por hacer llegar las nuevas baterías. No sería descabellado pensar que los ucranianos ya tengan sus propias reservas en mínimos.

El Patriot, como luego veremos, es un sistema muy eficaz, pero conlleva un coste que se paga no solo en dinero, sino en complejidad. No es nada sencillo y requiere un personal numeroso y muy bien adiestrado. El mantenimiento es delicado y partes de su sistema, como es el caso del radar de búsqueda, requiere una elevada especialización. Esto, como es lógico, choca con las prisas. No es posible disponer de personal ucraniano formado en cuestión de un par de semanas, lo que lleva a pensar que, o bien la urgencia no es tal o, lo más probable, la situación ya se estaba contemplando y se ha estado realizando un adiestramiento de personal ucraniano con antelación.

El MIM-104 Patriot

Es un sistema antiaéreo en servicio desde principios de los años ochenta, pero sigue siendo uno de los mejores del mundo gracias a su constante evolución. Está diseñado para atacar objetivos a larga distancia y gran altitud y es el principal elemento terrestre para defensa contra misiles balísticos. Se encuentra muy extendido entre los países de la OTAN, entre ellos España, que cuenta con tres baterías adquiridas de segunda mano a Alemania.

Foto: Un tanque cubierto de nieve en Járkov el pasado noviembre. (EFE/Sergey Kozlov)

El sistema es móvil, relativamente fácil de trasladar y desplegar, tanto por vía aérea como terrestre, al ir todos sus componentes sobre plataformas de ruedas. Cada batería consta de cuatro o seis lanzadores M903, a los que se añade el vehículo del radar, una estación de control AN/MSQ-132, uno o dos conjuntos de antenas de comunicaciones (depende del despliegue) y un vehículo de generación eléctrica independiente, con dos generadores de 150 kW cada uno, que se encargan de alimentar al radar.

La clave del sistema está en el radar. Se trata del AN/MPQ-65, un modelo del tipo PESA (Pasive Electronically Scanned Array) o de antenas en fase, cuya característica distintiva es que utiliza una antena plana que no se mueve, a diferencia de los radares tradicionales cuyas antenas rotan realizando barridos. En este tipo el barrido equivalente se realiza de forma electrónica.

Lo peculiar del radar del Patriot es que una única unidad se encarga de todas las funciones que, en otros sistemas equivalentes, pero no tan sofisticados (como los S-300, por ejemplo), precisan de varios radares diferentes. El AN/MPQ-65 realiza tanto la función de búsqueda como la de identificación de objetivos así como el control y guiado de los misiles. Para ello la unidad incorpora tanto la antena principal para búsqueda (la de mayor tamaño), como equipos de IFF (discrimina amigos de enemigos), unidad de iluminación, que mantiene el objetivo bajo un estrecho haz de radar y unidad de seguimiento, que controla los misiles lanzados.

placeholder Imagen de un puesto de mando norteamericano. (US Army)
Imagen de un puesto de mando norteamericano. (US Army)

Como ya habrán podido adivinar por las características del radar, el sistema de guiado es por radar semiactivo (SARH) pero con recepción de señales desde tierra. Esto significa que el radar terrestre localiza e ilumina el objetivo en vuelo, mientras que el misil dispone de un receptor en su parte frontal que detecta la onda reflejada por el radar de iluminación (diferente onda de la de búsqueda). Con esta señal se dirige al objetivo.

Esta sería la forma de atacar de sistemas guiados por SARH normal, como podría ser el Hawk o los S-300 y S-400. La particularidad del Patriot es que el misil continuamente envía su posición al centro de control en tierra y este le devuelve instrucciones de guiado para dirigirle con precisión al punto de impacto. Es decir, el sistema calcula, con los datos de trayectoria y velocidad del objetivo, donde se encontrará el punto de impacto. Esta es la clave que capacita al Patriot para atacar los ICBM nucleares.

