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Más madera para Ucrania: así son las letales bombas JDAM que EEUU ha enviado a Kiev
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CÓMO MANTENER LA GUERRA CALIENTE

Más madera para Ucrania: así son las letales bombas JDAM que EEUU ha enviado a Kiev

Zelenski ha vuelto de Washington con los Patriot debajo del brazo, algo que venía pidiendo desde el inicio de la guerra. Todo apunta a que las siguientes armas que recibirán serán las JDAM, tan peculiares como peligrosas

Foto: Un GBU-32 JDAM de 1.000 libras (450 kg) durante unas maniobras. (Lockheed Martin/Andy Wolfe)
Un GBU-32 JDAM de 1.000 libras (450 kg) durante unas maniobras. (Lockheed Martin/Andy Wolfe)

Mientras Putin espera que la guerra se congele para ganar tiempo y recuperar efectivos, la llegada de nuevas armas a Ucrania continúa. Es el caso de los misiles Patriot, cuyo envío ya se ha confirmado, pero también de las bombas JDAM (Munición de Ataque Directo Conjunto, por sus siglas en inglés), un arma muy precisa, eficaz y letal que dará nuevos quebraderos de cabeza a los comandantes rusos. Aunque el frente está quieto, no hay día en que cada bando provoque algún titular para mantener caliente el conflicto.

Vladímir Putin está entrando en una guerra de gestos y amenazas, algo que tampoco le viene nada mal a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, que necesita que la guerra siga estando en las cabeceras de periódicos y telediarios. El primer gesto fue la visita del líder ruso a Minsk, aderezada con importantes adiestramientos de tropas bielorrusas y el envío, quizás convenientemente filtrado, de trenes cargados de carros de combate T-90 dirigiéndose al oeste. Pero más efectista —y fructífera— ha sido la visita de Zelenski a Washington.

Foto: Lanzamiento de un misil Patriot PAC-3. (Lockheed Martin)

Lo ocurrido en Bielorrusia suena a amenaza, aunque parece difícil que llegue a materializarse. Por un lado, el vecino de Rusia dispone de un ejército aún peor pertrechado y adiestrado, dotado con material anticuado y, lo peor, con una población y unos mandos militares que de manera mayoritaria no apoyan ni la guerra ni al presidente del país, Aleksandr Lukashenko. Por otra parte, la apertura de un segundo frente por el norte podría venir muy bien para los planes de Putin, pero es muy complicado que ocurra.

A las deficiencias militares bielorrusas se une un hecho clave. Esa frontera ha sido preparada con defensas y campos de minas, además de que el curso del río Pripiat, que delimita en buena parte ambos países, provoca unas zonas inundadas y húmedas muy complicadas para el tránsito de unidades mecanizadas. Esto hace que parezca, como mucho, un intento por fijar tropas ucranianas y detraerlas de otros lugares del frente.

placeholder Vladímir Putin y Alexander Lukashenko durante el encuentro de este lunes. (Sputnik)
Vladímir Putin y Alexander Lukashenko durante el encuentro de este lunes. (Sputnik)

Por el contrario, da la impresión de que el encuentro de Zelenski con Joe Biden ha sido mucho más productivo. El ucraniano se vuelve con los Patriot debajo del brazo, algo que venía pidiendo desde el inicio de la guerra, así como con renovados compromisos de paquetes de ayuda y armas.

Por lo demás, Ucrania se ha convertido en una especie de ‘todo a cien’ de la guerra, un verdadero bazar donde se puede encontrar casi de todo. La diversidad de armamento que han recibido es enorme y, aunque en algunos casos haya llegado en cantidades pequeñas, están sabiendo sacarle partido a todo, pese a las dificultades de adiestramiento y logística que entraña. De momento, lo siguiente que parece que les va a llegar son las JDAM, unas bombas un tanto peculiares.

La 'bomba no bomba'

Lo más interesante de las JDAM es que en realidad no son bombas, sino un kit que se acopla al cuerpo de otra de tipo convencional no guiada lanzada desde un avión. Además, incorpora un sistema de guiado que convierte, de una manera sencilla y barata, una bomba de caída libre en otra guiada y de muy alta precisión.

