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La amenaza rusa que todos temen: qué pasaría si Putin ordena un ataque nuclear
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Ataque táctico vs. estratégico

La amenaza rusa que todos temen: qué pasaría si Putin ordena un ataque nuclear

¿Podría Putin llegar a cumplir su amenaza? De hacerlo, ¿en qué consistiría un ataque de este tipo? Más importante aún, ¿cuál sería la capacidad de respuesta de Occidente?

Foto: Tupolev Tu-160. (Vitaly Kuzmin)
Tupolev Tu-160. (Vitaly Kuzmin)
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Apenas hace un mes se pensaba que la enorme concentración de soldados que Moscú estaba ubicando en las fronteras ucranianas era tan solo una amenaza. Pero entraron en acción. Ahora, el presidente Putin ha puesto sobre la mesa una carta que puede tener consecuencias muy graves, y no es otra que la amenaza nuclear. Las señales que está enviando Rusia no son nada tranquilizadoras. Si algo ha demostrado Putin en las últimas semanas es su impredecibilidad, por eso su advertencia nuclear es preocupante. ¿Podría llegar a cumplirla? De hacerlo, ¿en qué consistiría un ataque de este tipo? Más importante aún, ¿cuál sería la capacidad de respuesta de Occidente?

El pasado 27 de febrero, el presidente ruso anunció, ante la avalancha de apoyos a Ucrania, que iba a incrementar el nivel de alerta de las fuerzas nucleares de Rusia. Se podrían establecer tres tipos de actuaciones posibles. La más deseable —por supuesto— es que no vaya a más y todo quede en la amenaza. Supondría, supone de hecho, un nuevo paso en una escalada de tensión que ya parece imparable, pero no tendría mayores consecuencias. Quizá, como mucho, un incremento del estado de disponibilidad de armas nucleares en Occidente, incremento de vuelos de bombarderos estratégicos, refuerzo del escudo antimisiles y mayor actividad de submarinos nucleares.

Foto: Transportes de tropas rusos MT-LB abandonados. (Ukrainian MoD)

Una segunda alternativa es que la guerra en Ucrania se tuerza. Que, pese a todos sus esfuerzos e, incluso, atacando Kiev con todo lo disponible y corrigiendo sus errores anteriores, la ciudad no ceda y las operaciones se estanquen, mientras los apoyos mundiales se multiplican. En ese caso, la tentación de usar armas nucleares tácticas podría ser fuerte.

Sería una huida hacia adelante, pero Putin lo justificaría como una muestra de su poder militar, de no tolerar más injerencias exteriores en lo que él considera ‘su guerra’. Sería el momento de las armas tácticas. Se buscaría una zona poco poblada y, a la vez, con objetivos militares: alguna base aérea, instalación militar, etc. Para el ataque, dispone de medios más que suficientes, aéreos, terrestres y navales.

placeholder Avión de ataque Sukhoi Su-34. (Alex Beltyukov)
Avión de ataque Sukhoi Su-34. (Alex Beltyukov)

Si este segundo escenario tuviera lugar, una de las primeras medidas sería poner en acción los Tupolev Tu-22M, un bombardero que lleva volando desde principio de los años 70, pero que tiene capacidad de atacar a grandes distancias, gracias a su radio de acción de 2.500 km con una carga de bombas de 10 toneladas.

Los Tu-22M han sido muy modernizados, aunque su diseño, con planta alar de geometría variable, está desfasado. Disponen de una fuerza de 66 aviones, la mayoría de las versiones M3, MR y unos pocos, puede que tan solo un puñado, de los más modernos M3 modernizados y M3M. Utilizan varios tipos de armas, pero, en ese rol de ataque nuclear a un objetivo terrestre, lanzarían sus misiles Kh-15 con 1.200 kg de peso, 300 km de alcance y cabeza nuclear.

También podrían emplear sus bombarderos medios y cazabombarderos Su-24M, Su-34 y MiG-31K. De estos, los más peligrosos con diferencia serían los Su-34, un magnífico avión de ataque, moderno y de muy buenas prestaciones. Es un avión biplaza con los pilotos en asientos lado a lado, grande en tamaño y preparado para realizar misiones largas y a grandes distancias, pues su radio de acción es de 1.100 km con ocho toneladas de bombas. También los MiG-31 podrían hacer un buen papel, aunque en una situación de superioridad aérea, hasta los anticuados Su-24 podrían cumplir con su cometido. Entre los tres modelos, podrían sumar más de 300 unidades y dispondrían de más de 500 artefactos con cabeza nuclear táctica.

En cuanto a misiles balísticos, el principal sin duda es el SS-26 SSM (9K720, Iskander-M), con 144 lanzadores y unas 70 cabezas nucleares. Es fácil de mover y emplazar y alcanza los 500 km. Además, quedaría la posibilidad de realizar lanzamientos de misiles desde los buques de la flota del mar Negro, que podrían disponer de cerca de un centenar de armas nucleares.

Devastación total

Más allá de todo lo anterior, entraríamos en un territorio desconocido y de negro futuro. Si Rusia se viera acorralada o, en un acto de locura, su presidente decidiera realizar una acción estratégica sobre los países de la OTAN, el resultado sería aterrador. Lo primero sería ver el alcance de ese ataque masivo, pero, si lo que busca es una aniquilación del enemigo, sería un ataque total, aun a sabiendas de que habría respuesta occidental y se acabaría en una mutua devastación.

placeholder Misil ICBM Topol-M. (Vitaly Kuzmin)
Misil ICBM Topol-M. (Vitaly Kuzmin)

Las fuerzas nucleares rusas tienen una estructura compleja. A nivel global, están divididas en las de carácter estratégico (largo alcance) y las de carácter táctico (corto alcance). Ambas tienen sus propias cadenas de mando y se pueden poner en diferentes estados de alerta. En una ambigüedad que bien podría ser intencionada, Putin no especificó a qué tipo de fuerzas nucleares se refería cuando anunció ese “incremento de alerta”.