Como decíamos, el sistema ha sufrido muchas evoluciones. Todo lo anterior respecto al sistema de guiado es para la versión denominada PAC-2 (Patriot Advanced Capability), pero la siguiente evolución, PAC-3 o MIM-104F, utiliza un sistema de guiado por radar activo, en la que el misil dispone de su propio radar y se puede guiar de manera autónoma hacia el objetivo. Ambas versiones 2 y 3 son las más utilizadas en la actualidad. La PAC-2 emplea grandes unidades de más de 5 metros de largo y casi una tonelada de peso, con un alcance superior a los 160 km. Los PAC-3, en cambio, son casi igual de largos aunque mucho más livianos, con menos de 400 kg y alcance de más de 30 km. Esto permite que si un lanzador normal de PAC-2 lleva cuatro contenedores con cuatro misiles, el de PAC-3 en el mismo espacio disponga de cuatro contenedores con 16 unidades.

Puntos débiles y respuesta rusa

El sistema es muy eficaz y mortífero, pero todo tiene un precio. El del sistema Patriot es cualquier cosa menos barato. Una batería, con cuatro lanzadores y una dotación estándar de misiles viene a costar más de 500 millones de dólares. Un solo misil puede rondar el millón, por lo que está claro que derribar un objetivo enemigo no es barato. Esto, pese a la enorme capacidad de su radar para discriminar e identificar objetivos, obligará sin duda a priorizar contra qué disparar, lo que no es una decisión sencilla. Pero no es su única debilidad.

placeholder Radar ANMPQ-65 junto al vehículo de comunicaciones. (US Army)
Radar ANMPQ-65 junto al vehículo de comunicaciones. (US Army)

De la mera descripción del conjunto que implica una batería de este sistema, queda claro que, pese a su facilidad de traslado, no son elementos que se puedan cambiar de emplazamiento con facilidad. Requieren mucho personal y están pensados para actuar desde emplazamientos fijos. Además, la enorme capacidad de su radar más el flujo de comunicaciones entre sus distintos elementos, hace que sean bastante indiscretos y sus posiciones relativamente fáciles de localizar. Esto supone una indiscutible vulnerabilidad, por mucho que el conjunto del radar disponga también de sus propios sistemas de guerra electrónica y contramedidas incorporadas.

Además, las propias baterías de Patriot se convertirán de inmediato en el objetivo prioritario de los ataques rusos y se deben estar preparando, porque se sabe que sus aviones de combate últimamente están intensificando sus salidas armados con misiles antirradiación del tipo Kh-58 (o AS-11 Kilter en denominación OTAN), un ingenio equivalente en funcionamiento y alcances al norteamericano AGM-88 HARM.

Para los rusos supone una amenaza de primer nivel. Si tras el previsible agotamiento del arsenal ucraniano de S-300 y Buk, su aviación tenía ciertas expectativas de recuperar el control de las operaciones a alta cota, con esto se les han acabado de golpe. Con un Patriot en activo, cualquier avión ruso que vuele dentro de los 150 km de su radio de acción será enviado al suelo. Por descontado que no se sabe cuál será la versión de misiles que, en su caso, se enviarán a Ucrania, pero sea la que sea, la aviación rusa tendrá que pensarse muy bien si ataca y cómo lo hace. En cualquier caso, plantar estas baterías en Ucrania supone otro peldaño más en esa escalada a la que los norteamericanos parecían tan reacios.

Desde los primeros compases de la guerra en Ucrania, Estados Unidos ha estado realizando masivos envíos de armamento a Ucrania. El arsenal puesto sobre el terreno es enorme y cada vez más sofisticado, aunque todo le siga pareciendo poco a un Zelenski, que no deja de solicitar más, incluidas aquellas que hasta ahora parecían un tema tabú. Ahora, una de esas armas vetadas, parece estar a punto de viajar hacia el frente. Se trata del sistema Patriot, una sofisticada arma antiaérea que puede dar al traste con los planes de Putin.

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