Macron levanta polémica en la UE y EEUU… Pero China se frota las manos

"Europa debe reducir su dependencia de Estados Unidos y evitar verse arrastrada a una confrontación entre China y Estados Unidos por Taiwán (…) Si las tensiones entre las dos superpotencias se calientan… no tendremos tiempo ni recursos para financiar nuestra autonomía estratégica y nos convertiremos en vasallos", dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en una entrevista con la revista Politico y el periódico Les Echos tras concluir una muy amigable visita oficial de tres días que ha realizado en China.

Las palabras del mandatario galo, que ha reafirmado después en diversas declaraciones, han generado una enorme polémica en todo el mundo. Intentar descifrarlas es sencillo viendo a quien le han entusiasmado, quien las critica y quien las apoya en parte, pero señala la "inoportunidad" del momento.

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En China, donde al presidente francés fue recibido con grandes honores y al que se le ha dado un trato especial y diferente al dado a otros mandatarios, es donde han gustado.

En el People`s Daily, periódico oficial del Partido Comunista de China, dicen que "la visita de Estado del presidente francés Emmanuel Macron a China la semana pasada ha sido aplaudida como un gran éxito en la promoción de la paz y la cooperación".

Esa es una visión compartida por toda la esfera mediática, diplomática y propagandística china que ha visto en las palabras del francés una posible brecha en el por ahora unido bloque occidental generado en torno a la Guerra de Ucrania.

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La relación de la Unión Europea y Estados Unidos está siempre en el punto de mira de los chinos: "El conservador historiador estadounidense Robert Kagan describió una vez la relación entre Estados Unidos y Europa de la siguiente manera: los estadounidenses son de Marte, la parte dominante, mientras que los europeos son de Venus, la parte más débil. Los estadounidenses se encargan de cocinar, mientras que los europeos se encargan de lavar los platos. La proclamada alianza de amistad por Washington implica que Europa debe depender y someterse completamente a la hegemonía estadounidense, sin ningún respeto ni igualdad", señala un editorial del periódico oficialista Global Times chino, que se titula "¿Qué colas han pisado las palabras ciertas de Macron?".

El medio, fascinado con lo que llaman Gaullismo, en referencia al expresidente francés Charles de Gaulle, que ya abogara por una mayor independencia de EEUU, le marca a Europa la senda a seguir: "Europa no perderá amigos por apegarse a la autonomía estratégica, sino que solo ganará más respeto y tendrá la capacidad de mantener mejor sus intereses y equilibrio estratégico en la arena internacional (…) Una vez más, Europa se encuentra en una coyuntura histórica. Ya sea para revisar y llevar adelante el gaullismo o elegir la confrontación, creemos que el continente tomará la decisión correcta".

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A no muchos kilómetros de todas esas alabanzas, con solo un estrecho de mar de por medio, las palabras del francés en las que parece apuntar a que el problema de Taiwán es un asunto que a Europa no le concierne, han generado menos entusiasmo. "¿Ha pasado de moda lo de la libertad, igualdad y fraternidad?", expresaba el parlamentario taiwanés Yo Si-kun, miembro del gubernamental Partido Democrático Progresista. "¿Pueden los países democráticos avanzados ignorar las vidas y muertes de personas en otros países? Las acciones del presidente Macron, una democracia internacional líder, me dejan perplejo", sentenció uno de los fundadores de una formación política que apuesta por la independencia.

Diplomático bofetón de Borrell

Básicamente, las palabras de Macron parecen apuntar a que Europa tenga en política internacional una voz propia distinta de la de Washington, se coloque en una posición intermedia en la guerra entre EEUU y China, no se inmiscuya en lo que sucede en Taiwán y se centre en convertirse en una tercera superpotencia que tenga intereses e identidad propia. Concepto, el de identidad, que ha repetido el francés el 12 de abril en La Haya: "Identidad y soberanía están entrelazadas. Si aceptas perder tu soberanía, si aceptas depender de otros poderes, te pones en una situación de no decidir por ti mismo, y de no ser el encargado precisamente de seguir preservando y desarrollando tu identidad".