Mientras que las armas nucleares tácticas se guardan en almacenamientos centralizados, muchas de las estratégicas están ‘casi listas’ para entrar en acción en cualquier momento, como los ICBM o misiles balísticos intercontinentales, que esperan la orden en sus silos. Si la alerta afectara a las fuerzas nucleares tácticas, un signo claro de que esto va en serio sería comprobar si hay movimiento de esas cabezas nucleares hacia sus diferentes plataformas de lanzamiento, aviones, lanzaderas móviles o buques.

La alerta de los misiles estratégicos conllevaría menos movimiento y se detectaría con mucha menor antelación. Apenas hay que hacer nada más que cursar las órdenes con las preceptivas comprobaciones redundantes de seguridad. Hablamos de los ICBM, como los SS-18 M6 Satan, un monstruo de más de 36 metros de largo, casi 200 toneladas de peso y con un alcance de entre 10.000 y 16.000 km, un modelo, sin embargo, antiguo que se está retirando, pero del que aún hay aproximadamente 40 unidades. Dispone de un MIRV (Multiple Independently Targetable Reentry Vehicle) o vehículo de reentrada con capacidad de múltiples objetivos, con 10 ojivas de entre 500 y 800 kilotones. Como comparación, la bomba de Hiroshima era de 16 kilotones.

También están los más conocidos SS-25/SS-27 Topol y Topol-M, artefactos que pueden lanzarse bien desde silos o bien desde plataformas móviles. Los Topol miden más de 21 metros, pesan del orden de 45 toneladas y su alcance es de 11.000 km. Disponen cada uno de una ojiva nuclear de 800 kilotones. Sumados todos, incluidas las diferentes versiones del Topol, tendríamos un escalofriante total de más de 1.000 cabezas nucleares.

placeholder Submarino lanzamisiles Alexander Nevsky, de la clase Borei. (Mil.ru)
Submarino lanzamisiles Alexander Nevsky, de la clase Borei. (Mil.ru)

Luego estarían los submarinos lanzamisiles, cuyo despliegue —los que no estén ya en patrulla por el Atlántico— será una señal inequívoca de peligro de acciones de este tipo y también los bombarderos estratégicos, los Tupolev Tu-95 y sobre todo los Tupolev Tu-160M. Los primeros son aparatos turbohélice, ya desfasados, pero de los que hay 42 en activo.

Mucho más peligrosos son los Tu-160M, el mítico ‘Blackjack’ en denominación OTAN, de los que tan solo hay 16. Es un modelo que se ha modernizado, de muy buenas prestaciones y del que Rusia va a reanudar la producción. Es muy grande y con mucha probabilidad fácil de detectar por el radar, inevitable al ser un diseño antiguo. Aunque es un avión supersónico y muy rápido, a velocidades subsónicas tiene el increíble radio de acción de más de 7.000 km. Su tripulación es de cuatro y podría llevar 12 de los peligrosos misiles Kh-15.

Además de estas posibles acciones, quedaría otra de la que apenas se habla. Ni ataque táctico ni estratégico, pero, en su lugar, amenazar con crear una catástrofe nuclear. Nos referimos a la central de Chernóbil, cuya ocupación ha sido un objetivo militar desde el primer día. Esta central no tiene, en sí misma, interés militar alguno, por lo que resulta sospechosa tanta prisa en tomar el control de esa zona. Sería una sucia maniobra, pero la posibilidad ahí está.

Reacción occidental

Un ataque nuclear estratégico y a gran escala sería una locura. Occidente puede enfrentar un número similar —algo inferior— de artefactos nucleares, pero con una fracción de las mismas bastaría para consumar un desastre mundial. Si Putin llegara a este nivel y optase por un lanzamiento táctico, lo primero que haría es cuidarse muy bien de que en Occidente, sobre todo en Estados Unidos, tienen claro que no va a usar la opción estratégica. Esto lo podría hacer anunciando e incluso filtrando preparativos para armas tácticas, por ejemplo, en cazabombarderos o misiles Iskander.

La mejor respuesta a un ataque generalizado sería saberlo con antelación y realizar un ataque preventivo, que eliminara la mayoría de las armas rusas. Esto sería posible con los silos y muchas de las de gran tamaño, pero sería muy difícil hacerlo con las pequeñas y las de lanzaderas móviles. Una réplica rusa estaría casi garantizada.

La respuesta de la OTAN a un ataque táctico no se puede predecir, porque sería a un nivel muy político. Podría responder con un ataque similar sobre el área de lanzamiento rusa. En cualquier caso, entraríamos en una nueva era de escalada militar.

Apenas hace un mes se pensaba que la enorme concentración de soldados que Moscú estaba ubicando en las fronteras ucranianas era tan solo una amenaza. Pero entraron en acción. Ahora, el presidente Putin ha puesto sobre la mesa una carta que puede tener consecuencias muy graves, y no es otra que la amenaza nuclear. Las señales que está enviando Rusia no son nada tranquilizadoras. Si algo ha demostrado Putin en las últimas semanas es su impredecibilidad, por eso su advertencia nuclear es preocupante. ¿Podría llegar a cumplirla? De hacerlo, ¿en qué consistiría un ataque de este tipo? Más importante aún, ¿cuál sería la capacidad de respuesta de Occidente?

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