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ERC acusa a Junts de hacer la pinza con PSC para robarle una docena y media de alcaldías
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La pugna por el liderazgo soberanista

ERC acusa a Junts de hacer la pinza con PSC para robarle una docena y media de alcaldías

Los republicanos censuran a los de Puigdemont pactar con los socialistas para desbancarles de al menos una docena y media de municipios y también de la Diputación de Tarragona

Foto: La secretaria general adjunta y portavoz de Esquerra, Marta Vilalta. (EFE/Marta Pérez)
La secretaria general adjunta y portavoz de Esquerra, Marta Vilalta. (EFE/Marta Pérez)

Los pactos municipales han puesto de los nervios a los partidos independentistas. En Cataluña, las desavenencias entre fuerzas soberanistas son un problema añadido a las dificultades que hay para formar gobiernos locales. Aunque oficialmente proclaman que el frente nacional debe ser priorizado, en la práctica no ocurre así. “Cada localidad es un mundo y no podemos sustraernos a las dinámicas locales, en las que los dirigentes locales conocen mucho mejor la situación y pactan con las fuerzas más afines. Salvo en determinadas ocasiones, o cuando el peso de una localidad lo requiere, los dirigentes territoriales suelen tener mucho margen de maniobra para pactar”, explica un dirigente de JxCAT.

De ahí que haya pactos que chocan con los posicionamientos políticos generales de las formaciones políticas. La dirección de ERC no dejó escapar la ocasión este lunes para reprochar la estrategia de sus colegas independentistas de Junts per Catalunya. La portavoz de Esquerra, Marta Vilalta, echó en cara a los posconvergentes que hagan pactos en ayuntamientos con el PSC para echar a Esquerra de algunos consistorios. “Junts prefiere entregar la alcaldía al PSC en lugar de sumar con ERC y priorizar acuerdos independentistas”, alertó la dirigente republicana. La tensión es tal que Vilalta no tuvo empacho en acusar a los junteros de que “mientras nosotros hacemos cosas positivas para retomar la confianza, la respuesta de Junts es la lucha por el poder y entregar alcaldías al PSC allí donde ha ganado Esquerra”.

Foto: El ganador de las elecciones municipales en Barcelona, Xavier Trias. (EFE/Alejandro García)

Según la documentación a la que ha tenido acceso El Confidencial, los republicanos manejan un listado de docena y media de ayuntamientos (día a día se van añadiendo más) donde Junts birló la alcaldía a los republicanos o está a punto de hacerlo, según ese listado. Incluye también la Diputación de Tarragona, donde ERC tiene más representantes, pero donde, según los republicanos, “el PSC regala la presidencia a Junts”. Socialistas y posconvergentes tienen ocho representantes cada uno, frente a nueve de los republicanos y un único diputado de PP y de Vox. La presidencia, pues, depende de un pacto táctico de los tres grandes partidos. Los republicanos consideran que la alianza PSC-Junts es una estrategia anti-ERC, similar al pacto que en la legislatura pasada tuvieron el PSC y Junts en la Diputación de Barcelona, aunque en esa ocasión los socialistas eran el partido que más diputados provinciales tenía con diferencia.

Plazas representativas

Pero en la estrategia que denuncia ERC figuran plazas tan importantes y emblemáticas como Roses, Lloret de Mar, Sitges, Calella o Cervera. En Roses, según los republicanos, la lista ganadora fue ERC, pero Junts “regala la alcaldía al PSC”. En realidad, republicanos y socialistas empataron a cuatro concejales, mientras que JxCAT obtuvo tres. Vox y PP consiguieron un concejal cada uno y dos listas de independientes (una cercana a JxCAT) lograron dos representantes cada una. Los socialistas gobernarán con el apoyo de los hombres de Puigdemont y los representantes de Gent del Poble.

Foto: Laura Borràs, en un acto de campaña de Trias per Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

En Lloret, pese a las críticas de ERC, el claro ganador fue el PSC, que arrasó y obtuvo ocho concejales, frente a cuatro de JxCAT (este partido ha tenido la alcaldía históricamente), tres de Tots per Lloret, dos de ERC, dos más de una lista de independientes, uno de los comunes y uno de Vox. En Calella, en cambio, fue JxCAT quien sacó seis concejales, frente a los tres de ERC y tres del PSC, por lo que los socialistas votarán a favor del representante de los junteros.

En La Bisbal, en cambio, ERC sí fue la lista más votada. Y, aunque tuvo unos 150 votos más que el PSC, igualó a este en concejales (cuatro cada uno). JxCAT obtuvo tres, lo mismo que la CUP (los comunes sacaron uno y una lista de independientes, dos). El partido de Puigdemont eligió a los socialistas, por lo que los republicanos se quejan también de que “JxCAT regaló la alcaldía al PSC”. Una situación parecida se da en Lliçà de Vall, localidad cercana a Barcelona, donde ERC y JxCAT empataron a cuatro concejales (Esquerra tuvo 63 votos más que su principal oponente) y el PSC, con tres ediles, apoya para alcalde al candidato de Junts.