¿Cuál es la identidad europea de la que habla Macron? Europa es una complicadísima realidad de 27 estados miembros con intereses propios muchas veces enfrentados. En la visita oficial a China, Macron invitó a que la acompañara la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que parece más combativa con China que el francés: "Nuestra reunión conjunta con el presidente Xi es una oportunidad para abordar los desequilibrios en nuestras relaciones económicas y analizar la cooperación en temas globales apremiantes como la guerra de Rusia y el cambio climático global", señaló la alemana.

¿Quién marca las líneas de la política exterior europea? ¿Macron o Von der Leyen? Josep Borrell, máximo representante de la diplomacia europea, ha debido suspender su visita a China por tener Covid, pero ha publicado el discurso que pensaba dar en el Centre for China and Globalization. "No estoy aquí para dar lecciones o consejos a China. Tengo demasiado respeto por su independencia y soberanía. Sin embargo, me gustaría decir esto amigablemente: será extremadamente difícil, si no imposible, que la Unión Europea mantenga una relación de confianza con China, lo cual me gustaría ver, si China no contribuye a la búsqueda por una solución política basada en la retirada de Rusia del territorio ucraniano. La neutralidad ante la violación del derecho internacional no es creíble", dice uno de los párrafos del discurso del más alto representante diplomático de la UE.

Borrell entra también en el candente tema de Taiwán y dice lo mismo pero diferente que Macrón. "Sé que desde su punto de vista un tema clave es Taiwán. Soy plenamente consciente de esto. Sobre este tema, debe saber que la posición de la Unión Europea es coherente y clara. No ha cambiado. Seguimos fundamentalmente comprometidos con la Política de una China. No vemos ninguna razón para cuestionarlo. Debemos bajar la tensión, evitar los arrebatos verbales o provocaciones que solo pueden alimentar la desconfianza. Sin embargo, cualquier intento de cambiar el statu quo por la fuerza sería inaceptable".

¿Qué es una China? ¿Qué es inaceptable para Europa? ¿Es lo mismo para Borrrel que para Macron? ¿Una China significa que Taiwán no puede ser independiente o que Taiwán debe renunciar al viaje aspiración a la que ya renunció hace tiempo de ser la verdadera China? ¿Inaceptable significa que Europa sancionaría un ataque chino y ayudaría militarmente a Taiwán como está haciendo con Ucrania o es más lo de un "profundamente preocupado" que se dice en las votaciones inservibles de la ONU?

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Europa parece tener muchas voces en su política exterior. "Algunos líderes occidentales sueñan con la cooperación con todos, con Rusia y con algunas potencias en el Lejano Oriente", ha dicho el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michael, ha dicho: "Sobre el tema de la relación con Estados Unidos, está claro que puede haber matices y sensibilidades en la mesa del Consejo Europeo. Algunos líderes europeos no dirían las cosas de la misma manera que lo hizo Emmanuel Macron, pero creo que bastantes realmente piensan como Emmanuel Macron”.

Las palabras del presidente galo, en medio de una guerra abierta en Europa cuyo coste está sosteniendo principalmente Estados Unidos, han sido más que erradas inoportunas para muchos analistas. Pero sobre todo son la muestra de que el mayor reto al que se enfrenta Europa es el de tener una unidad política que permita ser esa tercera superpotencia real que reclama Macron. Esa debilidad es conocida en China, que sabe que la UE no tienen siquiera una idea común de cómo relacionarse con ellos.

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"A los 27 miembros del bloque les resulta notoriamente difícil forjar un enfoque consolidado para la segunda economía más grande del mundo, que es su mayor socio comercial, incluso cuando se la clasifica como un rival sistémico", explica un artículo en el South China Morning Post.

Macron intentó en China hablar por Europa. Sus palabras no parecen representar las sensibilidades de algunos gobiernos europeos, especialmente en todo el bloque del este, que ante la amenaza rusa necesita ahora más que nunca el paraguas de Washington. Pero Macron salió de Francia con las calles ardiendo y su popularidad por los suelos ante la oposición a su reforma de las pensiones, y se pegó en China hasta un baño de multitudes en la Universidad Sun Yat-sen de Guangzhou. "Te quiero Macron", le gritaron durante su aclamada intervención desde el público. Ese día, el Gobierno chino publicaba una bucólica imagen en la que en unos bellos jardines el presidente Xi Jinping levanta su mano derecha estirada y señala el horizonte. Macron, con las manos en los bolsillos, mira allí también.