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Qué hay de nuevo y qué de viejo en el escándalo de Macron respecto a Taiwán y China
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China rodea la isla

Qué hay de nuevo y qué de viejo en el escándalo de Macron respecto a Taiwán y China

El presidente francés ha provocado un enorme revuelo con sus declaraciones tras un viaje a China, pero lo cierto es que muchas de sus ideas son viejas y ya se han dicho

Foto: China realiza ejercicios militares en torno al estrecho de Taiwán. (EFE/Wu Hao)
China realiza ejercicios militares en torno al estrecho de Taiwán. (EFE/Wu Hao)

Emmanuel Macron, presidente francés, ha provocado un gran revuelo en las últimas horas por dos entrevistas ofrecidas al medio comunitario Politico y al francés Les Echos tras su visita a China. En ellas, el líder galo advertía de que Europa no debía quedar "atrapada" en crisis que "no son las nuestras". Aparte, hizo referencia a que no iba en el interés europeo alimentar la creciente tensión entre Estados Unidos y China respecto a Taiwán. También pedía que Europa protegiera su autonomía e intentara emerger como un tercer actor global entre Washington y Pekín, evitando hacer seguidismo de las posiciones norteamericanas en política exterior, incluso utilizando el término "vasallos". Las declaraciones han provocado un importante enfado en Washington y también en algunas capitales de Europa Central y del Este.

Ya la visita de Macron a Pekín había generado un arqueo de cejas generalizado en los días en los que duró. París había sido crítica con un viaje a China hecho en noviembre de 2022 por Olaf Scholz, canciller alemán, siendo el primer líder occidental en visitar a Xi Jinping tras su inédita reelección como presidente chino. Pero el viaje de Macron ha sido más largo, acompañado de una gran delegación de empresarios —algo que también hizo Scholz— y con anuncios de acuerdos con Airbus incluidos, todo solamente unos días después de que Xi estrechara la mano de Vladímir Putin, presidente ruso, y no hiciera siquiera el amago de ejercer un papel serio como posible mediador.

Foto: Una niña sostiene una bandera ucraniana para mostrar su apoyo a Ucrania y conmemorar el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania en Taipéi. (Reuters/Ann Wang)

Además, el presidente galo se había dejado cortejar por un equipo del presidente chino que sabía cómo encandilarlo: majestuosidad, recepciones pomposas y grandes muestras de afecto por parte de Xi que eran guiños a ese orgullo monárquico de los presidentes franceses. En la corte de Pekín, saben que ningún líder europeo puede resistirse a la tentación de ser mimado por el gigante asiático, y menos todavía un líder francés.

Lo viejo

Pero si su visita había provocado suspicacias, han sido sus mensajes a Politico y Les Echos los que han hecho que evolucionen hacia críticas abiertas. No son solamente las declaraciones respecto a Taiwán, sino la idea de situar a Estados Unidos en una especie de equivalencia respecto a China, tanto en esa cuestión como en el debate más amplio de la autonomía y soberanía de Europa, lo que ha hecho que muchos se enfaden. Sin embargo, ¿qué hay de nuevo en lo que ha señalado Macron durante dicha entrevista? La realidad es que a nadie debería sorprender muchos de los mensajes lanzados por el líder galo, porque muchos de ellos se llevan escuchando desde hace muchos años o décadas.

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Aunque en los últimos tiempos, y debido a las lecciones aprendidas durante la guerra de Ucrania, la Unión Europea ha centrado parte de su esfuerzo en pensar y debatir sobre las dependencias del bloque respecto a China, tradicionalmente la idea de la "autonomía estratégica" se ha enfocado hacia Estados Unidos, porque normalmente se ha vinculado con la idea de la autonomía en materia de seguridad y defensa, por lo que el agente respecto al que había que lograr cierta independencia era la OTAN, una organización en la que Washington es el patrón indiscutible.

La de la autonomía estratégica es una idea profundamente francesa, impulsada por París desde hace tiempo y rechazada por los socios nórdicos y del este desde el principio. Se trata de una iniciativa enraizada en una profunda tradición gaullista. Está en la naturaleza de Francia el mantener una relación siempre tensa con Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. El ser la única potencia nuclear en la actual Unión, tras la salida de Reino Unido, ha reforzado esa sensación en París de ser la voz europea en materia de seguridad, un rol que no le reconocen el resto de socios. En Bruselas, la idea de la autonomía estratégica se ha convertido en una de las prioridades, aunque en los últimos tiempos se le ha añadido el adjetivo abierta, para intentar contentar a otros miembros de la UE. El equipo de Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad, presentó en 2022 su Brújula Estratégica para lograr una mayor autonomía de la Unión.

Foto: Emmanuel Macron, Xi Jinping y Ursula von der Leyen, en Pekín, el 6 e abril. Ludovic Marin / REUTERS

La guerra en Ucrania, en todo caso, ha dejado claro que Estados Unidos sigue siendo el garante de la seguridad de la Unión Europea, el único serio y el único que puede ejercer realmente ese papel. Y precisamente por eso las declaraciones de Macron han provocado tanto malestar en algunas capitales. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ha lanzado una pulla a Macron en unas declaraciones previas a un viaje a Estados Unidos, asegurando que la alianza con Washington "será la máxima prioridad de la próxima presidencia polaca del Consejo de la UE" porque "es la base de nuestra seguridad".