La diferencia entre las bombas guiadas y las de caída libre (‘bombas tontas’) es obvia. Las primeras, más caras, incluyen un elemento de guiado que puede ser de varios tipos —principalmente láser, infrarrojos o GPS—, mientras que las segundas se lanzan sin guía, pero son baratas. Es de sobra conocido que, para destruir un objetivo concreto (sobre todo si es valioso), resulta mucho más rentable utilizar un arma guiada, aunque su precio sea superior, pues puede que se necesiten muchas de las no guiadas para garantizar su destrucción. En cambio, si lo que se desea es atacar un área concreta —por ejemplo, una concentración de vehículos o tropas— puede interesar utilizar bombas de caída libre, que tienen un coste inferior y destruyen todo lo que no esté protegido en los alrededores.

El kit incluye un conjunto de cola que se acopla al cuerpo de la bomba y que, a su vez, incorpora un sistema de guiado inercial y por GPS, además de unas aletas que se encargan de dirigir el vuelo. Sin embargo, no hay ningún tipo de propulsión adicional. Las posibilidades que permite este kit hacen que el conjunto modificado se comporte de un modo muy distinto. Las de caída libre se lanzan en la dirección de vuelo del avión y no tienen un elevado alcance; es decir, el avión que las lanza debe pasar cerca del objetivo —a alta cota lanzando desde más lejos, a baja cota, desde más cerca— y utilizando bombas frenadas, algo que permite los lanzamientos incluso a muy baja cota, más seguros para el avión lanzador. Pero nunca son ataques de precisión.

Un lío de denominaciones

Si hay una bomba extendida por todo el mundo, barata, fácil de fabricar y conocida hasta la saciedad, es la familia Mk 82. Las hay en múltiples variantes, desde la propia Mk 82 con 500 libras de peso (casi 250 kg) a las más pesadas, Mk 83 y Mk 84, de 1.000 y 2.000 libras respectivamente. Todas ellas tienen idéntico diseño y concepto, pero solo varían en su peso, que es lo mismo que decir su potencia destructiva. Todas estas denominaciones se prestan con facilidad a la confusión. Además de por el propio nombre, en función del tipo de explosivo interno y otros detalles las MK 82 también se denominan BLU —o Bomb Live Unit— siendo la Mk 84 equivalente a la BLU-109, la Mk 83 a la BLU-110 y la Mk 82 a la BLU-111.

Esto de modificar cuerpos de la familia Mk 82 es muy corriente. Así, por ejemplo, cuando se busca una bomba guiada por láser, a estos mismos cuerpos de la familia Mk 82 (o BLU) se acoplan unos kits que consisten en un elemento de guiado con receptor láser en el morro, más una cola con aletas. El conjunto pasa a denominarse GBU-12 (con cuerpo de Mk 82), GBU-16 (con MK 83) y GBU-10 (con MK 84). Todas ellas muy comunes y conocidas, utilizadas también por España en sus versiones más ligeras.

placeholder Preparando una GBU-32 (JDAM) para su carga en un F-22. (USAF)
Preparando una GBU-32 (JDAM) para su carga en un F-22. (USAF)

Con el kit JDAM ocurre lo mismo. Acoplado al cuerpo de una Mk 82 se obtiene la GBU-38, con un peso total de 590 libras (268 kg). Si se hace con la Mk 83, pasa a denominarse GBU-32, con 1.013 libras (459 kg); y si se utiliza la Mk 84, se obtiene la GBU-31, con 2.115 libras (959 kg). España es también usuario de la JDAM, lo utilizan los Harrier de la Armada, aunque solo del modelo GBU-38.

También existe una versión en la que se unen el guiado láser con los propios de la JDAM, dando lugar a las denominadas LJDAM o Láser JDAM, sin más que añadir en el morro un sensor láser DSU-38. Con este añadido a una JDAM basada en la MK 82 o BLU-111, se obtiene la GBU-54, que también utilizan los Harrier españoles. Con idéntica filosofía existe la GBU-56, que utiliza el cuerpo de la Mk-83 o BLU-110.

Características letales

El kit JDAM proporciona unas increíbles capacidades de ataque de precisión a un coste que, en términos de lo que estamos acostumbrados a ver (un millón de dólares por cada misil Patriot, por ejemplo), resulta casi ridículo. Cada kit cuesta entre 25.000 y 30.000 dólares, mientras que un cuerpo de Mk 82 está en el entorno de los 5.000 dólares.