Foto: Las playas de Sitges, antes del temporal Gloria (Reuters-)

En Dosrius, también cerca de Barcelona, “Junts regala la alcaldía al PSC”, aunque en esta ocasión los socialistas tienen cinco concejales, frente a tres de ERC y dos de Junts (el PP y dos listas independientes se reparten tres asientos más). En Calafell (Tarragona), los socialistas están a un paso de la mayoría absoluta (tienen 10 de 21 concejales), por lo que Junts les prestará su concejal tras firmar un pacto de gobernabilidad. Pero los republicanos no sacan pecho por un pacto similar, aunque al revés, en Reus, donde los de Junqueras votarán alcalde socialista, al haber obtenido el PSC ocho concejales, frente a los cinco de ERC y cinco de Junts, por ejemplo. Otra lista posconvergente integrada por el PDeCAT sacó dos ediles, que completarán la mayoría absoluta necesaria para que gobierne el PSC en un feudo que tradicionalmente ha estado en manos de Junts. Una situación similar se vive en Castell-Platja d’Aro, donde los socialistas, con seis ediles, tendrán el apoyo de los cuatro de Junts (el pleno es de 17 miembros) para poder gobernar esta legislatura.

Los pactos curiosos

En Cervera (Lleida), los republicanos se quejan también de que “Junts regala la alcaldía al PSC y evita pactar con Esquerra”. En realidad, los socialistas ganaron las elecciones con cinco concejales, frente a los tres de Junts, tres de los comunes y dos de ERC. Pese a las protestas de los hombres de Junqueras, el apoyo de los de Puigdemont a los republicanos no les hubiese bastado a estos para hacerse con la alcaldía.

Foto: La portavoz del Govern, Patrícia Plaja. (EFE/Quique García)

Esquerra incluye en el listado algunos pactos que no dejan de ser curiosos, como el de Calonge (Girona), donde JxCAT tiene seis concejales de un total de 17, mientras que ERC tiene cuatro, el PSC, dos, y el resto se lo reparten a partes iguales cinco listas diferentes con un concejal cada una, entre ellas el PP. Ante ello, los republicanos lamentan que “Junts pacta con el PP y con el PSC”. Otro pacto aparentemente antinatura para los republicanos es el de Vilafant (Girona), donde se quejan de que hay “un pacto tripartito con PSC, Junts y Ciudadanos”. En esta localidad, el PSC sacó cinco representantes, frente a los tres de ERC. Junts tiene un concejal y Ciudadanos, otro, que harán alcalde al cabeza de lista socialista, con la peculiaridad de que es el único representante de Ciudadanos de toda la provincia de Girona.

Los reproches entre republicanos y posconvergentes no impidieron un pacto, a última hora, en Ripoll para desbancar al partido de extrema derecha catalanista Aliança Catalana, liderado por Sílvia Orriols, que en 2019 se presentó como alcaldable del también ultra Front Nacional de Catalunya (FNC). La fuerza ultra acaparó seis concejales, superando a Junts per Ripoll (3), ERC (3), PSC (2), la CUP (2) y una fuerza independiente (1). Para que gobierne la ultraderecha en este municipio del Pirineo, la propia presidenta de JxCAT, Laura Borràs, se mostró partidaria este domingo de dejar gobernar a la fuerza más votada “para no contradecir la voluntad popular”.

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, y la 'consellera' de Presidencia, Laura Vilagrà. (EFE/Enric Fontcuberta)

Lo cierto es que, con ello, Borràs, a la que se acusa de que sus teorías y estrategia se acercan cada día más a la ultraderecha extraparlamentaria independentista, ponía en duda la legitimidad de la presidencia del Parlament (presidido por ella, a pesar de ser la tercera fuerza más votada) o incluso del Govern (el partido más votado en las últimas elecciones fue el PSC, por lo que, según su razonamiento, deberían ser los socialistas quienes estuvieran en el Palau de la Generalitat).

Su partido se apresuró a desautorizarla, pero sus rivales no tardaron en pasarle factura, empezando por ERC. La propia Vilalta avisó a Borràs de que si no pactaba en Ripoll contra Aliança Catalana estaría “blanqueando el fascismo”, dejando caer que la presidenta de Junts estaba flirteando con la extrema derecha. El portavoz de Catalunya en Comú, Joan Mena, pidió incluso su destitución como presidenta de JxCAT por su posicionamiento en este tema.

La recién nombrada presidenta del Parlament y hasta hace poco alcaldesa de Vic, Anna Erra, entró en la discusión y se mostró partidaria de que fuese la agrupación local de Junts la que decidiese qué hacer, ante las críticas de los restantes partidos, que piden un “cordón sanitario” ante la extrema derecha, sea del signo que sea. No hay que olvidar que Erra fue condenada por la Justicia por no permitir la instalación de carpas informativas de Ciudadanos en su localidad, aduciendo que las teorías del partido constitucionalista “chocan con la opinión pública mayoritaria en la ciudad”. Días antes, había denegado otra carpa informativa de la entidad Escuela de Todos porque consideraba que pedir el 25% de las clases en castellano era “contrario a la moral, las buenas costumbres ciudadanas y el orden público”. Finalmente, fue la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, la que anunció la suma de JxCAT a ERC, PSC y CUP para desbancar a Aliança Catalana en Ripoll.

Los pactos municipales han puesto de los nervios a los partidos independentistas. En Cataluña, las desavenencias entre fuerzas soberanistas son un problema añadido a las dificultades que hay para formar gobiernos locales. Aunque oficialmente proclaman que el frente nacional debe ser priorizado, en la práctica no ocurre así. “Cada localidad es un mundo y no podemos sustraernos a las dinámicas locales, en las que los dirigentes locales conocen mucho mejor la situación y pactan con las fuerzas más afines. Salvo en determinadas ocasiones, o cuando el peso de una localidad lo requiere, los dirigentes territoriales suelen tener mucho margen de maniobra para pactar”, explica un dirigente de JxCAT.

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