Si Ucrania está soportando la ofensiva rusa, es principalmente por el apoyo americano y por cómo Washington está empujando a sus socios de la OTAN a implicarse de forma indirecta en los esfuerzos bélicos de Kiev. Para Europa del Este, la prioridad es garantizar su seguridad ante Rusia, y como dijo Kaja Kallas, primera ministra de Estonia, no hay mejor disuasión que "la bandera estadounidense", y las palabras de Macron respecto a Taiwán y la necesidad de no entrar en la dinámica de bloques va en contra de sus intereses. ¿Por qué debería Estados Unidos implicarse en la guerra en Ucrania cuando su absoluta prioridad en estos momentos es China? Lo último que quieren los líderes del este es alimentar un alejamiento respecto a EEUU, porque no creen que nadie más pueda ejercer su papel de disuasión.

Lo nuevo

Ninguna de las ideas de fondo son del todo nuevas. Ni siquiera las declaraciones en las que Macron evita implicarse en la cuestión de Taiwán, hasta el punto incluso de reducir la cuestión de la independencia de la isla a un pulso entre China y Estados Unidos sin que los taiwaneses tengan nada que decir al respecto, son del todo novedosas. La crudeza y frialdad con que el presidente galo se distancia de la cuestión es donde se encuentra la verdadera novedad de estas declaraciones. Macron tiene el defecto de no saber medir sus palabras, de hablar de forma agresiva y demasiado clara, de moverse a grandes zancadas cuando debajo están las arenas movedizas de la diplomacia. En 2019, declaró la "muerte cerebral" de la OTAN en otra sonada entrevista, provocando también el enfado de muchos.

Pero, como en aquella ocasión, lo novedoso son las formas, las maneras directas del presidente galo. El uso de la etiqueta vasallos y la crudeza con que señala que Europa no debería implicarse en crisis que no son las suyas, que es precisamente lo que los Veintisiete están pidiendo a China que haga en Ucrania. Pero en el mundo de la diplomacia no se puede considerar una gran sorpresa la posición de Macron al respecto, como demuestra el hecho de que en 2021 Australia decidiera dejar a un lado su pedido de 12 submarinos franceses para volcarse en el conocido como Aukus, una alianza junto con Reino Unido y Estados Unidos que enfureció a París, pero en que tenían mucho que ver las dudas respecto a la implicación francesa en el Indo-Pacífico, aunque la realidad es que más de un millón de ciudadanos franceses se encuentran en esta región, y su disposición a tomar posturas duras frente a China siguiendo los intereses australianos.

Además, lo que ha hecho que el discurso del presidente francés parezca novedoso es el pésimo momento en que ha decidido hacerlo. La visita a China ya había provocado cierta tensión en algunos socios y la entrevista se ofreció en el momento en que Pekín realizaba ejercicios militares alrededor de Taiwán, por lo que las declaraciones se podían leer como un apaciguamiento hacia las posiciones cada vez más agresivas de China.

Foto: Xi Jinping y Emmanuel Macron. (EFE/EPA/Huang Jingwen) Opinión

Por otro lado, que Macron haya decidido que el final de su visita a Pekín era el momento indicado para criticar a unos Estados Unidos que se vuelcan en la guerra de Ucrania y en reforzar a la OTAN en su función disuasoria frente a Moscú también ha sido una muy mala elección a ojos de algunos de sus socios. En la cuestión de Taiwán, la gran novedad ha sido sugerir que China "sobrerreacciona" a las acciones americanas, dando a entender que es Washington quien está alimentando la tensión en la cuestión de la independencia de Taipéi.

Sin embargo, tampoco debe interpretarse el enfado de las capitales del este de Europa como una reacción generalizada del resto de miembros de la Unión Europea. La elección del momento y de las palabras utilizadas por Macron puede ser muy discutible, pero desde hace tiempo entre algunos de los Veintisiete, obviamente incluida Francia, hay inquietud por la estrategia americana en la cuestión de Taiwán, expresada siempre con mucha cautela y precaución. Las ideas que se filtran en la entrevista de Macron son viejas, llevan tiempo circulando y reflejan la visión francesa respecto a Estados Unidos en la cuestión de la autonomía estratégica desde hace décadas. París cree firmemente que Europa debe lograr ser un tercer actor global independiente de Washington y Pekín, jugando sus propias cartas y defendiendo sus propios intereses. A nadie le sorprende eso. Las novedades son el mal momento y las malas palabras elegidas.

Emmanuel Macron, presidente francés, ha provocado un gran revuelo en las últimas horas por dos entrevistas ofrecidas al medio comunitario Politico y al francés Les Echos tras su visita a China. En ellas, el líder galo advertía de que Europa no debía quedar "atrapada" en crisis que "no son las nuestras". Aparte, hizo referencia a que no iba en el interés europeo alimentar la creciente tensión entre Estados Unidos y China respecto a Taiwán. También pedía que Europa protegiera su autonomía e intentara emerger como un tercer actor global entre Washington y Pekín, evitando hacer seguidismo de las posiciones norteamericanas en política exterior, incluso utilizando el término "vasallos". Las declaraciones han provocado un importante enfado en Washington y también en algunas capitales de Europa Central y del Este.

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