Además, las posibilidades de empleo de las JDAM son amplias. El guiado por GPS permite atacar objetivos con solo introducir sus coordenadas, bien en tierra o bien desde el propio avión, por lo que el atacante puede salir de patrulla y, durante el vuelo, introducir las coordenadas del objetivo que le hayan asignado o él mismo haya localizado. La precisión es enorme y está ampliamente comprobada, incluso en el caso de que durante su vuelo se perdiera la señal de GPS, pues el sistema inercial de respaldo asegura que alcanzaría el objetivo con una precisión menor, pero aceptable.

placeholder Montaje de una JDAM real, con cuerpo de BLU-111 y espoleta de proximidad DSU-33 en un Harrier español. (Juanjo Fernández)
Montaje de una JDAM real, con cuerpo de BLU-111 y espoleta de proximidad DSU-33 en un Harrier español. (Juanjo Fernández)

Hay una ventaja adicional: el control del tiempo que proporciona el GPS. Con ello, se puede programar el momento en que se produzca el impacto sobre el objetivo; es decir, se puede hacer que el tiempo de vuelo sea mayor o menor. Además, es posible establecer ángulos de caída sobre el objetivo, lo que permite atacar con eficacia posiciones fortificadas, haciendo que la JDAM impacte en vertical sobre el bunker, lo que facilita que penetre y explote en su interior con una sencilla espoleta de retardo.

La ventaja de estas armas, que le darían a los pilotos ucranianos unas buenas oportunidades de ataque, se basa en dos factores. El primero es que se puede atacar a distancias de hasta 30 km, alcance que la propia bomba cubre en su vuelo con guiado autónomo, aunque esto depende bastante de la altura y velocidad en el lanzamiento. El segundo factor es que no precisa de ninguna intervención posterior al lanzamiento. El avión no necesita siquiera lanzarla en la dirección del objetivo (como en el caso de las de caída libre) y una vez soltada, el caza puede adoptar maniobras evasivas o caer en picado a muy baja cota para esconderse en el terreno.

placeholder Bomba JDAM inerte (para prácticas) bajo un Harrier español. (Juanjo Fernández)
Bomba JDAM inerte (para prácticas) bajo un Harrier español. (Juanjo Fernández)

Con estas nuevas armas la aviación de Zelenski puede volverse muy peligrosa. Sus aviones pueden acercarse a la línea del frente en un perfil de vuelo a muy baja cota, menos de 200 pies (unos 60 m), como hacen ahora, para evitar radares y misiles rusos de largo alcance. Cerca de su objetivo realizarían una brusca trepada hasta una cota del entorno de los 15.000 pies (unos 4.500 m) o más, para lanzar durante la trepada, una maniobra que se denomina lanzamiento en pop-up. De esta manera, la bomba sigue una trayectoria ascendente durante un tiempo, para luego caer en vuelo guiado hacia su objetivo. De inmediato, el avión volvería a bajar a ras de suelo, sin dar tiempo a que las defensas antiaéreas reaccionen, y se retiraría. Arriesgado, pero eficaz.

Estas nuevas armas pueden ser muy útiles en un momento en que los ucranianos necesiten pasar a la ofensiva, sobre todo, habida cuenta de las fortificaciones que los rusos están realizando en varias áreas del frente. Entre las dificultades está el hecho de que sería necesaria una integración en los aviones ucranianos, pero a la vista de lo fácil (al menos en apariencia) que resultó integrar el misil antirradar HARM, algo mucho más complejo, integrar las JDAM no debería plantear ningún problema.

Mientras Putin espera que la guerra se congele para ganar tiempo y recuperar efectivos, la llegada de nuevas armas a Ucrania continúa. Es el caso de los misiles Patriot, cuyo envío ya se ha confirmado, pero también de las bombas JDAM (Munición de Ataque Directo Conjunto, por sus siglas en inglés), un arma muy precisa, eficaz y letal que dará nuevos quebraderos de cabeza a los comandantes rusos. Aunque el frente está quieto, no hay día en que cada bando provoque algún titular para mantener caliente el conflicto.

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